Los ojos del mundo están puestos nuevamente en Venezuela. El gobierno de Maduro y la MUD desde la Asamblea Nacional chocan por el control del Estado y los negocios. Los de arriba, los hijos de la vieja oligarquía de Punto Fijo, los chavistas y los generales millonarios, el imperialismo, discuten sus asuntos con llamados a Asambleas Constituyentes fantoches; con movilizaciones y lock-outs patronales; hablan de “democracia” y organizan sus consultas y simulacros electorales, cada bando tiene inclusive su propio Tribunal Supremo de Justicia.
Los obreros deben saber, en primer lugar, que allí no está en juego ni la “democracia” ni el “socialismo”, que esta disputa entre patrones busca dirimir quién quedará como capataz de esclavos del imperialismo en la Venezuela sojuzgada.
Y segundo, que todo esto lo hacen sobre los huesos de la clase obrera venezolana, la única que en todos estos años enfrentó consecuentemente al imperialismo, mientras la burguesía bolivariana con Chávez a la cabeza, pactaba con Bush y luego con Obama. Hoy los trabajadores fueron convertidos en un ejército de hambrientos, forzados a punta de fusil a comer basura o pasar días enteros haciendo fila para conseguir un poco de pan o harina de maíz.
Maduro, un limón exprimido al servicio de Wall Street
Por más que lo deseara fervientemente, la MUD jamás podría haber logrado imponerle a la clase obrera un infierno semejante. Tampoco fue la oligarquía la que le pagó US$ 60 mil millones de deuda externa a la banca internacional en los últimos dos años, ni la que está destruyendo PDVSA para rematarla, ni la que entregó la filial norteamericana de PDVSA a Goldman Sachs, 200 pozos petroleros horizontales a la Horizontal Well Drillers o las enormes reservas de oro, coltán y diamantes del Arco Minero a las multinacionales imperialistas.
Esto fue obra de Maduro y el PSUV, el partido de los coroneles asesinos del Caracazo, presentados como “socialistas”, “antiimperialistas”, “amigos del pueblo”, por los Castro y la izquierda mundial. Contra los que agitaban el fantasma de “un golpe de la derecha y el imperialismo”, hemos denunciado mil y una veces que durante todos estos años Wall Street y la MUD sostuvieron a Maduro justamente para que para lleve a cabo la tarea de ejecutar el programa de la MUD, a sangre y fuego como Assad en Siria si era necesario. Ésta es la esencia del pacto entre la burguesía bolivariana, la MUD y el imperialismo yanqui. Era necesario vestir esta infamia con ropaje “antiimperialista” porque la clase obrera venezolana aún estaba en pie de guerra, con SIDOR y los levantamientos del hambre, y el imperialismo estaba abocado a la restauración capitalista en Cuba, a derrotar la resistencia campesina armada en Colombia y aplastar a la revolución obrera y popular en Siria para estabilizar el Magreb y Medio Oriente.
Mientras ese pacto estuvo vigente, el imperialismo toleró que la burguesía bolivariana y su partido militar, una fracción surgida del corazón del Estado burgués, continúen administrando los negocios de la Venezuela semicolonial, a condición de que pague religiosamente la deuda externa y le entregue nuevamente los hidrocarburos y las reservas mineras a las transnacionales, como en los años de Punto Fijo. Y Maduro cumplió a rajatabla su parte del acuerdo. Por eso en todos estos años, Estados Unidos y la oligarquía, lejos de querer voltear a Maduro como decían el castrismo y la izquierda mundial, llevaban adelante medidas de presión para que se discipline más y más, y aplaste cruentamente a la clase obrera, la única clase antiimperialista de la nación.
El chavismo, la corriente de los generales antiimperialistas de cartón, entró en la historia como un nacionalismo burgués rastrero y cobarde, que se montó sobre las formidables fuerzas de la revolución obrera y campesina latinoamericana de 1997-2005 para expropiarla y estrangularla. Una vez cumplido este rol, una vez derrotada la revolución, devino -como todo nacionalismo burgués en su ocaso- en lacayo del imperialismo, haciéndole el trabajo sucio de hambrear y masacrar al pueblo en nombre del “socialismo” y el “antiimperialismo”. Mientras más y más Maduro y los generales aplastaron a la clase obrera, más se fortaleció al imperialismo y a la oligarquía, que hoy vienen por todo. Esta es la verdad sobre el ocaso de los bolivarianos que la izquierda mundial calla.
