Siria - 29 de junio de 2018
Los refugiados sirios en Grecia
Hoy hay 62.000 refugiados sirios en Grecia en “centros de refugiados” que no son más que otro nombre para campos de concentración, en donde se hacinan junto a los iraníes, iraquíes, afganos, paquistaníes y de otros países, que se escapan ya sea de la guerra o de la barbarie en la que el imperialismo los ha sumido. Cada día, según Syriza, llegan 75 nuevos refugiados a las costas griegas. Ante esta situación, Syriza ya anunció que va a abrir 5 más de estos campos, en los cuales se viven en condiciones infrahumanas. Muchos de estos campos están en edificios abandonados de bases militares o fábricas ya cerradas desde hace años, o bien a la intemperie, en carpas que solo proporcionan un techo mientras los refugiados duermen con sus bolsas de dormir en el piso, hacinados en la misma. La comida que hay dentro de los campos a menudo está podrida, por lo que ese día muchas familias se quedan sin comer. Los baños son muy pocos para la cantidad de gente que el gobierno de Syriza hacina ahí dentro. Son verdaderos campos de concentración, rodeados por alambres de púa, con sus puertas cerradas y los refugiados no tienen permiso de salida; y hasta en varios casos los han marcado grabándoles su número de identificación en sus muñecas. Como si esto fuera poco, los refugiados sufren a menudo ataques por las bandas fascistas de Amanecer Dorado, que han realizado ataques con artefactos incendiarios a los lugares donde están los refugiados. No siempre fue esta la situación. A mediados de 2015 los refugiados sirios llegaron a Europa y despertaron una enorme solidaridad de millones de trabajadores y jóvenes de ese continente. La juventud rebelde griega y de muchos otros países europeos, marcharon a las fronteras para recibirlos y abrirles paso. Inclusive jóvenes anarquistas griegos, que hoy están en las cárceles de Syriza y la Troika, salieron en solidaridad. En aquellos momentos, habían logrado abrir las fronteras de la UE para poder llegar a Alemania y buscar allí un trabajo para reconstruir sus vidas y las de sus familias. Pero luego las potencias imperialistas de Maastricht realizaron una serie de autoatentados que se los atribuyeron al ISIS, y los partidos socialimperialistas salieron a condenar al ISIS y le dijeron a los trabajadores que ese era el enemigo principal y no el imperialismo ni sus agentes que masacran a las masas. Ni siquiera denunciaron el rol contrarrevolucionario del ISIS en Raqa y Deir ez Zor o en Irak, como guardianes islámicos de los pozos de petróleo para las transnacionales imperialistas. Escondieron el genocidio sirio. Ellos infundieron islamofobia dentro del viejo continente azuzando el fantasma del terrorismo, lo que separó a los trabajadores en Europa de sus hermanos de clase del Magreb y Medio Oriente. Los refugiados fueron dejados a su suerte por la burocracia de los sindicatos y los partidos socialimperialistas, a medida que fue profundizándose esta campaña de islamofobia. Dividieron a los refugiados del conjunto de los trabajadores europeos, y sobre esa base, la UE volvió a cerrar las fronteras, fue desalojando a los refugiados sirios que estaban en Grecia en las calles, en el puerto, acampando en la frontera para poder pasar, y los fue encerrando en esos nefastos campos de concentración. Los refugiados sirios dieron una enorme batalla en suelo griego. Marcharon a las fronteras, cortaron las vías del tren, cortaron las rutas comerciales, marcharon al centro de Atenas. Estuvieron meses chocando contra la policía en Idomeni (paso fronterizo de Grecia con Macedonia) intentando cruzar la frontera. Hicieron un mitin frente al parlamento griego en la Plaza Syntagma y denunciaron a la UE y al gobierno de la Nueva Izquierda de Syriza. Inclusive se rebelaron dentro de los campos de concentración cuando fueron encerrados. En la isla de Chios lograron romper el alambrado y llegar al centro de la ciudad, donde sufrieron la agresión primero de las bandas fascistas y luego de la policía, que los volvió a encerrar. En la isla de Lesvos hicieron motines dentro de Moria, un campo de refugiados devenido en cárcel y campo de concentración. Los refugiados lucharon contra el cierre de fronteras de la UE y por sus derechos y los de todos los trabajadores de muchas formas. Hubieron quienes dentro de los campos de refugiados cárceles hicieron huelgas de hambre. Cuando en el cruce de fronteras fue cerrado, a muchos refugiados les dio tanta desesperación que hubo quienes llegaron inclusive a inmolarse. Pero aún así ni la burocracia de los sindicatos ni los partidos socialimperialistas tomaron esta lucha. La dejaron aislada. Ellos cercaron tanto a los refugiados como a la revolución siria. Le dieron sustento y le dejaron las manos libres a todas las potencias imperialistas y sus agentes para que avancen en su accionar contrarrevolucionario. Esta traición es la que dejó que en la Europa imperialista vuelvan a haber obreros en campos de concentración como los hubo en Auschwitz.
Abu Muad