Yemen - 05 de diciembre de 2017
Pese al cólera, la hambruna y la miseria inaudita de las masas
Pese al cerco, el embargo y los bombardeos de las fuerzas armadas saudíes y de 9 ejércitos de lacayos del imperialismo en la región…
¡La revolución yemení no se rinde y debe triunfar!
¡Ali Abdullah Saleh, el Caballo de Troya de Arabia Saudita, el sionismo y los yanquis, que intentó un golpe de estado en la capital, fue derrotado!
¡Por la derrota de la invasión del clan saudí, bajo el mando del imperialismo angloyanqui!
¡Todo el poder a los shoras, los comités de obreros y campesinos pobres armados!
La yemení fue una fenomenal revolución por el pan y la libertad que estalló en 2011, como un eslabón de una única cadena de revoluciones en toda la región. El por entonces presidente Saleh fue expulsado por las masas en 2012. El poder lo usurpó su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour al-Hadi, quien fue derrotado por un nuevo embate revolucionario de masas en 2014, que llegó a tomar la capital Sanaa, partir al ejército y destruir el estado burgués y el conjunto de las instituciones del régimen.
Corriendo fue la burguesía houthi a montarse por encima de esta fenomenal insurrección de las masas hambreadas yemeníes para impedir que se expropiara a la burguesía. Para entregar esta grandiosa revolución, intentó cerrar un pacto con Hadi, bajo el manto de la ONU, pero fracasó. Las masas no se lo permitieron y continuaron la toma de la capital con sus shoras, consejos de obreros y campesinos pobres armados.
Llegó también a contener Ali Abdullah Saleh, posando de opositor a Hadi. Arabia Saudita comenzó a bombardear y masacrar. Y las masas no se rindieron. Siguen resistiendo, a pesar de 2 años y medio de masacre, cerco, hambruna generalizada y brotes de cólera a niveles inauditos.
Para buscar enterrar la revolución yemení, es que Saleh, desde dentro de la capital, intentó un golpe de estado el pasado sábado 4/12. Mandó a su guardia armada a controlar los principales edificios públicos, a la vez que llamó a Arabia Saudita a pactar y “restablecer el orden” (es decir, abría las puertas a que los invasores saudíes terminen de masacrar a quien no aceptara la reimposición del régimen proyanqui que las masas derrocaron). Pero las masas no se rindieron y derrotaron este golpe pro saudí y pro yanqui. En duros combates, con sus shoras armados, retomaron la capital, ajusticiando a Saleh y derrotando a sus guardias armadas.
¡Viva la revolución yemení!
¡La alianza de los obreros y campesinos pobres, del norte y el sur, sigue de pie!
¡Paremos la masacre y el bombardeo asesino del clan saudí y su coalición de gurkas de EEUU, el ocupante sionista y la British Petróleum!
¡Hay que ganar las calles de EEUU, Europa y las principales capitales del mundo para paralizar esta maquinaria de guerra asesina!
La yemení es una revolución olvidada, como la siria fue cercada. La izquierda socialimperialista les dio la espalda, separándolas de sus hermanos de clase del mundo.
¡Hay que romper el cerco a la revolución siria y ganar las calles en apoyo a las masas yemeníes, antes de que sea demasiado tarde!
¡Siria y Yemen, una misma revolución, un mismo combate, contra un mismo enemigo:
el imperialismo y sus agentes en toda la región!
Son las llamas que aún siguen vivas del fuego revolucionario que sacudió Magreb y Medio Oriente en 2011
Buscan apagar este fuego revolucionario con genocidios, encubiertos por campañas, que la izquierda reformista reproduce en todo el mundo de que en Siria “son todos terroristas del ISIS” y que en Yemen “son todos houthis chiitas de Irán”. ¡Nada de ello! ¡Son las masas hambreadas en revoluciones! ¡Hay que romper con la política del Pentágono de inventar enemigos para justificar las masacres contrarrevolucionarias!
Al Assad, Rusia, Arabia Saudita, el Sionismo… son los agentes contrarrevolucionarios para aplastar esas revoluciones. Hoy están todos juntos bajo el mando del imperialismo en Ginebra.
¡Abajo la conferencia de Ginebra y el pacto infame de Putin, Erdogan, los ayatollahs iraníes, el clan saudí, Al Assad, los generales del ESL y EEUU!
¡De Sanaa a Damasco, de Bahréin a Túnez, de El Cairo a Jerusalén, una misma intifada!
¡Por una sola guerra civil victoriosa contra el imperialismo y sus agentes!
¡Por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel!
¡Por una federación de repúblicas obreras y socialistas en Magreb y Medio Oriente!