Venezuela - 27 de febrero de 2019
27 de febrero de 1989 - A 30 años del Caracazo
Una de las mayores gestas antiimperialistas de la clase obrera latinoamericana contra la burguesía y el FMI
2019: Para aplastar a la reacción y al zarpazo imperialista sobre Venezuela y América Latina…
¡Hay que desarmar a los 2000 generales y oficiales de la boliburguesía que hoy han tomado militarmente toda Venezuela, armar a los trabajadores y al pueblo pobre, romper con el FMI y expropiar a los capitalistas!
¡Hay que llevar el Caracazo a la victoria!
Hoy, 27 de febrero de 2019, es el 30º aniversario del Caracazo, una semi-insurrección de masas que se dio en Venezuela en 1989, que dejó más de 3000 asesinados en las calles por el ejército venezolano, el cual contaba por aquel entonces con una cadena de mando de oficiales que dirigieron esa operación contrarrevolucionaria. Tanto Chávez como Diosdado Cabello y demás generales de hoy de las FFAA bolivarianas fueron, como oficiales, protagonistas claves de esa brutal masacre.
El Caracazo fue una verdadera semi-insurrección espontánea de masas que golpeó abiertamente al régimen del llamado Pacto de Punto Fijo, donde distintas pandillas burguesas se alternaban en el poder para repartirse una porción menor de la renta petrolera, como socios menores del imperialismo, hambreando al pueblo.
Publicamos, acompañando este artículo, un trabajo que fue editado en el Organizador Obrero Internacional Nº22 del año 2013. Este artículo saldaba cuentas con la burguesía chavista y su así llamada “revolución bolivariana”, que no fue otra cosa que un engaño con mucho palabrerío. El cual dejaba intactos los negocios de la burguesía y del imperialismo, a la vez que expropiaba esta gran gesta revolucionaria de las masas venezolanas y también de toda América Latina, que ardía en una ferviente lucha antiimperialista. Presentamos entonces, junto a esta nota, el artículo del mencionado periódico de 2013, que da cuenta de los grandes combates revolucionarios de las masas latinoamericanas y del siniestro rol del estalinismo que, entregando Cuba a los yanquis, sostuvo a todos los gobiernos de esa denominada “revolución bolivariana”, que con Morales, Kirchner, Lula, Correa, etc. salvaron la propiedad al imperialismo y sus bancos del odio y la lucha de las masas, que desde 1997 con las revueltas de Ecuador y en la primera década del siglo XXI, desde Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, etc. golpearon duramente al dominio imperialista en el subcontinente.
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Una vez que la “revolución bolivariana” cumplió su rol y garantizó que el FMI se lleve hasta la última gota de su saqueo del continente, luego de garantizar los negocios de las transnacionales con mercados regionales como el Mercosur, Pacto Andino, el Alba, etc., ahora los yanquis vienen por todo. Como lo vemos con Lula, Morales, los Kirchner, etc. estos ya hace rato que se han rendido, luego de desorganizar una enorme ofensiva revolucionaria de masas.
Con ellos, esta estafa de la “revolución bolivariana” también se ha llevado y puesto a los pies del imperialismo a la Cuba socialista… donde el derecho de herencia, la propiedad privada sobre empresas y tierras y la inversión extranjera ya ha sido garantizada por la nueva Constitución de esa nueva Boliburguesía que ha surgido de las entrañas del castrismo y el estalinismo cubano.
“El socialismo no va más” dijo ayer Fidel Castro… “ni siquiera en Cuba”. Esta ha sido la puñalada por la espalda y el golpe más duro a la lucha antiimperialista de las masas de América Latina y de Norteamérica, acorraladas y atacadas duramente por todas las potencias imperialistas, fundamentalmente en los últimos años luego del crac de Wall Street.
Rendidos y con la bandera yanqui en La Habana, el estalinismo ha entregado Nicaragua y rendido a la resistencia colombiana, como lo hicieron con el pacto de las FARC con Santos, en momentos en que este país ya es un verdadero portaaviones de EEUU, con sus 7 bases militares y tropas que han ingresado directamente para bloquear Venezuela con la mentira de la “ayuda humanitaria”.
