Desde Hebrón… Nahil Abu Esha, recientemente liberada de las mazmorras del ocupante sionista Nahil no era la primera vez que había estado encarcelada, cuando tenía doce años fue arrestada por el ejército sionista, otras dos veces más estuvo en prisión y la última vez llegó a estar encerrada en las cárceles del ocupante por tres años. Las mujeres palestinas dentro de las cárceles han llevado adelante protestas para poder conseguir las pocas cosas que se les permiten tener, como ser una cama, utensilios para cocinar y una tele. Recuerda Nahil que para el “Día de independencia de Israel”, Nakba, los oficiales les ordenaron a las compañeras que se pongan de pie y entren a sus celdas antes de tiempo. Shireen Issawi y ella se negaron hacerlo, y quedaron un mes sin tener visitas. Lo mismo les pasó cuando una vez uno de los oficiales de alto rango fue a revisar las celdas les ordenaron que se pongan de pie, y ellas se negaron, las castigaron con dos meses sin recibir visitas. Nos cuenta que no tienen ningún tipo de asistencia médica. A las compañeras que tienen tratamientos previos no se los permiten hacer, a menos que tengan diabetes y necesiten insulina, pero que mismo en esos casos muchas veces ni siquiera les traen toda la dosis necesaria. Ella por ejemplo se estaba haciendo un tratamiento dermatológico fue totalmente interrumpido. Salió de la cárcel con piedras en la vesícula, problemas crónicos en los huesos y un problema en el colon. Nahil explica que la mayoría de las compañeras mientras que está en la cárcel ya desistió de pedir ir al médico y que cuando salen tienen graves problemas médicos, en su mayoría crónicos. La comida que les sirven, si se le puede llamar comida es terrible. Hace unos años atrás, debido a las protestas que ellas llevaron adelante se acordó que la comida de las presas palestinas era cocinada por las mismas presas y no por las reclusas israelíes, que hostigan constantemente a las presas palestinas con insultos y gritos a la noche que no dejan dormir. Experiencias de la vida cotidiana, hay de por miles, de ella, de sus compañeras de celda, pero creo que hay dos que valen la pena resaltar. Quizás, para uno que llega a leer esto, desde lejos, nos cuesta comprender lo que realmente significa algunas cosas. Muchas veces he escuchado hablar de los traslados de las compañeras, sin realmente entender lo que esto significaba. Los traslados son de una prisión a otra prisión, o de la prisión al juzgado para escuchar una sentencia que no sirve para nada. Estos viajes, lejos están de lo que uno humanamente se puede imaginar. Por un lado te despiertan muy temprano y podes a llegar estar tranquilamente 12 horas sin ir al baño, sin comer y tomar agua. Además de esto, en los camiones que se viajan, se hace esposados y muchas veces hasta esposas en los tobillos, los asientos son de metal y estos camiones son compartidos con las presas israelíes que las insultan constantemente durante todo el viaje y las escupen. Ni que hablar que quien conduce el vehículo no le importa que atrás tiene a personas. Nahil dice “hubo veces que lo único que quería era volver a acostarme a mi celda”. Encima ella, titulada como “peligrosa” porque dijeron que intentó abrirse uno de los candados que tenía en los tobillos con un mini alfiler (el que usan las mujeres musulmanas para sostenerse el hiyab), era esposada cada vez que salía de la prisión o cuando recibía visitas. Pamela Parson |