Abril de 2022
El gran capital financiero internacional de la City de Londres, Wall Street, París y Frankfurt:
Los socios fundamentales de los negocios de Putin en Rusia
A pesar de que el stalinismo se empeñe en mostrar a Putin como un baluarte del antiimperialismo que enfrenta a la OTAN y a las potencias mundiales, esta afirmación no tiene asidero en la realidad. Todo ataque de Putin en Ucrania va dirigido directo a las masas y a aplastar a la nación oprimida para ocuparla y anexarla, o bien, a una parte de ella. Varias ciudades de Ucrania ya están quedando como las de la Siria ocupada, reducidas a escombros.
Putin y sus tropas blancas contrarrevolucionarias ocupan la nación ucraniana luego de invadir Kazajistán para aplastar una huelga general de los obreros petroleros que enfrentaban a las empresas imperialistas y su gobierno en ese país.
En Ucrania no hay ni siquiera una escaramuza de Putin contra la OTAN. Jamás atacó directamente al imperialismo, que en los últimos años avanzó en la colonización de todos los países de Europa del Este que rodean a Rusia, muchos de los cuales son ex repúblicas soviéticas. En estas, Putin tiene bases militares para garantizar los negocios del imperialismo asociado a las burguesías locales.
El carnicero de Moscú solo ha utilizado su mentado “poderío militar” contra las masas, como lo vimos también antes en Georgia, Chechenia, Cáucaso, Kirguistán y en Siria sosteniendo al fascista Al Assad. Al interior de la “gran Rusia”, sus fuerzas armadas están para defender, con manu militari, los negocios de los capitalistas asociados íntimamente al capital financiero internacional. Lo hace aplastando todo intento de movilización y levantamiento de los trabajadores y los pueblos oprimidos de la Federación Rusa.
Mientras tanto, el imperialismo buscar cercar a Rusia. Es que este, en crisis y bancarrota, va por todos los negocios, inclusive los de sus socios, grandes o pequeños, en todo el planeta.
Los yanquis, buscando retomar su papel hegemónico en Europa, y sumido en una brutal crisis, estratégicamente necesita recolonizar Rusia y quedarse con la parte del león de sus inagotables fuentes de materias primas, inclusive sacando del medio a sus competidores imperialistas de Maastricht. El imperialismo norteamericano busca el gas, el petróleo, los minerales como el paladio (utilizado en la fabricación de aviones) del que Rusia es el mayor exportador mundial, como así también el titanio, del cual Rusia es un proveedor fundamental en el mercado mundial. Mucho ha hablado la prensa de la paralización del gigante Nord Stream 2, el gasoducto que Alemania construyó para bombear directamente el gas ruso. Fue clausurado estando ya totalmente finalizada su construcción por imposición del imperialismo yanqui.
Las recientes nuevas sanciones contra Rusia demuestran lo fusionada que está la burguesía gran rusa y la dependencia que esta tiene de las grandes transnacionales y el capital financiero imperialista. Esto demuestra, en última instancia, que las enormes exportaciones de materias primas de Rusia y su rico mercado interno no podrían haberse desarrollado al nivel actual sin enormes inversiones y penetración del capital financiero de la City de Londres, de Wall Street, de Frankfurt, de París, entre otros, en los últimos 30 años.
En el año 1989 la lacra stalinista terminó de entregar la URSS a la economía mundial deviniendo en nueva burguesía. Es un dislate creer que esa burguesía naciente hizo emerger a Rusia como un país imperialista, cuando estaba descapitalizada, en bancarrota y endeudada con el imperialismo en miles de millones de dólares.
Que un país atrasado en relación al imperialismo, sometido por la ex burocracia stalinista al mercado mundial capitalista, con sus fuerzas productivas dinamitadas desde adentro por la restauración capitalista, pueda devenir en un país imperialista es una posición gemela a la de los que teorizaban que la URSS aislada podía construir el socialismo en un solo país, superando al imperialismo en la economía mundial o disputándole parte de la misma. El hecho de que Rusia esté cercada por la OTAN y el grado de penetración y colonización que desarrolló el imperialismo en las ex repúblicas soviéticas, en las narices de Moscú, demuestra lo que aquí afirmamos.