Muy lejos está la nueva burguesía castrista y sus socios boliburgueses de Venezuela de preparar una nueva “Bahía de Cochinos” contra el desembarco de los yanquis, como la que en Cuba en 1961 expulsara la invasión norteamericana de la isla.
Mientras Venezuela sigue cercada, bajo el mando de Trump, se encuentra en este mismo momento en La Habana el Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano rindiéndose en “conversaciones de paz” ante el gobierno de Duque. Ya antes se habían rendido las FARC.
Ante la ofensiva yanqui y el peligro siempre latente de una irrupción de masas abierta, desde La Habana y Caracas lo que se está preparando es un gran pacto de rendición de Venezuela, y con ella, de toda América Latina. Ya Lula, bendecido por la iglesia, fue a los pies del juez Moro, mientras Morales batió records de entrega de los minerales al imperialismo en Bolivia. Ni hablar de los supernegocios de la burguesía nicaragüense y salvadoreña en Centroamérica. En Argentina, la Kirchner sostiene desde el parlamento, junto al PJ, votándole todas las leyes al odiado gobierno antiobrero de Macri.
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Los Bolivarianos intentan lavarse la ropa manchada con sangre en un reducido y controlado acto por el 30 aniversario del Caracazo
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Hoy en Venezuela el régimen de esa verdadera estafa de la “revolución bolivariana” ya se ha caído a pedazos. Ni la Asamblea Constituyente ni el Parlamento existen. Solo existen, por un lado un presidente títere nombrado por Trump; y por el otro las Fuerzas Armadas Bolivarianas y su casta de oficiales controlando todo el territorio, disciplinando a las masas con manu militari; mientras Venezuela ha quedado cercada y bloqueada por los yanquis y sus lacayos de las burguesías latinoamericanas. Ese es el trágico resultado de la cobardía de la Boliburguesía y de la “guerra de conciertos” y la “ayuda humanitaria” del imperialismo del 22 y 23 de febrero.
La boliburguesía intenta demostrar que ellos son los únicos capaces, bajo estas condiciones, de impedir un nuevo Caracazo. Los yanquis ya no creen lo mismo. Para ellos, el limón ha sido totalmente exprimido. Ya no necesitan de sus viejos socios menores. Estos ya han cumplido su función. Los yanquis vienen a por todo.
Una vez jugado su rol, con una Venezuela quebrada, con obreros hambrientos y matados a tiros por el archirreaccionario gobierno de Maduro, el imperialismo sabe que ya están dadas las condiciones para quedarse directamente con toda Venezuela. “El petróleo venezolano para los americanos”: de eso se trata este golpe decisivo que busca imponer Trump para Venezuela y toda América Latina.
La cobardía y sumisión al imperialismo de las burguesías nativas ya son evidentes. El imperialismo le ha incautado todos los bienes, propiedades y cuentas de Venezuela en el exterior. Un robo alevoso de la nación venezolana. Ha reconocido a un presidente nombrado en la embajada yanqui. Ha cercado y bloqueado Venezuela, terminando de ocupar militarmente a Colombia e impuesto con el “Grupo de Lima” un verdadero rejunte de colonias y repúblicas bananeras bajo el mando de Trump y Wall Street.
Estamos ante un ataque feroz del imperialismo en América Latina. Los piratas yanquis, bajo las órdenes de Trump, han sacado el látigo contra los pueblos que oprimen al sur del Río Bravo.
Los yanquis pisan su patio trasero en momentos en que se desarrolla una dura guerra comercial contra la Europa de Maastricht y Japón en su competencia por el control de la economía mundial y de China y Rusia. A Venezuela le han expropiado las 6000 estaciones de servicio de PDVSA y sus 3 refinerías en EEUU, pertenecientes a la Citgo, que están en sociedad con la Rosneft rusa (empresa donde BP tiene el 20% de sus acciones). Le ha incautado las cuentas en Miami a Cabello, Maduro y sus oficiales del ejército, a los que obligan a rendirse.
