Intervención de Carlos Munzer en el acto-homenaje a la revolución siria y sus mártires realizado en Buenos Aires el 25/3/2017
En el sexto aniversario de la revolución siria, hoy más que nunca
¡Unifiquemos los combates y a los obreros del mundo para romper el cerco a la revolución!
Hoy, luego de 6 años, tenemos que afirmar que revolución siria sufrió un aislamiento enorme ante los trabajadores y los pueblos del mundo. Es que las direcciones de las organizaciones obreras del mundo, que viven como burócratas sindicales o como “socialistas” en los puestos parlamentarios de las potencias imperialistas, le hicieron creer a los trabajadores del mundo quienes se levantaron por el pan y contra el dictador Al Assad, no eran trabajadores, sino que se trataban de pueblos “nómades atrasados”, “clanes”, que era una pelea de sunnitas contra chiitas, de sunnitas contra alauitas, que eran “masas musulmanas atrasadas”, “jihadistas” y todo tipo de mentiras.
La verdad es que pocas veces en la historia se ha denigrado tanto a una clase obrera como a la del Magreb y Medio Oriente. En Siria, un país de 27 millones de habitantes, 9 millones son trabajadores. La clase obrera siria es parte de la clase obrera de toda la región. Una clase obrera que produce el 80% del petróleo del mundo, que está bajo sus pies. Petróleo que se roban las pandillas imperialistas y con el cual alimentan todo el comercio y la energía del planeta.
Es decir, las direcciones traidoras de la clase obrera trataron como “civilización” a las más grandes pandillas de ladrones y delincuentes, como lo son los banqueros de Wall Street y las potencias imperialistas, que fueron a robarle a los trabajadores y a los pueblos de Medio Oriente la más grande de las riquezas, que hace funcionar toda la economía del mundo. Y a la vez trataron de pueblos “bárbaros”, “deshonestos”, “jihadistas” y “atrasados” a los trabajadores que levantaron porque no soportaban tener el oro negro bajo sus pies y que no les alcanzara ni para un mendrugo de pan.
Un ejemplo de esta lucha, fue la revolución yemení, en donde las masas ganaban las calles con un pedazo de pan duro en la mano, porque es el alimento diario de los explotados: pan duro.
Las masas yemeníes son un verdadero ejército industrial de reserva de centenares de miles de obreros de la construcción, que construyen los edificios lujosos de la burguesía en Dubái y de Qatar. Es parte de la clase obrera de la región que hacen las construcciones en los pozos petroleros. Es un ejército industrial de reserva nómade, que recorre el Magreb y Medio Oriente.
Así es la clase obrera de la región, y por eso todos los trabajadores se conocen. Son de distintos países y trabajan juntos en los mismos pozos de petróleo, en las mismas petroleras, en los pozos de petróleo en el medio del desierto. Allí conviven libios, obreros de Egipto, palestinos, sirios, de Arabia Saudita, de los Emiratos Árabes... No reconocen las fronteras nacionales que les ha puesto el imperialismo a la salida de la segunda guerra mundial cuando dibujó los países del Magreb y Medio Oriente.
Para las masas árabes y musulmanas existe una sola nación, la nación árabe. Por eso cada uno vio la revolución de sus hermanos de clase de Túnez, de Libia, de Siria, de Palestina, como su propia revolución, es decir, como la revolución de la nación árabe, como la lucha por el pan y la libertad de los pueblos de Medio Oriente en momentos en que el imperialismo estaba en una profunda crisis, un crac que lo carcomía.
La revolución siria fue mancillada y ensuciada por toda la izquierda reformista, cuando tenía todo para vencer. A seis años de esta la revolución, tenemos que sacar lecciones de cómo actuó el imperialismo y las fuerzas contrarrevolucionarias para derrotarla. Porque mañana, en cualquier país del mundo donde la clase obrera salga a luchar por el pan y las burguesías de los países se encuentren acorraladas por la movilización de las masas y decidan defender sus intereses, tratarán a las masas igual o peor que Al Assad a su propio pueblo.
Lo que hay en Siria, Túnez y Egipto hoy, con una brutal contrarrevolución, son patrones defendiendo sus negocios y asesinando a las masas que se han levantado. La izquierda reformista, al impedir que los trabajadores del mundo identifiquen a la clase obrera y las masas sirias como tal, la clase obrera siria quedó aislada en su revolución.
