2013/2014: Un fin de ciclo
Sobre el pacto del PKK con Erdogan
La crisis de la caída del precio del petróleo, la dura competencia en el mercado mundial de las pandillas imperialistas, el retiro del capital de la producción, abre un proceso de desaceleración y un estancamiento llegando a tasa del 2% en el 2015.
El movimiento obrero busca recuperar lo que en el ciclo de expansión le sacó la burguesía con enormes luchas como en los obreros automotrices, los estatales, los agrícolas, metalúrgicos, de la electrónica, etc. que conmovieron a Turquía. Justamente el pacto del PKK -el stalinismo kurdo- con el gobierno de Erdogan es lo que impide que este ascenso obrero empalme con la lucha nacional del pueblo kurdo, que constituye los sectores más explotados de la clase obrera turca, junto a los ya millones de refugiados sirios. Sostenido en el acuerdo el partido de la democracia popular (HDP) -pro kurdo- había ingresado más de 80 diputados en el parlamento de Turquía.
Con el pacto del PKK, con la traición de la burocracia sindical, con una brutal represión, Erdogan pudo derrotar el levantamiento del 2013 que amenazaba con convertir a Plaza Taksim en una nueva Plaza Tahrir como en El Cairo.
A partir de allí, el gobierno bonapartista de Erdogan no solo liquida a las fracciones de las distintas pandillas burguesas opositoras, sino que también le declara una guerra al movimiento obrero y a la nación kurda. Rompió el acuerdo con la burguesía kurda, una vez que ya la utilizó. Erdogan marca a sus opositores y a la clase obrera a los bombazos, como hizo en agosto y octubre de 2015 a campamentos y marchas de la juventud y los trabajadores kurdos. Y el último primero de mayo se desarrolló una enorme movilización de masas de la clase obrera, que fue reprimida con bombas y causando un muerto.
Más y más ganó Erdogan una base social en las nuevas clases medias ricas, más y más debilita a las pandillas burguesas que le disputan los negocios, y más y más ataca a la clase obrera y a la nación kurda.
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