La respuesta “valiente” del régimen no se hizo esperar, con la Venezuela cercada y bloqueada. El ejército y las fuerzas armadas, lejos de atacar un solo interés del imperialismo, militarizaron Venezuela y controlan que no se provoque una sola acción de masas… ni contra los yanquis, ni contra el golpe, cuyos autores caminan libremente por las calles, de Caracas a Cúcuta. Mientras tanto, ya están en plena negociación con el imperialismo, cuestión que intentan hacer oficial desde la ONU.
En el día de hoy, en Nicaragua, se han sentado en una mesa de negociación, luego de 3 meses, bajo la bendición de la iglesia, el gobierno sandinista con la oposición burguesa. Desde La Habana y Managua viene el clamor de una negociación con el amo imperialista, antes de que las masas de obreros y campesinos irrumpan, poniendo en cuestión la propiedad y el poder de todos los explotadores. Estas boliburguesías no quieren quedarse fuera de los negocios en esta nueva ofensiva yanqui sobre el planeta.
El pánico que tienen tanto la boliburguesía como el imperialismo de utilizar a las masas en esta puja entre ellos es lo que empuja a que toda esta crisis se resuelva en los cuarteles. Allí se están contando los generales y oficiales burgueses de cada bando. Por ahora, la mayoría de la boliburguesía en las fuerzas armadas insiste en que ellos son la garantía de controlar a las masas para que los hambrientos no irrumpan en un nuevo Caracazo. Ellos asimismo se ven en los zapatos de Lula y se niegan a semejante futuro, a la vez que claman por una negociación que los incluya en la futura Venezuela colonial.
Ellos se desviven por explicarle a sus socios mayores yanquis que son una garantía para sus negocios. En los últimos años ya le dieron a la Exxon y Chevron los fabulosos negocios del petróleo del Orinoco y a las transnacionales mineras yanquis y canadienses todas las riquezas del oro y suelo venezolano. Ellos le han garantizado la propiedad a la oligarquía “golpista”, sus enormes extensiones de tierra y las grandes cadenas comerciales que controlan. Le han garantizado el pago puntilloso de la fraudulenta deuda externa al FMI.
Los yanquis no admiten dejar un dólar más de los miles de millones con los que se enriqueció una nueva burguesía bolivariana administrando la renta petrolera durante años.
Así se desarrolla esta tragedia para las masas del continente: se profundiza la entrega de Venezuela al imperialismo, de Colombia –ya como colonia y portaaviones directa de los yanquis- y con la Cuba capitalista ya llena de burgueses ávidos de hacer negocios, asociados al imperialismo, salidos de las entrañas mismas de ese siniestro Partido Comunista Cubano… pero estas victorias parciales del imperialismo serán posibles, en última instancia, si las masas se lo permiten. Estas para nada han salido de escena, aunque sus luchas han sido mil veces desviadas, desorganizadas y traicionadas.
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Mientras tanto, las burguesías latinoamericanas alertan que una intervención directa de EEUU (como ayer Bush en Irak) puede hacer estallar un volcán en América Latina y en EEUU. Eso ha dicho y resuelto el “Grupo de Lima” en su última reunión.
EEUU ha dicho que no descarta esa opción, mientras apuesta a la rendición de Maduro o de una parte importante de sus generales. Todas las pandillas burguesas y del imperialismo se cuidan muy bien de los límites que tienen en esta disputa, donde a cada paso se pone en riesgo una irrupción de las masas hambrientas. Como ya vimos, las fuerzas armadas bolivarianas ganaron las calles y militarizaron todos los barrios y ciudades de Venezuela, con la excusa de “enfrentar el golpe”. Guaidó entra y sale de Venezuela con su gente, los “golpistas” se pasean por las calles… y Maduro no les toca ni un pelo. Solo aplasta todo intento de las masas de entrar a la lucha y buscar pan.
Hoy todos miran asustados a Haití, donde una enorme insurrección de masas por el hambre y contra el gobierno corrupto de Moise y las tropas de ocupación no dan un día de tregua a los opresores. Mil veces traicionados, los trabajadores y el pueblo pobre de América Latina, están lejos de haberse rendido.
