Ucrania- 25 de febrero de 2022
Las tropas rusas invaden Ucrania y ya se combate en Kiev
Mientras cerca a Rusia, la OTAN deja cínicamente que Putin haga el “trabajo sucio” de masacrar a las masas y terminar de esclavizar a esa nación. Luego ellos irán por todo.
¡Hay que parar la masacre y derrotar la invasión rusa y a las tropas asesinas de la OTAN!
¡Huelga General revolucionaria en toda Europa!
Ni Biden ni la OTAN han frenado esta invasión y no lo harán. No están dispuestos a ir hoy a un choque militar directo contra Putin. Su estrategia es desgastarlo y cercar política y económicamente a la “gran” Rusia. El imperialismo sabe que las armas que tiene Putin y su poderoso ejército no están para enfrentar a la OTAN, sino para aplastar los procesos revolucionarios de las masas y las rebeliones nacionales de los pueblos oprimidos.
Putin es el guardián de los negocios de los capitalistas y el imperialismo en Eurasia. Él defiende jugar ese rol también en Ucrania. De allí su ofensiva devastadora en esa nación ya partida y oprimida por el imperialismo y la misma “gran” Rusia.
Rusia demostró su papel de gendarme contrarrevolucionario en Kazajistán, en Bielorrusia, en el Cáucaso, antes en Georgia y a partir de 2015 en el Donbass, masacrando a lo mejor de la clase obrera sublevada en esas ex repúblicas soviéticas, de la misma manera que también lo hicieran bajo el mando yanqui los fascistas de Kiev. Todos actuaron con el paraguas del Pacto de Minsk de Maastricht, la OTAN y Putin.
Ya desde hace años, Rusia pactó con Turquía y la OTAN para aplastar con el fascista Al Assad a las masas revolucionarias de Siria. En un pacto con Erdogan, Putin rindió a Armenia y garantizó que la British Petroleum se pueda robar todo el petróleo de Azerbaiyán y el Cáucaso.
La política imperialista es utilizar este rol contrarrevolucionario de Putin y mientras lo hace, busca arrinconar a Rusia en sus fronteras con Europa. Ucrania es una batalla que hoy, y por ahora, el imperialismo no está dispuesto a pelear militarmente hasta el final. Corre el riesgo de debilitar al extremo a Putin, su gendarme contrarrevolucionario en Eurasia, e inclusive corre el riesgo de debilitarse a sí mismo, puesto que las potencias imperialistas y EEUU en particular no tienen un apoyo de masas en sus países para ir a nuevas aventuras militares, cuando vienen de retirarse de Irak y Afganistán.
En lo que sí los piratas de Wall Street avanzaron decisivamente es en poner a la Europa de Maastricht y al Glacis bajo el mando de la OTAN, es decir, bajo la dirección política, militar y económica del imperialismo angloyanqui con la excusa de “combatir contra Rusia”. Biden partió así el mercado europeo que controlaba el eje franco-alemán y les quebró a estos su zona de influencia y espacio vital de toda Europa y en el Este y hacia las fronteras con Rusia en particular. Desde este punto de vista, esto fue también un durísimo golpe a los negocios del gas no solo de Alemania, sino fundamentalmente de Rusia.
EEUU hizo esto de la forma en que las potencias imperialistas se disputan las zonas de influencia: poniendo las armas, las bayonetas, la OTAN y su papel de triunfador en la Segunda Guerra Mundial arriba de la mesa del Maastricht imperialista.
Producto de ello, ha sido paralizado el gasoducto Nord Stream 2, que era un súper negocio de Alemania, abastecida por Rusia, para controlar la energía de toda Europa. Lo mismo hizo el imperialismo angloyanqui con su flota del Pacífico: Inglaterra se quedó con el negocio de la construcción de 14 submarinos de propulsión nuclear para Australia, robándoselo de hecho a la Francia imperialista y haciéndole perder más de 20.000 millones de dólares.
El imperialismo yanqui está cruzado ya en el siglo XXI por tres graves crisis (la de 1997-2001, la de 2008 y el último crac de las bolsas de 2019-2020) que hicieron estallar la economía mundial y que EEUU busca hacérselas pagar al mundo entero.
La Europa de Maastricht cerró el mercado europeo, mientras mantuvo una disputa abierta por las zonas de influencia en el mundo semicolonial. La gran Alemania junto a Francia conquistaron en las dos últimas décadas un espacio vital y una división del trabajo desde Rusia a Portugal. Así, Maastricht actuó de forma defensiva ante las sucesivas crisis que golpearon al imperialismo yanqui y que este le arrojó al mundo y a la misma Europa.
