27 de mayo de 2022
Ante la guerra y la catástrofe capitalista…
La tarea del momento: recuperar las banderas de la IV Internacional y reagrupar cuadros para ir al encuentro de los futuros combates de la clase obrera mundial*
El gran capital, con astucia, le dio sobrevida y protegió al stalinismo para que juegue su rol contrarrevolucionario al frente de los sindicatos y organizaciones de masas en todo el mundo, mientras culminaba su consolidación como nueva clase dominante en los ex estados obreros, aliados a todas las potencias imperialistas, de Vietnam a Cuba, de China a Corea, y de la ex URSS al Glacis europeo.
Pero ello no hubiera funcionado sin la legitimidad que le brindan por izquierda los partidos que se reivindicaron durante décadas de la IV Internacional, el único lugar desde donde se le podía hablar a la clase obrera con las banderas limpias y mirando a los ojos a los explotados.
Luego de décadas de oportunismo y de adaptaciones, el movimiento revolucionario se descompuso y, como lo vemos hoy, terminó traicionando todo el legado programático, teórico y la organización de la IV Internacional, para desplegar una abierta política de colaboración de clases.
De eso se trata la batalla en la que hoy estamos empeñados: darle continuidad a ese programa y teoría de la IV Internacional, que han demostrado pasar la prueba de la historia, mientras que los que alguna vez lo sostuvieron traicionaron abiertamente, como lo siguen haciendo.
Una nueva base de arribistas y oportunistas entró a los partidos ex trotskistas, imbuidos de un feroz revisionismo al marxismo por parte de sus direcciones, para que estos continúen la vieja labor y política del stalinismo que llevó a las más crueles derrotas al proletariado mundial.
Cuadros, militantes o corrientes como la FLTI, ahora navegando nuevamente contra la corriente, pero apoyados firmemente en los combates más avanzados de la clase obrera, que no se ha rendido, buscamos a nivel internacional recuperar esas banderas del oprobio, el fango y la traición para volver a refundar la IV Internacional expurgada de traidores y lacayos del stalinismo que la entregaron hace rato.
En esta catástrofe del sistema capitalista, que no encuentra otra salida para recuperar su ganancia que no sea la piratería, el parasitismo, el saqueo y la guerra, los marxistas revolucionarios sabemos movernos en nuestro ambiente y hábitat que es marchar a preparar y organizar nuevos partidos revolucionarios bajo las banderas de la IV Internacional para la revolución socialista. Nuestro llamado es a preparar la guerra civil de clases contra la guerra que los capitalistas le declararon al proletariado internacional.
Los marxistas sabemos de qué se trata. Aquí y allá el reformismo pregona que la clase obrera y los explotados pueden mejorar sus condiciones de vida actuales sin una revolución socialista victoriosa a nivel internacional y sin el aplastamiento de los parásitos burgueses y sus regímenes. En esta tesis reformista está basada la práctica oportunista de la “Nueva Izquierda”. Por eso cada vez más se llevan a patadas con las masas, pues su apotegma no es posible.
Sin luchas revolucionarias de masas armadas, sin ponerle el pie en el pecho a la burguesía, sin obligarla a rendirse, sin combates concentrados internacionales de la clase obrera mundial, esta no podrá ni siquiera mejorar parcialmente sus condiciones de existencia. Es que tal cual plantea la estrategia marxista, sin pelear por todo y con métodos revolucionarios, ya es imposible que el proletariado consiga la más mínima de sus conquistas. Y si las consigue y no toma el poder, las perderá. Este es el apotegma del marxismo revolucionario de hoy.
Nuestras fuerzas radican en que si la clase obrera no quiere morir, debe volver a intentarlo y buscar el camino para conquistar nuevamente un período de revoluciones triunfantes.
También lo estamos haciendo nosotros, los integrantes de la FLTI y sus grupos revolucionarios. Hay que volver a intentarlo. No es hora de tocar clarines de retirada del movimiento revolucionario, sino la hora de preparar nuevas ofensivas para refundar la IV Internacional y reagrupar los mejores cuadros que la clase obrera está destacando en las primeras líneas de cada combate a nivel mundial.
