Artículo del Organizador Obrero Internacional Nueva Época N°1 Parte 1
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EGIPTO
¡Abajo la junta militar y los jueces de Mubarak!
¡Basta de políticos burgueses y agentes del imperialismo expropiando la revolución de los trabajadores!
¡Ni Morsi, ni El Baradei!
¡En Egipto se combate contra el hambre, la miseria, la desocupación y contra el saqueo imperialista de la nación!
Basta de masacrar al pueblo: ¡Milicia obrera y popular para aplastar a las bandas fascistas!
Para que Egipto deje de ser guardián del Estado sionista fascista de Israel...
Para que se convierta en trinchera de las masas masacradas de Siria para derrotar al perro Al Assad...
Para que la chispa de la Plaza Tahrir vuelva a incendiar con el fuego de la revolución a todo el Norte de África y Medio Oriente y se convierta en bastión de la revolución obrera y socialista...
Para conquistar el pan, la tierra y la independencia nacional...
El nuevo embate revolucionario de las masas egipcias merece triunfar, su lucha debe ir hasta el final derrotando a la casta de oficiales asesina del ejército de Mubarak, expropiando a las multinacionales y rompiendo con el imperialismo
¡La plaza Tahrir no delega! ¡Sin pan no hay democracia! ¡Sin expulsar al imperialismo no habrá Libertad! ¡Sin el armamento del pueblo no se podrá triunfar! ¡Arriba los de abajo!
¡Por los consejos de obreros y soldados rasos!
¡Hay que poner en pie un gobierno provisional revolucionario de los obreros y campesinos pobres apoyados por comités de soldados rasos!
Esta será la mejor ayuda para romper el cerco contra las martirizadas masas de Siria aplastadas por el genocida Al Assad a cuenta del imperialismo y para que la bandera Palestina flamee en Jerusalén sobre la base de la destrucción del estado sionista-fascista de Israel
Ataque de los capitalistas y respuesta revolucionaria de las masas
Luego de transitado un año de lucha contra el gobierno de Morsi, y dos desde el inicio de la revolución, el 30 de junio de 2013 se generaron en las principales ciudades del país (Alejandría, El Cairo y el Cordón Industrial de Mahalla), enormes manifestaciones que chocaron contra la represión y el accionar sanguinario de bandas fascistas organizadas por los Hermanos Musulmanes (partido gobernante).
Mientras el pueblo derramaba su sangre, entregando a la lucha revolucionaria de masas miles de heridos y decenas de nuevos mártires, más y más ganaban las calles millones de explotados exigiendo “pan, trabajo y libertad”, es decir aquellas demandas obreras y populares que los gobierno surgidos de “la primavera árabe” se negaron a dar.
Desde todos los rincones de Egipto, se gritaba y se luchaba en multitudinarias manifestaciones por la caída del gobierno de Morsi, pues éste, tras una cobertura “democrática” –sostenida por la casta de oficiales y avalada por los partidos políticos (incluida la “izquierda radical”) y sindicatos que llamaron a intervenir en las fraudulentas trampas electorales-, trajo más hambruna, represión, miseria y desocupación para este pueblo, que en el 2011 derrocó a la autocracia de Mubarak.
Las falsas promesas, los engaños y una vida plagada de penurias y padecimientos inauditos, hizo estallar una vez más el odio de millones de trabajadores y jóvenes, quienes no aguantan más vivir en este infierno recreado por la “democracia” de los Hermanos Musulmanes, del conjunto de la burguesía y de todos sus agentes al interior del movimiento obrero. Una “democracia” montada para desviar y expropiar el proceso revolucionario. Una “democracia” de manos vacías, que como dijimos antes, no trajo ni pan, ni libertad, ni dignidad nacional… ni una sola de las demandas que motorizaron la lucha revolucionaria de las masas a comienzo del 2011. |
¡ULTIMO MOMENTO! - 27 de julio
La casta de oficiales
ha desatado una nueva masacre
Hoy en medio de marchas y enfrentamientos físicos entre seguidores de Morsi y del Frente de Salvación, la casta de oficiales dio la orden a la policía de perpetrar una matanza. Reprimiendo a “opositores” y “oficialistas”, provocaron la muerte de más de 130 personas. En el camino se contaron 2.000 heridos y decenas de desaparecidos.