El imperialismo yanqui y la oligarquía rompen el pacto y pasan a la ofensiva contra la burguesía bolivariana por el control de Venezuela
Las acciones ofensivas de la oligarquía en las últimas semanas muestran que el imperialismo decidió romper el pacto con los bolivarianos y ponerle fin a esta farsa. Maduro y los generales le allanaron el camino, creando las condiciones para que el imperialismo y la MUD vuelvan por el control directo del Estado y los negocios de Venezuela.
Esta ofensiva es consecuencia directa de los avances de la contrarrevolución a nivel internacional. Siria fue convertida en un gigantesco cementerio con sus ciudades devastadas a bombazos por los genocidas Assad y Putin, los aliados de Maduro y Castro. La revolución en Europa fue estrangulada por el stalinismo. En América Latina, los Castro ya izaron la bandera yanqui en La Habana, aplaudidos por el chavismo. En Colombia, obligaron a la resistencia campesina colombiana a rendirse, a aceptar la expulsión de sus tierras a manos de las transnacionales, mientras el paramilitartismo asesina impunemente a los dirigentes campesinos, sindicales y populares.
A la vez, el imperialismo norteamericano, ya sin la careta de “buen vecino” de Obama, necesita someter a América Latina a una férrea disciplina. La agudización de las rivalidades entre las grandes potencias, principalmente Estados Unidos y Alemania, por los mercados, fuentes de materias primas, condiciones de mano de obra esclava, etc. le imponen a Trump la necesidad de un control absoluto sobre su patio trasero, en el que su competidora Alemania tiene fuertes intereses, con los monopolios BMW, VW, Siemens, etc..
Por esto es que el imperialismo fue sacándose uno a uno a sus viejos sirvientes bolivarianos, que habían jugado su rol y ya resultaban demasiado “caros” y poco útiles. Dilma fue destituida y Lula, condenado. Cristina Kirchner recorre los tribunales argentinos. Ahora llegó la hora de reconquistar plenamente Venezuela, la cuna de los bolivarianos. Maduro ya no tiene más jugo. Es un limón al que exprimieron hasta la última gota. Tiene que terminar en la cárcel. Aún siendo una ficción el antiimperialismo de la “revolución bolivariana”, la “cabeza” de Maduro y el control imperialista pleno de Venezuela serán mostrados por Trump como un escarmiento a América Latina, a los obreros chicanos en Estados Unidos, y sobre todo, un paso decisivo para que los bancos de Wall Street le arranquen a Raúl Castro la propiedad del campo cubano.
Los bolivarianos, de rodillas, le ofrecen un nuevo pacto al imperialismo para seguir administrando ellos los negocios de Wall Street en Venezuela
Sin embargo, Maduro y los generales no quieren abandonar su posición. Estos “comunistas de Rolex”, “socialistas de Hummer” -como los denunciaron los obreros de Sidor-, son una fracción burguesa enquistada en el Estado burgués que se ha hecho millonaria durante toda la Revolución Bolivariana. Desde que se abrió la crisis política, Maduro les tiende puentes de negociación a Trump y la MUD para hacer un nuevo pacto y continuar en el poder hasta 2018. Los bolivarianos quieren hacerse valer ante el imperialismo como sirvientes leales y confiables que sometieron al proletariado, que honraron la deuda externa al cien por ciento. Inclusive le otorgan más concesiones mineras y ponen las riquezas de la nación como garantía del pago de la deuda al FMI y la banca internacional. Leopoldo López fue liberado como muestra de buena voluntad. Así los bolivarianos pretenden demostrarle a Trump que son mejores agentes que la oligarquía de la MUD.
