Ucrania - 05 de junio de 2014
Bombardeos y masacre del ejército de Kiev, bajo las órdenes de la OTAN, contra los obreros del Donbass
Hollande, la Merkel, Obama, Putin, y la oligarquía y la burguesía ucraniana, cerraron las brechas abiertas, pactando y acordando nuevamente sus negocios
Ahora…
Atacan abiertamente a las masas para imponerles los planes del FMI y el Banco Mundial
Ayer la burguesía financiera de Kiev, lacaya del imperialismo, desvió a su favor la lucha de masas contra el odiado gobierno de Yanukovich (tutelado por el FMI y sostenido por Putin), y puso a toda la nación a los pies de Maastricht y Obama
Hoy, cuando en el este ucraniano se levantan los obreros del Donbass contra los despidos y salarios de miseria, el carnicero Putin y los magnates del carbón del este pactan con el FMI, Obama y la Merkel sus negocios, sobre la base de la masacre de la clase obrera sublevada
¡Paremos la masacre del gobierno de Poroshenko, su policía y oficiales contrarrevolucionarios y sus milicias fascistas!
¡La plaza Maidan (en Kiev) debe ser de los obreros y los campesinos pobres, para unirse con los trabajadores de las minas del carbón y las acerías del este en una sola lucha de la clase obrera, para conquistar un salario digno mínimo de 2500 euros para todos, como en la Europa del Euro, para expropiar a la oligarquía ucraniana y romper con el FMI!
Sólo la unidad de la clase obrera ucraniana, acaudillando a todas las masas oprimidas del campo y la ciudad, podrá unir a Ucrania y transformarla en independiente del saqueo imperialista
Sólo se podrá terminar con el flagelo de los salarios de miseria y del desempleo, que obligan a centenares de miles de trabajadores ucranianos a emigrar: ¡expropiando a los parásitos capitalistas!
El camino no es otro que la restauración de la dictadura del proletariado,
bajo formas revolucionarias
La clase obrera europea y rusa deben ponerse de pie junto a sus hermanos masacrados del Donbass, a los que Putin y la burguesía del este los cerca, mientras los usa como moneda de cambio en sus negocios con la Merkel y el Bundesbank
La tarea de los soldados rusos es desobedecer a los oficiales del asesino Putin, que hoy los retiran de la frontera con Ucrania, y marchar a pelear junto a sus hermanos, los obreros del Donbass. Si el FMI y sus lacayos de Kiev aplastan a la clase obrera ucraniana, mañana vendrán por la clase obrera rusa ¡Abajo Maastricht! ¡Fuera el FMI!
¡Por el aplastamiento y la derrota militar de las fuerzas contrarrevolucionarias
del ejército de Kiev, bajo las órdenes de la OTAN!
¡Abajo el pacto de Merkel-Putin-Obama para esclavizar Ucrania y masacrar a su clase obrera!
¡Por una Ucrania soviética e independiente, basada en los comités de obreros y soldados!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Entre noviembre y diciembre del 2013 estalló en Ucrania un verdadero crack económico. Saqueada por una deuda externa impagable, que contrajeron un puñado de oligarcas ligados a los negocios de Rusia, Alemania, EEUU y el FMI, Ucrania estalló, a fines de 2013, en una cesación de pagos.
En ese país están los obreros peores pagos de toda Europa con un salario de 300 euros. 140 mil millones de dólares es la deuda que dejó la vieja burocracia stalinista, devenida hoy en una nueva burguesía oligárquica ucraniana, ligada a los negocios con Rusia y toda la Europa imperialista.
El crack económico, la catástrofe y padecimientos inauditos de las masas empujaban a éstas a enfrentar, cada vez más, al gobierno de Yanukovich, sostenido por Rusia y Putin, que aplicaba los peores planes de ataque a los explotados para recomponer el pago de la deuda al FMI. La situación de las masas y la nación ucraniana se volvió insoportable. Una enorme crisis social y crack sacudió a toda Ucrania.
La burguesía percibió esta situación. Como decimos en nuestra declaración de principios de abril sobre la cuestión ucraniana, la burguesía se anticipó y, “apoyada en las clases medias y manipulando el sentimiento nacionalista, canalizó las justas aspiraciones de un sector éstas y su odio a Yanukovich y el carnicero Putin.” Así, con esta expropiación del combate de las masas, la oligarquía de Kiev, que ya no pudo sostener más a Yanukovich, desvió el asenso de masas volcándose a un acuerdo con la UE, prometiendo a los explotados que “con un acuerdo con la Unión Europea, saldrían de su crisis”.
El gobierno de Yanukovich no se pudo seguir sosteniendo. Los obreros del este, cuya economía está basada en la minería y la industria siderúrgica ligada al aparato industrial-militar de Rusia, a diferencia del 2004, no salieron a defender al odiado gobierno de Yanukovich. Éste cayó por su propio peso.
El imperialismo, con la OTAN y la Merkel, bajo la dirección de Obama, aprovecharon rápidamente esta crisis política y estructural de Ucrania a su favor, para quedarse con todos los negocios que dan ganancia de la Ucrania arruinada, y para poner créditos para que ese país pague sus deudas. Así avanzaron a consolidar todo su dominio sobre esa nación, arrojando a Rusia y sus negocios hacia la frontera este, e instalando en toda Ucrania el poder de la OTAN y la UE desde Kiev.
En estas condiciones, se abrió una enorme crisis política. El sicario del imperialismo y socio de la Merkel, Putin, fue desbancado de Ucrania y se amenazaron sus negocios en el este de ese país. Ucrania fue repartida. El gasoducto de Crimea, junto con esa península, quedó para Rusia. El resto de los gasoductos y de Ucrania, para los norteamericanos, el FMI y la UE.
Con el giro a la UE, y con las condiciones del crack, comienza la sublevación de los obreros de las grandes acerías y las minas del este ucraniano, que veían perder sus empleos y hundirse sus salarios. La burguesía “gran rusa” y Putin amenazaban con “la madre de todas las batallas”. Los obreros del Donbass comenzaban a ver que el sometimiento de Ucrania a los planes del FMI significaba un despido en masa y una reconversión de la minería y la siderúrgica de esa región.