¡Hay que parar la masacre contra el pueblo! No le reconocemos a esa casta de oficiales agentes del Pentágono ningún derecho a reprimir a nadie, ni siquiera a los partidarios de Morsi.
La casta de oficiales mubarakistas que ayer con sus fusiles sostuvo a Morsi y a sus bandas fascistas para aplastar a las masas, hoy sostiene, con este baño de sangre a El Baradei. ¡Abajo la casta de oficiales! ¡Juicio y castigo a los asesinos del pueblo!
Todas las fracciones burguesas y el imperialismo sostienen a esta casta de oficiales asesina, agentes del imperialismo y del sionismo, que garantiza la propiedad y los intereses de la burguesía y el imperialismo. Por eso: ¡Ni Morsi, ni Baradei!
Hay que unir las filas obreras y de los explotados poniendo en pie comités de obreros y soldados que, desde la Plaza Tahrir no delegue la representatividad en ninguna fracción burguesa; que decida que partidos representan a los explotados; y que coordine y centralice a todos los sectores en lucha, poniendo en pie el poder de los explotados para derrotar a la casta de oficiales mubarakista e imponer un gobierno de los obreros, campesinos y soldados, el único que puede expropiar a la burguesía y romper con el imperialismo y el sionismo para garantizar el pan para el pueblo.
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La crisis de la economía mundial capitalista no le ha dado tregua al Egipto semicolonial. El FMI ha declarado que para dar un crédito se debe “realizar un nuevo ajuste”, o sea, ejecutar un furibundo ataque contra las grandes masas de la nación.
Siguiendo los dictados de los buitres del capital financiero internacional y su plan fondomonetarista, el gobierno de los Hermanos Musulmanes liquidó de un plumazo los subsidios al combustible y al trigo. Esto último, obligó a bajar a una la ración de tres panes diarios que los egipcios percibían por medio del estado.
La inflación comenzó a crecer de manera galopante. 4.000 fábricas cerraron. Mientras tanto, se profundiza el desempleo que llega a un 25% y a más del 60% en la juventud. ¿“Primavera de los pueblos”? ¡NO! ¡UN VERDADERO INFIERNO PARA LOS EXPLOTADOS!
La lucha contra el régimen expropiador y el golpe palaciego de la casta de oficiales para defender los intereses del conjunto de la burguesía
Favorecidas por la invasión imperialista de Francia sobre Mali y por el genocidio de Al Assad sobre las martirizadas masas de Siria, y también por la expropiación de los procesos revolucionarios de Libia, Túnez y del propio Egipto, el conjunto de las fracciones burguesas se sentían fuertes para redoblar su ataque contra los explotados.
Sin embargo, esta contraofensiva imperialista en Egipto, chocó con la respuesta de las masas que atentó contra el plan de “transición ordenada” de Obama, el Pentágono y sus cipayos de los Hermanos Musulmanes y la casta de oficiales del ejército mubarakista, para expropiar la revolución.
En Egipto, cuando creían tenerlo todo bajo control, se encontraron con una fenomenal respuesta por parte de los explotados. Es que estas condiciones internacionales que moldean la situación de la lucha de clases, formaron en Egipto a un proletariado educado en los combates de la lucha política de masas. Pues todo el mundo sabe –menos la izquierda reformista- que sin enfrentar al gobierno, sin intentar poner en pie organismos de autoorganizacion y autodefensa para la lucha política de masas, no hay ninguna posibilidad de triunfo.
Por eso, luego de días de movilizaciones y choques con la policía y las bandas paramilitares de los Hermanos Musulmanes, las masas (que en los últimos 12 meses venían de protagonizar 3.900 huelgas, manifestaciones, piquetes, etcétera, contra el gobierno de Morsi) rodearon la ciudadela del poder y plantaron nuevamente su bandera de lucha en la Plaza Tahrir. La burguesía temblaba. La revolución golpeaba en sus puertas una vez más. La casta de oficiales temía que las masas que colmaban la Plaza de la Liberación, derroquen a Morsi, como en el 2011 lo hicieran con Mubarak.
