Organización de la solidaridad internacional El avance del fascismo en numerosos países, la campaña internacional stalinista de represión, provocaciones y asesinatos, los ataques cada vez más amenazantes contra los derechos de los trabajadores en los países capitalistas democráticos, el ascenso creciente de la reacción bajo todas sus formas, plantean de la forma más imperativa el problema de la defensa y de la ayuda a los revolucionarios víctimas de la represión. Nunca en la historia los obreros revolucionarios han sido amenazados con tal represión, nunca tuvieron tan pocos derechos para defenderse. Aún más frente a los golpes terribles de la reacción stalinista y burguesa desencadenada, los revolucionarios, que son siempre las primeras víctimas designadas de la represión, sólo pueden esperar de las organizaciones de defensa stalinistas, socialdemócratas y liberales la voluntad deliberada de abandonarlas y delimitarse de ellas. Es necesario que todas las secciones de la IV Internacional se pongan a trabajar para asegurar un mínimo de ayuda y de protección a los combatientes revolucionarios víctimas de la represión –en particular a los refugiados de los países totalitarios. Deben tomar con este objetivo las iniciativas necesarias para crear organizaciones de ayuda y de defensa con las que se pueda contar para dar un apoyo moral, financiero y jurídico en el plazo necesario para todos los que lo necesiten. Es posible colaborar en este trabajo con los elementos sinceros de otras tendencias políticas, pero en ningún caso la creación de organizaciones nacionales de ayuda y de solidaridad podrá ser retrasada o rechazada por la imposibilidad de asegurar la cooperación de tal o cual organización o individuo. La necesidad de semejante organización es urgente; no puede diferirse y un comité enérgico y abnegado, incluso restringido y sobre todo compuesto exclusivamente de revolucionarios avanzados vale mucho más que un comité a medias o una fachada “imponente” de numerosas organizaciones y grandes nombres que no hacen nada o gran cosa y no dan ninguna ayuda real a los revolucionarios que se encuentran en una situación desesperada o en la pobreza absoluta. Se necesita que todas las secciones de la IV Internacional se ocupen de esta cuestión con la mayor seriedad y se pongan a trabajar desde ahora. Compañeros calificados deben consagrarse a este trabajo y especializarse en ello. Se debe organizar la asistencia jurídica. Los métodos más enérgicos deben ser llevados adelante para procurar fondos. Hay que estudiar las leyes y los reglamentos que conciernen a la emigración en los diferentes países. En resumen, los adherentes a la IV Internacional, sobre todo en los países democráticos, que ofrecen las mayores posibilidades, deben concentrar su atención en el desarrollo de un aparato de ayuda y de solidaridad lo más eficaz posible y en el más breve plazo. Un comité internacional compuesto por personas responsables y conocidas, que tenga la mayor autoridad moral coordinará y dirigirá eventualmente el trabajo de las diferentes organizaciones nacionales de solidaridad, creará un centro de asistencia a los refugiados y organizará el intercambio de información y de diferentes experiencias de los organismos nacionales.
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