Venezuela
La estafa de la “Revolución Bolivariana”
LA ENTREGA DE LA NACIÓN DISFRAZADA DE "ANTIIMPERIALISMO”
Todo un sector de la izquierda venezolana y mundial afín al castrismo, como El Topo Obrero de Venezuela, PO y el PTS de Argentina, el MAIS de Brasil, denuncia que la “injerencia imperialista” en Venezuela avanza de la mano de la MUD. Estas corrientes sostienen, de una u otra forma, que ante “la derecha y el imperialismo” los bolivarianos juegan un rol progresivo. La reacción mundial mundial también pinta un enfrentamiento irreconciliable entre el chavismo y Estados Unidos, planteando que en Venezuela existe una “dictadura socialista” en bancarrota por “enfrentar al imperialismo”.
Todo esto es completamente falso. El de Maduro y los generales es un gobierno agente de la superoligarquía financiera de Wall Street. El chavismo ha perdido todo rasgo nacionalista burgués. Venezuela está totalmente sometida por todas las cadenas de expoliación y dominio imperialista: usura financiera mediante la deuda externa, liquidación de PDVSA a cuenta de Goldman Sachs, entrega de las riquezas minerales al capital extranjero.
Lo que realmente planteó la ruptura con el imperialismo fue la lucha revolucionaria de la clase obrera venezolana: el Caracazo en 1989, el ascenso proletario de 1996-1997, la derrota del golpe militar y el lock-out de Bush y la oligarquía en 2002-2003.
Nadie en la izquierda mundial ignora estas cuestiones, que son el ABC del marxismo. La entrega de la nación sale publicada cada semana en la prensa internacional. Si aún no ha quedado claro ante las grandes masas el carácter cipayo y proimperialista de la burguesía bolivariana, es porque se lo ocultan conscientemente.
Veamos en qué consiste realmente el “antiimperialismo” de Maduro y los generales “patriotas”.
WALL STREET Y
EL PETRÓLEO VENEZOLANO:
BUSSINES ARE BUSSINES
En mayo de 2017, voceros del imperialismo español –siempre atentos a Venezuela por los intereses de Repsol, Telefónica, BBVA, Mapfre, Iberia, Meliá, etc.-, decían: “Estados Unidos es el primer comprador de crudo venezolano por un valor diario de US$ 32,2 millones”1 (El País, 30 de mayo de 2017). La fuente es incuestionable: el Departamento de Energía norteamericano.
Ya en el proceso de extracción, Venezuela depende de la tecnología e inversiones extranjeras, provistas en gran medida por compañías estadounidenses de servicios. Pero además de venderle el crudo, Venezuela le compra a Estados Unidos productos refinados para mezclar con su petróleo, que es extrapesado; para proveer de diésel y gasolina a su mercado; y para aumentar el octanaje de sus gasolinas y lubricantes. Es evidente que la boliburguesía -una fracción esencialmente ligada a los negocios del Estado y el petróleo- siempre estuvo imbricada con Wall Street, y que jamás rompió ni romperá con el imperialismo yanqui, su principal socio y jefe.
En plena ofensiva sobre la nación oprimida, Trump sabe que un bloqueo a PDVSA sería un golpe devastador no sólo para la boliburguesía sino fundamentalmente para los explotados venezolanos. Si el imperialismo yanqui todavía no se decidió a aplicar esta sanción es porque le teme a un estallido revolucionario en respuesta a la catástrofe social que el bloqueo provocaría.
LA DEUDA EXTERNA Y
EL ESTRANGULAMIENTO
DE LA NACIÓN
Venezuela es una semicolonia atrasada, sometida al capital financiero internacional. El derrumbe del precio del barril de crudo, que redujo los ingresos de Venezuela cerca de un 50% desde 2014, agudizó terriblemente el problema de la deuda externa. Al asumir Chávez, Venezuela tenía una deuda externa de US$ 45 mil millones. Hoy asciende a US$ 200 mil millones. El financiamiento de la bancarrota venezolana es otro enorme negocio para los superbancos de Wall Street como Goldman Sachs, completamente garantizado por el gobierno de Maduro y el generalato.