¿Cómo puede ser que esta revolución haya durado seis años? ¿Cómo se puede aguantar seis años de tanta masacre, indefinición de la lucha de clases, diez o doce millones de refugiados?
Tenemos que decir que las revoluciones que comenzaron por el pan y la libertad en todo el Magreb y Medio Oriente, tuvieron un gran aliado, que fue la clase obrera norteamericana.
En el año 2008 estalló un crac imperialista enorme, en donde quedó al descubierto que los banqueros imperialistas tenían falsificadas todas las cuentas de sus bancos. Estaban montados en una montaña de valores falsificados en sus balances. Quedó a la luz de las masas del mundo, que el 1% de la población se apropia del 50% de las riquezas. El petróleo es una de ellas, con las superganancias obtenidas a partir del barril a un precio de 140 dólares.
Las masas norteamericanas, en el medio de la crisis y el crac, atacada por su propio imperialismo, no quisieron ir a pelear más a Irak y obligaron al imperialismo a retirarse de allí. Ahí empezó la revolución siria.
Es decir que la revolución empezó a gestarse ya desde el año 2008. Llevamos no solo 6, sino algunos años más de revolución siria. Porque es una revolución de todo el Magreb y Medio Oriente, que tuvo un punto de partida en 2008 en las calles de EEUU, cuando los trabajadores norteamericanos se sublevaron y no aceptaron más ir a morir a Irak y que su imperialismo mate a los pueblos de Medio Oriente.
EEUU tuvo que retirarse de Irak, después de haberlo invadido con el ejército más poderoso. Allí se habían despertado las masas sunnitas que se sublevaban en el norte, en el sur de, las masas chiitas de Basora echaban al imperialismo inglés. Fue un verdadero levantamiento revolucionario y antiimperialista de una nación ocupada por el imperialismo norteamericano, que tuvo su base de operaciones en la clase obrera norteamericana.
Por eso la bravura de las masas de Medio Oriente, porque vieron que el imperialismo yanqui huía de la región. El pueblo norteamericano comenzaba a pelear. Al iniciarse la revolución en Egipto, en Wisconsin levantaban la consigna de “luchar como en Egipto”. La revolución tunecina y la cadena de revolución que abrió, impactó a toda la clase obrera europea, de Estados Unidos y mundial.
Fue en ese entonces que vino la izquierda reformista a hablar de la famosas “primaveras árabes”. Les dijeron a las masas que caían las dictaduras y que la lucha era por democracia, que había que conquistar elecciones y asambleas constituyentes. Que esa era la salida.
Toda la izquierda mundial sostuvo esto. Cuando caía Mubarak en Egipto fueron todos a sacarse fotos a la Plaza Tahrir de El Cairo. Cuando habían centenares de miles de obreros en las calles fueron todos a decirles que con democracia se resolvía el problema.
Esta fue una enorme y tenaz trampa que impuso el imperialismo. El imperialismo yanqui ya no podía intervenir directamente, pero sí pudo utilizar a sus agentes y a la izquierda reformista mundial para engañar a las masas. Y les hicieron creer que con democracia se conseguía el pan.
Hubo elecciones y hasta una asamblea constituyente en Egipto. Los generales posaban de democráticos y no atacaron a las masas que por millones ganaron las calles. En Túnez lo mismo. Le hicieron creer a las masas que se abría un largo período de democracia en Medio Oriente. Eso contuvo el proceso revolucionario de las masas.
Pero resultó ser que esa “democracia”, es decir, que esas elecciones de Egipto, la asamblea constituyente de Túnez, la que prometían en Libia, no fueron más que un rodeo para que llegue el fascismo. Los gobiernos y estados de la burguesía en la región habían quedado demolidos ante la enorme insurrección de masas. Con el imperialismo norteamericano sin capacidad de intervención, la trampa de la “democracia” como engaño de que con ella se conquistaría el pan, trajo como consecuencia los sables de los generales y la noche negra de todo el proceso revolucionario que vivimos hoy.
Ayer liberaron al asesino Mubarak en Egipto, el que fuera vicepresidente cuando se firmó en el año ‘78 el pacto de Camp David de reconocimiento del estado sionista fascista de Israel en nombre de la nación árabe, y que tan bien lo sostuvo durante 30 años como presidente egipcio. Ese asesino de los trabajadores y los pueblos de Medio Oriente acaba de ser liberado, mientras que en el mismo país hay 40 mil trabajadores que van camino al patíbulo y la horca por haberse sublevado contra la dictadura de Al Sisi.