Hoy es el 30° aniversario del Caracazo. El mejor homenaje a este es verlo reflejado en las masas revolucionarias de Haití, que se han sublevado.
El último acto de esta obra de ofensiva yanqui sobre el continente americano no ha terminado de ser escrita aún. Ninguno de los títeres del imperialismo… ni Macri, ni Piñera, ni Bolsonaro han terminado de asentar sus intentonas bonapartistas y los duros golpes que intentan propinarle a las masas. El imperialismo yanqui no tiene aún los regímenes que necesita para terminar de dar una nueva vuelta de tuerca en la colonización definitiva en su patio trasero.
El régimen yanqui y los piratas de Wall Street tampoco tienen esa fuerza al interior de EEUU contra su propia clase obrera. Gran parte de la burguesía yanqui alerta sobre esta cuestión. Una aventura belicista de Trump más allá de la relación de fuerzas y de las amenazas actuales puede incendiar Nueva York y sublevar a las masas de EEUU. Es que las aventuras contrarrevolucionarias, como la de Vietnam, fueron impulsadas en momentos de enorme fortaleza del régimen yanqui luego de la segunda guerra mundial, o bien, bajo condiciones de un fuerte sentimiento de unidad nacional de las masas de EEUU, como luego del autoatentado de las Torres Gemelas que hizo Bush.
Pero esas no son las condiciones actuales de EEUU. Los trabajadores norteamericanos ya ganaron las calles, como ya lo venían haciendo antes, desde el surgimiento del gobierno de Trump, combatiendo y derrotando en las mismas, en este caso, al movimiento de la supremacía blanca, como ayer impusieron la retirada yanqui de Irak.
La parodia del muro de Trump en México es una ofensiva contra toda América Latina para ir luego por el petróleo mexicano y sus riquezas; y para disciplinar a los más de 30 millones de trabajadores latinoamericanos que viven, trabajan y también luchan dentro de EEUU.
43 millones de hambrientos amenazan a EEUU con una enorme crisis social. Allí estuvo el foco del crac económico de 2008. Estos acontecimientos demuestran que la verdadera guerra que han declarado los piratas de Wall Street es a la clase obrera mundial, y en primer lugar como lo hizo con la clase obrera norteamericana con el chacal vestido de cordero de Obama.
Con el hambre y la crisis de los trabajadores y el pueblo norteamericano, Obama financió las pérdidas de la oligarquía financiera, mientras le tiró toda su crisis a la clase obrera y le arrancó todas sus conquistas. El peso de Trump hoy y su demagogia anti-inmigrante se basa en este duro golpe dado por Obama a la clase obrera norteamericana, que ha quedado dividida, desgarrada y sometida políticamente a las distintas pandillas imperialistas, tanto “demócratas” como “republicanas” de Wall Street.
Nada de esto podría ser posible, tampoco, sin la colaboración inestimable de hasta ayer mismo del Foro Social Mundial, del estalinismo, los Castro y todos los renegados del trotskismo, que han salido desde hace años en apoyo de la izquierda de los sinvergüenzas de los piratas imperialistas del Partido Demócrata… a los que Trump hoy acusa de “socialistas”… tan “socialistas” como Maduro o Morales.
Sanders y un puñado de inmigrantes mostrados como progresistas en el circo romano de Wall Street ya no pueden engañar a ningún obrero serio y con la más mínima perspicacia de clase. Son defensores fanáticos de las ganancias de las transnacionales yanquis en todo el mundo, y guardaespaldas fundamentales de sus bolsillos izquierdos. Ellos silencian la existencia de más de 500 cárceles de la CIA en el mundo y las bases militares con las cuales el imperialismo controla el planeta.
Estos “socialistas democráticos” de EEUU claman por “elecciones democráticas” en Venezuela, con las tropas bolivarianas ocupando los barrios obreros y populares y con Venezuela bloqueada y cercada por las tropas yanquis. ¡Mi-se-ra-bles!
Lo que separa a la clase obrera del norte y sur del Río Bravo, no son sus necesidades y anhelos de lucha, sino las direcciones que la someten en todos lados a la burguesía, sus verdugos. Porque ¿qué diferencia hay entre los obreros sublevados de las maquilas en Matamoros, norte de México, con los obreros ultra-flexibilizados de la GM, o con los esclavos latinoamericanos que levantan las cosechas del sur de EEUU como ayer lo hacían los esclavos negros?