Para que esto no suceda y la movilización y lucha en las calles no termine con un triunfo rotundo de los explotados, la oficialidad del ejército se anticipó a estos sucesos y no le quedó otra que dar un golpe palaciego, sacar a Morsi y poner al jefe de la Corte Suprema, Mansur, como presidente interino, quien llamará a elecciones anticipadas en los próximos 9 meses.
Así, una vez más, el imperialismo y la burguesía, de la mano de la casta de oficiales -que como ayer ante la caída de Mubarak, y hoy sacando de lado a Morsi, demuestra defender al conjunto de los intereses y propiedades de los explotadores-, buscan montar un nuevo intento de expropiación de la revolución.
La intervención del movimiento obrero en la lucha política de masas
¿Por qué era la casta de oficiales la fracción burguesa que más sabía del peligro que se corría si eran las masas de la Plaza Tahrir, movilizadas en todo el país, las que tumbaban al gobierno? Pues es la oficialidad del ejército –ese apéndice del Pentágono, que percibe del imperialismo yanqui 1.300 millones de dólares por año-, la fracción burguesa dueña del 40% de la economía del país, de la mayoría de la industria textil y petrolera.
Por eso, contra aquellos falsos marxistas que dicen que el movimiento obrero no intervino, esta fracción de la burguesía sentía en carne propia cómo los trabajadores, desde el corazón de la producción de mercancías, con sus paros, piquetes y manifestaciones avanzaban contra el sistema y la propiedad privada de los parásitos capitalistas. Percibían mejor que nadie la relación de fuerzas establecida entre patrones y trabajadores; por eso fueron los que con un golpe palaciego bajaron la persiana de los sueños de gobernabilidad de los Hermanos Musulmanes (otra fracción burguesa, que maneja los bancos, las universidades privadas, la industria de la construcción y las grandes cadenas de comercios).
En Egipto hay conscripción. Y da la “casualidad” que muchos de los jóvenes soldados, son los obreros que trabajan en las fábricas que explotan los oficiales del ejército mubarakista. Cientos de miles de soldados son trabajadores textiles y petroleros. Son los que venían haciendo miles de huelgas y piquetes a sus patrones, es decir, a los milicos asesinos. Justamente, en la Plaza Tahrir, se encontraban los padres y familiares de los conscriptos. Una sola orden de represión hubiese significado la desintegración del ejército.
El instinto de clase de la burguesía se ve agudizado cuando teme perderlo todo, y esta vez no sería la excepción. Por eso la casta de oficiales guardaba a los soldados, pero dejaba que actuasen las bandas fascistas de los Hermanos Musulmanes en una "guerra de asedio" contra los revolucionarios que llegaban a la plaza de la liberación.
La casta de oficiales no envió al ejército a reprimir, pues este se hubiera partido horizontalmente, ya que los soldados rasos, los hijos de los obreros y campesinos bajo armas, se pasarían del lado del pueblo (cuestión política que las corrientes pacifistas jamás tienen en cuenta para colaborar con la movilización revolucionaria de las masas).
Esta fue una de las lecciones que sacaron Obama y el imperialismo yanqui de los combates revolucionarios de Libia y Siria, donde la base del ejército, ante las insurrecciones locales de masas, se pasaba con sus armas al frente de los explotados contra la burguesía y su casta de oficiales asesina.
Es que los piratas imperialistas reconocen muy bien –al igual que lo comprendemos los marxistas revolucionarios- que no estamos ante una serie de revoluciones nacionales en Egipto, en Túnez, en Libia, en Siria, sino ante eslabones de una cadena de una misma y única revolución en todo el Norte de África y Medio Oriente.
Un nuevo frente popular tras las sombras, junto a la casta de oficiales, prepara una nueva expropiación del combate revolucionario de las masas
Mientras avanzaban los acontecimientos y las movilizaciones cercaban las grandes ciudades y los obreros paralizaban la producción del país, la burguesía mandaba a su fracción “opositora” del Frente de Salvación Nacional de El Baradei, los salafistas del partido islamista Nur y los dirigentes del movimiento “Tamarrud” (rebelión). Ellos, con el apoyo de los sindicatos –y de varias corrientes de izquierda- actuaron como un verdadero frente popular que desde las sombras se montó sobre la movilización revolucionaria de las masas para contenerla y desviarla. Así le dieron tiempo a la casta de oficiales para que con este golpe palaciego intente expropiarle a las masas nuevamente sus combates.
