Palestina - 15/5/2018
La izquierda reformista mundial fragmentó la revolución de Magreb y Medio Oriente y la separó de los trabajadores del mundo mientras el imperialismo concentró a sus agentes para aplastarla
Cuando estallaron las revoluciones de Magreb y Medio Oriente en 2011, el sionismo había perdido poder de fuego, puesto que el menor bombazo hubiera intensificado y unificado todos los combates de la región contra él. Tampoco podía intervenir el ejército yanqui por la derrota enorme que sufrió ante el levantamiento de la clase obrera norteamericana, en las propias calles de EEUU, contra la guerra en Irak y Afganistán, tal como también lo hicieron los trabajadores en el Estado Español al grito de “ustedes hacen la guerra, nosotros ponemos los muertos”.
Pero cuando esta lucha dentro de las capitales imperialistas sucedía –y durante 7 años- las direcciones del movimiento obrero, fundamentalmente las que ayer estaban agrupadas en el Foro Social Mundial y hoy en la Nueva Izquierda, se han encargado de dividir los combates de los obreros y explotados del Magreb y Medio Oriente entre sí y a la vez de aislarlos respecto a sus hermanos de clase de EEUU y Europa.
Esas direcciones de la izquierda reformista se congregaron en el Foro Social Mundial de Túnez de 2013 y dijeron todos juntos “¡viva Chávez!” (el gran amigo de los asesinos Al Assad y Qadafy cuya muerte incluso lloró). Luego en 2015 se volvieron a juntar en el mismo lugar y lanzaron la consigna “¡el enemigo es el ISIS!", encubriendo, por un lado, que el enemigo de las masas y agente imperialista estaba en Damasco, pero por otro lado, no solo aislaron a los oprimidos de Siria a los que catalogaban de “terroristas”, sino que también dieron sustento contrarrevolucionario para todas las operaciones del imperialismo y sus agentes. Infundieron islamofobia en toda la Europa imperialista para separar a los refugiados que habían llegado allí en 2015 respecto al resto de los trabajadores y así volvieron a aislar las revoluciones de Magreb y Medio Oriente.
En cambio, el imperialismo sí concentró sus fuerzas y sus agentes en Siria para aplastar la revolución. Allí fueron Putin, Irán y Hezbollah para sostener a Al Assad masacrando a las masas. La contrarrevolución mandó a los Caballos de Troya del ESL que se metieron en las zonas liberadas vestidos de “democráticos” o de “islamistas” para terminar desarmando y entregando a las masas desde adentro y acordar su parte de los negocios. Mandó también al ISIS, el guardián islámico de los pozos de petróleo que impidió que las masas insurrectas se los tomaran. Pero ante esta gran concentración de fuerzas contrarrevolucionarias, a las masas le quitaron la posibilidad de concentrar las suyas.
Hasta el día de hoy tenemos que soportar a corrientes de la izquierda stalinista y de los renegados del trotskismo decir que Al Assad y Putin son antiimperialistas –e incluso de este último dicen que es “amigo de los pueblos”-, que Al Assad es el mejor aliado de la causa palestina… un enorme veneno arrojado contra las masas del mundo para hacer pasar a nuestros enemigos como aliados.
Y mientras unos han sostenido abiertamente a Al Assad, otros han dicho que los generales del ESL eran los jacobinos de la “lucha por la democracia” y hasta le pedían al imperialismo “democrático” yanqui que arme al ESL para tirar al dictador Al Assad ¡el mismo ESL que le quitó las armas a las masas sirias y hoy se las entrega al régimen! Hoy, cuando Bashar y Putin han dejado un tendal de más de 600 mil muertos y 15 millones de refugiados, el ESL está poniéndose el traje de policía del régimen, entregando el arsenal a Al Assad. ¡Negocios son negocios dice la burguesía! Y ya los pactó todos en la conferencia de Ginebra, sobre la base de que tanto Al Assad como el ESL jugarán cada uno su rol, bajo el mando del imperialismo, para que la revolución siria sea derrotada. Y esto se dio gracias al accionar de las corrientes de la izquierda reformista.
Estas corrientes sostuvieron la misma política que Hamas y la OLP –dirigida por Al Fatah- con respecto a que el pueblo palestino debía permanecer neutral ante las revoluciones en Magreb y Medio Oriente, particularmente la de Siria. Fueron una parte importante que contribuyó a la separación de las masas palestinas y sirias, cuando en realidad Al Assad masacró en Yarmouk y mientras más aplastó al pueblo sirio, el sionismo fue recobrando poder de fuego y atacando cada vez más a las masas palestinas, porque el imperialismo y sus agentes sí reconocen que se trata de una misma revolución.
Se trataba de un mismo combate contra un mismo enemigo, en Palestina y en Siria, y en las calles de los países imperialistas. Pero estas corrientes de izquierda se encargaron muy bien de dividirlos, de aislarlos y que en cada combate la clase obrera quedara sometido a alguno de sus verdugos. Ellos también ahora son corresponsables de la masacre en Siria y del fortalecimiento del sionismo. Solo se puede impedir una cruel derrota derrotando su política y unificando a las masas sirias, palestinas y de todo Medio Oriente en una misma intifada, y con la clase obrera en EEUU y Europa ganando las calles en solidaridad y paralizando la maquinaria de guerra, golpeando a sus gobiernos imperialistas, los jefes de Netenyahu.