La Rusia en bancarrota que en el ‘89 culminaba la restauración del capitalismo solo pudo entrar nuevamente a la división mundial del trabajo de la mano y bajo la dependencia del capital financiero internacional. En esa combinación, pudo desarrollar una nueva clase capitalista y de grandes oligarcas totalmente imbricados con el imperialismo, que hicieron fabulosas riquezas con la administración y control del Estado.
Los trotskistas afirmamos que la “gran Rusia” aún mantiene un carácter de país capitalista en estado de transición, dependiente de la economía mundial controlada por el imperialismo, pero a la vez, en el medio de la crisis y bancarrota, es amenazada permanentemente –como también la “gran China”- por nuevas ofensivas colonizadoras de las potencias imperialistas. En última instancia, la disputa por estos nuevos mercados es lo que está provocando choques entre las pandillas imperialistas. Así lo vemos hoy en la guerra de Ucrania, con EEUU pisando Europa a expensas del eje franco-alemán para marchar hacia el este por sus negocios.
Veamos entonces los testarudos hechos sobre la economía de Rusia dependiente de la economía mundial capitalista.
En el sector energético
Durante décadas, Rusia ha sido un destino clave para las empresas europeas en una variedad de industrias, en rubros que incluyen finanzas, agricultura y alimentos, energía, automóviles, aeroespacial y artículos de lujo.
Algunas empresas europeas, especialmente alemanas, han tenido vínculos comerciales con Rusia durante décadas. Deutsche Bank y Siemens, el conglomerado masivo que es la empresa matriz de Siemens Energy, han estado haciendo negocios desde el ’89 en Rusia, retomando los pasos de Alemania de fines del siglo XIX.
Las empresas francesas y alemanas incrementan año a año sus inversiones en Rusia en miles de millones de dólares: solo en 2018 Francia invirtió 20.000 millones en el país eslavo. Para la construcción de Nord Stream 2 las empresas Uniper y Wintershall y la francesa Engie invirtieron fastuosas sumas. La también francesa Total se ha involucrado en proyectos de gas en el ártico con Gazprom. El gigante energético francés controla las operaciones de gas natural licuado en la península de Yamal, por encima del círculo polar ártico. Además, la Total, con su filial en Rusia posee plantas de fabricación de lubricantes con grandes inversiones.
Alrededor de 700 filiales francesas operan en Rusia en una variedad de industrias que emplean a más de 200.000 trabajadores.
Pero al hablar de Gazprom debemos mencionar que Rosneft, otra de las grandes empresas petrolíferas y gasíferas rusas es su subsidiaria. La British Petroleum cuenta con el 20% de las acciones de Rosneft. El ex canciller alemán Schröder ocupa puestos directivos en Rosneft y en Gazprom. Rosneft aporta aproximadamente un tercio de la producción de petróleo y gas de BP. BP nombra a dos representantes para la Junta Directiva de Rosneft: el CEO de BP, Bernard Looney, y el ex-CEO de BP, Robert Dudley. Además, actualmente tiene intereses en tres empresas conjuntas en Rusia: el Joint Venture Taas-Yuryakh en Siberia Oriental en el que tiene una participación accionaria del 20%; una participación del 49% en Yermak Neftegaz LLC, que está realizando exploración en tierra en las cuencas de Siberia Occidental y Yenisey-Khatanga; además poseen un trato para formar un nuevo Joint Venture para el proyecto Kharampur, en el que tiene una participación del 49%.
Italia se hace presente también con la empresa de servicios públicos estatal Enel (productora y distribuidora de gas y energía eléctrica).
