Nuevos sectores de los explotados se incorporan al combate
Las masas no abandonan las calles
El asesinato de George Floyd en mayo fue la chispa que incendió EEUU. A partir de allí, una respuesta de los explotados en jornadas revolucionarias no ha dejado de desarrollarse. El ataque a la propiedad de los capitalistas, los choques con la policía y la quema de comisarías fueron acompañados por grandes acciones de masas en la mayoría de las ciudades de ese país.
Las condiciones y padecimientos inauditos de los trabajadores y de sus sectores más explotados, como el movimiento negro, los inmigrantes y una radicalizada juventud rebelde, empujaron a millones al combate. Es que la clase obrera y el pueblo pobre han perdido todo: el trabajo, la vivienda, la salud y la vida.
Los piratas de Wall Street en bancarrota no dudaron en tirarle toda su crisis a los explotados. La pandemia del Covid-19 no hizo más que desenmascarar una verdadera masacre de los capitalistas con la muerte en masa de trabajadores negros e inmigrantes y contagios masivos en las fábricas.
Las viejas mediaciones que contenían las luchas de masas y permitieron los peores ataques contra ellas por parte del régimen infame de los piratas yanquis, no han podido desviar o frenar esta marea revolucionaria que ha comenzado.
Previamente, el Partido Demócrata, que creía tener controlada la situación de los explotados entre la muerte por el coronavirus y el crack económico -que llevó a 43 millones de trabajadores a perder su empleo-, se postulaba a canalizar el descontento de las masas en las elecciones de noviembre próximo. Así, en el mes de marzo aceleró el regreso al Partido Demócrata del “socialista” Sanders, un verdadero fraude al socialismo, para que le dé su apoyo abierto a Biden. Por supuesto, que toda la izquierda reformista colgada a sus faldones lo acompañó.
Pero cuando nadie se lo esperaba, mientras las clases dominantes se sentían seguras y con el garrote del crack, la crisis y la muerte en la mano preparaban una nueva trampa electoral, los explotados de EEUU entraban al combate. Se desarrollaban verdaderas acciones independientes de masas luego de que la rodilla de un policía fascista asfixiara la garganta de un trabajador negro el 25 de mayo.
Las jornadas revolucionarias se profundizaron durante todo el mes de junio. Más y más sectores entraron al combate. La lucha política de masas, que ya concentra todas las demandas inmediatas de los explotados, golpeó al régimen imperialista y a su estado.
Se pusieron en pie “zonas autónomas” como en Seattle y la “Casa Negra” en Washington, tomadas por las masas en lucha y por sus comités de acción, que les dieron un nuevo contenido a todas las organizaciones pre-existentes como el movimiento Black Lives Matter, el movimiento Antifa o los movimientos contra los supremacistas blancos.
Las masas tomaron en sus manos la lucha y la resolución de sus problemas. Definieron con claridad al enemigo y en decenas y decenas de ciudades pusieron en pie organismos de autoorganización “tipo Comuna” que agrupan a todos los sectores que están peleando.
El choque con la policía y la quema de comisarías ataca al corazón del estado burgués y deja el camino abierto y la moción latente del armamento del proletariado y de desarme de la burguesía. La demanda de “disolución de la policía” empuja abiertamente al desarme de los opresores y al armamento de los oprimidos.
Trump amenazaba con enviar al ejército mientras se escondía a 14 metros bajo tierra en el bunker de la Casa Blanca. La gran burguesía imperialista tembló ante esta idea. Sabía lo que había pasado con el levantamiento revolucionario de los trabajadores y el pueblo norteamericano cuando ellos enviaron a sus tropas asesinas a masacrar en Vietnam, Afganistán e Irak... La amenaza de Trump, por ahora, pasó a un segundo plano, quedó latente y nuevamente la burguesía intenta contener a las masas con una oleada pacifista electoral. Pero tampoco lo están logrando.