La Venezuela con obreros a 6 dólares de salario mensual, la Nicaragua donde se mata a palos a los jubilados por una mísera pensión, se los llama “socialismo”. El FSM hablaba del “socialismo del siglo XXI”. Trump sigue su discurso… a Venezuela lo llama “un régimen socialista” con el que “habría que terminar” según anuncia. Una vil mentira; un gran engaño. Venezuela, Nicaragua, como Haití, o como Argentina y demás países latinoamericanos no son más que países capitalistas semicoloniales en estado de descomposición y putrefacción por el saqueo imperialista de sus riquezas y por una burguesía nativa sirviente y socia menor de los yanquis.
El imperialismo puede largar semejante ofensiva, inclusive política e ideológica contra las masas, porque tiene un gran aliado: la lacra estalinista que ha entregado los Estados obreros. Ayer, en 1989, en el mismo año del Caracazo, la nueva burguesía estalinista de Rusia y China entregaba al Citibank y al imperialismo mundial la más grande conquista del proletariado en el siglo XX. Hoy, 30 años después, lo termina de hacer Cuba, consagrando en su Constitución el sagrado derecho a la propiedad privada de los capitalistas y el imperialismo en la isla, bajo el contralor y con la garantía de su Estado policíaco-militar.
A 30 años del Caracazo; a 30 años de la entrega de los Estados obreros; se muestran dos caminos. De un lado, la tendencia de las masas a abrirse una vía a la revolución socialista; y por el otro las direcciones traidoras entregando cada una de las conquistas de los explotados.
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A 30 años del Caracazo, rendimos un homenaje a los asesinados por los coroneles de ayer y boliburgueses de hoy. Afirmamos, más que nunca, que para aplastar el golpe de los yanquis, para sublevar a la clase obrera latinoamericana, para terminar con la invasión a Colombia, para sublevar y generalizar la lucha de las masas de Haití, para parar la ofensiva brutal de los sirvientes del imperialismo en el Cono Sur, la única salida es profundizar y llevar a la victoria el Caracazo, que como gran obra histórica de la clase obrera venezolana y latinoamericana, quedó inconcluso.
La salida es unir, con un grito de guerra, a toda la clase obrera y campesinos de América Latina y EEUU. Como decía el Che Guevara lo que se merece el imperialismo yanqui y su agresión a Venezuela, Colombia y todo el subcontinente es “por dos, por tres Vietnam”.
Los trabajadores de Venezuela tienen en sus manos la posibilidad de propinarle un duro golpe al imperialismo, y en ese camino sacarse de encima a esa lacra burguesa estafadora de sus luchas que es la Boliburguesía. Pero para ello necesitan la unidad y solidaridad de todos los trabajadores del norte, centro y sud América. Lo que impide este combate, en última instancia, es la boliburguesía y el estalinismo que claman por ser ellos los que terminen de derrotar a las masas para seguir participando en los negocios.
El camino es el de la revolución socialista, que es lo que se merecen Trump, los yanquis y la boliburguesía antiobrera, represora y hambreadora de los pueblos que oprime.
El camino no es otro que expropiarle sin pago las tierras, las ramas de comercialización y los bancos al imperialismo y sus socios nativos. Esa irrupción antiimperialista de las masas venezolanas es la que temen todas las burguesías del continente y la que intentan asfixiar a cada paso el estalinismo y los ex trotskistas que hace rato se pasaron como ala izquierda de la boliburguesía.
Guaidó, Maduro y los yanquis se disputan a los 2000 generales multimillonarios de la burguesía bolivariana. Los trabajadores deben salir a las calles. Que los millones de hambrientos y desposeídos bajen de los cerros y vayan a buscar a sus hermanos, los soldados rasos, para derrotar a las fuerzas de choque del gobierno de Maduro, armarse y abrir el único camino que puede ser posible para liberar e independizar a Venezuela del imperialismo: el de la victoria de la revolución socialista, el camino de un Caracazo triunfante. Esa lucha sería un verdadero shock eléctrico sobre los obreros y campesinos de centro y sud América.