No obstante, las masas viven esta “caída” de Morsi como un triunfo fruto de sus propias movilizaciones y fuerzas desplegadas en las calles. Esta ilusión del pueblo le genera un inconveniente al gobierno que la burguesía intenta poner en pie. Pues el mismo debe lidiar con masas que lo presionarán para que cumpla con sus promesas, cuestión que socava el normal funcionamiento del gobierno y del estado burgués. Por eso la burguesía no puede permitir por mucho tiempo que los explotados vivan presionándolos. Es así que la oficialidad mubarakista del ejército ha puesto en pie un verdadero frente popular de la mano de El Baradei y las organizaciones sindicales (al que también llaman a sumarse a los Hermanos Musulmanes), para adormecer a las masas, dar golpes selectivos contra la vanguardia y preparar un golpe sangriento contrarrevolucionario.
La IV Internacional planteaba: “La coalición con la burguesía bajo la etiqueta del Frente Popular, la participación en el gobierno de Frente Popular, el apoyo político a un gobierno de este tipo, la renuncia a la agitación independiente y a la organización de cara al derrocamiento revolucionario del gobierno burgués, no pueden, en el mejor de los casos, sino alargar la agonía de la democracia burguesa y facilitar el triunfo del fascismo.” (León Trotsky, 14 de septiembre 1934). Si las masas no logran imponer su poder, lo que vendrá de la mano de esta nueva expropiación de los embates revolucionarios, no será más democracia, sino mayor bonapartización y blindaje de los regímenes para hacerle pagar a las masas cada uno de los malos o buenos negocios de la burguesía y los piratas imperialistas.
No se tomó el poder cuando se derrocó a Mubarak y lo que vino fue un gobierno que profundizó las calamidades padecidas por los explotados. En Túnez pasó lo mismo, y lo que vino fue un gobierno surgido del fraude de la Asamblea Nacional hambreando a las masas y bandas fascistas de los salafistas y también paraestatales atacando a los luchadores obreros y populares, mientras la burocracia de la UGTT sostiene al régimen infame. En Turquía se luchó contra Erdogan, se arrinconó a la burguesía, pero la lucha no subió un peldaño más tumbando al gobierno, y lo que vino es el ejército cerrando las fronteras con Siria y matando a cuanto explotado sublevado se encuentre al alcance de sus francotiradores.
Esta vez, en Egipto, hay que impedir que suceda lo mismo, es decir, que sean la asesina casta de oficiales junto a la burguesía del “frente democrático laico” quienes asienten su expropiación y redoblen la entrega de la nación al imperialismo y la súper explotación obrera.
¡Por consejos de obreros y soldados rasos para poner en pie el poder de los explotados!
¡La Plaza Tarhir no delega!
Las masas en este nuevo embate tenían el poder al alcance de la mano. La Plaza Tahrir latía y movía de sus cimientos al país. Pero una vez más, la burguesía le arrebataba su triunfo.
La fortaleza de los trabajadores y los explotados radicaba en que es en esa histórica plaza donde ellos establecen su doble poder. Pero por crisis de dirección, es decir por la sobreabundancia de direcciones traidoras, las masas son alejadas de tomar la solución de sus problemas en sus propias manos, por el carácter colaboracionista de la dirección que tiene a su frente, y son llevadas a postrarse ante la burguesía para delegar en ella la suerte de su destino.
Indudablemente, las masas están haciendo una acelerada experiencia en estos años de lucha revolucionaria. Este golpe que las masas dieron por izquierda y que la burguesía intenta robar por derecha, es un golpe contra el conjunto de los gobiernos de transición “democrática” de toda la región que han surgido para expropiar la heroica revolución. Es un golpe contra todos los que sostuvieron y apoyaron a estas “reaperturas democráticas” de las “primaveras árabes”; nadie puede olvidar que tanto en Túnez, como en Egipto, los sindicatos y los partidos de izquierda “radicales”, son quienes llamaron con todas sus ansias a participar de todas las trampas electorales habidas y por haber, y sostuvieron los fraudes de “Asambleas Nacionales”, con las que la burguesía pretendía engañar y adormecer a las masas.