La convocatoria de Maduro a una Asamblea Constituyente fue una oferta de acuerdo hecha al imperialismo y la MUD por parte de los generales. Les proponían un pacto como el de Evo Morales y la oligarquía fascista de la Medialuna oriental en 2008, que pactaron una Constitución sobre la base del respeto irrestricto a la propiedad terrateniente, mientras el gobierno de frente popular de Evo garantizaba mantener bajo control a los mineros. Evo tenía ese rol en 2008, controlar al proletariado en plena revolución. En 2017, los bolivarianos no tienen nada para ofrecerle al imperialismo. Ya derrotaron al proletariado. Por eso la MUD y Trump rechazaron la Asamblea Constituyente de Maduro. No quieren ningún pacto. Quieren la rendición completa del gobierno.
Las acciones de la MUD buscan decisivamente crear las condiciones para correr a Maduro de forma ordenada, sobre la base de la Constitución Bolivariana, evitando correr el riesgo latente de una irrupción de hambrientos como en el Caracazo.
Pero el límite que tienen Trump y la MUD es que aún no lograron abrir brechas en el generalato, que apoya casi unánimemente a su representante Maduro. Los generales de las FANB son el corazón del Estado y la burguesía bolivariana. Por eso es tan grave la crisis política venezolana, que no sólo ha fracturado el régimen, sino que pone en cuestión la unidad de la banda de hombres armados del Estado burgués.
Las sanciones económicas de Trump buscan decantar un sector de oficiales que entregue a Maduro y llame a elecciones. La prensa mundial ha desatado una furibunda campaña contra “el dictador” Maduro, llamando a las FF.AA. a hacer respetar la Constitución.
Pero a pesar de que aún está en el poder, y aún permaneciendo algún tiempo más, Maduro sabe que tiene las horas contadas. Como sostiene el marxismo revolucionario, el nacionalismo de la burguesía semicolonial es un fenómeno episódico. Las dos clases fundamentales en las semicolonias son el imperialismo y el proletariado. Maduro no podrá escapar al destino de todo burgués nativo: una retirada sin combate, sin honor ni gloria, como Perón en 1955 o el mismo Chávez en 2002.
La “democracia” a lo Haití que le depara el imperialismo en crisis al pueblo venezolano
Las clases medias desesperadas, arruinadas por el imperialismo, hoy son manipuladas por la MUD. El proletariado, desgarrado, sometido a la burguesía de forma criminal por sus direcciones, ha sido privado de jugar el papel de caudillo de las masas explotadas. La traición de la burocracia sindical, bajo el silencio cómplice de la izquierda venezolana, le entregó la dirección de las capas bajas de la pequeñoburguesía a la MUD, que las manipula con promesas de “democracia” contra el gobierno que las hambrea y oprime.
El ala pro-MUD de la izquierda venezolana, representada por el PSL (UIT) y la UST (LIT), se niega a denunciar que las movilizaciones de la MUD no cuestionan ni una coma de los acuerdos proimperialistas firmados por Maduro; que inclusive un gobierno de la MUD será un bonapartismo tanto o más brutal que el de Maduro, porque será un gobierno directo del imperialismo que buscará abrir bases militares yanquis en Venezuela. Será lo más cercano a la tutela de una potencia extranjera que haya vivido Venezuela desde la Independencia de la Corona española.
La izquierda venezolana de conjunto oculta que por delante no hay resurgimiento económico ni más “democracia”. El imperialismo rapaz no traerá inversiones productivas ni reabrirá las fábricas cerradas; sólo quiere PDVSA, el oro, el coltán y los diamantes del Arco Minero. El resto no le importa. Que se hunda, dice el imperialismo. Si la Venezuela burguesa solo puede ser Haití, pues que lo sea, dicen la MUD… y los generales. Por eso la “democracia” que promete la MUD no será otra cosa que los sables de los generales tutelados por el Pentágono, protegiendo la propiedad del imperialismo y la oligarquía en un mar de desposeídos hambrientos.
Los grandes bancos de Estados Unidos y Europa sólo ven América Latina un territorio de saqueo y despojo. En Brasil y Perú imponen flexibilizaciones laborales esclavistas, como las que ya dictaminaron en Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Para sostener su ganancia, el capital financiero necesita un continente de esclavos baratos, y tanto la “derecha” latinoamericana como los bolivarianos están dispuestos a garantizárselo.
