2 de noviembre de 2024
Jornada internacional
El Marxismo Revolucionario y la Guerra
Extractos de la intervención de Carlos Munzer,
del Comité Redactor del Organizador Obrero Internacional
Es imposible hablar del genocidio en Palestina hoy sin partir de la cadena de revoluciones del Magreb y Medio Oriente que estalló en 2011 en Túnez y se expandió como un reguero de pólvora en toda la región. Pero esta cadena de revoluciones tuvo un precedente. En 2008 el ejército norteamericano tuvo que iniciar su retirada de Irak. Hubo una enorme guerra de clases, y la hizo la resistencia iraquí en guerra civil y la clase obrera de los países centrales como EEUU, España, Francia, Inglaterra luchando contra la guerra contra su propia burguesía imperialista. Es decir, se sincronizó la guerra civil nacional en Irak con la lucha del proletariado de los países imperialistas.
En ese momento el gobierno de Aznar de España se hizo un autoatentado en la estación de ferrocarril de Atocha, culpando a los "terroristas". Al día siguiente hubo una huelga general... y no contra los “terroristas”, sino contra el gobierno. Ahí fue donde se levantó el grito de “¡ustedes hacen la guerra y nosotros ponemos los muertos!”.
En EEUU se realizaron movilizaciones de masas como la “marcha del millón de obreros”, se cercaba a Wall Street, se paralizaban los puertos de la costa oeste. Por cada soldado yanqui que volvía sin vida a EEUU, miles ganaban las calles para no ir a morir por su burguesía imperialista.
Mientras esto sucedía, en el mismo año 2008 estalló, una brutal crisis económica donde cayeron todas las bolsas y los grandes bancos norteamericanos. Pero no solo esto, sino que los bancos europeos tenían el 70% de sus inversiones puestas en Wall Street y también quedaron golpeados por esta crisis y en seguida vaciaron los tesoros de los estados de Europa para salvar sus pérdidas y lanzaron un brutal ataque a la clase obrera de los países del viejo continente para reponer los déficits. Así vimos en el año 2008 y 2009 una grandiosa oleada de luchas obreras en toda Europa contra el crac imperialista.
Pero la crisis económica no fue solo en Europa y en EEUU, sino que fue una crisis mundial, comparable con la crisis del ‘30, nada más que esta vez golpeó al corazón del imperialismo dominante, este se la arrojó al mundo para hacérsela pagar también al mundo colonial y semicolonial, y este también respondió con enormes levantamientos revolucionarios contra el crac imperialista.
Los levantamientos revolucionarios de Magreb y Medio Oriente de 2011 también fueron parte de esa oleada revolucionaria contra el crac económico. Porque los capitales que en 2008 vieron semejante crisis buscaron donde valorizarse, y lo encontraron en los precios de los alimentos del campo, granos, etc. (llamados commodities). Esto infló los precios de los alimentos, y en países donde se importa trigo (como todos los países árabes) el pan, el alimento básico, aumentó de un 200% a 400% y las masas, habiendo visto a los yanquis en retirada de Irak, dijeron ¡Basta! Comenzó una cadena de revoluciones por el pan que inmediatamente chocó contra feroces regímenes contrarrevolucionarios blindados, y la consigna fue “el pueblo quiere la caída del régimen”.
EEUU comenzaba a perder su control en Medio Oriente
Así es que en 2011, de Túnez a Egipto, Libia, Siria, Yemen, Bahréin, Irak, Marruecos y más tarde Sudán, Líbano, Argelia, etc. las masas derribaron feroces autocracias que durante años habían garantizado el saqueo del petróleo de las Siete Hermanas y sostenido las fronteras mismas del estado sionista, que no podía intervenir a riesgo de sublevar y unificar a todas las masas de la región en su contra. Fue un enorme proceso revolucionario que derribó los dispositivos de disciplinamiento de las masas de Medio Oriente.
El imperialismo norteamericano, entre la crisis económica y las sublevaciones de masas, comenzaba a perder su control en Medio Oriente y por esa vía su hegemonía en el mercado mundial. Las potencias imperialistas europeas se metían para hacer negocios en distintas ramas de producción y zonas de influencia, y se las disputaban a los yanquis. Alemania, como imperialismo, había salido victoriosa de la reunificación del ‘89 sobre bases capitalistas y había logrado articular un mercado europeo desde Portugal a las estepas rusas, donde se garantizaba materia prima barata, mano de obra esclava con las maquilas de los países del Glacis. Es que no puede haber un superimperialismo todopoderoso que domine todo el mundo, hay otras potencias imperialistas, y en el 2011 irrumpieron las masas.
