Editorial del Organizador Obrero Internacional N°31
12 de noviembre de 2019
Nuevas rondas del crac de la economía mundial capitalista…
Brutal ataque a los trabajadores y nuevas ofensivas de pillaje imperialista
Las masas explotadas presentan batalla en Irak, Líbano, Chile, Ecuador…
¡Nuevos estallidos revolucionarios!
Ha comenzado ya una recesión mundial. Esto sucede cuando aún el sistema capitalista está muy lejos de recuperarse de la brutal crisis del 2008 que liquidó una enorme cantidad de fuerzas productivas del planeta y dejó 200 millones de obreros migrantes sin trabajo recorriendo el mundo.
El sistema capitalista “salió” de la crisis de 2008 y mantiene una sobrevida no por su vigor ni su “fortaleza intrínseca”, sino porque las direcciones traidoras de las masas, los partidos social-imperialistas, las burocracias sindicales y los viejos PC, fueron reclutados para contener los enormes procesos de lucha de las masas que amenazaron, en los 5 continentes, con abrir una situación revolucionaria mundial. Eso le permitió al imperialismo concentrar sus fuerzas con duros golpes contrarrevolucionarios en Siria. Las burguesías “bolivarianas” en América Latina entregaban los grandes combates antiimperialistas de masas. El castrismo le entregaba Cuba a Obama y los yanquis y le provocaba un duro golpe a la clase obrera del continente americano.
Una Nueva Izquierda, como Podemos, Syriza, etc. entregó una a una las luchas de la clase obrera de Europa, como en el Estado Español, la revolución griega, los combates de la clase obrera francesa… Mientras los yanquis pusieron su bota en Ucrania y con su sicario Putin mantuvieron a raya a las masas de Eurasia.
Así, los estados imperialistas pudieron tirarle toda la crisis a las masas. En la Europa imperialista de Maastricht, los bancos, que habían quedado atrapados en la crisis de las burbujas inmobiliarias de Wall Street en 2008, recuperaron sus pérdidas saqueando los tesoros de los estados. En EEUU, los yanquis estatizaban las pérdidas de sus superbancos, subvencionándolos con 600 mil millones de dólares, superendeudando el estado norteamericano aún más. Los estados imperialistas salvaron entonces al capital financiero en bancarrota.
Desde Frankfurt, Tokio y desde la Reserva Federal de EEUU salieron créditos para sus transnacionales y banqueros con tasa 0%, es decir, sin ningún pago de intereses. La fase imperialista del capitalismo tiene un rasgo central que lo define, que es el parasitismo. Las pandillas imperialistas no llevaron esos créditos a la producción, sino todo lo contrario. En gran medida se los guardaron en los bolsillos entre los accionistas, repartiendo esos créditos como supuestos beneficios y utilidades, sobrevaluando artificialmente las acciones, que estallaron como una crisis en la bolsa de Wall Street en febrero de 2018. Eso llevó a un enorme endeudamiento de las empresas y las transnacionales, que sobreviven con deudas y créditos.
Otra parte de estos fondos que manejó el capital financiero internacional y sus bancos fueron otorgados al mundo semicolonial como créditos a tasas de interés leoninas de un 12% a 18%. Un negocio fabuloso de simple intermediación, que llevó a que se multipliquen las deudas externas y públicas de todo el mundo semicolonial.
En Argentina, por dar tan solo un ejemplo, en 4 años, entraron 100 mil millones de dólares de la City de Wall Street. Estos fondos fueron pasados a pesos con una ganancia del 100% de interés en letras del tesoro, para que luego se vuelvan a cambiar a dólares y salgan del país en una verdadera puerta giratoria al exterior. Esos fondos jamás pasaron por ningún proceso productivo. El FMI apareció como prestamista para que el estado argentino tuviera garantía de que hubieran dólares para fugarse.
El de Argentina es tan solo un ejemplo de los grandes negocios de saqueo y usura, que junto a las guerras y el desarrollo de fuerzas destructivas, le dio una sobrevida al sistema capitalista en bancarrota. En los años 2016/2017, la economía mundial creció 1 ó 2 puntos, pero, a partir de 2018-2019, comenzó un proceso de estancamiento y recesión, que es la crisis que hoy está en curso.