La anglo-holandesa Shell, por su parte, tiene una participación del 27,5% en la empresa Sakhalin-2 que está controlada por Gazprom, y que se describe como uno de los mayores proyectos integrados de petróleo y gas del mundo. El proyecto incluye tres plataformas en alta mar, una instalación de procesamiento en tierra, 300 kilómetros de oleoductos en alta mar y 1.600 kilómetros de oleoductos en tierra, una terminal de exportación de petróleo y una planta de gas natural licuado (GNL).
Shell afirma que Sakhalin-2 suministra aproximadamente el 4% del mercado mundial actual de GNL.
Ante las nuevas rondas de sanciones, Shell anunció la retirada de sus inversiones de su sociedad con Gazprom, mientras la BP planea deshacerse de su participación en Rosneft.
Exxon Neftegas Limited (ENL), filial de Exxon Mobil (de capital estadounidense), tiene una participación del 30% en Sajalín-1, un vasto proyecto de petróleo y gas natural situado frente a la isla de Sajalín, en el Extremo Oriente ruso. Lleva operando el proyecto desde 1995 en nombre de un consorcio que incluye socios japoneses e indios, así como dos filiales de la mayor compañía petrolera rusa, Rosneft.
En el sector automotriz
Empresas como Phillip Morris, Volkswagen, Renault, Auchan (cadena de hipermercados francesa), Apple, Toyota, Samsung encabezaron la lista de las empresas extranjeras de mayores ingresos en 2020 rondando los 300.000 millones de rublos rusos (3.600 millones de dólares). La Renault francesa no solo tiene sus factorías instaladas en Rusia: este país es su segundo mercado, solo detrás del propio mercado francés. Además de ello, el Grupo Renault también es el accionista mayoritario de la rusa Avtovaz, y como tal tiene el control de la misma. Avtovaz, a su vez, tiene bajo su dominio a la firma Lada, que es la firma líder del mercado ruso desde hace años.
La compañía italiana de neumáticos Pirelli es una importante empresa en Rusia.
En el sector financiero
Italia también tiene sus intereses en Rusia, con el banco italiano UniCredit, por ejemplo. El Raiffeisen Bank de Austria, UniCredit de Italia y Société Générale de Francia se encuentran entre los bancos que tienen vínculos importantes con Rusia. Los bancos italianos y franceses tenían reclamos pendientes de alrededor de 25 mil millones de euros en Rusia, a fines del año pasado, según datos del Banco de Pagos Internacionales. Raiffeisen Bank International mantiene cientos de sucursales en Rusia, y se lo ha relacionado con el lavado de dinero. El año pasado contribuyó casi en un tercio del beneficio neto del grupo, que fue de 1500 millones de euros. El Raiffesen Bank International ha invertido 2400 millones de euros en su filial rusa, que tenía activos por valor de 11.960 millones de euros a fines de 2021.
Al hablar de los bancos, es preciso mencionar la actividad del HSBC- que comenzó a reducir sus relaciones con una serie de bancos rusos, incluido el VTB, el segundo banco más grande de Rusia-, pero sobre todo del Citibank, uno de los mayores bancos de Rusia, que es parte de los extranjeros que no han cesado sus operaciones en Rusia, pese a las restricciones.
En el mundo de las finanzas, recientemente, debido a las sanciones contra Rusia, Visa, MasterCard y American Express impiden a los bancos rusos usar su red de tarjetas de crédito. Visa y MasterCard anunciaron que las tarjetas emitidas en el extranjero no podrán operar en Rusia, mientras que las tarjetas emitidas en Rusia no podrán realizar operaciones en el extranjero. Sin embargo, se mantendrán todas las operaciones al interior del país eslavo.
Desde el punto de vista financiero cabe destacar la existencia del paraíso fiscal ruso, Chipre. Allí, a través de bancos estatales rusos, lavan siderales cifras de dinero en negro de los bancos y empresas imperialistas. Otro negocio del que saca una tajada el “antiimperialista” Putin.
Pero además de las empresas europeas, en Rusia mantienen su presencia los más grandes consorcios estadounidenses: 3M Company, Abbott Laboratories, Arconic Inc., International Paper, Mars, Mondelez International, PepsiCo, Coca-Cola, Procter & Gamble, Mc Donalds, Starbucks, Levi´s, entre otras. En promedio, cada empresa norteamericana invirtió en Rusia en 2018 unos 224 millones de dólares.