La contrarrevolución no es solamente en Siria. Las cárceles y la represión son a todos los pueblos de Medio Oriente, incluso a las masas palestinas martirizadas por el estado de Israel. Es la respuesta que les dio el imperialismo a este proceso revolucionario.
La izquierda reformista le hizo creer a los trabajadores que no podían tomar el poder, que el petróleo tenía que seguir en manos de las potencias imperialistas y que había que conformarse con la “democracia”, mientras el imperialismo se llevaba los dólares. Cuando los trabajadores no lo aceptaron, vino el genocidio.
Pasaron 6 años ya, y si la revolución siria no pudo ser derrotada ni el imperialismo pudo estabilizar la situación a su favor es porque no pudo intervenir directamente y lo tuvo que hacer a través de sus agentes. Usó a todos. En primer lugar, usó al asesino Putin.
Putin intervino allí con saña, odio, implacablemente. En primer lugar, lo hizo porque es gendarme de todos los pueblos musulmanes, que no son solamente las repúblicas del Magreb y Medio Oriente, sino todas las repúblicas euroasiáticas del sur de Rusia. Putin es un sicario a cuenta del imperialismo para mantener en orden a las masas musulmanas en Eurasia.
Pero sobre todo, Putin intervino con tanta saña porque tiene ganas de matar. Esa burguesía rusa se está vengando de los obreros que los expropiaron y que hicieron la heroica revolución de Octubre y demostraron que la clase obrera podía tomar el poder y construir con la revolución socialista, la más grande de sus conquistas en la historia.
La lacra stalinista, esa burocracia que devino en burguesía luego, heredó la sed de venganza de la vieja burguesía rusa. Eso es lo que concentra hoy como gendarme este canalla y sicario de Putin, que fue el que lo salvó a Al Assad, que junto a sus socios de Irán y Hezbollah fueron la guardia pretoriana de Bashar para que no cayera.
Sobraban condiciones para triunfar en Siria. Se peleaba cerca de la Casa de Gobierno en Damasco. En Libia se había tirado y ajusticiado a Qadafy. Allí, el estado estaba destruido, pero la clase obrera no se tomó el poder.
La izquierda mundial quiere hacerle creer a los trabajadores del mundo que por haber hecho tantas revoluciones, por haberse movilizado tanto, por haberse atrevido a defenderse cuando los ejércitos iban a masacrar, pasó todo lo que pasó. Quiere hacernos creer que a la clase obrera le fue mal porque luchó mucho, porque intentó hacer revoluciones.
Los revolucionarios, a seis años de las oleadas del Magreb y Medio Oriente, del heroico combate de las masas, decimos que es al revés. No pudimos desarrollar todo el combate que teníamos que dar; las direcciones reformistas nos ataron las manos y no nos dejaron pelear; separaron a la clase obrera del Magreb y Medio Oriente de las masas palestinas que enfrentaban al sionismo; separaron a los obreros de Irak que echaban al imperialismo y la OTAN de Irak y de Afganistán de los obreros de Europa y EEUU; cuando los trabajadores españoles decían que ellos ponían los muertos en la guerra de Irak y los patrones y la monarquía española se quedaban con los negocios, de la clase obrera norteamericana que se sublevaba y decía “no queremos ir a pelear más en la guerra”. Lo que hicieron fue cerrarle el camino a la oleada de la clase obrera europea y de la clase obrera del Magreb y Medio Oriente para unir su lucha contra el mismo enemigo en una sola revolución.
Separaron y desgarraron nuestra lucha, nuestra revolución. París no fue Bagdad como gritaba la juventud de las cites francesas. Washington no pudo ser Benghazi. Atenas no fue El Cairo, en momentos en que se unía el imperialismo europeo y la clase obrera entraba en maniobras de huelga general. Cuarenta y dos huelgas generales hubieron en Grecia.
Separaron los combates de la clase obrera mundial. Abortaron el camino a la lucha y a las huelgas generales en Europa e hicieron ver a los obreros de Medio Oriente como pueblos “atrasados y nómades”. Eso le permitió al imperialismo concentrar todas sus fuerzas en Siria y masacrar y dar un escarmiento.