Sólo la clase obrera americana puede derrotar semejante plan. Si ésta no retoma el camino de las revoluciones de comienzos del siglo XXI, si finalmente se impone la salida del imperialismo, América Latina sufrirá un retroceso atroz: se generalizarán la barbarie y el bonapartismo; se multiplicarán la desocupación, la esclavitud y la descomposición social, con un aumento trágico de esa subclase de parias que jamás entrarán al proceso productivo; millones de trabajadores definitivamente volcados a las miserables economías en negro; el narco se extenderá en proporciones jamás vistas para destruir a la juventud proletaria sobrante, etc.
La izquierda venezolana y mundial habla de luchar hoy por más “democracia” como si esta catástrofe fuera producto de gobiernos “autoritarios”, y no una consecuencia del sistema capitalista en decadencia. En Venezuela sueñan con una Asamblea Constituyente “democrática”… como si pudiese haber “democracia” para el pueblo sin aplastar a los generales de las FF.AA. y al gobierno. El PSTU de Brasil pide “Elecciones generales” contra Temer. El FIT de Argentina quiere derrotar la flexibilización laboral que prepara Macri con diputados “socialistas” en el Parlamento. ¡Los seudosocialistas pretenden que la “democracia” de los esclavistas detenga al imperialismo en la guerra de clases que les ha declarado a los obreros y los pueblos oprimidos del mundo! Esa no es una estrategia para vencer. Es veneno de conciliación de clases, un camino seguro a la derrota.
Sólo la clase obrera puede derrotar la ofensiva del imperialismo y sus lacayos bolivarianos y de la MUD ¡Aún no es demasiado tarde!
La burguesía bolivariana se retira de la arena histórica dejando charcos de sangre obrera. Sólo el proletariado venezolano ha demostrado ser una clase verdaderamente nacional, enfrentada irreconciliablemente al imperialismo yanqui. Lo ha demostrado en estos 25 años de combate contra el imperialismo desde el Caracazo, derrotando el golpe proimperialista de 2002, mientras Chávez se rendía ante el Obispo y le entregaba el poder al presidente de FEDECAMARAS.
A pesar de las mil y una traiciones sufridas por la clase obrera, el levantamiento del mes de junio en Maracay muestra que aún no es demasiado tarde. En América Latina, los obreros de Brasil buscan abrir la revolución en el coloso latinoamericano. Los mineros peruanos enfrentan la flexibilización laboral y reciben la solidaridad internacionalistas de sus hermanos de Colombia. Los mineros de Huanuni, Bolivia, vuelven al combate contra Evo Morales y la Banca Morgan. Los docentes mexicanos no se rinden ante el verdugo Peña Nieto. ¡Allí están las fuerzas para que el proletariado venezolano vuelva a ponerse de pie!
Ahora las pandillas burguesas que llevaron Venezuela a la catástrofe preparan sus salidas bonapartistas contra el pueblo, al servicio del imperialismo yanqui. ¡Abajo la Asamblea Constituyente antidemocrática y proscriptiva de Maduro y las FF.AA! ¡Ningún explotado debe poner su voto en esa trampa!
La MUD y la oligarquía organizaron su plebiscito fraudulento para sustituir a la boliburguesía y profundizar la entrega de la nación al imperialismo. ¡No hay que reconocerle ninguna legitimidad a su plebiscito y su Tribunal Supremo oligárquico y antidemocrático!
Ninguna organización que hable en nombre de la clase obrera puede permanecer sometida a estas pandillas patronales rapaces. La UNT, la CCURA y los sindicatos combativos deben romper ya mismo con el gobierno y con la MUD. Es necesario establecer el poder de los explotados para que la Venezuela obrera y campesina se ponga de pie. Contra las salidas bonapartistas y proimperialistas de las pandillas burguesas, hay que lanzar desde las organizaciones obreras un audaz llamamiento al pueblo pobre de Venezuela a poner en pie una Asamblea Nacional Venezolana, con delegados obreros, campesinos, de las barriadas y los cerros. ¡Ellos son la verdadera mayoría de Venezuela!
La Asamblea Nacional Venezolana deberá decretar la expropiación del imperialismo, de FEDECAMARAS y las tierras de la oligarquía, para terminar con el hambre del pueblo. Deberá confiscar todas las propiedades y cuentas que se robaron los boliburgueses y los generales millonarios. Deberá romper todos los tratados y acuerdos que atan a Venezuela al imperialismo.