Es que los de arriba ya no pueden y los de abajo no los dejan y con acciones políticas en las calles protagonizan una audaz ofensiva contra los verdugos del pueblo. Esto se pudo ver claramente en las movilizaciones masivas que se produjeron en distintas ciudades el 19 de junio, día que se conmemora el fin de la esclavitud en EEUU. Los explotados ganaron las calles y derribaron diversas estatuas de los antiguos esclavistas. También el pasado 4 de julio, día de la independencia de EEUU, se realizaron importantes manifestaciones. En algunas de ellas se quemó la bandera yanqui en contra del gobierno y los carniceros de la burguesía imperialista norteamericana. Y además hubo movilizaciones multitudinarias en varios puntos del país en apoyo a las masas palestinas contra el estado sionista de Israel y su anexión de mayor territorio de Cisjordania.
Estas jornadas revolucionarias de masas abrieron entonces una crisis política en las alturas, puesto que golpearon por izquierda a todas las instituciones que sostienen a este régimen asesino e infame de los piratas yanquis y Wall Street. Inclusive, a sus lacayos de la burocracia de la AFL-CIO y sus sindicatos sirvientes de la Banca Morgan y el Citibank que no representan ni al 0,001% de los trabajadores norteamericanos.
Asimismo, la nueva ronda del crack mundial ha desorganizado la división mundial del trabajo y ha debilitado el control político, económico y militar del imperialismo yanqui en el planeta. EEUU debe salir rápidamente a retomar el control con nuevas acciones contrarrevolucionarias ofensivas, justo en momentos en que las masas arremetieron contra su régimen y su estado.
En estas condiciones, están ingresando a la lucha nuevos y amplios sectores de la clase obrera y los explotados que tienen algo que reclamar y una demanda que conquistar. El objetivo del combate no es otro que golpear y derrotar al régimen y al gobierno para conseguir sus reclamos. Desarmar a la policía asesina es el primer paso para avanzar en el camino de conquistar la justicia, sin la cual, como se grita en las calles de Norteamérica, no habrá paz. También es el camino para conseguir el pan y recuperar el trabajo, la vivienda, etc. Así, la lucha política de masas concentra y subsume toda la lucha económica.
La tendencia a la autoorganización ciudad por ciudad tuvo uno de sus máximos jalones, no solo en la “Casa Negra” de Washington, sino también, como ya dijimos, en la toma de la comisaría central de Seattle, transformada por los manifestantes en una “zona autónoma”. Asambleas populares, comités de organización del pueblo negro, organizaciones estudiantiles son los organismos que se dieron los explotados para protagonizar estas luchas. Ellos se conocen y reconocen en las calles y se autoorganizan en asambleas por ciudad y se coordinan dentro de los estados.
Ya antes, el alcalde de Minneapolis, donde fue asesinado George Floyd, se había atrevido a entrar a una asamblea en dicha ciudad. Los manifestantes y sus representantes lo increparon al grito de: “¿estás sí o no por la disolución de la policía?”. Él respondió: “estoy por su reforma”. Y entonces lo expulsaron. Este el sentimiento que recorre a todo EEUU, es el programa de las masas de enfrentamiento al estado burgués y su policía y es el motor de combate del conjunto de los explotados.
Junto a esto, el pasado 19 de junio, 29 puertos de la Costa Oeste salieron al paro y alrededor de 60.000 portuarios ganaron las calles. El sindicato de los portuarios de Oakland, que en 2008-2010 llamara a poner en pie la “Marcha del millón contra la guerra” en Irak, fue parte de esa gran movilización de los obreros portuarios, la avanzada de la clase obrera norteamericana.
Mientras tanto, los capitalistas y las transnacionales, en medio de la pandemia, siguen forzando a sus obreros a ir a trabajar en miles de fábricas, tal cual sucedió en el norte de Italia. Los trabajadores deben arriesgar sus vidas y morir como moscas solo para satisfacer las ganancias de los capitalistas… Decenas de miles de obreros de las automotrices en Detroit, como los de Chrysler y Fiat, hoy se sublevan para no ir a producir en estas condiciones, donde lo que está en juego es la vida de los trabajadores.