Desde un principio la burguesía gran rusa utilizó a los obreros sublevados en sus negociaciones con la Merkel y Obama. Sus tropas y sus soldados mandados al este fueron a realizar un chantaje y relación de fuerzas para mejor negociar sus intereses. Para nada fueron a encabezar la lucha y la sublevación de los obreros del Donbass, sino a contener y controlar dicha sublevación, por si ésta se desmadraba y extendía hacia occidente. Esto es lo que ya queda claro hoy.
Primero, Putin incidió sobre las burguesías locales del este ucraniano, para que se desvíe el ascenso de los obreros que irrumpían y se unían con los soldados rasos del ejército ucraniano, hacia un referéndum bendecido por la iglesia ortodoxa. Por atrás, el gobierno de Putin se comprometía a aceptar el resultado de las elecciones presidenciales de Kiev, que se hicieron el domingo 25 /5/2014, y al presidente que de ellas emergiera.
Asimismo, utilizó políticamente el sentimiento independentista de las masas del este para que se le otorgue a éstas una relativa autonomía, lo que significaba que la “Gran Rusia” seguía incidiendo en los negocios de esa región. Para nada estaba Putin con la intención de enfrentar al imperialismo, al FMI y a la UE, y a anexarse el este ucraniano. Sólo buscaba negocios y no quedar afuera de los mismos. Él ya había recibido su paga: la península de Crimea y mantener el negocio del gas con Alemania.
Los plebiscitos por la independencia del este y su federación con Rusia fueron enterrados y rápidamente olvidados, en primer lugar, por Putin.
En estos plebiscitos se expresó, bajo formas laberínticas (como lo es la cuestión nacional), el deseo de las masas de escaparse de los planes del FMI, que viene a por todo, a reestructurar las minas, las acerías, etc. Pero, a diferencia de la trampa electoral de Kiev, los plebiscitos del este no lograron impedir el armamento de los obreros y la irrupción independiente de la clase obrera, que comenzó a romper la base de soldados del ejército de Kiev, bajo las órdenes de la OTAN, y puso en pie los comités de soldados. Por ello, el gobierno de Kiev fijó allí toda su saña para masacrar y contener esta irrupción de las masas.
Rápidamente, ante el espanto de una sublevación revolucionaria de la clase obrera, Putin, la Merkel y Obama aceleraron un acuerdo por arriba, a espaldas de las masas, de reconocimiento del gobierno de Kiev -como ya vimos-, de continuidad de los negocios de gas y alta tecnología militar de Rusia con Alemania, Francia y toda Europa; y para garantizar todos juntos que con la sangría y la explotación de la clase obrera ucraniana, este país le pagara la fraudulenta deuda externa al FMI.
Despidos en las minas de carbón y en las acerías del este, reconversión de las mismas, inversiones directas y asociaciones de las empresas imperialistas con la oligarquía del este… Para nada esto le preocupa a Putin, si él queda de alguna manera dentro de los negocios. Es que, “negocios son negocios”… “business are business”. El peligro para los explotadores, en esta crisis política, económica y social, es que los obreros del este quedaran armados, derrotaran el plan del FMI, y eso sí amenazaría gravemente a todos los intereses de toda la burguesía ucraniana, de Putin y el imperialismo. La unidad de la clase obrera ucraniana estaría así planteada de forma inmediata.
Había que cerrar rápidamente la crisis política en las alturas. Ayer amenazaban con irrumpir, de forma independiente, las masas en Kiev. Ahora lo hacen los obreros del este, que llegaron mucho más lejos. Ante ello, cerraron el pacto.
Mientras tanto, el imperialismo angloyanqui –que es parte de este acuerdo- persigue imponer una ofensiva mayor contra Putin y Rusia. Ellos son los acreedores financieros, a través del FMI y el BM, de Ucrania. Son los jefes, desde la OTAN, del ejército contrarrevolucionario de Kiev. Son los que pisaron, con su bota de la OTAN, a esa nación oprimida, y piensan llegar hasta su frontera este (con Rusia) con sus fuerzas militares, comandadas directamente desde la OTAN, como lo es el ejército contrarrevolucionario de Kiev, que hoy masacra en el Donbass.
La ofensiva angloyanqui muestra las distintas ubicaciones de las potencias imperialistas ante la crisis ucraniana. Alemania y Francia buscan un pacto con Putin para mantener sus negocios, sobre la base de las condiciones actuales que se están imponiendo; mientras EEUU e Inglaterra exigen a Rusia una política de sumisión aun mayor. Es que para ellos, Ucrania, en lo inmediato, es también un punto de apoyo para dar pasos, en el próximo periodo, hacia la semicolonización inclusive de la gran Rusia.
En la crisis ucraniana se ha manifestado una disputa entre el imperialismo angloyanqui por un lado, y por otro Alemania y Francia, por ver quién se queda con la mayor parte de los negocios de Ucrania hoy, y mañana con los de Moscú.
El ejército de Kiev ataca a los obreros del Donbass, y Putin retira sus tropas de la frontera con Ucrania
Su mayor miedo: que los soldados rasos de Rusia se pasen a pelear junto a los obreros del este ucraniano
El sicario del imperialismo, Putin, retiró sus tropas de la frontera con Ucrania. El gobierno de Kiev, ni bien asumió como presidente interino Turchinov, largó una guerra de masacre y exterminio contra los obreros del Donbass.
La salida de las tropas rusas de la frontera con Ucrania se debe al terror del asesino Putin y su casta contrarrevolucionaria de oficiales, que ante la masacre -que ya empezó-, los soldados rusos se pasaran con sus armas al este ucraniano a combatir junto con sus hermanos, los obreros del Donbass. Por eso fue que el asesino Putin retiró todas sus tropas, cuando vio que decenas de soldados rasos del ejército de Kiev se pasaban del lado de sus hermanos, los obreros del este ucraniano.