La política de EEUU en Europa es cercar a Rusia y terminar de colonizar y controlar directamente a las ex repúblicas soviéticas del Este europeo que se independizaron de la Federación Rusa en el ’89. Esto es lo que ya hicieron en todas las naciones del Glacis europeo, que fueron transformadas en el “patio trasero” del Maastricht imperialista o bien, están bajo la tutela política, económica y militar de la OTAN, bajo el mando angloyanqui. Ahora el imperialismo busca avanzar sobre Georgia, Bielorrusia y Ucrania -que ya son verdaderas semicolonias con su economía controlada totalmente por las transnacionales y los banqueros imperialistas- para convertirlas en colonias bajo el mando directo de la OTAN, como ya sucede con Letonia, Estonia y Lituania.
Ucrania hoy es la batalla de una guerra por la colonización completa de las ex repúblicas soviéticas que EEUU necesita encabezar para inclusive, en el futuro, avanzar hacia el sometimiento de la “gran” Rusia. Esta guerra de ofensiva del imperialismo angloyanqui, de acorralar a Rusia dentro de sus fronteras y de romper el equilibrio político, económico y militar de Europa, es una batalla estratégica de las pandillas imperialistas de Wall Street para hacerle pagar el crac de la economía mundial a la clase obrera, a los pueblos oprimidos del mundo y a sus competidores.
Pero la batalla de hoy por aplastar a la clase obrera y terminar de destruir a la nación ucraniana, en estas condiciones, ha quedado en manos de su verdugo, Putin, con el cual se volverá a negociar un nuevo pacto y acuerdo, mientras el imperialismo lo sigue cercando económica y políticamente. Mientras tanto, los muertos los ponen la clase obrera y las masas explotadas de Ucrania.
En Ucrania se han concentrado todas las contradicciones de la política y la economía mundial
Estas semanas hemos visto a Alemania y a Francia suplicar por una salida “pacífica” y “diplomática” a la crisis, pero se chocaron con la posición irreductible de la OTAN para obligarlos a romper con Rusia.
El eje franco-alemán buscaba y busca afanosamente mantener el status quo y negociar con Putin -aún si se toma Kiev- un nuevo Pacto de Minsk 2 que recomponga la división del trabajo europea.
Luego de perder el Nord Stream 2, Alemania se resiste a avanzar en medidas económicas y militares superiores contra Rusia. Como gran potencia se ha negado a que Ucrania ingrese a la Unión Europea, cuestión que sería un durísimo golpe para Moscú. Inclusive, durante días estuvo en contra de sacar a Rusia del sistema SWIFT de conexiones bancarias internacionales, puesto que ello pondría en riesgo cobrar los créditos millonarios que Alemania le facilitó a Putin. Ante esto, EEUU mandó a los presidentes de Letonia y Polonia a instalarse en Frankfurt para exigir que se aplique esta medida de forma inmediata. Luego de haberse negado rotundamente a hacerlo, ahora parecería ser que el imperialismo alemán lo estaría aceptando.
Esto significa que EEUU avanza en su asentamiento en Europa a través de la OTAN y de las “batallas” de su “amigo-enemigo” Putin. A cada paso estallan las tensiones interimperialistas bajo el mando yanqui y Alemania es llevada a regañadientes a esta ofensiva de la OTAN.
Con Biden, el establishment de Wall Street está logrando lo que no pudo hacer Trump con su guerra comercial para aumentar los aranceles de los productos provenientes de Maastricht que ingresaban a EEUU. Es que la guerra comercial, sin estar apoyada en las bayonetas, solo queda como humo que lo disipa el viento.
Putin vio esta ofensiva imperialista de la OTAN y a la vez, estas contradicciones interimperialistas, y apoyado en amplias capas de las clases medias de la “gran” Rusia, y en una feroz represión y aplastamiento de las masas, (que por ahora le deja las manos libres para guerrear a nivel internacional), movió a 150.000 hombres a la frontera, invadió Kazajistán para aplastar a los obreros sublevados, ocupó Bielorrusia y preparó su contraataque en Ucrania. Es que ninguna clase ni sector de clase se entrega sin dar pelea, y mucho menos si tiene atrás 13.000 ojivas nucleares y un ejército de los más poderosos del mundo, heredados de la ex URSS. Y esto es así, a pesar de que la “gran” Rusia depende de las exportaciones de su trigo, gas, petróleo y minerales para comerciar como gran proveedor de materias primas y commodities en Europa en particular y en todo el mercado mundial. Asimismo, Rusia también necesita decisivamente de la economía mundial controlada por el imperialismo para importar maquinaria, máquinas-herramientas e inclusive tecnología para su aparato militar.