El reformismo quiere que la vieja generación de la clase obrera se olvide y la nueva no sepa qué tan lejos llegamos en las revoluciones de Magreb y Medio Oriente, cómo se derrotaron los dispositivos de dominio del imperialismo, cómo nos traicionaron y qué hacer cuando pasamos por una situación como esta. Quieren que nos olvidemos de que por más ejército superpoderoso se tuvieron que ir de Irak y de Afganistán, y que esto se hizo con una guerra civil nacional sincronizada con la lucha del proletariado de los países centrales.
La guerra civil de clases que ocultan los reformistas
La cadena de levantamientos revolucionarios de 2011 tuvo varios eslabones, como en Túnez con una huelga general y toma de comisarías para liberar a los presos. Otro eslabón fue Egipto donde los obreros industriales pararon, cerraron el Canal de Suez y las masas de El Cairo habían tomado la Plaza Tahrir y habían puesto en pie allí su poder. En Libia, la revolución llegó más lejos, partiendo el ejército, conquistando el armamento, poniendo en pie milicias y llegando a Tripoli y a ajusticiar al dictador Qadafy, y nadie duda que lo que hubo allí fue una guerra civil.
Por guerra civil nos referimos en el sentido de Trotsky: “la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases, cuando ésta, rompiendo los marcos de la legalidad, viene a ubicarse en el plano de un enfrentamiento público y en cierta medida físico, de las fuerzas enfrentadas. Concebida de este modo, la guerra civil abarca las insurrecciones espontáneas, determinadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias, la huelga general revolucionaria, la insurrección para la toma del poder y el período de liquidación de los intentos de levantamientos contrarrevolucionarios.” (León Trotsky, Los problemas de la guerra civil, 1924, negritas nuestras).
Siguiendo esta definición, la revolución siria también fue un proceso de guerra civil. Se desarrolló como una cadena de insurrecciones ciudad por ciudad, se rompió horizontalmente la base del ejército porque las mujeres iban a buscar a los cuarteles a sus hijos, a sus maridos, a sus hermanos que estaban bajo armas, para que se pasen del lado del pueblo, surgieron los Comités de Coordinación de obreros y soldados rasos y pugnaban por llegar a Damasco y destruir el gobierno y el estado de los opresores.
En Yemen, las masas rompieron la división entre “chiitas” y “sunnitas” para conquistar el pan, comprendiendo lo que los obreros comuneros de París decían en 1871: “el que tiene armas, conquista el pan”. También lograron partir al ejército, tomarse la capital, poner en pie sus organismos de autoorganización armados… y ese armamento continúa hasta hoy, por eso han sido los que han dado apoyo efectivo a las masas palestinas interrumpiendo el comercio en el Mar Rojo, frenando el abastecimiento sionista y atacando la ganancia de los imperialistas.
En Palestina, la victoria se conquista con el método de la revolución proletaria
La que estamos viviendo hoy en Palestina es una guerra contra un ocupante invasor para liberar a una nación oprimida. Toda la prensa imperialista se pregunta por qué el sionismo, que es el quinto ejército más poderoso del mundo, después de que ya pasó un año y 1 mes, no puede terminar de tomar la Franja de Gaza, que tenía 2 millones de habitantes hacinados en apenas 360 kilómetros cuadrados.
Es que el sionismo puede bombardear, destruir ciudades enteras, pero si la infantería no ocupa el territorio, no lo ganan. Y la respuesta al porqué es que ya se convirtió en una guerra civil de clases, donde son las masas palestinas de Gaza las que están armadas resistiendo al invasor.
Por supuesto que las masas palestinas tienen sus ejércitos de defensa que se construyeron durante años para resistir a la ocupación, como Hamas, la Jihad Islámica o el Frente Popular para la Liberación de Palestina. Estas organizaciones no reconocen al estado de Israel; a diferencia de la burguesía de la vieja OLP, la Autoridad Palestina de Cisjordania, que sí reconoce al estado sionista y por unas monedas entregó al pueblo palestino. Es que esta OLP se queda con una tajada de los impuestos que cobra el estado de Israel en toda Cisjordania.
Pero que en Gaza ya hay una guerra civil de lo que estamos hablando es de que, para dar un ejemplo gráfico, los sionistas van con sus aviones bombardeando, con sus tanques demoliendo Gaza, pero después ese territorio lo tienen que ocupar y mantener… y a la noche los soldados se ven cara a cara con el obrero palestino al que le mataron al hijo, los padres, la mujer, los hermanos… que son los que los enfrentan con el armamento de masas.
El invasor es fuerte desde lejos con lanzadera de misiles o arriba de un avión, pero cuando tiene que ocupar territorio ahí entra en una guerra civil, que es el pueblo en armas peleando desde abajo de los escombros y que conoce cada rincón de la ciudad que defiende. Esto es lo que le impide tomar territorio al sionismo, sumado al gran aliado que tienen las masas palestinas, que son los millones de trabajadores que se organizan y se movilizan en el mundo para frenar esa mano asesina.