Las corrientes de izquierda reformista, incluidos los renegados del trotskismo de la LIT-CI, UIT-CI, SWP, PTS, etcétera, también han quedado con el paso cambiado. Pues ellas son las que afirmaban que estas expropiaciones “democráticas” de la revolución obrera y socialista que había comenzado eran “triunfos”. Por eso no es de extrañar que sigan hablando ahora, ante el “golpe militar”, de que la clave está en que se ponga en pie en Egipto una “Asamblea Constituyente Libre y Soberana”, pero que “la solución de fondo vendrá con la implantación de un gobierno obrero y popular”. Esto no es más que un vil engaño más, pues utilizan las demandas democráticas revolucionarias como un dogal en el cuello de los explotados y no para impulsar el desarrollo de sus organismos de autodeterminación, democracia directa y armamento de las masas en lucha.
Les dicen a las masas que hay que pelear por “Asambleas Constituyentes” primero, es decir levantándola como consigna de poder inmediato, y que luego, para las calendas griegas, hay que poner en pie el poder obrero y popular; cuando solamente –y como lo demuestra la misma situación en Egipto- sólo un gobierno provisional revolucionario de los obreros, soldados rasos y los campesinos pobres, puede incluso llamar a una Asamblea Nacional verdaderamente democrática, libre y soberana; porque será este gobierno de los trabajadores, los soldados rasos y el pueblo pobre, el que con sus armas en mano defenderá todas las decisiones de esa Asamblea Nacional, cuyo primer objetivo será romper con el imperialismo, conquistar la independencia nacional y repartir la tierra para que nunca más en Egipto falte el alimento para los explotados.
En estas posiciones de la izquierda reformista frente a los acontecimientos de Egipto, donde intentan lavarse la cara hablando de poder de los trabajadores y el pueblo, se demuestra el carácter pacifista de estas corrientes. Pues ninguna levanta un programa para enfrentar y aplastar a la casta de oficiales del ejército mubarakista. Nadie dice una sola palabra de cómo derrotarla; de que las masas deben ir a buscar a sus hijos a los cuarteles y poner en pie los comités de solados, junto a los comités obreros, de desocupados, barriales, es decir la milicia obrera y popular, el órgano de defensa de la revolución que ha comenzado.
Al no levantar un programa que ataque al plexo del poder de la burguesía, es decir a esa banda de hombres armados que es la casta de oficiales que manejan al estado opresor, para partir al ejército, toda la izquierda del sistema, por más que se pinte de “poder obrero y popular”, quedó colgada a los faldones de la salida electoral que preparan Obama, la oficialidad militar y la burguesía del Frente de Salvación Nacional enquistada en el frente popular. Esta no es más que una variante de la pseudo teoría de la “revolución democrática” y de “la vía pacífica al socialismo”. Otra vez, las luchas revolucionarias de masas en Egipto, pusieron al desnudo a la izquierda reformista, como un club de enfermeros del capitalismo. Ellos son los que llaman, con sus posiciones “democratizantes”, a que la Plaza Tahrir no tome el poder en sus manos y se lo entregue a la burguesía.
BASTA. Los trabajadores y explotados del Egipto revolucionario debemos levantar bien en alto que la Plaza Tahrir no delega. Porque no hay pan, ni democracia, ni libertad, ni dignidad nacional, sin disolver y aplastar a la casta de oficiales del ejército mubarakista.
La cuestión está más que clara. De un lado los OFICIALES Y LA BURGUESIA. Y del otro, en la barricada de enfrente, los TRABAJADORES Y SOLDADOS, LOS HIJOS DE LOS OBREROS Y EL PUEBLO POBRE BAJO ARMAS.
