Carta de la FLTI a Jorge Terracota - 28/05/2021
Su posición sobre las cuestiones morales lo aproximan peligrosamente a un programa stalinista
Camarada Jorge Terracota:
El día 26/05 recibimos una minuta donde nos comunica que luego de un estudio arduo de trabajos del marxismo revolucionario, usted ha llegado a la conclusión de la inexistencia de toda tradición en el mismo referida a las Comisiones Morales. A nuestro entender, estas sí han sido y son constitutivas del mismo.
Como usted mismo afirma, esta diferencia que ha surgido hace a los estatutos y principios fundacionales de nuestra organización.
Para usted las cuestiones que hacen al honor y a la moral revolucionaria de los militantes, se resuelven a través de los organismos políticos que hacen valer la disciplina partidaria.
Desde ya, discrepamos con esta cuestión. Como habrá leído, nosotros no delegamos en nuestros Congresos la garantía de la conducta moral de nuestros militantes a los organismos políticos ni a la disciplina que estos garantizan para mantener el programa y la acción política revolucionaria de la corriente.
Es más, suelen existir camaradas y tendencias indisciplinadas, que por momentos inclusive enfrentan el programa de un partido revolucionario, y eso no significa que se los pueda acusar de ser delatores policíacos, agentes del enemigo, vendidos a los patrones, etc. Estas cuestiones hacen a los valores y principios de clase, por los que luchamos no solo al interior de los partidos revolucionarios, sino también de las organizaciones obreras. Se trata de nuestra moral y no de la moral descompuesta de las aristocracias y burocracias obreras.
Consideramos una cuestión fundacional de nuestra organización la lucha por mantener la independencia de las cuestiones morales con respecto a las cuestiones políticas y la disciplina partidaria, como fue históricamente en el movimiento obrero mundial desde sus inicios. Esta cuestión fue destruida a partir de 1914 con la época imperialista, de corrupción y descomposición de las organizaciones obreras.
La disciplina partidaria no hace a las cuestiones morales, que tienen que ver con el honor y los principios elementales de conducta de todo militante socialista e inclusive de todo obrero con una mínima conciencia de clase.
Así también, enfrentamos todo tipo de persecución, como las que ha hecho el stalinismo, con ataques morales, calumnias, amalgamas y ataques físicos contra las corrientes que tienen diferencias políticas y que inclusive rompen la disciplina del centralismo-democrático. Consideramos que utilizar este método de acusaciones morales para quebrar o disciplinar la voluntad de lucha de los revolucionarios o disidentes en la lucha política, y dejar estas cuestiones al libre albedrío de las direcciones partidarias que aquí y allá son las que descomponen a los partidos revolucionarios, es la mejor tradición heredada del stalinismo.
La IV Internacional en su curso centrista a partir de la segunda posguerra, acompañando su proceso de degeneración política, fue abandonando estas cuestiones fundacionales del movimiento revolucionario. Sin embargo, la IV Internacional, como movimiento, con una política principista puso en pie Tribunales Morales Internacionales durante Yalta contra los ataques más brutales contra las fracciones más descompuestas como las de Healy o Lambert que atropellaban el honor revolucionario de decenas de cuadros trotskistas.
Además, durante la posguerra mantuvo la continuidad en sus secciones nacionales de las Comisiones de Control y Morales que existieron en los partidos de la IV Internacional en vida de Trotsky. Estas Comisiones no podían ser “internacionales” puesto que les sería imposible actual como tales en el lugar de los hechos, como lo demuestran las distintas Comisiones de Control votadas en los congresos del Partido Comunista de la Unión Soviética hasta el año 1923, en vida de Lenin.
La expulsión de Molinier por parte de la Comisión Moral de la sección francesa por gastarse los fondos de la organización en el casino, marcó toda la fase de fundación de la IV Internacional en 1938. El Secretariado Internacional apoyó la resolución de la Comisión Moral de la liga francesa. Al no reivindicar esta resolución y al desconocer la Comisión Moral de la sección francesa, la fracción de Molinier no pudo ingresar al Congreso mundial del ’38. Trotsky le propuso incluso que ingrese su corriente política al Congreso, pero no Molinier que estaba sancionado moralmente.