La ofensiva de masas ya está aquí. Un ascenso de los explotados se desarrolla y se profundiza en EEUU. Amplios sectores de las clases medias arruinadas apoyan abiertamente este movimiento o simpatizan con él.
En manos de la burguesía, lo único que tiene la clase obrera por delante es la crisis y la catástrofe. Esto la empuja al combate y a profundizar su radicalización. Los comités de fábrica y de empresa que surgen en Amazon, en Chrysler, en Fiat o en General Motors, basados en las asambleas, imponen la impronta a este surgir del poderoso proletariado norteamericano.
Así se tensa y se fortalece el puño de acero del proletariado mundial y de los pueblos oprimidos del mundo, que es la clase obrera norteamericana que hoy está golpeando duramente contra los piratas de Wall Street y su régimen infame.
Crisis de las mediaciones y de las viejas direcciones que contienen y traicionan la lucha de los trabajadores y el pueblo negro
Todas las instituciones y mecanismos de control del estado burgués están en crisis. Eso aumenta la radicalización y la ofensiva de masas. Las organizaciones sindicales y reformistas que actúan como una verdadera fuerza conservadora sobre las espaldas de los trabajadores en Europa y en otros países capitalistas, en EEUU están debilitadas al extremo. Como ya vimos, la AFL-CIO no representa a nadie de la clase obrera norteamericana. El mismo Partido Demócrata y sus “alas izquierda”, sus ONGs y sus Comités Laborales intentan por todos los medios volver a ingresar para controlar al movimiento del pueblo negro y a la clase obrera… Pero ellos ya son el pasado.
Insistimos, las masas han entrado al combate y han puesto en pie nuevas organizaciones de lucha, como las asambleas, los frentes de lucha, los comités de acción coordinados por ciudad y embriones de comités de autodefensa. O bien, le han dado un nuevo contenido y han masificado movimientos como el de Black Lives Matter, como ya dijimos.
Por ello esta vez son los de arriba los que deben improvisar organizaciones para contener a las masas sublevadas. Y no está dicho que lo vayan a lograr. Las condiciones para un reagrupamiento revolucionario de las filas obreras ya están aquí y serán las que definirán en el próximo período el curso de los acontecimientos.
El Partido Comunista y la izquierda castrista y bolivariana, que solían tener un enorme peso en el movimiento negro de Harlem y en la Bahía de San Francisco, ya no pueden controlar esta marea de acciones revolucionarias y mucho menos imponerle su política de colaboración con el Partido Demócrata, más allá de que intenten revivir a sus viejos dirigentes negros de los ‘70 como Angela Davis. Tampoco pueden entusiasmar al pueblo negro con el chavismo, Maduro y los bolivarianos en bancarrota, que hace rato entregaron la revolución latinoamericana. El castrismo viene de entregar Cuba al imperialismo. Ayer se abrazaba con Obama, pactaba con él y lo alababa como el “salvador del pueblo norteamericano”, cuando fue uno de los gobiernos que más conquistas les arrancó a los trabajadores y al propio pueblo negro de EEUU luego del crack de 2008.
Acompañando como una sombra al cuerpo la crisis del stalinismo en el pueblo negro y en el movimiento obrero norteamericano, el viejo SWP (Partido Socialista de los Trabajadores), que hace rato se pasó al bando del castrismo de La Habana, ha quedado totalmente paralizado y en crisis. Sus llamados a disciplinar a los garrotazos a los “díscolos” que queman las comisarías y chocan con la policía, ha quedado solo en eso: en un llamado vacío, hueco e impotente por parte de un partido totalmente descompuesto que hace décadas rompió toda continuidad con el combate de los trotskistas en EEUU en los años ’30.