Las tropas rusas no estaban en la frontera para enfrentar al imperialismo ni a la OTAN ni al ejército de Kiev. Estaban y estuvieron allí para discutir los negocios de la burguesía gran rusa y atacar, a cuenta del imperialismo, si se desbordaba –como ya dijimos- la situación de las masas ucranianas. Todo lo demás es un invento y una farsa de una izquierda rastrera del stalinismo y de sus desechos putrefactos a nivel internacional, que sostienen a dos manos al carnicero Putin, socio menor del Citibank, de la BASF y la tecnología militar de guerra francesa.
Algunas de estas corrientes han llegado tan lejos en su insensatez que le han pedido a Putin que arme a los obreros del Donbass. Esto es crear ilusiones en las masas sublevadas de que Putin las podía armar para enfrentar a la OTAN y el imperialismo.
La burguesía jamás impulsa la lucha de clases, ni arma a las masas para que protagonicen revoluciones y combates antiimperialistas. Un burgués, jamás será verdugo de sí mismo. Utiliza a las masas, como sucedió en este caso, y prepara las condiciones para mejor derrotarlas. Esto es lo que hizo Putin al reconstituir el pacto del gas con la Merkel, de finanzas con el FMI, de la alta tecnología militar con Francia, y quedándose –como ya dijimos- con la península de Crimea. ¿Y el resto de Ucrania? ¿Todo el este de ese país? Quedó como zona liberada por Putin para que el ejército de Kiev masacre a mansalva a los obreros. Y las tropas rusas, bien lejos de la frontera, para que los soldados rasos del ejército de Putin no se escapen a combatir con los obreros del este. Esa es la verdad. Esos son los hechos.
El momento de la situación ucraniana hoy es que las distintas pandillas imperialistas y la burguesía rusa y ucraniana cerraron la enorme crisis en las alturas y los brutales choques por los negocios que se abrieron con el crack ucraniano de fines de 2013. Es el momento de la consolidación de un pacto contrarrevolucionario, donde el imperialismo avanzó hasta las fronteras mismas de Rusia, le dio a ésta un lugar secundario en sus negocios y una parte menor del territorio como Crimea.
La burguesía, como vimos, se adelantó en Kiev, en la Plaza Maidan, a toda irrupción independiente de las masas. Su lucha fue desviada a un apoyo a la UE. En el este, en esas disputas, se coló una acción independiente de los obreros de las minas y acerías del Donbass, que luchan contra el acuerdo con la unión imperialista de Maastricht y el FMI, pues ven perder sus empleos y hundirse sus salarios.
Asimismo, existe una carrera de velocidad. Las tropas contrarrevolucionarias de Kiev, bajo el mando de la OTAN y sostenidas por las milicias fascistas de la oligarquía financiera y agraria del occidente ucraniano, deben masacrar y desarmar rápidamente a las masas del Donbass, porque deberán aplicar el mismo plan de ataque de despidos, hambre y miseria en Kiev y en toda Ucrania.
El látigo del FMI y los capitalistas tienden a unir a la clase obrera ucraniana. Por ello tuvieron que desviar las condiciones latentes de un asenso revolucionario en Kiev con la demagogia de que “con Europa estaremos mejor que con Yanukovich y Putin”, y ahora, unirse todos, con Putin incluido, para masacrar a las masas del este.
El destino de Ucrania es ser una colonia de la UE y el FMI. Esto es lo que se está asentando y se busca asentar con la ofensiva contrarrevolucionaria de Kiev, que ataca con golpes certeros y precisos a los sindicatos y organizaciones y barrios obreros de las ciudades del este tales como Donetsk, Lugansk o Sloviansk.
Bajo las órdenes y el control del FMI y el Banco Mundial, y con las masacres y bombardeos al Donbass, se reconstituye el pacto contrarrevolucionario de la UE, Obama y su sicario Putin
Putin viajará, en estos días, a reunirse con Hollande para recordar el desembarco de los aliados en Normandía. Ya ha acordado con la Merkel el tránsito del gas. Con Poroshenko, el nuevo presidente, ya negoció el pago de la deuda ucraniana con Rusia por el gas, con un anticipo incluido. Los negocios de venta de tecnología militar de Francia y Alemania a Rusia están garantizados. El FMI y el Banco Mundial ponen los fondos para colonizar Ucrania. Los negocios cierran.
El gobierno de Turchinov –el gobierno de la transición hasta la asunción de Poroshenko, el “magnate de los chocolates”- firmó un acuerdo con el FMI y el Banco Mundial. Éstos le entregarán, en función del cumplimiento de sus planes, para pagar una deuda externa totalmente ilegítima, 17.000 millones de dólares (3.200 ya fueron otorgados). La UE adelantó un préstamo de 1.000 millones de euros, y otros préstamos a mediano plazo. El Banco Mundial, aprobó una ayuda de 3.500 millones de dólares para asistencia financiera y política.
Esto significa que los créditos que se otorgan a Ucrania, jamás entrarán a sus arcas. Serán tomados a cuenta como pago de intereses de su deuda. A partir de ello, el Banco Mundial supervisará una reestructuración, bajo su control directo, de todos los gobiernos –desde municipales hasta el gobierno nacional-, y reconstituirá todo el aparato del estado. El plan incluye una restructuración de toda la industria y la minería del este, y la privatización de las empresas estatales que dan ganancia de toda Ucrania.
Tras el pacto del FMI, la UE, el BM y Putin, se garantiza a Ucrania como una colonia tutelada. Pero para ello hoy hay que masacrar a las masas del Donbass que resisten heroicamente. Ya el asesino Turchinov, como gobierno de la transición, había dicho “estoy convencido de que nuestras fuerzas armadas llevarán hasta el final la limpieza de los terroristas, y que los criminales que financia Rusia serán eliminados y se sentarán en el banquillo de los acusados.” Es un ataque “nacionalista”, que alienta a las bandas fascistas antisecesionistas de Kiev, para masacrar, no a las tropas blancas de Putin, sino a los obreros que han quedado armados en el Donbass.