El resultado de este parasitismo, donde los capitalistas se siguen gastando a cuenta lo que el trabajo humano aún no ha producido, es las exorbitantes deudas públicas y privadas que en el planeta ya rondan los 188 billones de dólares, que corresponde al 230% del PBI mundial, según declaró la flamante directora del FMI Kristalina Georgieva (Clarín, edición impresa del 9 de noviembre de 2019).
El mercado mundial se achicó. La guerra comercial comenzó. EEUU “pateó el tablero” para mantener su supremacía y tirarle sus crisis y sus deudas también al resto de las potencias imperialistas. EEUU, como potencia dominante, es el mayor deudor del planeta. Su déficit ha subido de 17 billones de dólares a los 22 billones actuales. Se endeudó con el mundo, protegió su mercado interno y busca abrir las aduanas del Maastricht imperialista y arrodillar a China. El mundo semicolonial quedó totalmente endeudado y quebrado.
Ahora, la crisis, el saqueo, los beneficios futuros que los capitalistas se gastaron a cuenta, los tienen que pagar las masas. Con el chantaje del crac, se busca la rendición de la clase obrera y sacarles todas sus conquistas.
El FMI, como en los ’80 y los ’90, vuelve a ocupar un rol central, con el látigo en la mano, para garantizar el pago de las deudas externas fraudulentas del mundo semicolonial. Hay que reducir drásticamente gastos de salud, educación, subsidios, etc. y entregar todas las empresas estatales como garantía de pago de las naciones endeudadas. Es que gran parte de los tesoros que hay en los bancos comienzan a llenarse de bonos de deudas incobrables, de acciones de empresas sobrevaluadas, de valores de commodities a futuro aún no producidos… Es decir, es una nueva burbuja provocada por el sistema capitalista pestilente que hoy está siendo arrojada a las masas de forma brutal, mientras los piratas imperialistas se disputan palmo a palmo el mercado mundial.
El sistema capitalista imperialista mundial se bambolea… no encuentra equilibro y en cada voltereta de su crisis, aplasta a naciones enteras y a la clase obrera. Mientras busca asentarse, desarrolla nuevos “polos de crecimiento”, que son disputados rápidamente entre los buitres de Tokio, Frankfurt o Nueva York… En China, un mercado interno de 400 millones de consumidores y gran parte de los bancos y empresas aún estatales –que tienen en su poder los dólares del excedente comercial de las exportaciones chinas- son una presa disputada a dentelladas entre la Europa Maastricht, Inglaterra y por los piratas yanquis que han llegado primero y pisado Pekín.
Cuando las deudas se empiezan a volver incobrables, cuando los parásitos imperialistas ya se han puesto los beneficios en el bolsillo y cuando cada vez quedan más papeles sin valor en los balances de las empresas imperialistas, el capital huye a lugares “seguros”: al dólar, que está respaldado por la máquina emisora de la Reserva Federal.
La fuga al dólar, como valor de reaseguro del capital, ha hecho aumentar su valor y devaluado el resto de las monedas de todo el mundo semicolonial. Esta devaluación llevó al hundimiento de los ingresos de los trabajadores y de los sectores empobrecidos de la población medidos en dólares, a la vez que provocó que esos países tengan que juntar más cantidades de su moneda para conseguir los dólares para pagar sus deudas externas. Es decir el imperialismo extrae cada vez más plusvalía y rentas del mundo semicolonial, de donde busca obtener las superganancias para seguir sobreviviendo.
En las metrópolis, el encarecimiento del dólar significa que se encarecen las exportaciones… Como plantea el marxismo, lejos de ser un sistema perfecto, el capitalismo en su fase de descomposición, es decir el imperialismo, al dominar el mundo de forma parasitaria, no solo saquea al mundo semicolonial y provoca un feroz retroceso de las fuerzas productivas, sino que también se corta la rama donde está asentado, que es su propio mercado interno. La crisis mundial se generaliza. Hay que recrear un ciclo de inversiones que dé una ganancia alta con poca inversión, es decir, que esta la haga el estado.