Contra lo que afirmaba la prensa burguesa acerca de que estábamos ante “juegos de guerra” y pese a lo que planteaba la izquierda reformista mundial sobre que había un “choque entre la OTAN y Rusia”, aquí lo que hay y lo que sucedió fue la batalla por Ucrania, que para Putin significa su supervivencia como gendarme de los negocios de los capitalistas y el imperialismo en las repúblicas europeas de la ex URSS, mientras que para EEUU y la OTAN, Ucrania es un peón más en su tablero de ofensiva sobre Rusia y el mercado europeo.
Putin hoy está a las puertas de Kiev. Exige que la casta de oficiales del ejército ucraniano asuma allí el gobierno… Es decir, un agregado militar pro-ruso que le permita abrir una nueva negociación con el imperialismo sobre su rol en las repúblicas occidentales de la ex URSS.
Rusia quedó ahogada por esta ofensiva imperialista y atacó. Y al efectuarlo, le está haciendo el “trabajo sucio” al imperialismo de provocarle una enorme derrota nacional a Ucrania y masacrar a su clase obrera. Si Rusia toma Ucrania la dejará colonizada con dobles y triples cadenas, y mil veces más sometida al imperialismo cuando este vea las condiciones para apropiarse de ella de un manotazo. Es decir, EEUU deja que Putin ataque Ucrania y cuando las condiciones lo permitan, entrará a quedarse con una colonia ya oprimida y aplastada. Mientras tanto, anuncian que Suecia y Finlandia se asociarán a la OTAN y mantienen a Rusia en un estado de guerra permanente para minarle su frente interno, desgastarla económicamente y someterla a una guerra de ocupación en la cual puede sufrir duras pérdidas.
En esta cruel invasión, son los trabajadores y el pueblo pobre de la Ucrania colonizada los que ponen su sangre en las disputas por las zonas de influencia de las potencias imperialistas de Maastricht y EEUU, y en las “batallas” de Putin para defender su derecho a oprimir a todas las naciones de la ex URSS que lo rodean.
Para frenar la masacre, expulsar a las tropas rusas de Ucrania, parar la maquinaria de guerra contrarrevolucionaria de Putin y derrotar a la OTAN:
¡Huelga General revolucionaria en toda Europa!
Los generales cobardes fascistas de Kiev y su gobierno, sometidos a los oficiales de la OTAN, ya han comenzado a pactar con Moscú y están prontos a rendirse. Son las masas con una dura resistencia las que realmente combaten a las tropas invasoras.
Por un lado, el presidente Zelensky ya ha iniciado una negociación con Rusia, mientras los soldados rasos presentan una dura batalla. Miles de trabajadores y campesinos pobres se anotan para resistir.
La tragedia que arrastra la clase obrera ucraniana es la guerra fratricida que impuso Kiev y las centurias negras de Putin en el Donbass, para dividir y estrangular al proletariado ucraniano que de forma unitaria se había sublevado y derrocado al gobierno pro-Putin y pro-FMI de Yanukovich en 2014. Muy mal le fue así al conjunto del proletariado ucraniano, del Este y el Oeste, dejando más de 14.000 muertos en este choque fratricida.
¡Hay que recuperar la unidad de la clase obrera ucraniana!
Por un gobierno provisional revolucionario de los comités obreros de la resistencia, los sindicatos, los campesinos pobres y los soldados rasos
Los obreros, el pueblo pobre y los soldados rasos deben tomar en sus manos el control del armamento de todos los cuarteles de Ucrania, destituyendo a todos los oficiales, siempre dispuestos a negociar y a pactar con Moscú y el imperialismo.
La resistencia ucraniana se está poniendo de pie y con una milicia obrera puede ya mismo ser centralizada con comités por barrio, ciudad, región y a nivel nacional.
¡EXPROPIACIÓN SIN PAGO Y BAJO CONTROL DE LOS TRABAJADORES DE LOS BANCOS Y LAS GRANDES PROPIEDADES DE LOS OLIGARCAS MULTIMILLONARIOS DE UCRANIA que durante décadas han esclavizado a la clase obrera, para poner todos los recursos de la nación para conseguir armas y darle de comer al pueblo!
La demanda de “armas para Ucrania”, como llamamiento a la clase obrera mundial y sus organizaciones, es la tarea del momento.
