En 1933, después de la toma del poder en Alemania por los fascistas, la Liga Comunista Internacional (L.C.I.), compuesta principalmente por aquellos revolucionarios expulsados de la Tercera Internacional por ser "trotskistas", planteó la consigna: ¡Por la organización de una nueva, Cuarta Internacional! ¡Por la organización de nuevos partidos comunistas en todos los países!
Hasta ese momento, la L.C.I. había seguido la política de trabajar para reformar la Internacional Comunista. La nueva consigna marcó el abandono de esta política. La capitulación cobarde del Partido Comunista alemán marcó la bancarrota de la Internacional Comunista tan definitoriamente como la bancarrota de la Segunda Internacional había sido marcada por su apoyo abierto a la guerra imperialista el 1 de agosto de 1914. El respaldo sin reservas de la política y la conducta del PC alemán, que el Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional hizo obligatorio para todas sus secciones, solo confirmó la transformación de la Internacional en una fuerza reaccionaria en el movimiento obrero.
Los cinco años transcurridos desde 1933 han sido testigos de enormes cambios en el movimiento obrero internacional. Una catástrofe tras otra: La cuenca del Sarre, Austria, Etiopía, Rusia, España, China y Francia han enfatizado la bancarrota de las dos antiguas internacionales. El creciente acercamiento entre los socialdemócratas y los estalinistas no ha servido al objetivo de la unidad y la victoria del proletariado, sino a la subordinación del proletariado a la burguesía y, como consecuencia, a una larga lista de derrotas vergonzosas. La Segunda Internacional no es más que un instrumento para preservar la dictadura social de la burguesía en su decadente forma democrática. La Tercera Internacional no es más que un instrumento para preservar la dictadura política de la burocracia estalinista antisoviética.
En el mismo período, sin embargo, el movimiento lanzado por la L.C.I. se ha movido con dificultad pero también con determinación hacia su objetivo, el de la fundación de la Cuarta Internacional. Sin graves consecuencias en sus propias filas, superó las dificultades internas creadas por toda una serie de tendencias ultraizquierdistas y diletantes que se manifestaron en su seno y que, después de romper con ellas, fueron condenadas ellas mismas a la impotencia y la decadencia nacionalista. Sin afectar sus principios revolucionarios, logró fusionarse con secciones enteras de militantes que rompieron con la Segunda Internacional y se unieron al nuevo movimiento en Holanda, Francia, Bélgica, Austria, Inglaterra y los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, se probó en ser el único movimiento capaz de sobrevivir a la prueba rigurosa, probando los principios y las tácticas en los acontecimientos, y expandió su programa para abrazar las lecciones de esos acontecimientos. Esto fue posible no solo por los principios del marxismo revolucionario, siempre tomados como su punto de partida, sino también por el régimen del centralismo democrático estrictamente seguido en sus filas, condición esencial para el libre intercambio fructífero de opiniones.
La importancia de esta consolidación es remarcada cuando se contrasta contra la evolución de varios agrupamientos centristas. Se han demostrado como totalmente ilusorias todas las esperanzas de mantener una posición revolucionaria independiente entre la Segunda y la Tercera Internacional, por un lado, y la IV Internacional por el otro. Esto es demostrado por el desarrollo de las dos corrientes centristas principales.
La primera es la “Internacional” de Brandler Lovestone. Su desintegración física es en sí mismo un comentario suficiente sobre la desdeñosa mirada con desprecio al “sectarismo trotskista”, que constituía uno de sus principales “principios”. Su desintegración política confirma nuestro análisis original de este movimiento como un puente que llevaba de nuevo a la socialdemocracia. Su sección checa se pasó a la rama checa de la Segunda Internacional. Sus amigos suecos y franceses están, esencialmente, en el mismo campo. En Alsace, su grupo ha reemplazado exitosamente el comunismo de derecha por un nacionalismo pequeño burgués. En India, su representante Roy es un estalinista en todo sentido, salvo por el reconocimiento oficial de Moscú. No queda nada de esta “Internacional” salvo el grupo inconsecuente de emigrantes alemanes y los lovestonistas en EEUU. El último se ha hundido al punto tal de apoyar los candidatos de los partidos burgueses en las elecciones de los sindicatos. Su política está basada en las botas de los burócratas obreros y, mediante su “frente único” pacifista, se han comprometido recientemente con la defensa nacional bajo el capitalismo. La decadencia del brandlerismo se simboliza con sus recientes adherencias.
La segunda corriente es el buró de Londres. Su evolución también ha sido en el sentido de la Segunda Internacional. Su sección más grande, el Partido Laborista noruego, se ha unido efectivamente a la LSI y ahora maneja el gobierno para la burguesía de Noruega. Su segunda sección más grande, el POUM de España, abandonó los principios más elementales del marxismo para entrar en un gobierno de coalición del estado burgués. Su tercera larga sección, el Partido Laborista Internacionalista de Gran Bretaña no solo condonó los crímenes de sus asociados (en general, ¡todos los afiliados del Buró de Londres son siempre tan tolerantes entre ellos!) sino que sigue tolerando como su real y decisiva dirección del partido a los voceros parlamentarios del partido que desprecian desdeñosamente su radicalismo verbal con impunidad. Su cuarta sección más grande, el SAP de Alemania, apoya abiertamente al frente popular, coquetea con los estalinistas y le ruega a Wels, Stampfer, Deutsch y compañía para su admisión a una democracia social de toda Alemania “reconstituida”… Sus otros afiliados son dignos de sus compinches.
