GRECIA - 1 de octubre de 2016
Una respuesta mínima al llamado a un día de furia
contra la masacre en Aleppo
Incluso si solo quedan ruinas en Aleppo, los bombardeos no han cesado. Incluso ahora, luego de cinco años de bombardeos y cerco, la gente sigue viviendo en esta ciudad. Algunos, porque no han podido irse, algunos porque no han podido ver un mejor futuro en el lecho del Mediterráneo y algunos porque se han negado a abandonar la revolución contra la dictadura de Assad, que inició con la Primavera Árabe. En las ruinas de Aleppo, se desarrollan brigadas armadas que hasta ahora la maquinaria militar de Assad, Hezbollah, Iran y Rusia no pudieron derrotar.
Si las cosas que sucedieron con la represión a la revolución española por parte de Franco y los Nazis fueron el ensayo de la Segunda Guerra Mundial, probablemente la guerra en Siria sea una imagen post industrial del futuro en la tierra. Un futuro en donde las excusas democráticas colapsen y prevalezca la violencia absoluta. Un mundo en que, a pesar del gigantesco poder militar de los tiranos, la forma más efectiva de controlar la insurgencia es mediante la división. Una situación de desolación, en donde la gente para poder defenderse y sobrevivir, se organiza en grupos, los cuales son luego manipulados por generales que solo buscan más poder y que llevan a las masas insurgentes a dejar la lucha contra el régimen y las desvían hacia una lucha por el control de zonas de guerra de acuerdo a sus intereses.
El resultado es una guerra constante, un negocio jugoso para los capitalistas que venden armas y armamento a las zonas de guerra donde aún sigue habiendo economía y comercio.
El ejemplo del escarmiento sirio es una clara advertencia para todos en el mundo, para el que siquiera piense en levantarse.
En esta guerra total caótica, el punto de referencia para nosotros son los pocos grupos armados organizados por fuera del control de los “musulmanes moderados” de Al Nusra o los “cósmicos” del ESL, que son ambos manipulados por los poderes dominantes de la competencia imperialista, como EEUU, y ambos tienen el mismo objetivo, un pedazo de la repartija del poder.
En una situación en donde la gente está actualmente siendo atacada por un imperialismo y busca seguridad en las acciones de su rival, a nosotros nos conmueven algunos revolucionarios como la Brigada Leon Sedov, que se plantan contra todo imperialismo y proponen la solidaridad y unidad entre los reprimidos del mundo. Nos inspiran los intentos de organización de los Comités de Coordinación Revolucionarios contra la división del levantamiento, contra las organizaciones manipuladoras.
Aquellos rebeldes que se intentan autoorganizar en un campo de batalla lleno de bombas y armas químicas, que siguen peleando a pesar de duras pérdidas, que prefieren morir antes que rendirse al asesino Assad, que definen y defienden su libertad a toda costa, dan el mensaje que la lucha es posible bajo cualquier circunstancia, si es que hay voluntad de luchar.
Dan un mensaje de que las maquinarias militares poderosas de Al Assad, Iran, Libano, Russia y EEUU no los han podido derrotar en más de 5 años.
Esto explica la crueldad del ataque a Aleppo, la capital de la revolución. Luego de que ciudades más chicas fueron cercadas y llevadas a la hambruna, la misma táctica fue intentada en Aleppo. Pero hubieron marchas dinámicas, en donde se expropiaron bancos, acciones por fuera de los programas de los partidos ejército que controlan a las masas. Por eso Aleppo está ahora siendo destruida por completo.
Un factor importante de la masacre actual en Siria es la ausencia absoluta de resistencia social a esta guerra por parte de la gente de los países imperialistas que invaden Siria.
El pueblo europeo no solo no han reaccionado a la Guerra, sino que la mayoría ha prestado consenso al cierre de las fronteras a los refugiados, quienes, si sobreviven a la muerte en el mar, son los únicos que luchan, como el gran ejemplo de los refugiados sirios en París que iniciaron una huelga de hambre, exigiendo el fin de la guerra.