Aclaremos, en primer lugar, que inclusive en la cima de la presidencia de Chávez, cuando el precio del barril no bajaba de US$ 100, Venezuela era un paraíso de dólares y oro contante y sonante para los bancos. En los primeros 15 años de la Revolución Bolivariana, los ingresos totales de la renta petrolera alcanzaron US$ 1,6 billones. Una enorme masa de esa renta, que no fue a cubrir gastos del Estado, importaciones, ni a enriquecer políticos y militares, volvió inmediatamente a manos de los superbancos, mediante el pago de la deuda externa, depósitos en dólares y en oro en la Reserva Federal, especulación financiera en Wall Street y la City de Londres, fuga de capitales, robo de divisas, etc.
Con la quiebra de Venezuela, la boliburguesía no dejó de pagar la deuda externa sino que redujo de forma criminal la importación de alimentos, medicinas, materias primas, e insumos. En 2016 y parte del 2017, las importaciones totales fueran apenas un tercio de las de 2014. Se estima que el PBI ha sufrido una caída cercana al 30%, que se tradujo en hiperinflación, una brutal parálisis económica, desocupación, hambre, miseria, en miles de muertes por falta de asistencia médica, mayor mortalidad infantil.
Sólo entre 2015 y 2016, años de una agudización espantosa del hambre y la barbarie, Maduro pagó más de US$ 60 mil millones a la banca internacional. Este año, los pagos de capital e intereses suman US$ 17 mil millones.
Es vergonzosa la forma en que corrientes como el PTS de Argentina (integrante del FIT) limitan su denuncia a Maduro a la represión y el bonapartismo, y se refieren al hambre, el desabastecimiento, la desocupación, etc. como “consecuencias de la crisis” en general. Ocultan que esto es producto de una política consciente de Maduro y los generales, que han llevado al pueblo explotado a una catástrofe social comparable a la de Haití, para cumplir con las exigencias del FMI y la banca internacional.
EL ESCÁNDALO ENTRE PDVSA Y LA GOLDMAN SACHS
PDVSA ha venido funcionando como un verdadero banco para el Estado venezolano, que aprovechó el respaldo de la extraordinaria renta petrolera para tomar nueva deuda con la banca internacional. La caída del precio del barril puso al rojo vivo el problema de la deuda también para PDVSA. La decadencia de la última joya de la nación, provocada por la política rastrera de la boliburguesía, hoy es aprovechada por el capital financiero internacional, que -como los buitres que sobrevuelan a un animal moribundo- acelera el proceso de liquidación y privatización de PDVSA. La banca Goldman Sachs es una de las más activas en este verdadero ataque del imperialismo a la nación, que cuenta con la cómplice sumisión de Maduro y los generales.
En 2016, la reestructuración de la deuda de PDVSA significó la entrega en garantía a Goldman Sachs del 50% de las acciones de CITGO (filial de PDVSA en EE.UU.). El 50% restante se le entregó a la Rosneft rusa, la división petrolera de Gazprom, cuyo 49% es de capitales alemanes. Para obtener fondos frescos para pagar deuda, Maduro hipotecó el 100% de CITGO, el último gran patrimonio venezolano en el exterior.
En mayo de 2017, Goldman compró nuevos bonos de deuda de PDVSA. El valor de los bonos es de US$ 2,800. Goldman Sachs los pagó a ¡US$ 865! ¡Es decir que por cada dólar en bonos que compró, pagó US$ 0.31! ¿Cómo puede ser que aún se hable del “antiimperialismo” de Maduro?
Pero semejante comunión de negocios entre la boliburguesía y este banco de inversión no es casual. En enero de este año, CITGO (es decir, de Maduro) aportó US$ 500 millones a la juramentación de Trump, que en su gabinete tiene importantes directivos de... Goldman Sachs.
Este ejemplo de es uno de los tantos que abundan en el drama del saqueo de Venezuela. La intención es clara: esos bonos comprados a precio vil le permitirán al capital financiero en el futuro participar del desguace y privatización de PDVSA, que es el gran objetivo del imperialismo, tal como ocurrió en los ’90 con decenas de empresas estatales en América Latina.