La izquierda social-imperialista como la ISO, los socios de los “socialistas” de la reina de Inglaterra, y toda la “Nueva Izquierda” quedaron arropados en los faldones de Sanders que los llevó a los pies de Biden, el barón de las empresas de gas más grandes del mundo. Así, los Pedro Fuentes del PSOL de Brasil, los Bodart del MST de Argentina, los Bobby Sáenz del Nuevo MAS y todos los Anticapitalistas, han quedado colgados de las polleras de Nancy Pelosi en el Congreso norteamericano.
A ninguno de ellos jamás se les ocurrió llamar a quemar una comisaría, ni a luchar por disolver a la policía ni por enviar a Trump a esconderse a un bunker bajo tierra. Ellos son la continuidad del stalinismo de Yalta y la segunda post-guerra. La ISO incluso se disolvió en el movimiento de los “socialistas democráticos” de Sanders, como lo hicieron todas estas corrientes de hecho o de derecho.
Todas estas corrientes, junto al stalinismo, vienen impulsando desde hace décadas un frente con las pandillas del imperialismo al que ellas llaman “democrático”. Ayer el PTS de Argentina llegaba a decir, con total desparpajo, que EEUU “expande democracia” en el mundo semicolonial que oprime. No terminaban de afirmar esto y los yanquis invadían Afganistán e Irak.
Años atrás, la política de los ex trotskistas, hoy aliados abiertamente con los stalinistas, en EEUU no fue otra que “todos contra Bush”. Ahora su llamado se reduce a pelear “todos contra Trump”. En Europa buscan “democratizar” Maastricht. Llaman a luchar por una “democracia real”, mientras las masas en EEUU combaten a Trump y a todos los gobernadores y alcaldes Demócratas que aplican la misma política de hambre, miseria y muerte que el Partido Republicano.
Todos son una izquierda neo-stalinista que recoge las peores tradiciones de las fuerzas contrarrevolucionarias del stalinismo que estrangularon centenares de revoluciones en la segunda post-guerra para sostener al imperialismo “democrático” al que le dieron una tregua y una “coexistencia pacífica” a nivel internacional y salvaron así su dominio del planeta.
En los años ’30 Trotsky afirmaba que el rooseveltismo era la expresión en EEUU de la política de frente popular con la cual Stalin sostuvo al gobierno de colaboración de clases en Francia y también al Frente Republicano que estranguló la revolución española. Esta nefasta política de colaboración de clases es la que hoy encarnan Sanders y la izquierda reformista de EEUU, encabezada por el Partido Comunista y los renegados del trotskismo. Esta política es para desorganizar, desviar y someter a la burguesía toda acción revolucionaria de masas. Pero esta vez no han logrado imponer su impronta puesto que fueron los de abajo los que a pesar de ellos entraron al combate. En su ascenso, los explotados destrozaron la política y estrategia del reformismo y la “Nueva Izquierda”, antes de que esta termine de acomodarse a la directiva de Sanders, Varoufakis, Chomsky y demás mugre social-imperialista que los llevaba a los pies de Biden y Pelosi.
Estamos hablando de verdaderos impostores políticos que le cubren el bolsillo izquierdo al 1% de parásitos que están llevando la civilización a la barbarie.
Las jornadas revolucionarias han abierto entonces una situación pre-revolucionaria en EEUU que deja en crisis al régimen de dominio, a sus mecanismos de engaño y a todas las direcciones que lo han cubierto y lo protegen.
El crack yanqui y de la economía mundial, los capitalistas con su sed de ganancias enviando a los trabajadores a morir de Covid-19 a las fábricas-cárceles, la desocupación endémica, siglos y décadas de opresión del pueblo negro, hoy se vuelven contra la burguesía. Ya están de pie las masas norteamericanas, uno de los destacamentos más poderosos de la clase obrera mundial.
Los trabajadores norteamericanos golpearon antes de que la burguesía les pueda tirar toda su crisis.