Ellos, los traidores de la IV Internacional, no son más capaces. Son la expresión de décadas de traiciones y capitulaciones al legado de nuestro partido mundial. A ellos los sostienen los estados, regímenes y gobiernos. Hace rato dejaron de apoyarse en lo mejor de las luchas revolucionarias del proletariado. Ahora abiertamente actúan para entregarlas y traicionarlas.
Los revolucionarios, como lo han hecho la vanguardia de la clase obrera y los obreros avanzados, hemos seleccionado a nuestros cuadros. No partimos de cero. En dos décadas de existencia, algunos han desertado del combate. Fueron alas derecha sindicalistas y chocaron con nuestra praxis internacionalista. Otros ya han roto abiertamente con el trotskismo y se han alejado inclusive de las filas de la clase obrera. No podía ser de otra manera: de ello se trata el bolchevismo, de seleccionar a la crema de la crema del proletariado.
Ninguno de estos individuos ha presentado ninguna batalla marxista seria que le aporte algo a la vanguardia de la clase obrera. Se encuentran ofuscados con el movimiento revolucionario porque este no les dio victorias. Esperaban que estas cayeran del cielo y se den de forma sencilla en momentos de crisis brutal de la IV Internacional. Como decía Trotsky, a estas corrientes de descontentos y despechados hay que dejarlas libradas a su suerte. De nada sirven para la clase obrera y sus combates decisivos.
Se trata de pérdidas y ganancias, como planteaba Lenin. Perder un pequeñísimo lastre reformista, de derecha y nacionalista, y comenzar a dialogar y conquistar un nuevo auditorio de obreros y jóvenes de vanguardia a nivel internacional, habla de ganancias y no de pérdidas en la construcción del movimiento trotskista.
El programa y sus tareas seleccionan a los revolucionarios y buscan denodadamente a la carne que lucha cotidianamente por ellos.
Toda corriente revolucionaria debe dedicarle toda su atención a la nueva capa de obreros y jóvenes perspicaces que surgen de los combates más avanzados del movimiento de masas, que comienzan a ver y a distinguir que los que hablaban en nombre del trotskismo, son vulgares reformistas; nada distinto a los que los traicionaron en luchas anteriores.
Estos jóvenes y obreros perspicaces están llevando nuevamente a los trotskistas al corazón de los focos revolucionarios, a sus batallones más activos. Esto pone nuevamente nervioso al reformismo que con satisfacción, contaba nuestros muertos, aplastados por la bestia fascista en la revolución siria. Allá ellos… Como ya queda a la vista, ellos son los que, por las condiciones objetivas, se llevan cada vez más a patadas con las masas.
Pequeñoburgueses soberbios de los aparatos de izquierda de los regímenes hace rato han dado por muerto al trotskismo. Pero antes que esto suceda, sus jefes de los estados mayores de la burguesía, se desprenderán del reformismo luego de utilizar sus servicios. Ellos son una anomalía en la historia, mientras que el marxismo revolucionario es el futuro de la clase obrera. Nuevamente es la hora de 10 hombres inteligentes que, como diría Lenin, valen más que 10.000 imbéciles.
La clase obrera necesita saber quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos; cómo actúan las direcciones que la llevan al callejón sin salida de la colaboración de clases mientras la burguesía prepara a la contrarrevolución y al fascismo para aplastar a las masas.
La IV Internacional no ha muerto. Vive en este agudizamiento de las condiciones de crisis, guerras y revoluciones. Se trata ahora de que viva en nuevas organizaciones revolucionarias de combate. Llegó la hora de llevar a la acción nuevamente esta tarea. En ella están empeñadas todas nuestras fuerzas como núcleo trotskista por la revolución socialista internacional.
* Extraído de la Presentación de “El Organizador Obrero Internacional” N° 35 |