Yemen - 13 de enero de 2017
Un brutal genocidio por el hambre se profundiza por el cerco impuesto por la coalición internacional de 9 países liderada por los reyes saudíes, comandada por el imperialismo y la OTAN desde el Pentágono.
Una verdadera catástrofe contrarrevolucionaria se profundiza en Yemen. Millones de yemenitas se encuentran muy cerca de morir por inanición si no interviene la clase obrera internacional.
¡Basta de barbarie y genocidio imperialista!
¡Hay que parar la masacre de las fuerzas contrarrevolucionarias de los esclavistas saudíes bajo el mando de la OTAN!
Yemen fue un eslabón de la cadena de la enorme revolución por el pan que recorrió todo el Magreb y Medio Oriente, de Túnez a Siria, de Libia a Bahréin, de Egipto a Yemen en 2011.
Hoy es la contrarrevolución la que recorre esta ruta, con el genocidio en Siria, con el golpe militar en Egipto, con la masacre en Bahréin y el golpe fascista de Heftar en Libia. La invasión a Yemen para aplastar una grandiosa revolución por el pan y contra el saqueo imperialista, multiplicó por mil los enormes padecimientos de las masas yemenitas y de toda la región.
Bajo los bombazos de la coalición liderada por los saudíes, los agentes de la contrarrevolución avanzan en imponer un verdadero genocidio por el hambre. ¡Ya no se puede ocultar semejante catástrofe! De una población de cerca de 26 millones:
- 3 millones de desplazados
- 14 millones sólo comen un pedazo de pan por día
- 7 millones no tienen nada, pero absolutamente nada, que comer
- 9 millones no tienen acceso a agua
- 2 millones de niños necesitan cuidados médicos urgentes y 500.000 sufren de desnutrición aguda severa
- 1.000 niños mueren todas las semanas, 1 cada 10 minutos
- 62% de los explotados yemeníes viven con menos de US$ 2 al día
Y esto no para de empeorar. Los hospitales fueron demolidos por los bombazos de la coalición, no hay agua ni electricidad, y prima un brutal desabastecimiento por el bloqueo de los puertos impuesto por la coalición. La canasta familiar hoy sólo cuenta con harina y arroz y en el último año aumentó su precio más del doble. El pan, principal alimento de un explotado yemenita, es extremamente raro de encontrarse. Aún así, el explotado yemenita que tenga algo de plata para adquirir algún alimento tiene que desplazarse por decenas de kilómetros para encontrar algún lugar que lo venda.
Esta situación es fruto de la enorme contrarrevolución que se desarrolla en el país, del rol que cumple la burguesía Houthi que intenta montarse por encima del movimiento de masas para que éstas no tomen el poder; y de las calumnias de la izquierda mundial, que aisló esta revolución de los oprimidos. Las masas explotadas del país árabe más pobre luchaban por el pan, mientras la izquierda reformista decía que se trataba de masas “atrasadas”, “bárbaras” y “terroristas”, de “disputa inter-étnica” o “inter-religiosas”, “disputas entre chiitas y sunnitas, comandados por atrás por intereses de Irán contra Arabia Saudita”. Una verdadera infamia.
En 2011 las masas ya habían derrocado al presidente de aquel momento, Ali Abdallah Salah, y derrotaron los aumentos de los precios de combustible, alimentos y otros productos básicos que éste quería imponer. Su combate fue desviado después de una brutal masacre a las masas, donde todos los partidos burgueses de Yemen se reunieron, llevaron a cabo una salida “ordenada” de Salah e impusieron un régimen de la “transición”, expropiando provisoriamente la revolución, nombrando en 2012 a Abd er-Raba Mansur al-Hadi como presidente.
En 2014 Hadi comenzó a intentar pasar el ataque que no pudo Salah, y lanzó un aumento del 90% del precio de los combustibles que llevó a un encarecimiento de los alimentos y productos básicos, aumentando enormemente la carestía de la vida. Bajo esta situación, las masas tomaron la demanda de “abajo los enormes aumentos de precios y por el pan” y protagonizaron nuevamente enormes movilizaciones. Miles y miles en las calles del norte de Yemen, una zona de campesinos pobres y pastores de ganado ovino en su mayoría de religión musulmana chiita, avanzaron hacia la capital Sanaa, uniéndose con los obreros de la capital, en su mayoría de religión musulmana sunnita, soldando la alianza de obreros y campesinos pobres.
Luego de que las masas tomaron la capital, el palacio de gobierno, derrotaron y partieron a las fuerzas armadas, luego de que pusieran en pie sus shoras de obreros, campesinos y soldados armados, llegó corriendo la burguesía Houthi –tal cual hizo la burguesía sunita con los generales del ESL- a jugar el rol de intentar contener el levantamiento y a la vez negociar una mayor inclusión de esta fracción burguesa en los negocios. Inmediatamente intentaron montarse por encima y figurar como los dirigentes del proceso.