La guerra y la industria armamentística son el factor económico más importante de esta época imperialista, es decir, la producción de bienes para la destrucción. EEUU destina 250 mil millones de dólares para su aparato militar y de alta tecnología, mientras Francia y Alemania también destinan otros tantos miles de millones. Esta es la “cuarta revolución industrial” de la cual hablan los apologetas del capitalismo, donde solo se desarrollan ramas de producción derivadas de la industria de guerra, con una inversión hecha por los estados.
Las condiciones para la revolución proletaria no solo están madurando, sino que se están descomponiendo. Días atrás fue el 30° aniversario de la caída del muro de Berlín. A no dudar que este podrido sistema capitalista se sostiene porque la lacra stalinista, como excrecencia del estado obrero, luego de traicionar los procesos de la revolución mundial desde Yalta, entregó China, Rusia, el este europeo, Vietnam y ahora Cuba. El sistema capitalista moribundo recibió sangre fresca.
Ahora, en su fase agónica, necesita más. Tiene que recolonizar el mundo semicolonial. Allí necesita tener gobiernos que sean solamente gestores de sus negocios y de su saqueo y no una burguesía nativa que actúe como socia menor quedándose con parte de la plusvalía y las rentas nacionales del mundo semicolonial.
Las disputas por las empresas nacionales y bancos de China ya son abiertas entre las distintas potencias imperialistas. En estas semanas se anuncia que China le abre a EEUU todo el sistema bancario y le devuelve a la Hewlett Packard la tecnología del 5G.
Como vemos, no hay nada de inversión en el proceso productivo. El imperialismo es parasitismo. Una nueva ronda del crac mundial capitalista está aquí. Una nueva ofensiva contra los trabajadores y las masas, de ataques antiobreros y de pillaje imperialista está en curso.
Mientras EEUU le tira su crisis al resto de las potencias imperialistas, todos juntos se encargan de tirarle a los trabajadores y al mundo semicolonial las superdeudas que los parásitos capitalistas se gastaron a cuenta de los beneficios que aún no han recibido.
Pero, con estallidos revolucionarios, la clase obrera mundial anuncia que no se ha rendido. Estalla Medio Oriente, América Latina entra en situación prerrevolucionaria y en guerra abierta de clases contra el avance imperialista. En Hong Kong lucha lo más avanzado de la resistencia de la clase obrera china. Los nuevos focos revolucionarios ya están aquí. Los de arriba vienen por todo, los de abajo van por todos ellos.
Una nueva carrera de velocidad se ha abierto con esta nueva ronda del crac, entre qué tanto puede el sistema capitalista tirarle toda su crisis a las masas y la respuesta que éstas han dado, irrumpiendo en feroces estallidos y lucha de clases, pese a la traición de sus direcciones. A no dudarlo, en esta batalla se juega el futuro inmediato de la clase obrera mundial.
La lucha de la clase obrera norteamericana es el gran hándicap a favor que tienen los trabajadores del mundo semicolonial. Han entrado en huelga los obreros de General Motors y los trabajadores de la educación en varios Estados de la Unión, totalmente endeudados y quebrados. Ayer fue la lucha del movimiento Occupy Wall Street y “Las Vidas Negras Importan”, el combate de los inmigrantes y contra la guerra, y el choque contra los supremacistas blancos. Los trabajadores norteamericanos son los grandes aliados de los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo.
La clase obrera europea, con la lucha de los Chalecos Amarillos y los Chalecos Negros, demuestra que no ha dado su última batalla, sino que se prepara para nuevas. En la clase obrera de los países centrales está la llave para la victoria de los combates que han empezado. Las direcciones traidoras buscan impedir que esos combates se sincronicen. Romper esa desincronización y centralizar los combates de la clase obrera del mundo semicolonial con la de los trabajadores en los países imperialistas, como lo fue en el ascenso revolucionario del ‘68/’74, es la pelea de las corrientes que luchamos por recuperar la IV Internacional y reagrupar las filas de la clase obrera mundial.
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