Los obreros y campesinos colombianos son los destinados a romper el bloqueo imperialista de Venezuela. Lo único que lo impide es la dirección traidora de las FARC, el estalinismo y ese pseudoizquierdista de Petro, que se presentó como “demócrata”, “progresista” y “antiimperialista” engañando a las masas en las últimas elecciones con esta vil mentira. Todos los renegados del trotskismo, como la LIT por ejemplo, lo habían llamado a votar. Y hoy está escondido tras las faldas de Duque, sosteniendo la invasión yanqui a Colombia.
Ese es el rol de la Nueva Izquierda en América Latina; con López Obrador alcanzándole ladrillos y cemento a Trump para que levante su muro y sosteniendo a Duque en el bloqueo a Venezuela, entre otras funciones y menesteres.
Los trabajadores y el pueblo de Haití tampoco pueden quedar solos. Ellos son uno de los destacamentos anti-imperialistas más importantes de la clase obrera latinoamericana. Los obreros de Matamoros, de las maquiladoras de México, que se sacaron de encima a las direcciones de los sindicatos traidoras, corruptas y vendidas a la patronal, le marcan el camino para combatir contra la flexibilización laboral, el hambre y la entrega a toda la clase obrera de América Latina y de EEUU. En esa lucha está la clase obrera de Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia y todo el Cono Sur, presentando una dura resistencia junto a sus hermanos de clase de todo el mundo, en una batalla encarnizada contra el imperialismo.
Es que Maduro y los bolivarianos aspiran a entregarles a los yanquis una Venezuela hambreada y con las masas desgarradas, con mano de obra esclava y maquilas, como lo es hoy Bangladesh. Con salarios de 6 dólares por mes, los explotados de Venezuela serán, junto al petróleo, la más grande riqueza de la que se quiere apropiar el imperialismo. El sueño de los boliburgueses hoy es establecer, como Kim Jong Un en su reunión de Vietnam, una negociación con el imperialismo. Tanto este como los bolivarianos tienen mano de obra esclava y maquilas para ofrecer. Ya Trump ha dicho que lo que le conviene a estos secuaces de la burguesía nativa son buenos negocios bajo su mando directo. Los mismos bolivarianos ya han establecido zonas francas y libres de impuestos para maquilas en el arco minero del Orinoco, como han hecho ayer los Hermanos Castro en Puerto Mariel.
Mil y un combates ha dado la clase obrera del continente americano y fue sometida a mil y una traiciones. Es una tarea de los combatientes que luchamos por refundar la IV Internacional llevar a cabo su objetivo en el continente americano, que no es otro que el de poner en pie un nervio sensible de Alaska a Tierra del fuego, que ante cualquier estímulo acontecido en su trayecto haga estallar la sublevación y la rebeldía de todas las masas del continente.
¡Fuera yanquis de Venezuela!
¡Viva el combate de las masas de Matamoros y Haití! Ellas son las que continúan hoy el combate del Caracazo. Ellas no están solas. Sus grandes aliados están en la clase obrera de América del Norte y del Sur.
¡Fuera yanquis y sus bases militares de Colombia, Perú, Honduras y Brasil! ¡Fuera ingleses de Malvinas!
Wall Street se roba nuestras riquezas… ¡Hay que expropiar sin pago a las transnacionales, a los banqueros y romper con el FMI en todo el continente!
¡ABAJO LOS PACTOS Y NEGOCIACIONES SECRETAS DE LA HABANA Y CARACAS CON EL IMPERIALISMO Y LOS GOLPISTAS PARA ENTREGAR LA REVOLUCIÓN LATINOAMERICANA!
Para parar a los yanquis y al imperialismo, la salida no es la estafa de la “revolución bolivariana”, sino ¡abrir el camino a la revolución obrera y socialista!
¡Por una Venezuela socialista, sin generales ni capitalistas!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Centro y Sud América!
¡YANKEES GO HOME!
Secretariado de Coordinación Internacional de la FLTI