No tenemos un panorama claro de lo que sucede con los movimientos en el resto del mundo, pero vamos a hablar por el caso griego. Porque después de todo, la crisis económica y la pobreza aquí en Grecia, en vez de radicalizar a la gente, ha llevado cada vez más a la pasividad. Por un lado, tenemos gente que cuida de los refugiados, rescatándolos de sus botes, independientemente de los partidos políticos y ONGs, y por otro lado tenemos ataques fascistas y acciones contra los refugiados. Sin embargo, no se hizo ninguna marcha antiguerra, como sucedió en el pasado, porque ahora la economía es la única preocupación. Usando su máscara de izquierda, Syriza combina las amenazas y la dura represión contra las resistencias sociales para rendirlas. Y ahora el estado griego está poniendo a los refugiados en campos de concentración, obedeciendo las exigencias de la Unión Europea. Tristemente, la solidaridad con los refugiados se reduce a caridad, sin ninguna referencia a la revolución que ha llevado a la guerra.
En cuanto a la izquierda, los sentimientos “antiamericanos” y la creencia de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” no les permite tomar una postura contra Assad, mientras la mayoría de los anarquistas no tienen ningún análisis y se refieren exclusivamente a Rojava.
Al mismo momento, los refugiados dan sus propias luchas, como los levantamientos de Moria, donde luego de destruir una parte de la infraestructura, escaparon, pero en lugar de correr, como usualmente sucede, se juntaron y marcharon y fueron arrestados.
En nuestra opinión, buscamos la expansión de la solidaridad a los refugiados en un contexto más general, que considere la guerra en Siria como un ejemplo de un levantamiento y cómo los capitalistas lidian con ella, para poder extraer las conclusiones propias de ello.
Es obvio que la unidad de los rebeldes no vendrá de mano de las organizaciones grandes, centralizadas y jerárquicas, que terminan luchando unas contra otras por una mayor porción del poder. La única esperanza es una organización horizontal, que no le permita a ningún dirigente ambicioso entregar la lucha. La red descentralizada de colectivos, que luche con una sola voluntad, en una dirección común, coordinando cuando sea posible, intercambiando información, métodos, armas e ideas políticas.
Las visiones de que una organización jerárquica es condición necesaria para alcanzar la victoria en la guerra revolucionaria fueron intentado en el pasado y terminaron en la derrota o en la reproducción de los mismos sistemas sociales contra los que hipotéticamente lucharon.
El ejemplo de Siria, donde grupos de brigadas chicas y ejércitos no centralizados se plantan contra la maquinaria militar rusa y la alianza de ejércitos locales, prueba que lo que falta no es la dirección adecuada sino una nueva mentalidad organizativa. Y esto se aplica a cada campo de organización revolucionaria, ya sea milicia, de propaganda de ideas revolucionarias, que no convenza a nadie porque estén afiliados a una federación más grande sino que se expandan mediante iniciativa, contacto humano cercano y acción conjunta.
La masacre en Siria no se detendrá a menos que hagamos algo para pararla. A menos que la enfrentemos como parte de la represión que todos hemos sentido. Si no sentimos la tenacidad de los rebeldes que no se rinden; si no nos damos cuenta de que no hay casi diferencia entre ahogarse por el gas lacrimógeno de las marchas con ahogarse por la cámara de gas en Siria; mientras nos sigamos absteniendo de salir a las calles, le estaremos dando permiso a que continúe este baño de sangre.
Cuando el cautiverio y la muerte se convierten en la condición universal, estamos llamados a hacer de la insurrección y la solidaridad la condición universal.
CADA DÍA DEBE SER UN DÍA DE FURIA
GUERRA CONTRA LA AUTORIDAD EN CADA RINCÓN DE LA TIERRA
Anarquistas del Ala D de la prisión de Korydallos (Grecia)