En aquellos años, el Foro Social Mundial, con el apoyo de toda la izquierda, le hizo un gran favor a Al Assad y a todas las fuerzas del imperialismo. Fidel Castro, Chávez, la Cristina Kirchner, toda la burguesía latinoamericana que pintaban como antiimperialista y revolucionaria, fueron a apoyar a Al Assad, le dieron un barniz antiimperialista al más grande lacayo del imperialismo.
El Foro Social Mundial se reunió en 2013 y 2015 y dijo “el enemigo es el ISIS”, que no era más que una fracción de la burguesía sunnita mandada por los yanquis para estrangular la revolución porque ellos no lo podían hacer directamente. Calumniaron a la resistencia diciéndole que eran terroristas y del ISIS y permitieron que queden aislados y Al Assad los masacre.
Los que ayer prometían que la salida era la democracia (cuando luego vino el fascismo), luego crearon “el enemigo perfecto” para justificar el fortalecimiento de los gobiernos imperialistas para lograr base social y cubrir a los más grandes genocidas del planeta.
El 24 de marzo en Buenos Aires hubo una gran movilización en el aniversario del golpe de estado genocida del ’76. Nosotros sabemos lo que es el genocidio. Quienes lo vivimos también. Son regímenes de terror de los capitalistas.
El genocidio en Argentina, como en Siria hoy, fue un brutal ataque de terror contrarrevolucionario contra lo mejor de la clase obrera y la juventud, para aplastar una revolución que en Argentina había comenzado en el Cordobazo en el ‘69. Eso fue Videla, apoyado por la UCR y el PJ, los partidos de la “democracia” que ayer marcharon por las calles de Buenos Aires. Videla era el Comandante en Jefe para masacrar a los obreros de las Coordinadoras fabriles del Gran Buenos Aires, para no dejar piedra sobre piedra de clasismo que hizo el heroico Codrobazo en Argentina, para atacar hasta al último joven rebelde del país. Eso fue Pinochet en Chile, que dio el golpe de estado en Chile para aplastar la revolución de los Cordones Industriales.
La burguesía imperialista y la izquierda reformista mundial le quiere vender a las masas del mundo que en Siria y todo Medio Oriente hay dictadores que atacan a “islamistas atrasados” y a “terroristas”. Han desarrollado una brutal islamofobia, que es la excusa hoy del imperialismo para sostener a gobiernos fascistas y contrarrevolucionarios que masacran a las masas, y con la cual sostienen la brutal explotación de la clase obrera europea, puesto que una gran parte de la misma son obreros inmigrantes de los pueblos de Medio Oriente.
La dictadura de Videla, el partido peronista y la UCR afirmaban que estaban atacando al “terrorismo” y a la “guerrilla” en Argentina y sólo atacaba a lo mejor de la clase obrera y la juventud. En Siria están atacando a lo mejor de la clase obrera de Medio Oriente y la juventud para escarmentar a la clase obrera mundial, como lo hicieron con los genocidios de Pinochet y de Videla en América Latina.
Y cuando eso pasa, la izquierda mundial, encabezada por el stalinismo y el Foro Social Mundial, apoya al Pinochet y al Videla de todo el Magreb y Medio Oriente como lo es Al Assad. Y esa es la tragedia que sufre el movimiento obrero.
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Esta "nueva izquierda" con viejas recetas dice que ya no está más planteada la lucha por el socialismo, y que hay que "ampliar la democracia para conquistar el pan". Y ahí está la "democracia" que pregonaban en Magreb y Medio Oriente, lleno de dictadura, presos y masacres. Ahí están también las feroces dictaduras de Putin en Rusia y del partido de los mandarines chinos contrarrevolucionarios aplastando a sus clases obreras, dándole cátedra de "democracia" a estos sinvergüenzas que viven de los puestos parlamentarios y junto a las burocracias obreras en los sindicatos.
Ellos no son fuertes por su capacidad o inteligencia Ellos se apoyan en los estados burgueses que los sostienen y en enormes derrotas del movimiento socialista internacional, como fue la entrega de la URSS, de China, de la burocracia stalinista que devenida en nueva burguesía entregó los Estado Obreros.
Fidel Castro le hizo un gran favor a Obama y al imperialismo diciéndoles que “el socialismo no iba más ni en Cuba”, le entregó Cuba al imperialismo, plantó la bandera norteamericana en Cuba y apoyó a Al Assad. Si el socialismo no va más ni en Cuba ¿por qué va a andar en Libia o en Siria? ¿Por qué hay que expropiar a las petroleras? ¿Por qué hay que hacer la revolución? ¿Por qué hay que poner en pie Consejos obreros y un gobierno de los obreros autoorganizados? El “socialismo no va más ni en Cuba” dijo Fidel Castro y salió toda la izquierda mundial a plantear que Siria se trataba de una guerra fratricida, que allí los explotados se pelean entre ellos y que son todos “bárbaros”.
No es verdad lo que dice Altamira del PO, que “en Siria estaba comenzando la Tercera Guerra Mundial”, o sea que junto con los rebeldes estaba Estados Unidos. Para Altamira, “Estados Unidos está haciendo una guerra contra Al Assad y contra Rusia”. Rara guerra en donde EEUU le entrega todo el espacio aéreo a sus dos supuestos rivales... EEUU tiene la aviación más grande del mundo, está muy avanzado en relación a Rusia. Tiene el arsenal nuclear más grande del planeta, escudos atómicos. ¿Por qué va a entregar el espacio aéreo de Siria a Rusia?
¿Cómo puede haber una guerra entre Estados Unidos y Rusia, si Estados Unidos no le dio ningún arma a la resistencia? En todo caso se las dio Turquía, pero no a los rebeldes, sino a los generales del ESL, para que controlen, saquen a las masas del campo de batalla y las llevasen muy lejos de Aleppo, para ser Turquía y el ESL con sus generales burgueses los que entregaran la revolución desde adentro. Precisamente la dirección del ESL ligada a Turquía y Qatar, socio de Estados Unidos, son los que entregaron Aleppo.
El PTS de Argentina llegó a decir que los helicópteros rusos no bombardeaban sino que llevaban ayuda humanitaria. Mientras, sus amigos del MAS afirmaron que lo único sano que había en Siria era el movimiento kurdo de Rojava, oprimido por Al Assad durante años y por Turquía. Lo del MAS es una excusa para ponerse a los pies del Partido Comunista Kurdo que sometió a las masas kurdas a un pacto con Al Assad. Ahí están las masas kurdas, encerradas en ciudades controladas por las rutas aéreas y los cuarteles de Al Assad y de Putin.
En Siria hay una revolución de obreros y campesinos. Es hermana de toda la lucha de la clase obrera del mundo y está cercada.
A seis años de la revolución siria y del gran escarmiento que están sufriendo las masas, aparece un vampiro desde las entrañas de Wall Street. No es muy distinto a Obama, solo que a éste se le ven los dientes. Obama mataba de atrás, usaba sicarios… era un cínico. Tenía la cara de bueno y por atrás comandaba todo el teatro de operaciones de la contrarrevolución siria.
Trump, el vampiro con dientes filosos, lo que está buscando es ganar base social de masas de nuevo en EEUU para recuperar poder de fuego y poder ir a acciones superiores militares en el mundo.
Aquel que crea que Siria es una excepción se va a equivocar y va a ser tarde. Porque Siria es lo que viene. El imperialismo está en una enorme crisis. Nuevamente los balances de sus bancos están falsificados. Una pandilla de parásitos de la economía mundial, sin control de Wall Street, tienen falsificados los bancos con valores que no existen, con bonos a futuro de hipotecas, con bonos de seguros, con bonos de compra de soja y de petróleo a diez o veinte años… son bienes que no existen. Los balances están falsificados y todos estos parásitos del mundo se la pasan gastándose la riqueza que aún no se ha ni producido.
Ahora tienen que hacer valer esos papeles sin valor que tienen en sus bancos, pero la realidad es que están todos quebrados.
Trump llega a la Casa Blanca para poner orden; a hablar el lenguaje de la guerra que hablan los capitalistas en este sistema podrido. Ya anunció: “vamos a duplicar la Fuerza Aérea norteamericana, vamos a construir cincuenta portaviones y barcos más, vamos a darle 241 mil millones de dólares a las empresas de guerra en EEUU para que haya investigación de alta tecnología, vamos a armar un sistema misilístico de todos los satélites que hay en la estratósfera donde no se respira nada para que estén en condiciones de matar en cualquier momento, vamos a remodelar todo el parque atómico de EEUU, vamos a duplicar las bases militares en todo el mundo, vamos a duplicar el ejército norteamericano”. ¡Ese es el mercado interno que viene a desarrollar Trump para arrodillar al mundo, inclusive a las potencias imperialistas que le compiten!
Es que el factor económico más importante de este sistema capitalista imperialista putrefacto es la guerra, la fabricación de armas. Porque producir armas, balas y toda la industria de guerra es un negocio inagotable. Es que en la guerra, las balas se disparan, los aviones se destruyen, es decir, el capitalismo vuelve a producir más balas, más aviones. El capitalismo no produce más pan, no produce más riquezas para los explotados, sino que produce ganancias para los capitalistas sobre la base del desarrollo de las fuerzas destructivas. Por eso se mantiene también la guerra de Siria, porque es el gran negocio de las empresas imperialistas del mundo. Esto es lo que necesitan desarrollar en todo el planeta. Van a crear y recrear centenares de guerras.
El imperialismo norteamericano creía que dominaba el mundo solo. El problema es que el crac de la economía achicó el mercado mundial. La Europa imperialista le disputa los mercados al imperialismo yanqui, quiere quedarse con el botín de Rusia y China. La guerra no es entre EEUU y Rusia. Estados Unidos, el eje Franco-Aleman e Inglaterra yendo sola al mundo están peleándose a ver quién se queda con el negocio de las Fuerzas Armadas y militar rusa y quién se queda con ese enorme mercado chino. Se están disputando a dentelladas el mercado mundial.
Si la revolución no viene a tiempo, si las masas de los países imperialistas no se sublevan, si hay muchas derrotas como en Siria y la clase obrera mundial queda fuera de escena, comenzarán las disputas abiertas de las pandillas imperialistas, como ya fueron la Primera y la Segunda Guerra Mundial, para ver quién se queda con el botín que se ha achicado ante la crisis mundial que existe.
La cuestión siria, no es “Siria”, es la cuestión de la clase obrera de todo el planeta. Por eso, por la clase obrera mundial, por la clase obrera siria, vanguardia de la clase obrera mundial, hoy masacrada como ayer bajo las garras de Pinochet o como el fascismo en Alemania o de Franco en España, por el sistema capitalista putrefacto que se sobrevive matando a la única clase productora, que produce la riqueza de la civilización… En el sexto aniversario, más que nunca gritamos:
¡Viva la clase obrera Siria! ¡Unifiquemos los combates y a los obreros del mundo para romper el cerco que tienen sobre Siria!
Nosotros compañeros, lo único que hicimos fue cumplir con nuestras obligaciones: luchar y morir por la clase obrera Siria y por la clase obrera mundial.
Socialismo o guerra, esa es la alternativa que tiene por delante la civilización humana.
En este sexto aniversario de la revolución siria, hay que decir con claridad que si las revoluciones del Magreb y Medio Oriente han retrocedido no fue por falta de valentía y de combate de las masas, sino por traición de sus direcciones. Éstas son las que han salvado y siguen salvando al sistema capitalista mundial.
El Foro Social Mundial se despide de la historia entregando la revolución latinoamericana y Cuba a los yanquis, luego de sostener a Obama, que le arrancó las más grandes conquistas a la clase obrera norteamericana, como su vivienda, sus convenios colectivos de trabajo, su seguro médico y su jubilación.
El stalinismo de hoy, reciclado como burocracias sindicales, mantiene todo su viejo rol, especialmente el de tirarle tiros por la espalda a las masas. Porque bajo su control, los sindicatos europeos se pusieron a los pies de Al Assad, mientras sostenían al más grande enemigo de la revolución socialista en Europa Oriental, el carnicero Putin, representante de la oligarquía rusa y heredero de los stalinistas del Kremlin.
Las condiciones de la época de crisis, guerras y revoluciones se agudizan. El reformismo entra en una época "sin reformas", es decir, donde ya no hay ni siquiera limosnas que pueda mostrar como conquistas.
La historia necesita del trotskismo. El programa y la teoría de la IV Internacional han pasando nuevamente la prueba de las revoluciones del Magreb y Medio Oriente. Con las lecciones de la revolución siria y sobre las traiciones de las direcciones del proletariado mundial se formará una nueva generación de revolucionarios. En sus manos estará llevar a la victoria las revoluciones que hoy no pueden vencer, mil veces traicionadas.
¡Paso a la IV Internacional de 1938 refundada!
Carlos Munzer
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