La derrota de las tropas invasoras en manos de las masas explotadas se conquistará con la guerra civil en las ciudades y no con generales marionetas de la OTAN.
Los obreros europeos y de todo el mundo solo deben embarcar las armas que llegan directamente a la resistencia ucraniana y no los pertrechos militares que lleguen a las tropas contrarrevolucionarias de la OTAN ni a las de Putin.
Los obreros de Kiev deben llamar a sus hermanos de clase del Donbass a romper con las fuerzas fascistas de las centurias negras de Putin que les han cerrado sus minas y los han matado de hambre, como le sucede al conjunto de los trabajadores de Ucrania que hoy ven emigrar por millones a sus hijos a la Europa de Maastricht por falta de pan y trabajo, mientras ganan miserables 200 euros, el salario más bajo de todo Europa.
El asesino y cobarde Putin afirma que invade Ucrania para “terminar con los neo-nazis de Kiev”, cuando su gobierno en el Donbass es tan o más fascista que el del actor cómico y las bandas paramilitares que gobiernan el resto de Ucrania.
El gobierno de Putin no es menos contrarrevolucionario, puesto que es un verdadero Franco de las estepas rusas y ha impuesto una feroz dictadura. Con sus tropas contrarrevolucionarias masacraron a toda la población masculina mayor de 14 años en Chechenia; bombardearon a mansalva ciudades enteras en Siria; entraron a matar, reprimir y torturar con hierro caliente a los obreros petroleros de Kazajistán; reprimen y tienen detenidos a decenas y decenas de miles de trabajadores rusos en sus prisiones y los encarcelan cuando se juntan más de dos obreros para hacer un reclamo… Los oligarcas de Moscú son una clase burguesa salida de la lacra stalinista que se quedó con los negocios de la ex URSS, aplastando a sangre y fuego a la clase obrera. La burguesía quiere ocultar que el asesino Putin es un exponente de la restauración capitalista de la URSS, que todos aplaudieron, y una excrecencia de la política mundial del imperialismo.
Un camino claro para ganar la guerra y la resistencia que se abrirá en la Ucrania ocupada será confraternizar y llamar a desertar a los soldados rasos de Rusia que son trabajadores y campesinos pobres bajo armas, para junto a ellos llamar a sublevar a la clase obrera rusa y a los trabajadores y pueblos oprimidos de todas las ex repúblicas soviéticas, para combatir junto a sus hermanos de clase de Georgia, Kazajistán, Bielorrusia, y para romper con la OTAN en Letonia, Lituania y Estonia.
Este será el camino para volver a restaurar la dictadura del proletariado en la ex URSS como en 1917, cuando se tomó el poder bajo la dirección revolucionaria de los bolcheviques y la III Internacional. Ellos, apoyados en el proletariado europeo, pudieron romper el cerco y derrotar la invasión de 14 ejércitos imperialistas a la URSS.
En esta guerra de coloniaje y opresión en Ucrania solo mueren los obreros… Ellos no pueden seguir dando su sangre por sus explotadores y verdugos y para seguir conviviendo con el hambre, la miseria y la migración de sus hijos.
Como planteaba el trotskismo en la Guerra Civil Española, es necesario un programa de reforma social, de ataque a los negocios de los capitalistas y el imperialismo para ganar la guerra.
¡Hay que abrir los frentes!
En Rusia los trabajadores y el pueblo ya ganan las calles, como en Moscú y San Petersburgo, para parar la máquina de guerra asesina de Putin.
En Tiflis, Georgia, ha comenzado la sublevación contra la guerra.
Los trabajadores petroleros y toda la clase obrera de Kazajistán tienen en sus manos la posibilidad de entrar al combate por sus reclamos contra las petroleras imperialistas y su gendarme Putin. Este es el momento. Así lo anuncian en las asambleas de empresas y en los pozos de petróleo los trabajadores de ese país.
Rusia invadió Bielorrusia para sostener a la dictadura de Lukashenko, cercada y rodeada por la huelga general de la clase obrera. Tomó ese país para asfixiar la lucha de los trabajadores y desde allí ingresar con sus tropas a Ucrania. ¡Hay que volver a ganar las calles en Bielorrusia! ¡Fuera Lukashenko! ¡Fuera Putin!
La Europa de Maastricht ha largado un feroz ataque contra la clase obrera. Se han profundizado los despidos, el hundimiento del salario y de todas las conquistas obreras. La monarquía infame de los Borbones ha aplastado Catalunya y al pueblo vasco y como lo hizo en la huelga de los trabajadores del metal de Cádiz, amenaza con atacar violentamente toda acción obrera decisiva.