En el sector agrícola
Los grandes monopolios agroindustriales merecen una particular atención en un país denominado “el granero de trigo de Europa”, que es-junto con Ucrania- el primer exportador mundial de trigo, el mayor productor de cebada, y se encuentra entre los primeros productores agrícolas y ganaderos del mundo. Cargill, junto con Dreyfus y Bunge en menor medida y entre otras, manejan la comercialización de cereales y semillas oleaginosas, trituración y refinación de semillas oleaginosas, procesamiento avícola, formulación de forraje para animales, venta de alimentos e ingredientes para forraje, producción vital de gluten de trigo, almidones y derivados del almidón entre otros. Los puertos en el cercano mar de Azov y el río Don, que corre a través de Rostov-on-Don, representan alrededor del 20 por ciento de las exportaciones de granos de Rusia por temporada. Los comerciantes mundiales de productos básicos Cargill, Bunge y Louis Dreyfus operan terminales en el área de Rostov.
De esta forma el imperialismo se lleva una porción enorme de la renta agraria rusa: mediante el control del comercio exterior a través de su cadena de acopio, transporte y embarque en puerto.
Rusia cuenta con alrededor de 410 millones de hectáreas de tierras agrícolas, de las cuales alrededor de 120 millones de hectáreas son tierras de cultivo. Sobre ellas recaen restricciones para la posesión extranjera. Sin embargo, de 2,5 a 3 millones de hectáreas de tierra están directamente bajo control de extranjeros, lo que representa aproximadamente el 2-2,5% del total de la tierra cultivable rusa. Por ejemplo, podemos nombrar el agro-holding sueco Black Earth Farming (BEF) con un banco de tierras de 256.000 ha de suelo agrícola; la empresa Econiva, propiedad del empresario alemán Stefan Duerr que concentra un total de alrededor de 240.000 hectáreas de tierra rusa, posee muchas granjas lecheras, que pastan hasta 30.000 cabezas de ganado; o la empresa francesa Louis Dreyfus, junto con el socio ruso AFK Sistema, controlan más de 87.500 hectáreas de tierras agrícolas rusas y continúan comprando activos de tierras. Los últimos constituyen el lugar N°7 entre las posesiones más grandes de tierra en manos privadas rusas.
Cabe destacar que existen decenas de mecanismos mediante los cuales las empresas extranjeras sortean las restricciones de control sobre las tierras agrícolas. Un mecanismo es el arrendamiento; otro mecanismo consiste en la figura de una empresa de la cual menos del 50% sea propiedad extranjera con lo que ya pueden adquirir tierras. Además, se utiliza el mecanismo de utilizar empresas subsidiarias rusas.
Podemos afirmar entonces que las potencias imperialistas son decisivas, asociadas a la burguesía “gran rusa”, en las exportaciones de materias primas. Asimismo el capital bancario en Rusia está penetrado mayoritariamente por los bancos imperialistas, con sus tarjetas de crédito (Visa, American Express, MasterCard, etc.) con las cuales tienen gran parte del control del comercio e intercambio. Los bancos imperialistas tienen parte de las acciones de los bancos estatales y privados rusos, y además están directamente instalados allí. Con este peso, el imperialismo interviene en el enorme mercado interno de Rusia. Maneja y controla ramas de producción enteras de servicios, bienes de consumo, etc. También tiene un peso decisivo en lo que a tecnología respecta en el aparato industrial militar de Rusia, que es el segundo exportador de armas del mundo.
Esto último lo hemos visto en la primera ronda de sanciones que aplicaron las potencias imperialistas contra Rusia cuando esta se quedó con Crimea en el año 2014. En ese momento se hizo conocido públicamente que Francia y Alemania la abastecían de tecnología militar. Francia le había provisto de 2 buques de guerra Mistral portahelicópteros con gran tecnología que la “gran Rusia” no posee. Había acordado la entrega de otras 2 de estas naves militares y venderle la tecnología a Rusia para que esta comience su producción, asociándose de hecho y de derecho con su aparato industrial militar en la venta de dichos buques. Pero las sanciones económicas encabezadas por los yanquis le hicieron pasar un mal momento tanto al aparato industrial militar ruso como también a los bandidos imperialistas franceses.