Nosotros estamos en el mismo frente militar con la resistencia palestina, reconocemos su legítimo derecho a la autodefensa como nación ocupada a defenderse del ocupante. Estamos por que Hamas sea declarado ejército beligerante y se le envíen armas. Pero al mismo tiempo, mantenemos nuestra independencia política. En palabras de Trotsky en 1937, cuando un país oprimido como China estaba en una guerra contra la ocupación de un país imperialista como Japón: “todas las organizaciones obreras chinas tienen el deber de participar activamente en primera línea en la guerra contra Japón, sin abandonar por un instante su programa y actividad independientes.” (Sobre la guerra chino-japonesa, León Trotsky).
Esto quiere decir que mientras enfrentamos al sionismo lo hacemos con el programa de la expropiación para poner todos todos los recursos para que el pueblo coma y ganar la guerra. Sabemos que la burguesía, es decir las direcciones de las organizaciones de defensa de las masas palestinas como Hamas o la Jihad Islámica lo que garantizan es que las masas no ataquen la propiedad del imperialismo (sobre todo el yanqui que comanda al sionismo) y los capitalistas, puesto que corre riesgo su propiedad también.
Estamos por la autoorganización de la resistencia y que elijan a sus dirigentes. Estamos por la puesta en pie de comités de abastecimiento para que el pueblo coma.
Mientras Hamas intenta negociar y pone como sus aliados a las burguesías árabes e iraní, nosotros estamos por la sublevación de la clase obrera con sus hermanos de Gaza masacrados, por que se abran los frentes, por la huelga general internacional y atacar la propiedad del imperialismo y la burguesía, en particular de Wall Street que comandan el genocidio.
Para el marxismo la clave es definir qué es la guerra para el proletariado, o sea cómo continúa la lucha de clases en la guerra. Es más, en la guerra la lucha de clases se agudiza a grado extremo. El reformismo, por el contrario habla de la guerra y escriben libros y ríos de tinta, pero esconden justamente la lucha de clases y la posición del proletariado en la misma.
Contra ellos, la IV Internacional discutiendo sobre la guerra en las vísperas de la segunda guerra mundial y en plena guerra civil española, en 1937, en el trabajo “Principios y tácticas en la guerra” que resumió Rudolf Klement, planteó:
“La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. De aquí que el proletariado debe continuar su lucha de clases en tiempos de guerra, entre otras cosas con los nuevos medios que la burguesía pone a su disposición. (…) Reconociendo el carácter progresivo de esta guerra de liberación, éste (el proletariado) debe luchar decisivamente contra el enemigo principal, el imperialismo reaccionario (o bien contra el campo reaccionario, en el caso de una guerra civil), esto es, debe pelear por la victoria de los (política) o socialmente oprimidos, o que están a punto de ser oprimidos: la URSS, los países coloniales y semi-coloniales como Abisinia o China, o la España republicana, etc. Aquí también, no obstante, éste tiene viva conciencia de su oposición irreconciliable de clase hacia su “propia” burguesía -o su oposición política a la burocracia soviética- y no entrega sin resistencia ninguna de sus posiciones independientes. Como en los países imperialistas, éste pugna con todas sus fuerzas por la revolución social y la toma del poder, el establecimiento de su dictadura, sólo la cual, además, hace posible una victoria segura y duradera sobre los imperialistas. Pero en tales casos, éste no puede –y de hecho no busca- como en el campo imperialista, la victoria revolucionaria a costa de una derrota militar, sino más bien en la perspectiva de la victoria militar de su país.”
Muy lejos de la posición del trotskismo, el PTS dijo que lo del 7 de octubre de 2023 no fue una legítima acción de autodefensa de una nación oprimida y lo condenó como “un feroz ataque terrorista de Hamas” y le dieron las condolencias al ocupante. Esto es una verdadera infamia.
En los últimos 3 años el sionismo mandó oleadas de colonos a los que les pagaban 4.000 dólares por mes para ir a ocupar tierras de los palestinos. Avanzando en ocupar más tierras en Cisjordania, en barrios palestinos de Jerusalén, expulsándolos de sus casas, estaban llevando a cabo una nueva colonización de Palestina con colonos armados hasta los dientes que les sacaron las tierras a los palestinos, les violaron y les mataron a las hijas y los hijos. Esos colonos estaban festejando en una fiesta electrónica el haber llegado y robado la tierra palestina el 7 de octubre del año pasado.
A estos es a los que el PTS le dio condolencias y a la acción de autodefensa contra esa ocupación de Palestina es la que condenan. Luego se disfrazan de que “están con el pueblo palestino” o “por una Palestina socialista”. Pero en concreto no dicen que están en el frente militar contra el sionismo. Juegan a las escondidas. Están sí o no en el frente militar contra el sionismo. O ¿cómo plantean ganarse la autoridad para una “Palestina socialista”? ¿Qué haría si una corriente del PTS estuviera hoy en Gaza?