Es que, justamente, el camarada Trotsky sabía distinguir a propósito de las cuestiones morales y las cuestiones políticas por la experiencia propia de los trotskistas en la URSS. En su trabajo “Su Moral y la Nuestra” planteó que hay una moral para los traidores del proletariado y una muy distinta para los revolucionarios. De allí que es su moral y la nuestra, y no tan solo un programa, una teoría y una estrategia que nos delimitan.
Usted hace una amalgama. Los estatutos de las corrientes marxistas dan cuenta del centralismo-democrático y las resoluciones de funcionamientos que rigen en cada corriente. Estos estatutos están basados en la teoría, el programa y la moral de una corriente revolucionaria. Estos, al igual que el centralismo-democrático, están adecuados al desarrollo de las organizaciones revolucionarias marxistas. Por ejemplo, a los estatutos de la III Internacional se les incorporaron las “21 condiciones” que planteaban que había que expulsar a todos los dirigentes parlamentarios o sindicales que no acatasen la disciplina de los Comités Centrales y de la organización de conjunto. También planteaban que había que separar de las filas de la III Internacional a un tercio de sus miembros para deshacerse de todos los elementos oportunistas que iban a los Partidos Comunistas cuando estos crecían de a millones después de haber dirigido la toma del poder en la URSS.
En el año 1918-1919, el bolchevismo ajusta sus estatutos / centralismo-democrático, prohibiendo el ingreso a sus células. Solo podían organizarse grupos de simpatizantes. Es que terminaban de tomar el poder y oleadas de oportunistas querían entrar a sus filas. Con los estatutos y el centralismo-democrático, los bolcheviques seleccionaban a la crema de la crema del proletariado y se desprendían de todo elemento arribista.
Esto mismo, pero al revés, sucedió durante la guerra civil en la URSS. A todo obrero o joven que quería entrar al Partido Comunista soviético, se lo aceptaba de inmediato: se le daba un fusil para que vaya al frente de batalla.
Esas son las cuestiones que hacen a los estatutos, al funcionamiento del centralismo-democrático, que se adecúan, como ya dijimos, a cada proceso de desarrollo de una corriente revolucionaria. Nuestros estatutos son de una pequeña liga de cuadros y están adecuados a nuestro estadio de construcción actual.
Pero en la base de los estatutos, de la teoría y del programa de un partido revolucionaria están las cuestiones de moral y de principios de cada uno de sus militantes, cuestión que en el siglo XIX, insistimos, eran básicas en toda organización obrera que se pusiera de pie, tanto entre los marxistas como entre los anarquistas.
Cualquier marxista serio que haya investigado profundamente verá que el primer Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, que tenía que delimitar a su núcleo fundacional de todo oportunismo y fundamentalmente de la burguesía liberal, puso en sus estatutos y en su “declaración de fundación” una cuestión moral de primer orden: “ningún miembro del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso que explote obreros y los tenga a su cargo, puede ser militantes del mismo”.
Asimismo, volviendo a la experiencia de la IV Internacional en la segunda posguerra, nos sentimos continuadores de la ejemplar batalla que dio el SWP de EEUU contra el canalla de Healy que en los ’70 largó un ataque público brutal al interior del movimiento trotskista y ante la vanguardia mundial, acusando a Hansen de haber sido el entregador de Trotsky a Mercader. Un método deleznable que llevó a la constitución de un Tribunal Moral Internacional de más de 80 organizaciones obreras y de la IV Internacional que salvaron el buen nombre y el honor revolucionario y antistalinista del camarada Hansen y la dirección del SWP norteamericano.
Sin esta batalla, tal cual venimos insistiendo, hoy la historia del trotskismo se hubiera escrito de otra manera. 80 organizaciones en un Tribunal Moral derrotaron la vil calumnia de Healy que acusó a Hansen y los revolucionarios trotskistas del SWP quienes entregaron a Trotsky para que Stalin lo matara. Una monstruosidad.