En ese momento también se hizo conocido que Alemania tuvo que suspender su acuerdo con Rusia por los simuladores de guerra de alta tecnología, en los cuales se preparaban 30.000 soldados rusos por año. Como vemos, la anterior y también la actual ofensiva contra Rusia no solo es por Ucrania, sino por quién controla los negocios imperialistas de Europa y el Pacífico… Los yanquis van por todo, y saben que de no hacerlo comenzará su decadencia en la economía y política mundial. Trump largó una ofensiva en el mercado mundial con su guerra comercial. Biden, utilizando a la OTAN y las cañoneras, lleva esta guerra comercial a un escalón superior.
Entonces, para hacer una radiografía de esta cobarde y siniestra burguesía “gran rusa”, basta observar con atención que el imperialismo le ha impuesto centenares de restricciones y ataques directos a sus ganancias y bienes acumulados en el exterior, y un bloqueo de sus cuentas en paraísos fiscales, mientras estos cobardes nuevos ricos no le han tocado un solo negocio, ni un peso, a las miles de empresas imperialistas que sostienen el mercado interno y controlan gran parte de las exportaciones de Rusia a nivel internacional. Solo chantajea con la compra de su producción del gas y del trigo que exporta para que la paguen en rublos… Un chantaje que no es más que un intento de crear mejores condiciones para negociar frente a la ofensiva imperialista que golpea Rusia.
Se agudiza la época de crisis, guerras y revoluciones
La guerra de ocupación de Ucrania es un anticipo de que el imperialismo quiere y necesita quedarse por completo con Rusia. Lo mismo debe hacer con China, tal cual ya lo logró hacerlo en los países de la ex URSS del Este de Europa y de Eurasia. Esto no es fácil para el imperialismo ni es una cuestión de uno o dos años. Como dice el mismo Biden, esta es una cuestión de años y décadas. Han sido las crisis del 2008 y la del 2019-2020 las que han acelerado a grado extremo las necesidades del imperialismo por nuevos mercados, a disputárselos en guerras comerciales y con guerras. La de Ucrania es parte de ello.
En este conflicto por Ucrania y la “gran Rusia”, el imperialismo exige la neutralidad de Pekín y su silencio, mientras concentra sus fuerzas en Europa. Es que ya irá por ellos. EEUU va por Ucrania y por Rusia a Europa intentando disciplinar al eje franco-alemán, como ya lo hicieron despojando a Francia del negocio de la construcción de 12 submarinos para Australia, tal cual un ladrón le roba a un vecino un pastel que está a punto de comer.
Una carrera de velocidad se ha abierto en Eurasia y en las guerras del Pacífico que se avecinan, tal como sucedió con la oleada de luchas revolucionarias que en 2011 protagonizaron las masas de Medio Oriente. Esta es la carrera de velocidad entre el desarrollo y la victoria de la revolución socialista, o bien el aplastamiento de las masas y de los pueblos oprimidos por el fascismo y la guerra.
Socialismo o barbarie es lo que ya aparece en este siglo XXI en la masacre y destrucción de Ucrania y Siria por parte del imperialismo y los perros guardianes de sus negocios. Ciudades destruidas, centenares de miles de muertos, millones de refugiados… no es más que el capital mostrando el látigo, escarmentando a las masas, por si “osan” levantarse por sus derechos y sus demandas. Los últimos capítulos de la guerra de clases en el siglo XXI aún no se han resuelto. Como plantea el Programa de Transición: “Sin una revolución socialista, y además en el próximo período histórico, una catástrofe amenaza a toda la civilización humana. Todo depende ahora del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria”.
Eliza Funes y Eva Guerrero |