Los trabajadores de las potencias imperialistas y del Este europeo deben mirarse en el espejo de la clase obrera ucraniana, que recibe los peores salarios de Europa y que tiene la mayor cantidad de migrantes en el continente.
El proletariado del Maastricht imperialista, sus centrales sindicales y organizaciones obreras deben llamar a coordinar la lucha y su acción con los obreros del Glacis.
La demanda de “igual trabajo, igual salario” por parte de los sindicatos y organizaciones obreras de Maastricht puede sublevar y llevar a la unidad con todos los obreros del Este de Europa.
Ucrania, al igual que Siria, está siendo martirizada por Putin y fuerzas burguesas contrarrevolucionarias fascistas. Ucrania y Siria han sido revoluciones y contrarrevoluciones gemelas, donde con las trampas de pactos contrarrevolucionarios como el de Minsk y el de Ginebra y Astaná, se desarmó a las masas, se las dividió y se impuso la masacre, el genocidio y la partición de esas naciones.
La llama de la resistencia siria aún continúa ardiendo y merece ser parte de la misma resistencia de las masas de Ucrania.
El combate contra las petroleras imperialistas como la British Petroleum, la Exxon y la Total, que saquean las ex repúblicas soviéticas y toda Eurasia, es el mismo que subleva a las martirizadas masas del Magreb y Medio Oriente.
Son los estados mayores traidores de las organizaciones obreras, atados a las pandillas imperialistas, los que impiden la irrupción de la clase obrera europea e internacional para frenar la guerra.
¡Es hora de una gran acción internacionalista de la clase obrera europea y de EEUU!
Solo la impide el carácter servil de sus direcciones ante la burguesía
Lo que impide una gran acción de la clase obrera de toda Europa, abrir los frentes en Rusia y en el Glacis europeo y que vuelva a ingresar el proletariado norteamericano para enfrentar a los piratas de Wall Street y de la OTAN, como hicieron contra Trump, son las direcciones social-imperialistas, las burocracias de los sindicatos y el stalinismo.
La irrupción de la clase obrera europea es una cuestión de vida o muerte en primer lugar para la clase obrera ucraniana. Es que más y más la izquierda reformista, los sindicatos y organizaciones obreras del mundo que están bajo la dirección del stalinismo y el castrismo que entregó la revolución cubana, apoyan a Putin, su invasión y masacre en Ucrania, y más y más empujan a las masas ucranianas a las brasas ardientes del Maastricht imperialista y de la OTAN.
El “atraso político” de la clase obrera ucraniana no es otro que la traición alevosa de las direcciones contrarrevolucionarias que sostienen a Putin o abren ilusiones en las “bondades democráticas” de la Unión Europea y de Biden.
Estas son las dos puntas de una misma soga que estrangula a la clase obrera de Ucrania. Lo único que puede acabar con ello es la irrupción decisiva en las calles del proletariado europeo, de Rusia y a nivel internacional, que paralice la maquinaria de guerra de Putin y llame a combatir abiertamente contra la OTAN y Maastricht.
La mayoría de las corrientes de la izquierda reformista hoy apoyan al asesino Putin en su invasión a Ucrania. En 2015-2017 el stalinismo, apoyado por los renegados del trotskismo, mandó brigadas contrarrevolucionarias como quintacolumna para matar a lo más aguerrido y combativo de la clase obrera de Lugansk y Donetsk y a los dirigentes de las milicias cuyo programa de lucha era unir a los obreros del Donbass y Kiev, negándose a acatar el Pacto de Minsk de partición de la nación, y que regresen los millones de trabajadores migrantes tratados como esclavos en la Europa imperialista.
Estas mismas corrientes hoy continúan sosteniendo al fascista Al Assad y de forma descarada se visten de “anti OTAN” cuando son los que llamaron en EEUU a votar a Biden “contra Trump”. MISERABLES.
Estas direcciones son las que dividen a la clase obrera de EEUU, Europa y a nivel internacional, atando su suerte a la de sus verdugos.
Toda un ala de los ex trotskistas que también levanta esta política, se ha transformado en un eslabón de esta cadena que estrangula toda intervención independiente de la clase obrera internacional en la guerra.
Asimismo, las corrientes pro socialdemócratas y social-imperialistas impiden una irrupción unificada de la clase obrera europea. Ellos, como Melechon, Varoufakis, los “socialistas” de la Reina de Inglaterra, sometidos al Partido Laborista, etc., han creado ilusiones en las grandes masas de que se puede “democratizar Maastricht” y “construir un Maastricht social”, cuando este, como vemos hoy, está sometido y subordinado a las bayonetas contrarrevolucionarias de la OTAN, monitoreadas por el Pentágono.
