El ocaso del chavismo
Hace 15 años, Fidel Castro y el Foro Social Mundial mostraban a los coroneles chavistas como “socialistas” y “antiimperialistas”. Le enseñaron a la clase obrera a confiar en Chávez, en la burguesía “nacionalista” y sus coroneles asesinos del Caracazo, en el enemigo de clase. Inclusive corrientes que hoy critican a Maduro, como el PSL (UIT) o la LIT, ayer apoyaban críticamente a Chávez y decían que no había que enfrentarlo porque era “progresivo”.
Pero la realidad es que los oficiales bolivarianos no vinieron a combatir al imperialismo sino a estrangular la lucha antiimperialista del Caracazo. Cada irrupción del proletariado venezolano desde 1989 amenazó con partir al ejército en crisis y ganarse al soldado. Chávez vino a abortar la pesadilla de la revolución y el doble poder armado, eslabón de la revolución latinoamericana que volvía loco a Bush y el imperialismo yanqui.
Gracias a que el castrismo y el FSM lo vistieron de “socialista”, el chavismo logró controlar a las masas antiimperialistas mediante una férrea regimentación estatal y concesiones parciales, posibilitadas por una excepcional renta petrolera. El bonapartismo bolivariano de Chávez y los coroneles “nacionalistas” expresaba a una fracción burguesa ligada al Estado y los negocios del petróleo, que impuso el control del proletariado por intermedio una brutal estatización de los sindicatos y las organizaciones obreras. Esta fue la base de la relativa autonomía del nacionalismo burgués bolivariano en su regateo con el imperialismo yanqui por una tajada mayor de la renta petrolera.
Pero a medida que sometía al proletariado, la burguesía nativa dejó de serle útil al imperialismo. Cuando el FSM de Castro-Chávez finalmente estranguló la revolución latinoamericana, Chávez se sometió al imperialismo en un pacto con Obama y perdió todo rasgo nacionalista burgués. Con este pacto, Chávez devino en un agente directo del imperialismo: se abrazó con Uribe sobre la sangre de la resistencia colombiana, aplaudió el inicio de la restauración capitalista en Cuba, y atacó de forma cada vez más brutal al proletariado venezolano.
Los renegados del trotskismo han sido la pata izquierda de esta estafa. El PSL (UIT) llamó a juntar 10 millones de votos a Chávez en 2006. Alan Woods, un verdadero consejero de Chávez, le entregó el Programa de Transición de la IV Internacional para que lo lleve adelante. En 2010, en la reunión de las centrales obreras opositoras a la CUT en Brasil, la LIT llamó a votar en contra de la moción de la delegación de los fabriles de La Paz (Bolivia), que planteaban lanzar una lucha internacional contra los gobiernos bolivarianos.
Maduro es ya el gobierno del chavismo en descomposición, del viejo nacionalismo burgués devenido en sirviente del imperialismo, que hambrea y reprime salvajemente al pueblo porque perdió el control de las masas. La verdadera causa de la brutal bonapartización del régimen en los últimos años es que el proletariado ha roto con el chavismo.
Esta es la esencia del ciclo histórico del nacionalismo burgués chavista. Estamos llegando al desenlace. Luego de que el proletariado fue arrodillado por el chavismo, el imperialismo y la oligarquía levantaron cabeza y vienen por el control pleno de Venezuela.