Cómo se gestó la crisis política en Turquía
La casta de oficiales de las fuerzas armadas en Turquía constituyen, históricamente, un partido político-estado, imbricado con el poder y los negocios de todas las pandillas burguesas, y con sus generales bajo la disciplina de la OTAN. Este partido militar dio estabilidad y fue garantía -en última instancia-, con distintos pronunciamientos y golpes militares, del dominio de los capitalistas y de la ubicación de Turquía desde la salida de la Segunda Guerra Mundial como una base de operaciones de la OTAN para controlar el comercio del petróleo y de gas que pasa por ese país proveniente de Medio Oriente. Turquía, con las ojivas nucleares de la OTAN, jugó un rol estratégico en Yalta y como gendarme de los oleoductos y del Mediterráneo, a cuenta de las petroleras imperialistas.
Esta ubicación de Turquía entra gravemente en crisis con el descalabro financiero y el estallido de su deuda, imbricado con Wall Street, del ‘97 al 2001, ante la caída de la bolsa por la bancarrota de todas las empresas de las llamadas "nuevas tecnologías". En el 2001, entre la retirada de Clinton y la asunción de Bush, la burguesía turca encuentra su lugar de salida a la crisis. Lo hace poniendo a Turquía como un verdadero portaaviones de la OTAN en tierra para las invasiones a Irak y Afganistán, y para las tropelías yanquis en todo Medio Oriente.
Turquía sale de su crisis desarrollando, apoyada en la tecnología militar de la OTAN, una poderosa industria de guerra, impulsando fuertes inversiones en la misma por parte del estado y su capital financiero, asociado a la gran banca de Wall Street. Así, Turquía, a la que definimos como un subimperialismo de Wall Street e imbricado con el Bundesbank en sus exportaciones e importaciones, hoy es el sexto exportador de armas del mundo, que incluye equipos de alta tecnología militar. Sólo está detrás de EEUU, Rusia, Francia, China e Inglaterra.
Alrededor de su industria militar, sale también de la crisis derivándola a ésta a rama civil la producción de electrónica, como celulares como Turkcell, y líder en televisores. Asimismo, es un gran ensamblador en la industria automotriz, electrodomésticos, textil y un gran distribuidor de todos esos bienes en Medio Oriente y Eurasia. De eso se trata también la crisis de ese subimperialismo, que no puede seguir directa y militarmente la ruta de su comercio e inversiones.
Turquía se beneficia, desde el 2001/2003, del tránsito por su territorio de los oleoductos y gasoductos, con un barril de petróleo a 130/140 dólares, lo que deja en las arcas del estado y los bancos frondosos fondos y nuevos ingresos, mientras desarrolla una nueva industria de consumo para el mercado interno, de alimentos y de automotrices, enormemente expansiva.
Este "boom" turco, ligado a la guerra y a las aventuras yanquis en el Magreb y Medio Oriente, es el que crea un nuevo fenómeno político y social en la vida de Turquía, una nueva fracción burguesa que adquiere un enorme peso: la pandilla de Erdogan y su partido el AKP ("Partido de la Justicia y el Desarrollo").
En estos años, este partido logra una fuerte base social en el campesinado rico y una nueva clase media. Desarrolla una arrogante y brutal fuerza de choque de represión cotidiana contra las masas, que es su policía, su servicio secreto y sus bandas terroristas de estado, dedicadas a perseguir a las organizaciones obreras y de golpear duramente a la nación kurda, e inclusive servicios secretos que controlan al partido militar, cuya casta de oficiales viene siendo limpiada permanentemente y cada vez más controlada por esta fracción burguesa.
Esta pandilla de Erdogan desplazó en estos últimos años a todas las viejas fracciones de la burguesía que le disputaban negocios... entre ellas a su viejo aliado Fethullah Gulen, a los Alevis (la burguesía alawita, a la que pertenece Bashar Al Assad), y también a la oficialidad del partido militar, a la que le sacó la mayoría de los mismos de la industria de guerra. También desplazó a las fracciones que le disputaban las comisiones por el tránsito por los oleoductos y gasoductos. Se apropió de los ingresos de las exportaciones, para constituir una poderosa burguesía importadora ligada a Europa, fundamentalmente a Alemania, de donde importa máquina-herramienta para la industria militar y de sus bienes de consumo.
El carácter "islámico moderado" del partido de Erdogan no es más que la expresión de una pandilla burguesa que miraba a su oriente y a sus fronteras para desarrollar el comercio de bienes y productos, y asegurarse el tránsito del petróleo de países musulmanes. Al mismo tiempo miraba a Europa, peleando por ingresar en la UE, puesto que necesitaba el euro para sus importaciones. Mientras tanto, seguía atada a EEUU vía la OTAN y el capital financiero. Esto ha llevado a que se desarrolle un capital financiero “bifronte”, es decir, ligado a Alemania y a EEUU.
Hoy, ante el fin del ciclo de crecimiento de la última década, este capital financiero se encuentra “encerrado” dentro de las fronteras nacionales del estado turco y necesita zonas de influencia. |