Otras corrientes -como todo reformista que se pierde cuando comienza la guerra y que no distingue los intereses de la clase obrera en ella- sostienen que la salida estaría dada por conquistar una “Ucrania unificada, libre de la opresión rusa y fuera de la OTAN y la Unión Europea”, como si esto fuera posible sin que la clase obrera tome la dirección política y militar de la guerra e intervenga junto al proletariado europeo arrinconando a las potencias imperialistas. En medio de un país en guerra y ocupado, esta es una política socialdemócrata con 40 grados de fiebre.
En esta época en la que no pueden surgir nuevas naciones en una economía y política mundial totalmente controlada por el imperialismo, no habrá independencia nacional de Ucrania sin el triunfo de una revolución obrera y soviética, es decir, sin que la clase obrera dirija a todas las clases oprimidas y explotadas de la nación en la guerra nacional contra las tropas de ocupación y el imperialismo, que solo triunfará con los explotados tomando el poder.
Es por esto que llama la atención la posición y el programa que levanta una corriente argentina, el PTS, totalmente integrada al parlamentarismo burgués. Ellos escribieron un libro de 600 páginas intentando ligar de forma burda el manual sobre la cuestión militar de Clausewitz y la técnica de la guerra a la lucha política del marxismo. Entraron en polémica sobre la política de “guerra de maniobras” y “guerra de posiciones” que se desarrollara en la III Internacional luego de la derrota de la revolución alemana. El PTS, corriente pacifista, enemiga de intervenir en toda guerra civil, intentó así darse lustre como “especialista militar”, cuando todos los días de su militancia se desvive por conquistar un nuevo parlamentario en el Congreso burgués de Argentina.
La prueba está a la vista: la “política militar” que plantean en sus distintas declaraciones para ganar la guerra y terminar con la opresión de Rusia, es una “movilización”… ¿Qué movilización? Hay muchas formas de movilizaciones, paros, marchas, huelgas, piquetes, milicias, boicot a las máquinas de guerra, envío de brigadas internacionales a combatir, insurrecciones… Todos sabemos que el PTS se refiere a movilizaciones pacíficas. Es más, tienen miedo, por su sometimiento al régimen burgués, de plantear un programa mínimo militar para que el proletariado ucraniano se libere de la invasión rusa y del cerco de la OTAN. Dando un “saltito” a la izquierda, plantean que hay que enfrentar a los “oligarcas de Ucrania” (sic). ¿Cómo? Silencio. Eso sí, todo esto en la “perspectiva”, no se sabe en cuantos años, de “conquistar el socialismo”.
Cuando llega la guerra, el crac y la revolución, la polvareda se disipa y se ve con total nitidez el carácter reformista y revisionista de los que han liquidado toda continuidad y vestigio de la IV Internacional y del programa militar del proletariado.
Por su parte, los autoproclamados “anticapitalistas” de Europa, llaman a que “intervenga la ONU” para mediar en la guerra. Esta gente ya no tiene ni pudor en ser sirvientes del imperialismo. Le proponen a esa cueva de bandidos, donde Rusia y EEUU tienen poder de veto, que terminen con la guerra y la masacre en Ucrania. ¿De quién se ríen estos autollamados “anticapitalistas”?
También hay corrientes que proclaman que en Ucrania en lo inmediato hay una guerra entre la OTAN y Rusia. Por ahora esto no es así. La guerra de hoy es por quién se queda con Ucrania, quién aplasta a la clase obrera de ese país y coloniza esa nación, ya sea bajo un nuevo Pacto de Minsk 2 entre Putin y Biden, o con el control pleno de un agente militar en Kiev tutelado por Moscú, que siga garantizando los negocios de los barones imperialistas del gas en toda Ucrania. Mientras tanto, la OTAN seguirá juntando fuerzas, incorporando como propone hoy a Finlandia y Suecia, imponiendo sanciones y fortificando militarmente los países que controla en el Este Europeo. La OTAN y las potencias imperialistas utilizarán el actual “trabajo sucio” de Moscú para hacerle pagar los costos políticos y económicos de esta guerra a Rusia, seguir arrinconándola hacia sus fronteras y preparar nuevas contraofensivas militares hacia adelante.
