Reproducimos una polémica que ya en el año 2000 realizamos contra el PTS que, de forma vergonzosa, sigue levantando la consigna de “derecho a la autodeterminación de la nación palestina”, cuando esto para nada está en cuestión. Aquí lo único que resuelve la cuestión palestina es la destrucción del estado sionista-fascista de Israel y la expulsión, desde el río Jordán hasta el mar, de sus tropas invasoras bajo el mando del imperialismo
Palestina - Noviembre 2000
EL PTS Y EL DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN:
UNA POLÍTICA REACCIONARIA ANTE LA REVOLUCIÓN PALESTINA
El PTS pone y saca la consigna de la destrucción del Estado de Israel en función de las presiones de la pequeña burguesía democrática, para no herir “susceptibilidades”. Así, esta consigna no apareció en la primera declaración que sacaron, y sólo apareció luego en su periódico, de forma totalmente secundaria y confusa como “¡Abajo el Estado de Israel!”, injertada, en medio de una mescolanza ecléctica de consignas, sin relación alguna con el resto del programa, con el eclecticismo y el confusionismo que los caracteriza.
En realidad, el PTS ha puesto como eje de su programa la consigna del “derecho a la autodeterminación” de los palestinos. Pero como explicamos aparte, la autodeterminación es una consigna reaccionaria, porque lo que hay que apoyar aquí no es ningún “derecho” a decidir de los palestinos, sino apoyar su decisión de conquistar su independencia sobre la base de la destrucción del Estado de Israel y un Estado palestino laico, democrático y no racista.
El PTS durante la guerra de los Balcanes se limitaba a luchar por la independencia a secas del Kosovo, o sea sobre bases capitalistas, y no levantaba la consigna de “Kosovo independiente y socialista” (como habían levantado hasta ese momento). Lo llamativo es que en Palestina hacen al revés: diluyen y esconden, o sea, abandonan el programa democrático-revolucionario de destrucción del Estado de Israel y de un Estado palestino laico, democrático y no racista (que no pueden jamás separarse) a favor de la consigna “derecho de autodeterminación” coronada por la de, donde los trabajadores palestinos e israelíes enfrenten unidos al imperialismo. Pero, en primer lugar, ¿de qué trabajadores israelíes nos hablan? ¡La clase obrera de Israel son los trabajadores palestinos, mano de obra esclava de la burguesía israelí y los monopolios imperialistas! Y, en segundo lugar, hay un pequeño problema: estamos frente a una revolución en Palestina, una insurrección que plantea el problema del poder; el PTS se dedica a hablar de una “Palestina Obrera y Socialista”, pero no plantea ninguna consigna de poder obrero, con lo cual demuestra no hacer otra cosa que… propaganda “socialista” como hacía la socialdemocracia en los días de fiesta. Es como si en Argentina hubiera una semi-insurrección obrera y se limitaran a agitar “Argentina socialista”.
Los que levantan en todas partes un programa democrático-revolucionario transformándolo en una estrategia en sí misma, ya sea en los Balcanes como viéramos, o en México, donde se limitan a luchar por la Asamblea Constituyente, en Palestina, en cambio, se niegan a levantar el programa democrático-revolucionario como palanca para movilizar a las masas palestinas, y ocultan esta capitulación detrás de la bella consigna de “socialismo”, que utilizan como “cobertura por izquierda”,o sea, un programa para echar tierra en los ojos a las masas palestinas detrás del mismo mundo ideal de “convivencia pacífica” que defiende la “extrema izquierda” pacifista israelí. Por esa razón, no plantean ninguna consigna para el desarrollo de los organismos de autodeterminación (consejos obreros) y tampoco consigna alguna que plantee el desarrollo de milicias obreras.
Su posición no cuestiona la existencia del Estado de Israel, porque nos dicen que “no podrá haber convivencia pacífica entre árabes e israelíes mientras no se termine con la opresión nacional ejercida por el estado sionista y se expulse al imperialismo de la región”. O sea que el problema no es destruir al Estado de Israel sino terminar con la opresión que ejerce. En otras palabras, que siga existiendo pero que no oprima. Es que, en última instancia, detrás de la consigna de “derecho a la autodeterminación” no hay otra cosa que el reconocimiento de de la existencia de… “dos naciones”, una “nacionalidad “opresora”, Israel, y una oprimida, Palestina. ¡Qué escandalosa manera de avalar por izquierda los contrarrevolucionarios acuerdos de “paz” de Oslo! Es una posición que, junto a la del Partido Obrero, encubre una capitulación escandalosa a la opinión pública pequeñoburguesa de la ciudad de Buenos Aires y a los medios académicos “democráticos.
Poniendo en el centro de su programa la consigna del “derecho a la autodeterminación” de los palestinos, el PTS le hace el juego al “ala izquierda” del Estado sionista-fascista de Israel, la no menos sionista “izquierda” israelí que levanta precisamente que se deje a los palestinos autodeterminarse y formar su propio estado… en los campos de concentración que son las zonas “autónomas”. El papel de la “izquierda” israelí es tirar tierra en los ojos del pueblo palestino porque cumple el objetivo de minar su voluntad y decisión de lucha, apaciguar su odio, haciéndole creer que hay otra política posible por parte del opresor, siempre que esté dispuesto a dejar de luchar decididamente. Cuanto más de “izquierda” es esta política, más engañosa es, mejor juega su papel.
¿Tan solo una “revuelta”?
Militantes del PTS se escudan en que en Palestina estamos ante una “revuelta”. Pretenden de esta manera sacarle el carácter obrero a la insurrección que se está dando, como si estuviera protagonizada por masas informes con métodos de lucha “primitivos”: ¡pero, si la clase obrera y los jóvenes palestinos tienen que enfrentarse con piedras contra un ejército armado hasta los dientes, es porque ésa es la política de la dirección nacionalista burguesa de Arafat y la OLP, del Hamas, el Hezbollah y la Jihad!
Es que el PTS tiene la concepción completamente socialdemócrata de que la clase obrera sólo lucha en sus sindicatos, haciendo huelgas y no puede expresarse con luchas en las calles, barricadas, enfrentamientos a piedras, incluso realizando una insurrección espontánea. Precisamente la política del marxismo revolucionario es que la clase obrera lidere una insurrección triunfante. Si el PTS hubiese estado ante la revolución de febrero rusa, en 1917, hubiese mirado con desdén y se habría preguntado: “¿dónde están los obreros? ¡Esto es solo una revuelta!”, cuando en realidad estos eran los verdaderos protagonistas que desbordaron toda organización preparada para los tiempos de “paz”. El PTS nunca dice que la gran protagonista de la semi-insurrección palestina es la clase obrera más explotada del mundo. ¡Habría que preguntarle a la burguesía sionista y a los monopolios yanquis si no los ven como obreros, aunque vivan en chozas y en carpas una existencia miserable! ¡Son para los explotadores la clase obrera perfecta! ¡Pero eso nunca lo pueden ver quienes repiten los gestos de asco de la izquierda gorila del puerto de Buenos Aires! ¡Son la izquierda clintoniana!
Kosovo, México y ahora Palestina han sido, como a ellos les gusta decir, verdaderos “test ácidos” de la lucha de clases mundial, que ha servido para confirmar, por si hacía falta, el completo desbarranque de esta corriente hacia el revisionismo y el oportunismo.
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