Pero la minoría de los explotadores y parásitos opondrá su resistencia sirviéndose de las bayonetas de las FANB. Para imponer la voluntad de esta Asamblea Nacional a los explotadores y parásitos de la nación, cada trabajador, cada campesino, cada empleado, debe tener un fusil para desarmar a los generales. Sin armas para el pueblo, no hay democracia posible.
La clase obrera debe acaudillar la lucha de todos los explotados de la nación. Hay que lanzar este llamamiento urgentemente desde los sindicatos y las organizaciones obreras, sin patrones ni burócratas sindicales colaboracionistas poniendo en pie un congreso obrero nacional junto a los campesinos pobres y los comités de soldados rasos Este programa, verdaderamente antiimperialista y revolucionario, es el único que puede soldar la alianza obrera y popular con las clases medias arruinadas, y dejar sin sustento el plan de la oligarquía de la MUD y el imperialismo.
¡Ni Constituyente antidemocrática del gobierno y las FFAA, nil plebiscito fraudulento de la MUD y la oligarquía!
¡Fuera Maduro, la MUD y el FMI! ¡Abajo los generales asesinos!
¡Asamblea Nacional Venezolana libre y soberana para romper con el imperialismo y conquistar el pan para los explotados, con delegados obreros, campesinos, de las barriadas y los cerros!
Para conseguir el pan: ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero de las transnacionales, los bancos y FEDECAMARAS! ¡Expropiación de las tierras de la oligarquía y de las grandes cadenas de supermercados! ¡Desconocimiento de la deuda externa!
¡Hay que aplastar a la casta de oficiales que está para garantizar los negocios de los ricos sobre el hambre del pueblo!
¡Un fusil a cada trabajador y cada campesino! Como decían los comuneros de París: ¡El que tiene armas tiene pan!
Llamemos a los soldados rasos que hierven de odio contra Maduro y sus generales: ¡Comités de soldados que desconozcan y detengan a los oficiales asesinos!
¡Disolución inmediata de la GNB y la PNB!
¡Comités de autodefensa organizados por los sindicatos, para defendernos de la represión del gobierno y los generales!
¡Abajo la burocracia sindical! ¡Fuera Rangels, Rondón, Barrios, y todos los traidores del movimiento obrero!
¡Libertad a Rodney Álvarez y a los obreros de CIVETCHI! ¡Libertad todos los jóvenes estudiantes presos por protestar contra el gobierno!
¡Por un gobierno obrero y popular basado en las organismos de autoorganización de las masas armadas! Sólo así se podrá conquistar la independencia nacional y transformar a Venezuela en un bastión de la revolución socialista latinoamericana!
¡Fuera el imperialismo de América Latina! ¡Paso al internacionalismo proletario! ¡Por una lucha unificada con los obreros brasileños, peruanos, bolivianos, mexicanos y argentinos, contra el imperialismo y sus gobiernos lacayos!
El proletariado venezolano necesita un partido de la IV Internacional de 1938
La izquierda venezolana, alineada detrás de la MUD, como el PSL y la UST (LIT), o detrás de Maduro como El Topo Obrero, la CSR (CWI), Opción Obrera y la LTS (PTS), ha demostrado ser un apéndice de la burguesía nacional. Han renunciado a luchar por el triunfo de la revolución socialista, con una estrategia para aplastar al generalato verdugo, tomar el poder y poner a Venezuela como una fortaleza de la revolución socialista mundial. Todos sus programas se reducen a la defensa del campo burgués “progresivo” contra el “reaccionario”.
El proletariado latinoamericano necesita su propio partido. Los stalinistas y los renegados del trotskismo se lo han impedido. Nuestra corriente les ha declarado la guerra por traidores a la causa del proletariado mundial. Es necesario reunir a los obreros concientes de Centroamérica y el Caribe detrás de las lecciones de la traición del castrismo y de la estafa de la Revolución Bolivariana. El programa para ponerlo en pie ya existe: es el de la IV Internacional de 1938, cuya refundación será una tarea inseparable de esta pelea. ¡Paso a la revolución socialista internacional!
¡POR UNA VENEZUELA OBRERA Y SOCIALISTA, SIN GENERALES,
PATRONES NI BANQUEROS IMPERIALISTAS!