Como ya dijimos, la política del régimen no es otra, por ahora, que volver a fortalecer la trampa electoral y reabrir una oleada pacificista y de ilusión en las masas de que votando al Partido Demócrata se puede derrotar a Trump, cuestión que todavía no pueden imponer.
Trump ha dado un “giro a la derecha” para polarizar y recrear un bipartidismo con el Partido Demócrata, pero lo único que logra es debilitarse a sí mismo sin conseguir revivir a los Demócratas, cuyos gobernadores y alcaldes resultaron ser jefes de la policía asesina, tan verdugos del pueblo negro y los trabajadores como los del Partido Republicano.
El acto raquítico de Trump y el hecho de que el Partido Demócrata no pueda controlar ni engañar a las masas por ahora, es la prueba fehaciente de que la situación pre-revolucionaria está abierta mientras los explotados continúan en las calles desplegando una enorme energía en sus combates.
Es la hora de profundizar la ofensiva estratégica de la clase obrera norteamericana que ha comenzado
Las masas están en posición de ofensiva. Transformarla a esta en estratégica significa ubicar el combate hacia el derrocamiento del gobierno y el régimen y atacar directamente los negocios, las estafas y la política de las transnacionales y los banqueros imperialistas.
Se trata de coordinar y centralizar por ciudad, estado y a nivel nacional todos los organismos que las masas comenzaron a poner en pie con su lucha.
La tarea decisiva del momento es avanzar en disolver a la policía y conformar una poderosa milicia del pueblo negro y la clase obrera.
Rechazar y expulsar de las organizaciones de masas a la burguesía y al Partido Demócrata, como se hizo en Minneapolis, es el camino que deben seguir los explotados para no caer en ninguna trampa del régimen burgués.
Insistimos, todos los mecanismos de engaño de la burguesía han quedado en crisis. Esta vez, el pueblo negro no está solo. La vieja burocracia miserable de la AFL-CIO que sometió a los obreros negros y los entregó, al igual que a los inmigrantes, como carne de cañón de la explotación capitalista, está en bancarrota. “Las vidas negras importan” ya es la demanda de toda la clase obrera que con su lucha ha rodeado al martirizado pueblo negro en EEUU y desde allí ha entrado al combate por sus demandas.
“Las vidas negras importan” concentra también el reclamo de recuperar la vivienda y las conquistas perdidas, de conseguir salud digna para todos, de dejar de morir en las fábricas-cárceles, de conquistar salario de 15 dólares la hora y de terminar con la detención y expulsión de los sin papeles que hacen los peores trabajos junto a los obreros negros en EEUU.
El pueblo negro, como sector más castigado de la clase obrera y del pueblo de EEUU, se ha convertido en la vanguardia de la lucha. Alrededor de su demanda se reagrupan las filas de todos los explotados. Esto es lo opuesto a lo que hizo esa burocracia blanca de la AFL-CIO. Su única demanda durante los ’90 y las primeras décadas del siglo XXI era afiliar a los no afiliados a sindicatos que no contemplaban los intereses de la clase obrera, mientras se producían despidos en masa que estos lacayos de la burguesía dejaron pasar, pactando con los capitalistas.
Por su larga trayectoria de capitulaciones y traiciones, la izquierda reformista norteamericana en todas sus variantes, ayer apéndice de los traidores de la AFL-CIO y hoy de Sanders, ha quedado entonces históricamente a contramano de las masas. Hoy no saben cómo reubicarse ante este ascenso que ha comenzado.
Todos han perdido autoridad ante los explotados y no logran contenerlos, mientras desde sus sesudos análisis critican la “espontaneidad” del combate de masas, cuando este ha llegado tan lejos como ellos nunca jamás soñaron que podía llegar.
La burguesía debe frenar este movimiento y esta ofensiva de masas. A no dudarlo que creará nuevas mediaciones para dividir la unidad que los explotados conquistaron en el combate alrededor del pueblo negro.