LA OMINOSA ENTREGA DEL ARCO
MINERO DEL ORINOCO
Venezuela tiene una enorme riqueza mineral. Es la primera reserva de petróleo del mundo con más de 490 millones de barriles de crudo, superior a la mitad de todos los países de Medio Oriente unidos. Es la segunda reserva de gas del planeta. Posee la primera reserva de oro del mundo, la segunda reserva de coltan, la primera reserva de torio, cuyo tamaño es dos veces superior a la reserva de petróleo que cruza la mitad del país. Todos estos informes se conocían desde los años ‘80, cuando la Universidad Central de Venezuela investigó y elaboró los estudios por solicitud de PDVSA. Hasta hace poco, estos informes acumularon polvo y ácaros en la biblioteca de la UCV.
El Arco Minero del Orinoco concentra la mayor parte de estas reservas casi vírgenes. Allí hay 7 mil toneladas de reservas de oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales. La burguesía bolivariana rastrera no tiene la tecnología ni el capital para explotar estas enormes riquezas. Por eso el gobierno de Maduro ha firmado convenios leoninos de entrega con la Barrick Gold, MPE International Inc., con la italiana Bedeschi, etc. Allí hacen negocios también los generales a través de la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), que está autorizada a firmar convenios directos con las multinacionales. Entre las condiciones acordadas para la explotación del Arco Minero está la prohibición de formar sindicatos obreros, la total exoneración del Impuesto sobre la Renta, un régimen aduanero preferencial, etc.
En manos del proletariado, con la expropiación revolucionaria de las transnacionales y los bancos, la explotación de estos minerales sería una verdadera fuente de desarrollo en beneficio del pueblo explotado. En manos de las transnacionales y la burguesía nativa, por el contrario, las riquezas de la nación se convierten en un instrumento de sojuzgamiento y opresión: veremos catástrofes ambientales en perjuicio de los campesinos, esclavitud obrera, violentas confiscaciones de tierras, asesinatos, etc. todo bajo la garantía de las FF.AA.
“ASPIRO PODER DARLE LA MANO
A DONALD TRUMP”
Un símbolo de esta entrega fue la reunión del 16 de julio de este año entre Maduro y la directiva de la petrolera estadounidense Horizontal Well Drilling en el Palacio de Miraflores. Luego de firmar convenios para perforar unos 200 pozos horizontales en sociedad con PDVSA, Maduro declaró su verdadera postura ante los emisarios imperialistas: “Yo celebro esta asociación con capital de los Estados Unidos e invito a todo el capital estadounidense a que venga a Venezuela, nosotros somos chéveres (…) Aspiro poder darle la mano a Donald Trump”. Estos son los “antiimperialistas” de cotillón vivados por el castrismo y los PC, y por los ex-socialistas del FIT, El Topo Obrero de Venezuela o el MAIS de Brasil.
LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA:
UN RODEO A WALL STREET
Como vemos, los bolivarianos garantizaron la “injerencia imperialista” en Venezuela. Contra lo que afirma la izquierda procastrista latinoamericana y mundial, el chavismo resultó ser un simple rodeo al sometimiento al imperialismo. El Caracazo planteó la posibilidad de la ruptura con el yugo de Wall Street. Montado sobre esta lucha y bajo condiciones históricas de crisis económica mundial y guerra en Medio Oriente, el nacionalismo burgués bolivariano gozó de un breve relajamiento de la tutela imperialista.
Sin embargo, los fuegos de artificio de la Contracumbre de 2005 contra el ALCA de Bush terminaron irremediablemente en la sumisión a los yanquis de Maduro y los viejos coroneles chavistas. Hoy la MUD se prepara para continuar la obra de entrega de Chávez y Maduro.
Que los ex-socialistas en bancarrota acompañen a los bolivarianos a la tumba. Los trotskistas, levantando las banderas de la IV Internacional de 1938, marcharemos junto a los obreros del continente hacia la verdadera emancipación de nuestros pueblos. ¡Sólo la revolución proletaria desde Alaska a Tierra del Fuego, victoriosa en Nueva York y Washington, podrá romper definitivamente las cadenas que atan a nuestros pueblos al imperialismo yanqui! ¡Fuera yanquis de América Latina!
Democracia Obrera para
Centroamérica y el Caribe
Adherente al Colectivo por la Refundación de la IV Internacional FLTI-CI