El contraste no es accidental. Serenamente sin ser afectados por los abucheos y las burlas de nuestros adversarios oportunistas, que siempre estuvieron convencidos de que podían mantener u obtener el apoyo de las grandes masas si simplemente no son demasiado particulares sobre los principios por los que abogan, nosotros, por el contrario, hemos procedido en la asunción ya comprobada de que hay períodos en los cuales los revolucionarios deben tener la tenacidad de mantenerse firmes incluso en un pequeño grupo y que pueden florecer hacia un partido con influencia de masas solo si se mantienen férreamente en los principios del marxismo. Ese ha sido el curso que hemos seguido, atravesando las vicisitudes de los últimos 10-15 años. No hay motivo para arrepentirse de ello. Ha hecho posible el coronamiento de la primera década de nuestra lucha con la fundación de la Cuarta Internacional (el Partido Mundial de la Revolución Socialista).
Nuestra conferencia de fundación no puede realizarse en un lugar público. La burguesía y sus sargentos en armas estalinistas y socialdemócratas obligan a los revolucionarios a reunirse secretamente y bajo las dificultades para acudir a esa asamblea. Aun así, a pesar de esta desventaja y de la desventaja de unas finanzas que siempre debemos estirarlas, treinta delegados se reunieron en “Suiza” (la Cuarta Internacional de hecho fue fundada en Périgny, Francia, en la casa de A. Rosmer) el 3 de septiembre de 1938 para fundar la Cuarta Internacional, para aprobar su programa de acción y adoptar las otras resoluciones impresas en este folleto. Los delegados representaron directamente a once países: EEUU, Francia, Gran Bretaña (Inglaterra y Escocia), Alemania, la Unión Soviética, Italia, Latinoamérica, Polonia, Bélgica, Holanda y Grecia. Además de las organizaciones de estos países, habían una serie de otros, que por varios motivos legales y físicos no pudieron enviar sus delegados, pero sin embargo de todo corazón adhirieron a la Cuarta Internacional: México, Cuba, Puerto Rico, Brasil, Colombia, Argentina, Uruguay, Perú, Chile, China, Indo-China, la Unión de Sudáfrica, Australia, España, Noruega, Austria, Checoslovaquia, Dinamarca, Canadá, Suiza... donde hay secciones como también pequeños núcleos, los cuales, muchos por razones de ilegalidad, no tienen una prensa regular: Lituania, Rumania, Yugoslavia, Bulgaria, Nueva Zelanda, Suecia, Irlanda, Palestina, India, etc.
La bandera de la Cuarta Internacional (ni la Primera ni la Segunda pudieron decir esto; ni siquiera la Tercera en su congreso de fundación), ya está plantada en todos los continentes del mundo y en prácticamente todos los países importantes.
La IV Internacional se enorgullece de que durante la dramática semana de Munich, cuando Europa parecía estar precipitándose hacia una nueva matanza imperialista, cuando los partidos tradicionales del proletariado se agrupaban bajo la bandera de la burguesía y los centristas quedaban paralizados por su contradicciones internas, nuestra conferencia mundial, reunida al mismo tiempo, emitió el único claro y ardiente llamamiento al proletariado para que se una en una lucha internacionalista decidida contra los imperialistas, su guerra y sus lacayos.
La Cuarta Internacional se enorgullece de que, en un momento en que las masas están desorientadas y desmoralizadas por los clamores vacíos de "democracia" y "paz" y "Frentes Populares", dispositivos clamorosos para encubrir la traición, ha adoptado un programa de transición de demandas concretas que reflejan las necesidades y los anhelos de las masas en todo el mundo, lo que da una respuesta no ambigua, realista y práctica a los problemas candentes de los trabajadores, los campesinos pobres y los pueblos coloniales.
La Cuarta Internacional se enorgullece de que sus tradiciones e ideas estén tan arraigadas e irreprimibles que su nombre popular-"trotskismo"- se aplica a los miles de heroicos pioneros y viejos luchadores revolucionarios, que representan las fuerzas resurgentes de la democracia proletaria que la burocracia reaccionaria y antisoviética del Kremlin está intentando cruelmente ahogar en un mar de sangre. La Cuarta Internacional se enorgullece de sus héroes y mártires, que tan temerariamente dieron sus vidas o libertad en la lucha contra la reacción capitalista y estalinista en Alemania, Austria, Grecia, América Latina, China, Indochina, España, Francia y la Unión Soviética. Son los heraldos y ejemplos del nuevo movimiento.
Calumnias, aislamiento, inculpamientos, persecución, encarcelamiento y asesinato: la Cuarta Internacional se ha enfrentado a todo ello por sus enemigos. Ha sobrevivido, así como sobrevivirá a todos sus enemigos…todos. Hoy está armada principalmente con su programa, con sus nobles ideales, con su infatigable confianza en la causa por la que pelea. Mañana su fuerza será la fuerza de los millones, para quienes su programa ofrece la única manera de salir de las abominaciones y sufrimientos de un orden social con sobrevida. Y conquistará a millones, las masas. Al frente de su marcha triunfal estará la bandera de la Cuarta Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
M.S.
1 de Enero de 1939 |
Publicación del SWP con el programa y resoluciones de la IV
Facsímil del Primer Boletín Interno
|