Para mantener esta férrea unidad, la primera tarea de la clase obrera norteamericana es poner todas sus fuerzas para que el pueblo negro pueda terminar con la doble esclavitud, la marginación y los ataques represivos que desde hace siglos padece en EEUU y a nivel internacional. La demanda del pueblo negro son de toda la clase obrera norteamericana que entra al combate. Sin el triunfo de ellos no triunfarán los inmigrantes, no se recuperarán las conquistas ni se conquistará la salud para todos.
Es en los organismos “tipo Comuna”, con las masas autoorganizadas votando a sus dirigentes y resoluciones en las asambleas, que esta unidad se podrá mantener. Las huelgas, los paros y las luchas por las demandas obreras y contra la muerte por coronavirus han puesto también a los trabajadores negros a la vanguardia de la lucha en las fábricas.
Ninguna de las demandas ha sido aún resuelta. El camino es terminar de disolver, derrotar y desarmar a la policía, a la guardia nacional, a los fascistas y a todas las bandas armadas por el capital. Esto creará las mejores condiciones, como lo está haciendo, para largar una contraofensiva en todo el movimiento obrero norteamericano para recuperar todas las conquistas perdidas y dejar de morir por Covid-19 en las fábricas, como reclaman los obreros sublevados en Amazon, en Detroit y en cientos de fábricas.
¡Hay que desarmar a la policía! Debe ponerse de pie firmemente la milicia del pueblo negro y los trabajadores. Hay que atacar a las transnacionales para vivir… Recuperar de manos de los banqueros, las viviendas que le robaron al pueblo. Hay que ingresar todos a trabajar reduciendo la jornada laboral con salario justo. Hay que tomarse las clínicas privadas en todas las ciudades y pueblos y transformarlas en bien público.
Hay que rodear y cercar Wall Street. Hay que conquistar una banca estatal única, bajo control de los trabajadores, expropiando sin pago a la oligarquía financiera, que como primera medida le devuelva todas las casas que fueron confiscadas al pueblo norteamericano, que anule de forma inmediata toda política de saqueo y latrocinio de los piratas imperialistas en el mundo colonial y semicolonial y que sostenga con manos firmes la ruptura de los pueblos oprimidos con el FMI y demás usureros internacionales.
Hay que poner en pie un organismo nacional de lucha que coordine los organismos que están surgiendo en todas las ciudades, a los sindicatos y establecimientos que pelean por sus reclamos con asambleas y comités de fábrica, a los movimientos antifascistas, etc.
Hay que poner en pie una gran Guardia Nacional del pueblo negro, los trabajadores y la juventud rebelde.
La burguesía intentará montar nuevas trampas y maniobras. Buscará dividir al movimiento negro con engaños y fraudes del Partido Demócrata y de las ONGs para cooptarlo y manipularlo nuevamente.
El odio del pueblo negro empuja a las masas a un choque abierto con la policía y las fuerzas represivas. La organización de una milicia del pueblo negro y los trabajadores es una tarea inmediata, como lo es su coordinación por estado y a nivel nacional. Es en los organismos de masas para la lucha donde deben centralizarse los comités de autodefensa y el armamento de las masas. En sectores del movimiento negro de EEUU comienza a surgir, producto de décadas de humillación, opresión y represión, un sentimiento a la autodeterminación del pueblo negro. Si este o sectores del mismo reclaman tener un territorio en EEUU para vivir en paz y libertad y si exigen el derecho a la autodeterminación, este derecho debe ser defendido por todos los trabajadores y las masas en lucha. Siglos soportando esclavitud, injusticia, masacres, racismo y opresión, les dan a los trabajadores y al pueblo negro ese derecho a decidir. Este programa revolucionario audaz es el único que puede garantizar mantener la unidad del pueblo negro con el conjunto de la clase obrera norteamericana, de forma especial con los inmigrantes, cuyas demandas más inmediatas son “a igual trabajo, igual salario” y “papeles para todos”.