La posición revolucionaria, que el PTS intenta ocultar, es la expresada por Trotsky en la guerra civil española en los ‘30: “ahí donde los obreros revolucionarios no son lo suficientemente fuertes como para acabar con el régimen burgués, han de defender incluso la propia democracia burguesa, contra el fascismo, pero, sobre todo, han de defender sus propias posiciones en el seno de la democracia burguesa. Sin embargo, los obreros no defienden la democracia burguesa con los métodos de la democracia burguesa (Frente Popular, bloques electorales, coaliciones gubernamentales, etc.), sino con sus propios métodos: es decir, con los métodos de la lucha revolucionaria de clases. Así es como participan en la lucha militar contra el fascismo, mientras continúan defendiendo sus propias organizaciones, sus derechos y sus intereses contra el gobierno democrático burgués.” (León Trotsky, Contra el derrotismo en España, 1937, negritas nuestras)
Los obstáculos que tienen las masas palestinas para el triunfo
Las masas palestinas resisten heroicamente. El obstáculo que tienen a su frente son las direcciones. Para triunfar en la guerra civil, la dirección del proletariado tiene que plantear un programa de reformas sociales, de expropiación de la burguesía, de decir a los campesinos “la tierra es suya” y a los obreros “las fábricas son suyas”.
En cambió una dirección burguesa impide la expropiación. En palabras de Trotsky: “La guerra civil, en la que tiene importancia la fuerza de la violencia, exige un supremo compromiso de los participantes. Los obreros y campesinos no son capaces de asegurar la victoria sino cuando luchan por su propia emancipación. En estas condiciones, someterlos a la dirección de la burguesía, es asegurar de antemano su derrota en la guerra civil.” (La lección de España, la última advertencia, 1937, negritas nuestras)
Las masas palestinas ya comenzaron a sobrepasar a sus direcciones, no solo conquistando el armamento generalizado, sino sobre todo porque comenzaron a expropiar los almacenes de comida y comercios de los mercaderes del hambre de la burguesía palestina que les venden alimentos a las masas hambrientas cercadas y masacradas de Gaza.
Pero la tarea de expropiar, atacar la propiedad de los capitalistas es clave en todo Medio Oriente. Hay que expropiar los pozos de petróleo de las Siete Hermanas y los bancos por donde fugan los petrodólares en Irak, Irán, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Siria, Líbano, Libia y toda la región. Por eso en todo Magreb y Medio Oriente estamos ante un mismo combate enfrentando un mismo enemigo.
Se agudiza la crisis de dirección
El segundo obstáculo que tienen las masas palestinas para derrotar la ocupación sionista son las direcciones traidoras de la clase obrera a nivel internacional. A fines del siglo XIX, los obreros hacían huelgas generales mundiales por los Mártires de Chicago y las 8 horas. Hoy no podemos terminar de hacer una huelga general internacional, como llamaron los sindicatos palestinos, por los 600 mil trabajadores asesinados en Siria y por los miles y miles de masacrados en Palestina y por la derrota del sionismo genocida.
Esto es lo que marxistas llamamos la crisis de dirección. Hay un apoyo de masas y las direcciones impiden acción coordinada y centralizada.
En la guerra civil española en los ‘30, Trotsky en su trabajo “Por la victoria de la revolución española” expresaba la importancia de una dirección revolucionaria para triunfar en la guerra civil: “En toda guerra civil, infinitamente mas que en una guerra ordinaria, la política prevalece sobre la estrategia. Lee era más experto militarmente que Grant, pero la victoria de éste estaba asegurada por el programa de abolición de la esclavitud que constituía su base. Durante nuestros tres años de guerra civil, la superioridad, el arte y la técnica militar, estaban de parte del adversario, pero a fin de cuentas, lo que importa es el programa bolchevique. El obrero sabrá perfectamente por qué lucha. El campesino duda mucho tiempo, pero al comparar los dos regímenes a la luz de su experiencia, sostiene a los bolcheviques.”
Las masas palestinas nuevamente plantearon 3 mociones, 3 puntos clave para la clase obrera mundial que dejaron en relieve. En primer lugar, una guerra sin cuartel al sionismo, al que no se lo reconoce. En segundo lugar, es una batalla decisiva de las revoluciones de Magreb y Medio Oriente de 2011. Y en tercer lugar dejaron al descubieron la traición de las direcciones.
La clave vuelve a ser la dirección revolucionaria, que vuelva el marxismo, no como una “promesa para el futuro” como dice el reformismo, sino como una necesidad presente e inmediata. Necesitamos recuperar las banderas de la IV Internacional, su programa revolucionario y su legado, derrotando al reformismo. |