Se reunieron con el presidente Hadi y firmaron un pacto de “gobierno de unidad nacional” bajo el manto de la ONU. La burguesía Houthi y la ONU insistían en que era necesario un gobierno de Hadi, la burguesía sunnita del sur y los Houthis, y desalojar la capital. Entonces los explotados cercaron las casas del primer ministro y del presidente, para luego marchar a tomarse el palacio presidencial.
Ante esto, la burguesía Houthi declaró que no querían un “golpe de estado” ni “derrocar al presidente”, si no más participación para ellos en el gobierno. La ONU declaró a Hadi como el presidente legítimo e instó a ambas partes a resolver la situación. Hadi aceptó el acuerdo de hacer un gobierno conjunto, y a partir del mismo, los Houthis llamaron a las masas a abandonar el palacio presidencial y retirarse de las calles para dar lugar a este “nuevo gobierno”.
Es decir, no había ninguna motivación religiosa en las enormes acciones de las masas, sino una revolución de explotados, sunitas y chiitas uniéndose contra semejante ataque de la burguesía y el imperialismo en una verdadera alianza obrera y campesina. Mientras, entre la burguesía Houthi (chiita) y el presidente Hadi (sunita) había de hecho un verdadero pacto de clase para impedir que los explotados se hicieran del poder, un pacto para preservar el gobierno de transición y el Estado burgués. De ningún modo hubo una disputa inter-religiosa entre chiitas y sunitas patrocinados por Irán y Arabia Saudita.
En setiembre de 2016 Hadi, cambió la sede del Banco Central de Yemen (BCY) de Sanaa para Aden y profundizó el bloqueo aéreo y naval que la coalición ya había impuesto con un enorme bloqueo económico a las masas revolucionarias yemeníes, mientras la burguesía Houthi ha confiscado alimentos y suministros médicos a los civiles.
Es que la coalición no puede reclutar soldados entre el pueblo y menos aún estabilizar las zonas bajo su control y tiene que avanzar en una brutal contrarrevolución con bombazos diarios usando bombas de racimo y usar el hambre y las necesidades de las masas como arma. Puesto que las masas ya habían definido que no se someterían a ningún invasor de su tierra y que todos los hombres, mujeres y niños estaban listos para enfrentar las tropas invasoras hasta la muerte. Un enorme gesto heroico de las masas que no se rinden hasta ver su revolución triunfante y las demandas por las cuales salieron a luchar garantizadas.
Así, los bandos burgueses tuvieron que convertir la vida de las masas yemeníes en una desesperante búsqueda diaria por un pedazo de pan para evitar su propia muerte y la de sus familias. La toma del control del BCY por Hadi ha significado el no pago de los ya míseros salarios desde hace ya 5 meses y llevado a que 6 millones de explotados yemeníes se queden sin ninguna fuente de renta desde entonces, puesto que había en su lista de haberes cerca de 1,2 millón de jefes de hogar que sostenían a sus familias.
La coalición contrarrevolucionaria liderada por Arabia Saudita, tal cual el fascista genocida Assad hizo en Siria, hace hoy en Yemen el trabajo sucio a todas las potencias imperialistas de masacrar a los explotados, y así como en Siria, cuentan con el silencio ensordecedor de la izquierda reformista mundial y la complicidad de las direcciones traidoras del proletariado internacional. Ellos aislaron las masas yemeníes y de toda la región del proletariado mundial, y sobre todo de sus hermanos de clase de las potencias imperialistas, impidiendo la más activa solidaridad de clase con sus hermanos del Medio Oriente, reverberando la propaganda islamofóbica y anti musulmana del imperialismo y envenenando la conciencia de las masas, cuando fue el imperialismo y sus agentes quienes cometieron las mayores atrocidades contra los explotados. Plantearon que los obreros que luchan desde 2011 por el pan son jihadistas. ¡LA UNICA JIHAD QUE HAY ACA ES LA DE LOS OPRIMIDOS CONTRA LOS OPRESORES!
¡Basta de engaños y mentiras! Lo que se ha sublevado en el Magreb y Medio Oriente son los obreros y campesinos pobres que ya no soportan más vivir en condiciones de hambre y esclavitud, cuando bajo sus pies están las más grandes riquezas del oro negro con el que funciona el sistema capitalista mundial. O cuando son la principal reserva de mano de obra, como es la clase obrera yemenita, para la construcción de las fastuosas infraestructuras de los jeques árabes de Dubai y sus islas artificiales y hoteles de 5 y 6 estrellas.
Hay que decir ¡Basta ya!
¡Basta de barbarie imperialista!
¡La clase obrera norteamericana y europea debe ganar las calles para parar la masacre a las masas obreras y campesinas insurrectas de Yemen!
Allí está la fuerza, junto a toda la clase obrera mundial, para parar esta masacre.
Corresponsal de la Editorial Socialista Rudolph Klement