Es hora de preparar un gran combate. Hay que abrir el camino para derrotar a esa súper-oligarquía financiera que está en las 8 manzanas de Wall Street.
Hay que parar la máquina de guerra del imperialismo yanqui que masacra y controla con sus bases militares al mundo colonial y semicolonial que saquea. La libertad de los presos de Guantánamo, el retiro inmediato de las tropas yanquis de Afganistán, Irak y la destrucción de todas sus bases militares en el planeta es la garantía de que el proletariado norteamericano se gane el apoyo de todos los obreros y pueblos oprimidos del mundo. La lucha por la destrucción del estado sionista de Israel y la expulsión de las tropas yanquis y de demás tropas invasoras que masacran en Siria junto al fascista Al Assad, son parte de las tareas inmediatas de los trabajadores norteamericanos.
Estas son tareas decisivas y urgentes puesto que más temprano que tarde esas tropas asesinas atacarán a las masas que hoy combaten en todas las ciudades de EEUU. El llamado audaz a poner en pie el movimiento de veteranos contra la guerra y junto a ellos, los comités de soldados rasos que rompan con la oficialidad, no se puede postergar por más tiempo.
Organizar el poder de los de abajo a nivel nacional alrededor de la “Casa Negra” en Washington pondría a la orden del día la derrota en las calles del gobierno de Trump y del régimen infame de Demócratas y Republicanos, representantes de Wall Street y las transnacionales. De esto se trata preparar y organizar una ofensiva revolucionaria estratégica de la clase obrera norteamericana.
Solo un gobierno de los trabajadores y del pueblo pobre, apoyado en las organizaciones de las masas revolucionarias armadas, podrá sacar de la postración a los millones de explotados asfixiados por la bestia imperialista.
Como ya dijimos, un llamado firme de los obreros y el pueblo negro de EEUU a los oprimidos del mundo sublevaría en un combate común a los trabajadores del África martirizada y su lucha llegaría, de la mano de los obreros negros, al corazón de la Europa imperialista de Maastricht. Esto sería un verdadero shock eléctrico. Millones de trabajadores y parias del planeta hoy miran como propia la lucha en las calles de EEUU.
Un llamamiento de las organizaciones de lucha de los trabajadores de EEUU a los obreros chinos sería un golpe mortal a las pandillas imperialistas de Wall Street y al régimen fascista de los mandarines contrarrevolucionarios chinos. Un llamado así permitiría lograr la unidad de ambas clases obreras que sufren los mismos tormentos, ataques y atropellos.
La clase obrera mundial debe frenar ya la ofensiva imperialista y la tragedia que plantea para la civilización la sobrevivencia del podrido sistema capitalista mundial.
Ya es hora. Que la crisis la paguen los de arriba.
¡Expropiemos al 1% de parásitos imperialistas!
¡Que vuelva la revolución socialista sin traidores vendidos y sin la canalla stalinista que entregó Rusia, China, Vietnam y Cuba a los yanquis y al imperialismo!
¡Bajo las banderas de la IV Internacional!
La irrupción del proletariado norteamericano como vanguardia de la clase obrera mundial pone a la orden del día la lucha por la refundación de la IV Internacional de 1938. Su programa por la revolución socialista ha pasado la prueba de la historia y adquiere una enorme actualidad en los combates de la clase obrera de EEUU. La lucha por los EEUU socialistas como tarea inmediata solo está inscripta en el programa de la IV Internacional. El combate por recuperar sus banderas de las manos de los que la entregaron y ensuciaron, pactando con el stalinismo y el enemigo de clase, es el camino para dotar a la clase obrera norteamericana del programa que se merece para alcanzar la victoria.
Carlos Munzer
19 de junio: movilización en Oakland
4 de julio: quema de la bandera yanqui
en Nueva York
Casa Negra en Washington DC
Huelga de portuarios de la costa oeste
Central de policía de Seattle tomada
Zona libre de Seattle
Los trabajadores de Chrysler en Detroit paran la producción por casos de COVID-19
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