Esto es lo que sucede hoy. Centenares de muertos y heridos ya ha dejado el este ucraniano. Bombardeos aéreos con helicópteros, aviones y artillería se desparraman por las ciudades de Lugansk, Donetsk y Sloviansk. El gobierno no puede intervenir con su ejército por tierra, porque teme que se parta y los soldados se pasen del lado de las masas. Por ejemplo, el 9 de mayo, “el día de la victoria” (contra los nazis en la segunda guerra mundial), el ejército ucraniano abrió fuego contra una multitud desarmada, dejando 40 muertos.
En Odessa, los fascistas prendieron fuego la casa de los sindicatos cuando los explotados intentaron refugiarse allí, dejando 30 mártires.
El 2 de junio, las milicias rebeldes quisieron tomar un puesto de control fronterizo de manos del gobierno, en la provincia de Lugansk. El gobierno respondió con un bombardeo masivo de bombas de racimo.
Al este y al oeste de Ucrania, ha comenzado el éxodo de los explotados. El este ha sido cercado. Los milicianos intentan abrir pasos en la frontera con Rusia, para permitir zonas de evacuación. Ellos pelean solos, ante los puestos fronterizos controlados por el ejército de Kiev.
Rusia retira todas sus tropas de la frontera. Esto es parte del cerco contrarrevolucionario contra las masas del este. Los cobardes oficiales burgueses del ejército blanco contrarrevolucionario de Putin ni siquiera les abren las fronteras para que se refugien las mujeres y niños que huyen del bombardeo y masacre en el Donbass. ¡Ese es el rol contrarrevolucionario del asesino Putin, que solamente es “valiente” para matar a las masas en Chechenia, Siria (junto al chacal Al-Assad), cuando su jefe Obama y la Merkel le autorizan, y cuando no, huye como rata, como siempre lo ha hecho ese ejército blanco contrarrevolucionario!
Esta es la verdad, y desmiente esa propaganda cínica contrarrevolucionaria de los partidos stalinistas, socialimperialistas y demás renegados del trotskismo, que le dan a Putin la máscara de “luchador antiimperialista”. Es que éste no es más que un gobierno burgués socio menor de los negocios del Citibank y de la BASF alemana y de la industria de tecnología de guerra de las potencias imperialistas.
Estas corrientes deben hacerse responsables cuando se arrastran pidiéndoles armas a Putin para armar a los obreros del este; cuando en realidad solamente desarmando a Putin y sus oficiales en las fronteras de Ucrania, podrán los obreros del Donbass conseguir las armas de sus hermanos, los soldados rasos del ejército de Rusia, para combatir a las bandas contrarrevolucionarias del ejército proimperialista de Kiev.
Aquí y allá la burguesía y el imperialismo intentan utilizar a su favor el sentimiento nacional de las masas, que expresa de forma laberíntica la lucha contra sus condiciones miserables de existencia, tal cual definía magistralmente Trotsky en su trabajo sobre la cuestión ucraniana a fines de los años ‘30. Este sentimiento nacional contra la opresión de la burguesía gran rusa, que hasta ayer sostenía al gobierno de Yanukovich –quien a su vez pagaba la deuda externa fraudulenta de Ucrania-, fue utilizado por la burguesía de Kiev, como ya vimos, para desviar el asenso de la plaza Maidan a un acuerdo con la UE.
Rusia quedaba fuera de los negocios. El imperialismo daba un zarpazo, inclusive comiéndole toda Ucrania a Putin. Un enorme sentimiento contra el FMI y la UE embriagó a los obreros del este y del Donbass cuando vieron que perdían sus trabajos y empleos. Ellos buscaron federarse a Rusia, donde está el aparato industrial militar que recibe su carbón y su acero. Esto no estaba en los planes de Putin ni en sus pactos con la Merkel y Obama.
Este “sentimiento nacional” de los obreros de Ucrania fue utilizado por Putin en sus negociaciones comerciales. Una vez que éstas cerraron, el este se declaró “zona liberada” para las bandas contrarrevolucionarias de Kiev. Este es el momento actual.
Insistimos, el látigo del capital unifica a la clase obrera. Las condiciones para el surgimiento de un partido revolucionario del proletariado ucraniano se aproximan cada vez más a hacerse realidad. Ya es una necesidad imperiosa para que la clase obrera de Ucrania y todo el este no vaya a una durísima derrota.
Ucrania es un eslabón débil, que amenazó con separarse de la cadena de dominio imperialista del este europeo. Ha quedado como botín de la UE y el FMI. Si no triunfa la revolución proletaria, si tarda en irrumpir nuevamente en la historia el proletariado ruso, y si la clase obrera de la Europa de Maastricht sigue atada a su propia burguesía imperialista, se abrirá el camino a una esclavización y nueva colonización del este europeo hasta las estepas rusas. La clase obrera de las naciones imperialistas europeas sufrirán un doble y triple ataque por parte del capital financiero.
EEUU -como usurero de Europa- y las potencias imperialistas europeas en bancarrota, necesitan ávidamente nuevos negocios. Ello significa dar una nueva vuelta de tuerca en el saqueo del este europeo, y preparar las condiciones, inclusive con el enorme peso que tiene el capital financiero alemán, francés y norteamericano en Rusia, para someter también en el próximo período a Rusia bajo condiciones de semicolonización.
Es que, como vemos en la crisis europea, sobran potencias imperialistas. Grecia, Italia, Portugal están en ruinas. Ese lugar de potencia imperialista no lo ocupará la “Gran Rusia”. Las zonas de influencia del mundo semicolonial ya han sido distribuidas y repartidas por la segunda guerra mundial. Lo que está en cuestión hoy es hasta donde llega la recolonización del este europeo, inclusive de la “gran Rusia” por parte de las potencias imperialistas.
La cuestión ucraniana se ha transformado en un problema central para la clase obrera europea y mundial. La cuestión nacional y el sentimiento que anida contra la opresión de décadas y siglos del pueblo ucraniano por los zares, el stalinismo y ahora el imperialismo, sólo puede ser resuelta –como lo demostró la revolución de octubre- por una Ucrania soviética e independiente, federada por su propia voluntad en los Estados Unidos Socialistas de Europa. Para ello, habrá que conquistar una nueva revolución socialista victoriosa en Ucrania y en todos los países de la ex URSS.
FLTI - Colectivo por la IV Internacional
Luego de las elecciones fraudulentas de la OTAN y la UE, las primeras medidas del gobierno de Poroshenko: profundizar el ataque que lanzó el gobierno interino de Turchinov contra la clase obrera del este e imponer el plan de colonización del FMI a toda Ucrania
¡Por un programa revolucionario para unir a la clase obrera ucraniana y a los explotados del oriente y occidente europeo!
¡Por la refundación del partido bolchevique leninista ucraniano!
¡Por la refundación de la IV Internacional!
A horas de realizarse las fraudulentas elecciones presidenciales del imperialismo y la OTAN este 25 de mayo, que han proclamado con una aplastante victoria al magnate del chocolate, Petro Poroshenko como el nuevo presidente ucraniano, éste anunció una operación militar contra los insurgentes para “evitar que el este del país se convierta en Somalía”, y afirmó que “aquellos que no quieren entregar las armas son terroristas y no se negocia con los terroristas”. Por supuesto que en el este, no se votó. Se desconocieron las elecciones masivamente.
El primer paso del gobierno de Turchinov, el gobierno de la transición hasta que asuma Poroshenko, luego de las elecciones ha sido redoblar la ofensiva por desarmar a las masas del este de Ucrania.
En la madrugada del lunes 26 de mayo, cuando comenzaban a conocerse los resultados electorales, las milicias del Donetsk fueron a por el aeropuerto de la ciudad. El ejército ucraniano respondió con aviones, helicópteros, y ametralladoras arrojando un saldo de 40 muertos (entre ellos milicianos y algunos civiles) según el gobierno de Kiev, y de 100 muertos según fuentes pro-rusas.
Ni bien se conocieron los resultados electorales, la burguesía imperialista salió a convalidar las elecciones y a felicitar al nuevo presidente. Así lo hicieron Hollande, el candidato alemán Martin Schulz y Rasmussen (Secretario General de la OTAN). También hizo lo propio Obama, quien no dudó en felicitar al pueblo ucraniano por acudir masivamente a las urnas, “pese a las amenazas y provocaciones”. Kerry, por su parte dijo que “Estados Unidos respeta la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, condena y rechaza la ocupación y el intento de anexión de Crimea por parte de Rusia y mantiene su compromiso de trabajar con Ucrania y otros aliados para lograr una resolución pacífica del conflicto”.
A través de sus voceros el presidente ruso, Vladimir Putin, también aseguró que respetaría los resultados electorales. Lo único que no respetará Putin son las necesidades de los obreros ucranianos, y del Donbass en particular.
Ya se anuncia que el próximo mes, Poroshenko viajaría a Rusia a reunirse con Putin. Buscan que antes ya estén derrotadas y desarmadas las masas del este. Todas las fracciones burguesas y el imperialismo, y el asesino a su cuenta Putin, dan su apoyo al nuevo presidente y llaman a la “paz” para seguir haciendo negocios, no sin antes atacar y garantizar el aplastamiento y la masacre de las masas.
Putin, Obama y la UE ya acordaron nuevamente sus negocios. Están intentando reconstituir, ahora con Poroshenko, un nuevo gobierno como fuera el de Yanukovich ayer, pero con una Ucrania un millón de veces más esclavizada al FMI, a la Merkel, a toda la UE, y con el asesino Putin manteniendo una parte de los negocios.
El imperialismo busca cerrar la crisis abierta entre las facciones de la burguesía ucraniana, que se abrieron bajo condiciones de crack y las tendencias a una irrupción revolucionaria de las masas como vimos en Kiev ayer y en el este hoy.
Con engaños electorales, con promesas de que “con la Europa imperialista estaremos mejor”, o que “junto a la gran Rusia no habrá despidos en las acerías y minas del Donbass”, se dividió a la clase obrera ucraniana.
Con pactos contrarrevolucionarios, luego de los desvíos parlamentarios, se consolidaron los acuerdos y los negocios de Rusia, la UE y EEUU a espaldas de las masas… Y ahora todos juntos masacran a los explotados. Quieren impedir, como ayer lo hiciera la oligarquía de Kiev desde la Plaza Maidán, una irrupción independiente de los explotados.
Putin, ahora jura que reconoce al nuevo gobierno de Kiev, y que desconoce toda autonomía e independencia del este… Los negocios han cerrado. “Business are business”. Y esto lo pagan las masas.
La masacre de los trabajadores del Donbass ha comenzado. Debe ejecutarse rápidamente. Cuando termine de masacrarse al último obrero combatiente, comenzará el ataque despiadado contra toda la clase obrera ucraniana para imponer hasta el final los planes de hambre, despidos y saqueo del FMI. Putín jugará todo su peso para imponer la rendición a los obreros del Donbass.
La única Ucrania independiente sólo podrá ser conquistada por un pacto revolucionario
de los obreros del Donbass y de Kiev
Rompiendo con la burguesía financiera de Kiev -que ata a la clase obrera a la Europa imperialista y el FMI- y rompiendo con el chacal Putin -que utilizó la lucha de la clase obrera del este como moneda de cambio de sus negocios con la Merkel y Obama-, en ese camino, rompiendo con la burguesía, la clase obrera ucraniana comenzará a conquistar un camino a la victoria. Lo hará combatiendo por sus demandas y unidos a la clase obrera europea, luchando por expulsar al imperialismo, a la OTAN y al FMI, y recuperar la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias.
Con la unidad de la clase obrera ucraniana y sus aliados, los obreros de Rusia, las repúblicas euroasiáticas y la clase obrera de la Europa imperialista, Ucrania será un apoyo firme para los obreros del oriente y el occidente europeo. Bajo el mando y el control de la OTAN, el FMI, la Merkel y Putin, Ucrania será una base para la contrarrevolución contra todo el proletariado europeo, y ruso en particular.
Los obreros del Donbass, utilizados como carne de cañón por Putin para sus negocios, y ahora entregados para que sean masacrados por las tropas del ejército de Kiev y la OTAN, no pueden pelear solos. Las direcciones de la clase obrera europea y a nivel internacional han sometido a los trabajadores de Ucrania, ya sea a los pies de la burguesía semifascista y financiera de Kiev, o bien a los pies de los oligarcas ucranianos y Putin, el socio de la Merkel y el Bundesbank. Ahora, todos ellos han pactado, y la clase obrera paga con su sangre los negocios.
La ayuda a los obreros del Donbass no vendrá de la mano del carnicero Putin, gerente del Citibank y socio menor del Bundesbank y sicario del imperialismo, sino de los obreros y los soldados rasos de Rusia y de Crimea. ¡Por comités de obreros del Donbass y soldados rasos de las tropas rusas que hoy Putin aleja de la frontera y de la Ucrania subyugada por la OTAN, la UE y el FMI!
¡Por la derrota del ejército de Kiev, lacayo del imperialismo, y de su casta de oficiales asesina! Estos son los oficiales que, bajo las órdenes de la OTAN, ayer asesinaban a centenares de obreros que querían entrar a combatir en la Plaza Maidan contra Yanukovich, y hoy masacran a mansalva a los obreros del Donbass.
¡Fuera Turchinov-Poroshenko y toda la burguesía financiera de Kiev, que usurpó la lucha de la clase obrera contra Yanukovich, y la puso a los pies de la UE!
¡Viva la resistencia de los obreros de Lugansk, Sloviansk y Donetsk!
¡Por comités de fábricas y de obreros mineros armados!
¡Ningún soldado raso ucraniano puede matar a un obrero del Donbass, hay que dar vuelta el fusil! ¡Hay que desertar de las tropas blancas contrarrevolucionarias de Putin, para así los obreros rusos bajo armas podrán combatir junto a sus hermanos del Donbass!
¡Los sindicatos y las milicias del este ucraniano deben llamar ya mismo a los obreros de toda Ucrania a dar una lucha común contra los represores de la Plaza Maidan y el nuevo gobierno de Poroshenko, continuador de los planes de hambre y entrega al imperialismo, de Yanukovich!
Los oficiales de Kiev, bajo el mando de la OTAN, vienen a continuar la aplicación de los planes del FMI a toda la clase obrera y el pueblo ucraniano. La base militar de los oficiales contrarrevolucionarios blancos de Putin en Crimea está como gendarme para aplastar la revolución en toda la región. ¡Fuera la base militar rusa de Crimea! Solamente así, su pueblo podrá decidir libre y democráticamente su propia autodeterminación.
Una sola clase, una sola lucha de Kiev al Donbass, ¡Basta de salarios de hambre! ¡2500 euros para todos! ¡Distribución de todas las horas de trabajo, para que entren a producir todas las manos que aún no lo hacen! ¡Trabajo digno para todos!
¡Fuera la oligarquía de la Monsanto, la Cargill y los barones del acero y la minería, todos socios del imperialismo! ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero de todas las fábricas, minas y bancos! ¡Renacionalización sin pago de Gazprom, bajo control obrero! ¡Hay que expropiar la BASF y la Total!
¡Hay que desconocer la deuda externa fraudulenta de Ucrania, contraída por los viejos jerarcas traidores del stalinismo, devenidos hoy en una nueva oligarquía millonaria agente del Citibank!
¡Fuera la OTAN, la UE, el Banco Mundial, Putin y toda la burguesía fascista de Kiev!
Ayer, la burocracia stalinista entregó los estados obreros y la URSS al imperialismo. La izquierda reformista, amiga de Obama, pinta a Putin –el jefe de los negocios de la gran burguesía rusa- como un aliado de la clase obrera.
Mentira. Putin demostró verdaderamente de qué lado está en Siria, con Obama y al-Assad masacrando a las masas. Lo demuestra sometiendo, con las bases imperialistas, a las ex repúblicas musulmanas de la ex URSS y asociado a la Merkel y el Bundesbank, haciendo de sicario, defendiendo sus negocios en toda la región. Lo demuestra, aliado a los “empresarios rojos”, los asesinos de obreros, a cuenta de las transnacionales, de la burguesía china.
Otros agentes de izquierda de la burguesía y el imperialismo, que reclaman “un Maastricht social”, son los reformistas, agentes directos de Obama, que le quieren hacer creer a los obreros ucranianos que sin una nueva revolución socialista podrán conquistar su independencia y la libertad. Estos son los que “visten de seda” a la Europa de Maastricht, a la V República de los carniceros imperialistas franceses, a la corona inglesa, a los borbones españoles, a la dama de hierro del imperialismo alemán y demás gobiernos explotadores de las potencias imperialistas europeas, que aplican a la clase obrera de Maastricht iguales o peores condiciones de ataques a las que se aprestan a aplicar en Ucrania. ¡Basta de someter a la clase obrera europea al Maastricht imperialista y al carnicero Putin!
Hay millones de obreros ucranianos trabajando como esclavos en la Europa imperialista, junto a sus hermanos de clase de África y Medio Oriente, y del resto de los países del este europeo. Los trabajadores inmigrantes, y los ucranianos en particular, son en la Europa imperialista una parte constitutiva fundamental de la clase obrera.
Las aristocracias y las burocracias de los sindicatos, y los partidos socialimperialistas, dejan a los inmigrantes librados a su suerte y a las peores explotaciones en la Europa de Maastricht. Ellos son los responsables del “atraso en la consciencia” de los obreros inmigrantes ucranianos y de toda la clase obrera europea.
“¡Somos todos inmigrantes! ¡Fuera Maastricht! ¡Abajo la Europa imperialista!”… Ese sería un grito de guerra, que si fuera tomado por la clase obrera de Europa occidental, pondría de a la orden del día la unidad de toda la clase obrera ucraniana, y también la de ésta con la del este y el oeste europeo. Ese camino lo debe encabezar una dirección revolucionaria de la clase obrera europea, que garantice conquistar las condiciones para derrotar y expulsar de las organizaciones obreras a toda la burocracia y aristocracia obrera, que somete a los explotados a sus verdugos, los gobiernos y regímenes imperialistas.
¡Por una Ucrania obrera, soviética, independiente, basada en los consejos de obreros y soldados! ¡Por una nueva revolución socialista ucraniana, que haga temblar desde sus cimientos a la Europa imperialista y a la Rusia Blanca contrarrevolucionaria de Putin!