Por ello extraña el desparpajo y la liviandad con los cuales usted trata las cuestiones morales en el movimiento revolucionario. Claramente su posición tiene que ver con cómo usted trata con ataques personales sin pruebas a dirigentes de izquierda en Argentina, y esto, más allá de las profundas diferencias que tenemos los revolucionarios con los reformistas. Pero ello forma obreros en el método de la burocracia sindical y el stalinismo. Hace rato le venimos insistiendo sobre esta cuestión.
En relación a la calumnia contra Hansen que fuera derrotada por las fuerzas principistas de la IV Internacional, hoy el WSWS (el SEP de EEUU) sigue con esa campaña denigrante, aunque en soledad. Es por ello que jamás hicimos ningún tipo de aproximación con esa corriente. Es más, una compañera fue separada de nuestras filas por no haber roto con esa concepción que arrastraba de esa organización de la cual provenía y con la cual mantenía lazos.
Fueron también Tribunales Morales y Comisiones de Honor de fuerzas sanas del movimiento trotskista los que lograron limpiar el buen nombre y honor del dirigente húngaro Varga, quien tuvo que huir de los procesos de revolución política de su país perseguido por el stalinismo y fue acusado de ser “agente de la CIA” por Lambert de la OCI francesa.
Además reivindicamos la Comisión Moral que defendió al compañero Napurí, acusado de apropiarse indebidamente de fondos del Parlamento burgués en Perú y que quiso ser disciplinado por Lambert, con quien estaba rompiendo políticamente. Y esto más allá de las enormes diferencias políticas y de orden disciplinario que tenemos tanto con Napurí como con el húngaro Varga.
También reivindicamos nuestra propia experiencia de convocatoria a un Tribunal Moral Internacional para condenar al Partido Obrero que luego de apalear a nuestro compañero Juan Pico, lo entregó a la policía e inclusive a un juicio penal, delatándolo. Fue esta campaña de nuestra corriente de llamamiento a un Tribunal Moral la que le provocó una dura derrota a Altamira y su partido. Esto marcó un límite objetivo para impedir nuevas agresiones físicas sobre nuestra corriente.
Estos son tan solo ejemplos en la lucha por mantener mínimamente sano al movimiento trotskista en momentos en que este aún mantenía hilos de continuidad con el programa marxista, como parte de su combate contra sus fracciones más descompuestas.
Los Tribunales Morales fueron también los que garantizaron, educaron y formaron cuadros contra el stalinismo y contra las alas más degeneradas de la IV Internacional durante Yalta. Sin ellos, los jalones de continuidad teórica, política y estratégica no hubieran existido.
Hay cuestiones de moral y de principios que toda organización obrera con un mínimo conciencia de clase debe defender y exigírselas a todos sus militantes. Estas cuestiones van más allá del programa y la política, sino que tienen que ver con la fundación del movimiento obrero internacional: que no se delata a compañeros, que no se entregan huelgas, que no nos corrompemos ante la patronal, que no se entrega a los luchadores a los estados burgueses, que no se inventan calumnias contra disidentes. Estas son cuestiones elementales de clase que el stalinismo y todo el reformismo rompen a cada paso.
Este es un aspecto central en el combate contra las direcciones traidoras y contra las presiones de la sociedad burguesa sobre nuestras filas. De allí las instituciones como las Comisiones de Control que defienden cotidianamente estos principios y son independientes de la dirección, para velar por ellos.
Nosotros consideramos que esta discusión hace a la tradición y a la concepción programática del movimiento socialista y que efectivamente amerita un debate. De nuestra parte, estas cuestiones de principios fundacionales las debatimos en nuestros Congresos.
Este punto fundacional nuestro tiene que ver también con nuestra experiencia: lo sostuvimos y sufrimos en nuestra ruptura con el MAS en el ‘88 y con el PTS en el ‘98. Y creemos que hace a las mejores tradiciones de las secciones nacionales de la III y de la IV Internacional. Por ello la LOI-CI de Argentina las ha incorporado en sus estatutos fundacionales.