Estas corrientes levantan la consigna de “paz”, como si esta fuera posible sin aplastar a la OTAN y barrer con el Franco contrarrevolucionario de Moscú. No hay ni habrá paz sin la victoria de la clase obrera europea en la guerra de clases que le han declarado la burguesía, el imperialismo, sus gobiernos y regímenes asesinos.
La demanda de paz sin plantear que el enemigo está en casa y que hay que derrotarlo, es una traición flagrante a la lucha por derrotar la maquinaria de guerra de la OTAN y terminar con la invasión rusa a Ucrania.
La OTAN ha dejado cínicamente que sean Putin y sus tropas contrarrevolucionarias los que hagan el “trabajo sucio” en Ucrania
El gobierno de Zelensky de Ucrania vocifera a los cuatro vientos que lo dejaron solo. ¿Qué creía? ¿Que las tropas de la OTAN son tropas de liberación nacional? ¡Cínico! Las tropas de la OTAN son tan y más asesinas y opresoras que las de Putin. Son las que masacraron a un millón de iraquíes. Las que invadieron Vietnam y la rociaron con napalm. Las que les pusieron un paraguas protector con Turquía a Al Assad y Putin para que manden a Siria a la Edad Media. Las que ocuparon Afganistán… Son las que por ahora dejan que ese “trabajo sucio” lo hagan las tropas invasoras de la “gran” Rusia, así cuando ellos entren ya tendrán una clase obrera desgarrada, masacrada y aplastada y también una colonia tutelada, que cambiará de opresor y en este caso, también de dueño.
Los miembros de la OTAN y su jefe, EEUU, como hemos dicho, aún no tienen la base social de masas en sus países que les permitan ir a nuevas aventuras guerreristas y militares. La clase obrera norteamericana, francesa, del Estado Español, de Alemania, no permitiría ir a morir por los negocios de los de arriba. Como dijimos, este es el “límite militar” más grave que tienen EEUU y las potencias imperialistas de Maastricht. Es que ellas necesitarían, como tiene Rusia, un nuevo Franco aplastando con los sables y las botas a las masas.
Esa es la “ventaja militar” de Putin como gendarme de los negocios del capitalismo, que la quiere hacer valer.
Decimos que esta ventaja militar es por ahora, porque no es lo mismo ganar una guerra de posiciones, de ejércitos e inclusive ocupar una nación, que tomar el dominio y el control sobre ella. ¿O acaso Putin va a poner un soldado apuntando con su pistola al lado de cada minero, cada obrero, cada maestro, cada médico, para que trabaje y produzca bajo control ruso?
Esa es la contradicción que tienen los “súper” ejércitos cuando se enfrentan con las masas en guerra civil, como le sucedió al imperialismo yanqui que sufrió graves derrotas a la hora de querer aplastar a los pueblos oprimidos.
La batalla del ingreso de Rusia a Kiev se está haciendo mucho más dura que lo previsto por el Kremlin. Esto es normal. Absolutamente normal. Es que el obrero que defiende Kiev y las ciudades de Ucrania defiende a su familia, su vivienda, su vida, que están atrás de sus espaldas. En cambio, el que ataca no defiende nada, salvo su ambición de ganar.
Sin embargo, esto no es suficiente para imponer el triunfo de las masas contra las tropas invasoras. Desde hace semanas Inglaterra y Francia vienen anunciando que le habían donado al gobierno de Ucrania 500 millones de dólares para comprar armas… Por su lado, EEUU afirmó que le había enviado armas de última generación. ¡Esto es una infamia y una mentira! El gobierno ucraniano ha llamado a todo hombre mayor de 18 años a enrolarse en las milicias para defender Kiev y solo le da un kalashnikov con 2 cargadores. Miserables. Mil veces miserables.
Mandan a las masas a la muerte, mientras los burgueses se roban el dinero, que por otra parte nunca llegó para comprar armas.
Las guerras contra la opresión y el coloniaje no se ganan sometiéndose a la burguesía ni mucho menos a alguna pandilla del imperialismo. No hay otra salida más que las organizaciones obreras, los sindicatos, los campesinos pobres y los soldados rasos tomen la dirección de la guerra en sus manos y el control de todo el armamento, que bien guardado lo deben tener los generales ucranianos que están negociando su rendición con los oficiales rusos.
La ofensiva militar “gran” rusa en Ucrania está lejos de terminar, aunque tome Kiev. Ahí está la bestia fascista de Al Assad que aun después de 11 años de masacre junto a el ejército ruso, turco, norteamericano y con tropas gurkas como las YPG, aún no ha podido terminar de liquidar la resistencia del pueblo sirio, como no pudieron hacerlo los yanquis en Irak ni en Afganistán.