¡Fuera Maastricht! ¡Fuera el FMI!
¡Una sola clase, una sola lucha de la clase obrera en Europa!
El enemigo está en casa: ¡Hay que derrotar y expropiar sin pago a todos los banqueros imperialistas!
¡Para que la clase obrera europea y mundial vivan, el imperialismo debe morir!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
En las minas del Donbass surgió la clase obrera que en los ’60 y ’70 combatía a la casta asesina stalinista que había usurpado la heroica revolución de octubre de 1917. En los combates de los mineros del Donbass del ’67-’68, combatían y dirigían en primera fila los obreros trotskistas que mantenían el programa y la continuidad del bolchevismo y la IV Internacional.
Ellos fueron dejados librados a su suerte por los destructores del marxismo y la IV Internacional, que entregaron el combate de la clase obrera soviética contra el stalinismo, con el que convivieron durante décadas en occidente para estrangular la revolución mundial. Nuevamente en la historia, esta vez de forma cínica, como ayer se quería hacer pasar como “progresivo” y “revolucionario” al ejército rojo stalinista que aplastaba a las masas del este europeo, a cuenta de garantizar el dominio imperialista en occidente, hoy se quiere hacer pasar al asesino Putin como un aliado de la lucha antiimperialista de los pueblos oprimidos.
Los centenares de miles de obreros de las minas y acerías del Donbass no pueden quedar sometidos ni al asesino Putin ni a la izquierda stalinista contrarrevolucionaria mundial, ni a los lacayos de los partidos socialimperialistas, ni a los que le cubren el flanco izquierdo a los que sostienen al sistema imperialista en bancarrota.
La burguesía ucraniana y el imperialismo, con gran instinto de clase opresora, saben que debe masacrar en el este, para luego hacerlo en occidente, para terminar de atar a Ucrania con dobles y triples cadenas. Saben que allí existe un eslabón que puede unir a la revolución europea desde las estepas rusas hasta Portugal. Recuerda con odio que en las tierras negras, el ejército rojo de la III Internacional de la Rusia Soviética de Trotsky y Lenin, aplastó a la contrarrevolución imperialista que quería marchar a Petrogrado y Moscú.
Los trotskistas, que combatimos por refundar la IV Internacional, sabemos que los hilos de continuidad del marxismo revolucionario han sido rotos y cortados por pablistas, neostalinistas y demás capituladores que entregaron nuestro partido y nuestras banderas a las direcciones traidoras y al stalinismo.
Los trotskistas, para refundar nuestro partido mundial, debemos volver a los combates heroicos que protagonizaron nuestros hermanos reprimidos y asesinados en los campos de concentración del stalinismo en los ’30, y que fueran fusilados dirigiendo las heroicas huelgas de los obreros del Donbass de fines de los ’60.
Los trotskistas sabemos reconocer, en el laberinto de la lucha nacional, los intereses de clases que subyacen en los enfrentamientos y los choques militares. Sabemos distinguir que desde las profundidades de las minas del carbón se dio continuidad a nuestro programa hasta los ’70. Sabemos que los mineros del Donbass fueron el batallón que resistió a los planes de entrega de la URSS y de saqueo de la burocracia stalinista de las riquezas, a cuenta del Citibank y la banca imperialista, cuando estaban disciplinados bajo las órdenes de Reagan y la Thatcher, para restaurar el capitalismo a fines de los ‘80. En las minas del Donbass se peleaba, como en las minas de Bolivia, porque no había ni jabón para que el minero se lave sus manos.
Para los que hoy combatimos, desde la FLTI, por la refundación de la IV Internacional, es un honor llamar a pelear junto a los heroicos obreros de las minas de carbón del Donbass. Lo hacemos nuevamente. Esta no es la primera vez.
En 1988, cuando estos mineros se levantaban contra Gorvachov –que ya había abierto el camino a la restauración capitalista en la ex URSS, bajo la tutela del Citibank, Reagan y Thatcher-, en el partido en el que militábamos (la Liga Internacional de los Trabajadores morenista y el MAS argentino), se abrió una enorme crisis, que luego se continuaría con múltiples estallidos de ese movimiento.
En ese entonces, nosotros encabezamos un grito de guerra, que no fue otro que el de volcar todas las fuerzas de los que nos reivindicábamos del trotskismo para que triunfe la revolución política y no la restauración capitalista –tal cual sucedió- en la ex URSS.
En ese momento, el MAS argentino tenía un acuerdo, llamado “frente del pueblo”, con el Partido Comunista. Ese era sólo un ejemplo más de cómo, durante años, en occidente, todos los renegados del trotskismo le habían lavado la ropa sucia al stalinismo, y luego se terminaron quejando del “atraso de los obreros soviéticos” cuando la URSS se caía a pedazos, con el stalinismo entregándosela al imperialismo.
Nos expulsaban de nuestro partido, al grito de “¡váyanse a Rusia!”. En sus congresos en Argentina, levantaban sobre sus hombros a los dirigentes del stalinismo criollo, que había sido fundado por Vittorio Codovilla, el asesino, junto a Mercader, de Trotsky en México.
Hoy vemos como dirigentes y corrientes que nos acompañaron en esa pelea han vuelto a su punto de origen. Es lo que sucede con el PTS, que fue mucho más lejos hacia atrás en su ruptura con el morenismo, y se transformó en un partido seguidor de Gramsci y Kautzky. Tan lejos llegó, que hoy en la clase obrera argentina levanta el mismo programa que el que levanta la Bachelet y el PC chileno, de que todos los problemas de la clase obrera se resolverían con leyes votadas por los parlamentos burgueses.
El MAS de los ’80 tenía un frente estratégico con el stalinismo y lo encubría con la excusa de que era una táctica de ir juntos en las elecciones para colocar un diputado en el parlamento. Hoy, el PTS en Chile tiene un acuerdo estratégico con el stalinismo: éstos no serían los pacos de rojo enemigos de las masas, y a la dirección stalinista de la CUT no hay que hacerle ningún paralelismo. Esto los convierte en apéndices estratégicos del stalinismo y sus traiciones a la clase obrera chilena.
