Siria - 29 de junio de 2018
Las consecuencias de los bombardeos de Al Assad, Putin y Trump
15 millones de refugiados sirios se hacinan en carpas
en las fronteras
como parias en su propia tierra
La diáspora siria en campos de concentración en Medio Oriente y en Europa
Ya son más de 15 millones los refugiados sirios, cuyas casas fueron destruidas por la aviación de Al Assad y Putin, que se escapan de esa brutal masacre. Diez millones de ellos están en carpas en medio del desierto de Siria, como parias en su propia tierra. Son carpas a la intemperie en zonas desérticas, algunas en las provincias de Idlib o Daraa, otras en las fronteras con Turquía o con Jordania. Por ello, sufren de las altas y agobiantes temperaturas del verano, y también del frío intenso del invierno, inclusive llegando a haber muertos por hipotermia cuando hay nevadas. En estos campos, no hay agua potable. Las instalaciones de agua que tienen algunos de dichos campos (ya que la mayoría no tienen nada) solo da agua contaminada. Esto hace que los baños e instalaciones higiénicas sean muy precarias y en algunos casos hasta inexistentes. Por ello son comunes los casos de enfermedades como hepatitis y cólera… y hasta hay brotes de otras enfermedades como meningitis. El agua potable se tiene que comprar, y para ello entre varias familias hacen una colecta con el poco dinero que tienen y así pueden llenar un tanque de 70 litros. El dinero es algo que también escasea. Es que, aun consiguiendo un trabajo en alguna ciudad cercana en Siria, los salarios son bajísimos y se trabaja en extenuantes jornadas de 12 horas diarias. En esta situación desesperante, los oficiales de la ONU y coordinadores de ONG se aprovechan y violan a las mujeres sirias, a las que solo le dan “ayuda humanitaria” (algo de comida, jabón y otros bienes básicos) a cambio de “favores sexuales”. Las condiciones son tan terribles que muchos sirios buscan irse a otros países. En Turquía ya hay cerca de tres millones de refugiados, que trabajan en las peores condiciones, son superexplotados en jornadas de 10 a 12 horas diarias por un salario muy por debajo del promedio que cobra un trabajador turco, sin obra social, sin jubilaciones, sin ningún derecho. También hay cerca de dos millones de refugiados sirios entre Líbano y Jordania. Allí están en verdaderos campos de concentración, tras alambres de púa, bajo custodia de los ejércitos de los respectivos países, que fijan los horarios de entrada y salida de los mismos (si es que la permite) y todas las pautas bajo las cuales los refugiados sirios deben vivir. No tienen ningún derecho, salvo el de permanecer en esos campos-cárceles, bajo la bota militar. Es que los refugiados sirios no tienen permiso para trabajar ni para vivir fuera de estos campos, salvo que los gobiernos los otorguen. Así son usados como un reservorio de mano de obra esclava. Cuando la patronal en alguno de los países los necesita, los toma, en condiciones de explotación aún peores que en las de Turquía. Es una enorme diáspora de las masas sirias, que no solo fueron como refugiados en todo Medio Oriente sino también en Europa. Son parte de la enorme oleada de refugiados e inmigrantes que, dejando su sangre en el Mediterráneo, desde Medio Oriente y el África subsahariana, intentan llegar a suelo europeo, escapando de las guerras, masacres, miseria y barbarie que el imperialismo ha impuesto sobre sus países natales. Son parte de los obreros negros que llegan a Libia intentando subirse a un barco para llegar a Europa, pero son víctimas de la burguesía qadafista libia que los vende tal cual esclavos a la patronal local o a la Europa de Maastricht. Pero los refugiados sirios, que desde Turquía llegaban a Grecia, también fueron encerrados por el gobierno de la “Nueva Izquierda” de Syriza en campos de concentración como los de Jordania o Líbano (ver “Los refugiados sirios en Grecia” pág.17). Incluso la UE declaró sus intenciones de no dejar entrar más refugiados y para ello alistan a sus ejércitos para patrullar las fronteras e impedir su ingreso, inclusive reforzando el Frontex (la guardia fronteriza de Maastricht) con 10.000 nuevos efectivos. Así están hoy las masas sirias ante el avance de la contrarrevolución, con masacre y genocidio. En 2011, los trabajadores y explotados se habían levantado en una enorme revolución por el pan y la libertad. En una cadena de insurrecciones locales habían derrotado y partido al ejército de Al Assad, que había perdido control del 70% del territorio sirio. El perro Bashar no podía avanzar por tierra para retomar esas ciudades. Solo a partir de bombardearlas a mansalva con todo tipo de bombas (convencionales, de barriles, de racimo, de fósforo blanco, químicas, etc.), reduciéndolas a cenizas, y sobre la base de la entrega que hicieron los generales del ESL, las fuerzas del perro Bashar y Putin retomaron control. Tuvieron que destruir las ciudades para tomarlas y lo hicieron cuando el ESL, tal cual Caballo de Troya, las entregó de adentro. Cuando las fuerzas assadistas retomaban las ciudades, evacuaban de allí a los explotados. Es que no pueden dejar ni que vivan allí ni permitir que vuelvan, porque saben que donde millones vuelven a las ciudades, vuelven a insurreccionarse y a pelear contra el perro Bashar que asesinó a su familia y les destruyó sus hogares. Por eso las fuerzas de Al Assad encarcelan y asesinan a todo aquel que haya sido parte de la revolución y quiera volver a recuperar su hogar. Así también decretó una “ley de expropiación” por el cual el régimen les robará sus casas al establecer que se quedará con toda casa que no sea reclamada en un plazo de 30 días con un título de propiedad válido. Bashar aprendió muy bien de lo que hizo el sionismo con el pueblo palestino, masacrándolo, despojándolo de sus tierras, encerrándolos en bantustanes en Palestina y forzando una diáspora de millones y millones de refugiados en varios países de Medio Oriente y el mundo. Hoy este genocidio contrarrevolucionario contra el pueblo sirio continúa. La provincia de Idlib está siendo cercada y masacrada, bombardeada por los aviones rusos y rodeada por puestos de control de Turquía. Las ciudades rebeldes de Daraa, en el sur de Siria, son atacadas día y noche por los aviones y fuego de artillería de Rusia, Irán y Al Assad, lo que ha causado decenas y hasta centenares de miles de nuevos refugiados que van a los campos de refugiados en la frontera con Jordania. Esta es la contrarrevolución, que hoy viene a tomar esas últimas trincheras de la revolución. Pero la izquierda reformista mundial, a esto lo ha llamado una “guerra entre dos bandos reaccionarios”: Al Assad y Putin contra EEUU, Turquía y el ESL. Un enorme engaño para encubrir este accionar contrarrevolucionario. EEUU y Turquía dejaron que los aviones rusos y del perro Bashar bombardeen indiscriminadamente, sin enfrentarse con ellos militarmente. Le liberaron los cielos. Entre ellos se pasaban las coordenadas de dónde atacarían sus aviones, coordinando los bombardeos. Casi todos los bombardeos que hizo EEUU en Siria no fueron contra las tropas de Bashar, fueron en las ciudades donde estaba el ISIS, al cual no le tocaron ni un pelo, sino que eran ataques dirigidos a las masas que ni el mismo ISIS podía controlar. Así destruyeron las ciudades rebeldes, los barrios obreros y las viviendas, hospitales y escuelas de las masas sirias, pero dejaron intactos sus pozos de petróleo, oleoductos y refinerías. Es decir, lo que hubo fue una masacre coordinada entre estos “dos bandos” de los que hablaba la izquierda reformista, mientras las masas resistieron solo con armamento ligero que lograron arrancar a Al Assad con sus combates e insurrecciones, porque los generales del ESL acapararon todo el armamento pesado para luego entregárselo a Al Assad. Los “dos bandos reaccionarios” de los que hablaba la izquierda estaban todos juntos en un mismo bando en la conferencia de Ginebra, bajo el mando de EEUU. Allí fue donde se conspiró y organizó la contrarrevolución en Siria, con Al Assad y Putin masacrando y el ESL, bajo el mando turco, entregando a las masas. Los únicos “dos bandos” que se enfrentaron fueron por un lado los trabajadores y explotados y su revolución, y por otro lado todas las fuerzas en Ginebra para aplastarlos. Si las masas hubieran quedado en el medio de los “dos bandos” que decía la izquierda, entonces ellas tendrían que volver a sus hogares ni bien Al Assad recupera control de ellas, algo que como dijimos más arriba no sucede. Es la misma izquierda que calumnió a las masas sirias llamándolas “jihadistas”, “fanáticos religiosos”, para hacerle creer a los obreros del mundo que allí no estaban ni están masacrando a sus hermanos de clase, sino a “terroristas”. Así le dejaron las manos libres a Al Assad y Putin para que lleven a cabo su genocidio contrarrevolucionario impunemente. Esta izquierda, junto a las burocracias sindicales, le dieron la espalda a los refugiados, no sólo calumniándolos sino también negándose a afiliarlos en los sindicatos y luchar por sus demandas en toda Europa. Lo mismo sucede en Turquía y en todos los países donde están los refugiados sirios, cuando ellos son parte de la clase obrera. Así, dividieron las filas de los trabajadores, y sobre esa base la UE pasó a la ofensiva sobre los refugiados e inclusive profundizó el ataque para arrebatarle todas las conquistas al proletariado de los países centrales de Maastricht e imponerle la flexibilización laboral. Las demandas de los refugiados e inmigrantes deben ser tomadas por todos los sindicatos y organizaciones obreras de Europa, Turquía, Jordania, Líbano… ¡Abajo la burocracia sindical! ¡Libertad a los refugiados sirios encerrados en campos de concentración! ¡Vivienda y trabajo dignos para todos ya! ¡Papeles y plenos derechos para todos los refugiados e inmigrantes! ¡Ellos son el corazón de la clase obrera europea y deben ser afiliados a los sindicatos! En Siria, ellos también deben poder poner en pie sus sindicatos contra la brutal superexplotación que sufren a manos de la patronal sunnita. Los aliados de los refugiados en Magreb y Medio Oriente se ponen de pie en Jordania, con la clase obrera y los explotados irrumpiendo con una huelga general con combate en las calles, en Gaza con el pueblo palestino que lucha contra el ocupante sionista, en Irán ganando las calles contra la teocracia al grito de “los Ayatollahs viven como reyes y el pueblo como mendigo”, en Siria con la revolución resistiendo desde sus últimas trincheras. En toda la región, ¡una misma intifada! Para que su lucha triunfe, su combate debe estar hermanado a la clase obrera y la juventud rebelde francesa que enfrenta la flexibilización laboral, a la clase obrera y la juventud griega que viene de una huelga general contra el gobierno de Syriza, a la clase obrera rusa que empieza a levantarse contra el genocida Putin, y junto a toda la clase obrera de Europa, desde Portugal a las estepas rusas. ¡Una sola clase obrera mundial, una misma lucha internacional!
Abu Muad