¡Por eso ya mismo hay que poner en pie los COMITÉS DE FÁBRICAS de trabajadores ocupados y desocupados, los COMITES DE SOLDADOS rasos y de LAS MASAS HAMBRIENTAS que luchan por el pan y la libertad!
¡HAY QUE EXPROPIAR A LOS EXPROPIADORES! ¡HAY QUE NACIONALIZAR SIN PAGO Y BAJO CONTROL DE LOS TRABAJADORES TODAS LAS FÁBRICAS, BANCOS Y PROPIEDADES DE LA BURGUESIA Y LAS TRANSNACIONALES! ¡TODAS LAS RIQUEZAS DE EGIPTO DEBEN VOLVER A MANOS DEL PUEBLO!
¡Hay que poner en pie en la Plaza Tahrir un GRAN CONGRESO NACIONAL! ¡ALLÍ debe surgir el EL DOBLE PODER DE LOS EXPLOTADOS! ¡POR UN GOBIERNO PROVISIONAL REVOLUCIONARIO DE LOS OBREROS, LOS SOLDADOS Y LAS MASAS HAMBRIENTAS EN LUCHA!
Desde El Cairo a Jerusalén, y desde Túnez, Trípoli, Aleppo a Damasco…
¡Una sola y única revolución en todo el Norte de África y Medio Oriente!
Sin duda alguna, en esta misma y única revolución de todo el Norte de África y Medio Oriente, derrotar el nuevo intento de expropiación de la burguesía y lograr que las masas tomen el poder en Egipto será un enorme paso hacia adelante para golpear y derrotar a los gobiernos que expropiaron la revolución en Libia y Túnez, para frenar el genocidio en Siria, y para que la bandera Palestina vuelva a flamear en Jerusalén.
La revolución en Egipto sólo puede triunfar como una única revolución en toda la región. La ruta de la revolución conduce a Jerusalén hasta que la bandera Palestina flamee allí. Las masas de Egipto, Medio Oriente y el Norte de África necesitan unir sus filas para marchar sobre el Muro de Rafah y terminar de desatarle las manos a las masas palestinas y embestir sobre el estado de Israel.
Desde todas las organizaciones de lucha de las masas, hay que volver a ocupar la Plaza Tahrir y llamar a todos los sindicatos y organizaciones obreras combativas del mundo a romper el cerco impuesto contra las masas de Libia y Siria, y que se organice la embestida contra el estado sionista, derribando el Muro de Rafah y sublevando a las masas de toda la región. A este organismo no dudarán en asistir las milicias revolucionarias de Libia, los sindicatos tunecinos atacados por las bandas salafistas y las organizaciones de lucha de toda la región. Allí podrán asistir los sindicatos en lucha de todo el continente europeo que todos los días tienen que salir a enfrentar los ataques despiadados a sus conquistas por parte de los gobiernos de Maastricht imperialista.
Los llamados Socialistas Revolucionarios que dirigen e influencian a los sindicatos independientes egipcios, deben demostrar por qué se llaman así y romper con las Trade Unions inglesas y con el frente democrático de la burguesía del Frente de Salvación Nacional y ponerse a disposición ya mismo de estas tareas y realizar este llamamiento internacional.
¡Abajo el Muro de Rafah! ¡Abajo el Pacto de Camp David y todos los acuerdos económicos, políticos y militares con el sionismo y el imperialismo! ¡Abajo la monarquía en Jordania! ¡Fuera Al Assad y el imperialismo de Siria, todo el poder a los comités de coordinación de los obreros, explotados y soldados rasos! ¡Asamblea Nacional Palestina de todo el territorio histórico con sus delegados, sin patrones ni colaboracionistas, para barrer las fronteras que las burguesías nativas le cuidan al sionismo, desarmando a la policía palestina de Al Fatah y Hamas para garantizar el armamento de los explotados! ¡Por la destrucción del Estado sionista fascista de Israel! ¡Por una Palestina única, libre, laica y democrática, bajo un gobierno obrero y campesino de las masas autoorganizadas y armadas, con capital en Jerusalén! ¡Por una Federación de Repúblicas Soviéticas Socialistas del Norte de África y Medio Oriente!
FLTI-Colectivo por la IV Internacional
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