Otras corrientes, retoman el camino del pablismo, y llaman a la clase obrera internacional a pedirle armas a Putin, o lo ubican a éste como parte del “campo” de la lucha de las masas contra el imperialismo y el FMI. Los pablistas de ayer son los mismos “campistas” de hoy. Son corrientes reformistas que niegan la lucha de clases como el factor determinante de los acontecimientos de revolución y contrarrevolución, puesto que, para ellos, lo determinante es una lucha de campos burgueses, o de bloques “progresivos” y “regresivos”. Hacen desaparecer la lucha de clases antagónicas como motor de la historia.
Ellos, en la posguerra, estaban con “el bloque socialista” contra el “bloque capitalista”, cuando en realidad, siempre hubo una sola economía y política mundial, dirigida por el imperialismo. Con éste, la burocracia stalinista tenía un pacto de coexistencia pacífica, para estrangular la revolución mundial. Tan sólo esperaba el momento de acumulación de suficientes derrotas en occidente, para ellos devenir en nueva burguesía y entregar los estados obreros… que es lo que sucedió. No eran defensores de la conquista del estado obrero, sino de la traidora burocracia stalinista.
Este pablismo rebozado del siglo XXI, ya ni siquiera usa taparrabos. Plantear que hay una lucha campista entre Putin y el imperialismo, a la que se subordina la lucha de clases, es una pseudoteoría-programa clásicamente stalinista, de apoyar a los “campos progresivos burgueses” contra los “campos regresivos”. Para ellos, “la contradicción fundamental no es más entre las clases y sus intereses irreconciliables, sino la lucha entre campos burgueses”, entre “nación e imperialismo”, o entre fascismo y democracia”.
Hoy vemos, de forma desfachatada, a la LIT decirle a norteamérica que les dé armas para derribar los helicópteros y aviones de Al-Assad. Quieren hacerle creer a las masas que el imperialismo “democrático” los va a apoyar para derrotar al perro de Bashar, que es fascista. Pero las bombas que mandó Obama fueron los Ayatollahs iraníes, para masacrar a las masas de Damasco.
En Siria, la otra cara de esta misma moneda campista fueron las corrientes prostalinistas. Estas se pusieron en el bando del asesino y genocida Bashar, sostenido por Putin que, como ya ha quedado demostrado, ha hecho el “trabajo sucio” a cuenta de todas las potencias imperialistas, con su genocidio. Le hicieron creer al proletariado mundial que allí había un “campo progresivo enfrentando a la OTAN”. De eso se trata el “campismo”, el más grande revisionismo y destructor del marxismo, y el más grande enemigo de los obreros, porque les dice a éstos que sólo pueden triunfar si se someten a algún campo “progresivo” de la burguesía.
Hoy quieren hacer lo mismo en Ucrania esos teóricos de los “campos burgueses progresivos”. Plantean “frente con Putin, contra EEUU y la UE”. Pero Putin retiró sus tropas de las fronteras para impedir que los obreros y campesinos rusos que están bajo armas se pasen junto a los obreros del Donbass a combatir contra el ejército de Kiev, desertando de sus filas.
Estas corrientes pablistas, ahora, se hacen las distraídas. Tan distraídas como los partidos socialimperialistas, que decían que la contradicción fundamental en las revoluciones del 2011 del Magreb y Medio Oriente era entre democracia y dictadura…. Terminaron apoyando los desvíos parlamentarios, que no fueron más que las expropiaciones burguesas del inicio de revoluciones proletarias, por el tiempo suficiente como para que los explotadores conquisten las condiciones para que vuelvan los sables de los generales a masacrar a las masas.
La LIT terminó sosteniendo a los generales burgueses del Ejército Sirio Libre, esperando las bombas norteamericanas que nunca llegaron, mientras caían en Homs y Aleppo las bombas de barriles del perro Bashar, sostenido por Obama y Putin y los pactos de Ginebra.
El combate es clase contra clase. La alternativa es: o triunfa la revolución socialista, o ninguna de las necesidades inmediatas de pan, salario digno, trabajo para todos, independencia nacional, podrá resolverse para la clase obrera. El imperialismo es reacción en toda la línea.
Los trotskistas volvemos a combatir en Ucrania, como en la revolución de octubre, como en el ‘67/’68, como en el ‘88/’89… ¡DE PIE JUNTO A LOS OBREROS MINEROS DEL DONBASS!
Hoy, sabemos distinguir a nuestra clase y a nuestros enemigos. Sabemos distinguir en qué lugar de la barricada ubicarnos para combatir a nuestros enemigos de clase y el imperialismo.
Por eso, ubicados desde las trincheras de los obreros del Donbass, llamamos a la unidad y solidaridad de la clase obrera mundial, para unir a los obreros de Ucrania, para luchar contra el imperialismo, por el salario y la dignidad y el derecho al empleo de los obreros ucranianos, que es una demanda de toda la clase obrera europea y mundial.
Desde las ruinas de las ciudades del este, hoy bombardeadas, deberá ponerse de pie –y ya surgen las condiciones para ello- la IV Internacional, la única que podrá unir a la clase obrera ucraniana con la clase obrera europea y mundial, y conducir al triunfo de la revolución socialista. Toda nuestra lucha y nuestro empeño está puesto en ello.
FLTI - Colectivo por la IV Internacional,
integrado por:
Liga Obrera Internacionalista (LOI-CI) – Democracia Obrera, de Argentina
Partido Obrero Internacionalista (POI-CI), de Chile
Workers International League (WIL), de Zimbabwe
Movimiento Revolucionario de las Milicias Rebeldes, de Libia
Brigada León Sedov, de Siria
Comité Revolucionario Obrero y Juvenil por la Autoorganización (CROJA), de Brasil
Liga Socialista de los Trabajadores Internacionalistas (LSTI), de Perú
Liga Trotskista Internacionalista (LTI), de Bolivia
Liga Comunista de los Trabajadores (LCT), de Venezuela
Grupo Comuneros, de Colombia |