Hemos impulsado esta política en un ángulo de 180°, por ejemplo, con la descomposición que demostró el MAS de Argentina en su estallido a finales de los ’80 y principios de los ’90. Su descomposición política fue seguida de una feroz descomposición moral, con ataques militares a sus locales en sus rupturas, con disputas a dentelladas por los aparatos financieros, como los mismos métodos de robarse comunicaciones e información de los dirigentes como se expresó en la ruptura del PO e inclusive, volcando a todo el aparato de seguridad no para enfrentar a la patronal, a la burocracia o al stalinismo, sino para hacer inteligencia sobre toda la base militante de las regionales, como alcahuetes y chusmas del aparato para “detectar disidentes”. La “frutilla del postre” de esta descomposición moral y política fue cuando Luis Zamora le llevó flores a los milicos asesinos de La Tablada. A los militantes de base de este partido, esto les pareció normal. Esta moral de sirvientes del estado burgués les fue inculcada a los militantes del MAS como subproducto de una política que también sostuvieron durante años de “sindicalizar a la policía”. Incluso tenían como programa “un militante por equipo”. Usted podrá corroborar esto que aquí decimos ya que pertenecía al MAS y atravesó todo ese proceso.
Estamos a la espera de su documento donde profundice su posición y explicite cuál es su programa, que hace a la construcción del movimiento revolucionario en este aspecto. Por lo visto, su programa es que son los organismos de dirección los que tal jueces, dictaminan sobre la moral de los militantes y de las tendencias o fracciones que surjan en esa corriente. Desde ya, usted se aproxima peligrosamente a una concepción abiertamente stalinista sobre concepción de partido.
Estamos a la espera de conocer sus propuestas programáticas que se desprenden de su concepción política, que seguramente está elaborando.
Hace varios años tenemos una estrecha relación política con usted. Esta diferencia ha surgido con agudeza hace poco tiempo, aunque veníamos debatiendo sobre cuestiones puntuales al respecto. Hasta ese momento no teníamos conocimiento de su evolución política al respecto, que queda clara con su nota que nos ha hecho llegar el 26/5. La mejor forma de colaborar con su elaboración que está en curso, es adelantarle estas primeras opiniones nuestras, inclusive para que pueda debatir contra ellas con más claridad.
Consideramos que usted es un simpatizante de nuestra organización y, como es notorio, no está bajo la disciplina de los organismos de centralismo-democrático de la misma. Usted viene colaborando políticamente con nosotros, en base a acuerdos políticos y programáticos que tenemos. Nos han unido algunos puntos de lucha contra el reformismo y el revisionismo en el marxismo.
Asimismo, también hemos tenido y tenemos agudas diferencias. Algunas de ellas han sido publicados como Columnas de Opinión suyas en nuestra página web. Es que nosotros le damos voz a todo socialista independiente que quiera aportar a la causa de la clase obrera y que mantenga ciertos principios políticos en la lucha contra el sistema, el estado y las direcciones traidoras.
Nuestra corriente estará realizando durante el segundo semestre del presente año una Conferencia Internacional para evaluar la marcha de las resoluciones de nuestro V Congreso.
Le proponemos y queremos que sepa que cuando se abra el período pre-Conferencia, publicaremos los fundamentos de su minuta y de su diferencia que usted está desarrollando, en el Boletín Interno hacia la misma. En ese momento abriremos ese debate con usted como un punto de esa Conferencia.
La Conferencia Internacional de la FLTI, entonces, sería la instancia de debate que hace a las cuestiones fundacionales puesto que son los Congresos los únicos que pueden resolver al respecto.
Esperamos entonces los fundamentos de su posición, de acuerdo a los tiempos que usted considere necesarios.
Toty, Villa, Alejandro, Raúl Palomares y Lourdes
Por el Comité Ejecutivo Internacional de la FLTI |
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