Lo que se merecen la “gran” Rusia y la OTAN en Europa son nuevos Irak y nuevos Vietnam que terminen de sublevar a los trabajadores de las metrópolis imperialistas en París, Frankfurt, Berlín, Nueva York, y también dentro de Rusia, en Moscú, San Petersburgo, etc. Allí estará el camino a la victoria, el de la guerra civil de clases y la revolución socialista para aplastar a la bestia imperialista y a su verdugo en el Este Europeo.
El levantamiento revolucionario de las masas de Ucrania en 2014, que fue rápidamente desviado, traicionado y aplastado, corrió el velo de que la revolución ucrania fue, es y será una revolución bisagra de las revoluciones del Oriente y el Occidente europeo.
De allí su importancia estratégica, no solo para Putin y la OTAN, sino fundamentalmente para la clase obrera europea y mundial.
Desde las estepas rusas a Portugal, del Glacis a Maastricht… ¡en toda Europa hay que abrir los frentes!
¡Una misma clase obrera, una misma lucha, un mismo enemigo!
Contra las guerras contrarrevolucionarias y la invasión a Ucrania, ¡guerra civil en toda Europa contra la OTAN, el imperialismo y el asesino de Putin!
Desde Kazajistán y Bielorrusia, desde Ucrania y Moscú, desde Siria y desde Georgia… ¡Hay que derrotar y aplastar la maquinaria de guerra sanguinaria de Putin!
¡Hay que terminar ya con la OTAN y el Maastricht imperialista que le ponen la pistola en la sien a todos los trabajadores y pueblos oprimidos de Europa y el mundo entero!
¡Las vidas de los obreros de Ucrania también importan!
Contra las fuerzas contrarrevolucionarias de las pandillas imperialistas de Wall Street y la UE, contra el ataque a sus conquistas, el hambre y la desocupación, ¡la clase obrera norteamericana y europea debe volver a ganar las calles!
¡El enemigo está en casa! ¡El enemigo es Wall Street! ¡El enemigo es Biden, el comandante de las tropas asesinas de la OTAN!
Ucrania independiente no fue un equívoco de Lenin y la revolución bolchevique de 1917, sino todo lo contrario. Es que solo bajo el gobierno revolucionario de los soviets en la URSS, los pueblos oprimidos de Eurasia y de Europa Oriental pudieron conquistar su autodeterminación e inclusive fundar sus naciones. Esto es así porque la clase obrera es la única clase que no vive del trabajo ajeno, sino de su trabajo. No es una clase que oprime, sino que es una clase explotada. De allí que debe llegarles a los trabajadores de la “gran” Rusia blanca de hoy y de los países imperialistas el grito de guerra de los bolcheviques de 1917: ¡todo pueblo que oprime a otro, jamás podrá liberarse a sí mismo!
Por eso también solamente un gobierno provisional revolucionario de obreros y campesinos pobres de Ucrania podrá darle el derecho a la autodeterminación y a la autonomía a los pueblos del Donetsk y Lugansk y las más amplias libertades democráticas a todos los oprimidos de la nación ucraniana.
Rusia ha invadido a Ucrania. La resistencia de las masas ucranianas ya comenzó.
Si se impone la ocupación de Putin, Ucrania quedará atada con dobles y triples cadenas y será entregada como moneda de cambio por el asesino Putin a los carniceros imperialistas de Maastricht o de Wall Street.
Ayer fue Siria… Hoy es Ucrania… Si no paramos a la bestia imperialista y a sus socios contrarrevolucionarios, se abrirá el camino a la guerra y al fascismo.
EEUU ya anuncia la movilización de enormes contingentes militares de 150.000 hombres al Mediterráneo, al Báltico y a los países de la OTAN que se encuentran en la frontera con Rusia. Para el imperialismo Ucrania es una “perla para su corona” que espera recuperar como colonia y aplastada, cercando a Rusia que lejos de volver a la época de los zares, deberá mirarse en el espejo de las ex repúblicas soviéticas que han quedado totalmente colonizadas o semicolonizadas por el imperialismo.
En América Latina, en EEUU, en Europa, en África, la clase obrera no se ha rendido. Los que sí lo han hecho hace rato son las direcciones traidoras que entregan sus combates.
¡Hay que presentar batalla! ¡Por la unidad y lucha internacional revolucionaria de la clase obrera!
¡Por una Ucrania obrera, unida, soviética e independiente!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Carlos Munzer y Nadia Briante
Por el Comité Redactor de “El Organizador Obrero Internacional”,
vocero del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI |