Chile - 17 de octubre de 2018
Mientras se profundiza el ataque del gobierno de Piñera-Trump contra la clase obrera y las masas explotadas, sostenido por los burócratas de la CUT y toda la burocracia sindical y estudiantil…
Se pone en pie la “Central Clasista de Trabajadores”
Una nueva central donde solo votan los dirigentes sindicales de espaldas a la base obrera y se mantiene el sometimiento de sus organizaciones al estado burgués
Una enorme oportunidad perdida para forjar una herramienta al servicio de los trabajadores y de la unidad de las filas obreras, divididas por la burocracia de la CUT
Dos programas y dos estrategias para el movimiento obrero:
Tras los pasos de la CUT stalinista y los “pacos de rojo” del PC
o por el camino del auténtico clasismo basado en la democracia obrera
El sábado 1º de septiembre de 2018, en la sede sindical de los trabajadores panificadores se realizó la fundación de la “Central Clasista de Trabajadores” de Chile (CCT).
Los dirigentes de alrededor de 104 sindicatos que agrupan a cerca de 20 mil trabajadores afiliados a organizaciones sindicales y federaciones de regiones del norte del país como Copiapó, del sur como Concepción, Pucón, Puerto Montt y Punta Arenas y de la Región Metropolitana se hicieron presentes en el congreso fundacional, donde votaron los documentos de constitución de la CCT (estatutos, “declaración de principios” y “plataforma de lucha”), la directiva de la nueva central sindical y la forma de financiación de la misma.
La fundación de esta nueva central sindical, que fue anunciada hace un año atrás, se da en momentos en que al calor de la ofensiva imperialista comandada por Trump y Wall Street, que viene a por todo en su “patio trasero”, a recolonizar América Latina, el gobierno antiobrero de Piñera profundiza su ataque contra los trabajadores y explotados con más miseria, esclavitud, rebaja salarial, quite de conquistas, flexibilidad laboral con la “Ley del Estatuto Joven” y la preparación de una nueva “reforma laboral”, despidos, cierre de fábricas, etc. y blindando aún más el maldito régimen cívico-militar con represión, persecución y cárcel contra los que luchan.
Los explotadores han podido pasar a la ofensiva porque la burocracia de la CUT, toda la burocracia sindical y estudiantil colaboracionista y todas las corrientes de la izquierda reformista, desde el MIR al FEL, desorganizaron el enorme ascenso revolucionario de masas de 2011-2013 que había acorralado al régimen pinochetista y al poder de los explotadores, impidiendo la Huelga General Revolucionaria. Así allanaron el camino para que se imponga el gobierno de colaboración de clases de la Nueva Mayoría de la Bachelet, los golpistas de la DC y los “pacos de rojo” del PC. Este gobierno agente directo del imperialismo fue el que con la estafa de sus “reformas”, leyes y “mesas de diálogo en el Parlamento”, sostenidas por estas mismas direcciones, logró terminar de expropiar la ofensiva de la clase obrera y los explotados. |
La “Plataforma de Lucha” de la Central Clasista de Trabajadores:
una reedición de la “vía pacífica al socialismo” del stalinismo
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El de la clase obrera, los estudiantes y los explotados de Chile fue un enorme combate antiimperialista cuyo grito de “¡Renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre para financiar la educación pública y gratuita y el salario obrero!” enfrentó abiertamente a las transnacionales y demostró cómo conseguir la justas demandas de las masas oprimidas, tal como años antes había sido el grito de la revolución boliviana de 2003-2005 de “¡Fuera gringos!”.
Si hoy los trabajadores están peor que antes, justamente es porque sus direcciones le impidieron abrir la segunda revolución chilena y avanzar hacia la toma del poder. Luego que el gobierno de la Bachelet jugó todo su rol, hoy el imperialismo ha conquistado un gobierno fuerte del maldito régimen pinochetista que está imponiendo un Chile maquila, que sea un verdadero paraíso para las transnacionales imperialistas esclavistas y la burguesía nativa cipaya.
Mientras los explotadores vienen a por todo, estas mismas direcciones –algunas de ellas hoy recicladas dentro del Frente Amplio-, se han encargado de esconder bajo siete llaves las demandas motoras del ascenso revolucionario de 2011-2013, silenciando abiertamente la necesidad de volver a pelear por el “cobre para los chilenos” para conquistar la educación gratuita y todas las demandas obreras, para asegurarse que nunca más la clase obrera y la juventud rebelde retomen la senda del combate revolucionario. Estamos ante una izquierda lacaya del régimen pinochetista y de las transnacionales mineras que desangran la nación y esclavizan al proletariado.
Pero a pesar y en contra de los entregadores de su combate, franjas enteras de la clase obrera buscan un camino y una herramienta que les permita reagrupar sus fuerzas para poder enfrentar al ataque del gobierno y el imperialismo. Ya miles y miles de trabajadores han identificado con claridad el rol de traidores rompehuelgas de esa burocracia stalinista millonaria de la CUT que desde el gobierno de la Bachelet sostuvo y apoyó los peores ataques al movimiento obrero como fue la imposición de la nefasta “reforma laboral” que fue acordada con la Derecha pinochetista en el Parlamento o la estafa de la “ley de gratuidad universitaria” para subsidiar a los empresarios de la educación privada y garantizar que la educación siga siendo para el hijo del burgués y nunca para el hijo del obrero.
En medio de esta situación, la puesta en pie de esta nueva central sindical era una magnífica oportunidad para forjar una herramienta que realmente esté al servicio del movimiento obrero, de unir sus filas y sus luchas contra el ataque despiadado del gobierno de Piñera y Trump y para que la clase obrera pudiese desatarse las manos para pelear, desembarazándose de la burocracia de la CUT y demás burocracias sindicales colaboracionistas que a cada paso entregan las conquistas y el combate de los trabajadores. Pero el proceso de conformación de esta nueva central sindical y el congreso de fundación de la misma fueron una oportunidad perdida para avanzar en este sentido, ya que lamentablemente la CCT no se forjó en los principios de la democracia obrera y la independencia de los sindicatos con respecto al estado burgués, que son principios elementales para toda organización que se reclama “clasista”, ni planteó ningún plan de lucha para que la clase obrera vuelva a ponerse de pie y combata a la altura del ataque de los capitalistas, que no es otro que el camino iniciado en 2011-2013.
Como desarrollaremos a lo largo de estas páginas, los “pacos de rojo” del PC se encargaron de que esto sea así a través de los apéndices camuflados que poseen al interior de la CCT.
Es que el PC y los burócratas stalinistas de la CUT se han ganado el justo odio del movimiento obrero y de las grandes masas por sus traiciones a la lucha de los mineros, los portuarios, los forestales y de cuanto sector de la clase obrera salió a pelear, y ni hablar al combate del movimiento estudiantil por la educación gratuita o de los campesinos pobres de origen étnico mapuche. Como ya dijimos, el stalinismo, apéndice del régimen pinochetista, viene de ser parte del gobierno de la Bachelet que descargó los peores ataques contra los explotados y hoy continúa conspirando contra los trabajadores, garantizando que pasen todos los planes antiobreros de Piñera. Todo esto provocó el desprestigio actual de la CUT stalinista que hace rato que no representa a nadie.
Para contener todo giro a la izquierda de franjas del movimiento obrero que han roto y desconocen a la burocracia de la CUT, el stalinismo se ha encargado de impedir que la fundación de la CCT signifique el surgimiento de un reagrupamiento clasista del movimiento obrero, lo que hubiese significado que la clase obrera, luego de padecer mil y una traiciones, avanzara en conquistar un punto de apoyo para comenzar a unir sus fuerzas y desatarse las manos de los traidores que le impiden pelear y vencer.
Una rara central “clasista” donde solo votan los dirigentes sindicales… igual que sucede en la CUT stalinista
El único requisito para participar del Congreso de fundación de la CCT era ser dirigente de algún sindicato reconocido por la Inspección de Trabajo y haber realizado asamblea en cada organización donde la base aprobara ser parte de la CCT.
Este era el único “mandato de base” que tenían los dirigentes allí presentes. No había necesidad de que los trabajadores de base hubieran discutido hasta las puntos y las comas de los documentos propuestos para la conformación de la CCT como eran la “Declaración de principios”, la “Plataforma de Lucha” y los Estatutos de la misma, ni que cada dirigente asistiera al Congreso de fundación con mandato de base a plantear lo votado por los trabajadores de cada sindicato. Es más, como muchos dirigentes reconocieron durante el Congreso, dichos documentos programáticos y los Estatutos mayoritariamente no fueron discutidos por la base obrera de cada organización, pero igualmente los proyectos propuestos de “Declaración de principios” y de “Plataforma de Lucha” fueron aprobados por los dirigentes reunidos.
Junto con esto, uno de los ejes principales del Congreso fue votar la directiva de la central. Los dirigentes sindicales presentes votaron a mano alzada por los 10 dirigentes propuestos que conformaron una dirección provisoria hasta un próximo congreso que se efectuará en el lapso de un año. A su vez, estos 10 dirigentes “electos”, entre ellos, nombraron a los que ocuparán los 3 principales cargos dirigentes de la central: Manuel Ahumada como presidente, Isolina Acosta como secretaria y Catalina Rojas como tesorera. El resto quedó con siete directores que son: Claudio Abarzua de la CGT, Sergio Alegría de la Federación Clotario Blest, Ramón López de la UCT, Eric Rojas del sindicato SENAME Bío Bío, Guillermo Solís de la UCT, Andrés Troncoso de la Federación Clotario Blest y Esteban Gallegos de SITRAPAN.
Es decir, 100 dirigentes sindicales votaron por 20.000 trabajadores la dirección de la central y todo lo resuelto en este Congreso de fundación. Ni siquiera le otorgaron a la base voto formal para decidir. Y eso que en sus propios documentos fundacionales plantean: “En la CCT la participación y la democracia sindical son las principales tareas para el fortalecimiento de la central. Las y los dirigentes deben ser la expresión de la voluntad de las/os socios/as siendo la asamblea la instancia de resolución más relevante en la toma de decisiones (…) Practicaremos por tanto la democracia sindical directa y lucharemos por la democratización de las organizaciones de trabajadores. (…) La dirección Nacional, regional, comunal y cualquiera otra que las condiciones determinen será electa por votación universal. Un trabajador, un voto será la expresión más alta de democracia de la clase trabajadora” (Declaración de Principios de la CCT, punto 9)
¿Por qué los dirigentes de la CCT y de todos los sindicatos presentes no hicieron valer estos postulados que ellos mismos dicen defender? A 180° de la “democracia sindical directa” de los trabajadores y de “la asamblea como instancia de resolución más relevante en la toma de decisiones”, lo que se impuso en este congreso de fundación fue que un puñado de dirigentes decidiera por 20.000 trabajadores, es decir, replicando la misma práctica que lleva adelante la burocracia stalinista rompehuelgas de la CUT, cuyos estatutos pinochetistas reglamentan el “voto ponderado” donde solo votan los dirigentes y luego los dirigentes electos se reparten los distintos cargos directivos entre 4 paredes, que es lo mismo que sucedió en la fundación de la CCT.
Estamos ante métodos totalmente antidemocráticos, completamente reñidos y opuestos a la verdadera democracia obrera. En el movimiento obrero no hay nada más antidemocrático que una “democracia” indirecta y delegativa como la que se impuso en la CCT, donde los dirigentes se arrojan el derecho a votar por la base. La verdadera democracia obrera es con los trabajadores de base decidiendo a mano alzada en sus asambleas, tomando en sus manos el destino de su lucha y con sus dirigentes sometiéndose a las resoluciones y dictados de los organismos de la base de obrera. Lamentablemente, el congreso de fundación de la CCT no tuvo nada que ver con estos principios que hacen al verdadero clasismo en el movimiento obrero.
A propósito de los estatutos votados de la CCT y la necesidad de la independencia de las organizaciones obreras con respecto al estado burgués… Una vez más sobre la democracia obrera
Un botón de muestra más de lo que aquí venimos planteando son los estatutos que finalmente votaron los distintos dirigentes sindicales en el congreso de fundación de la CCT.
En el proyecto de estatutos presentado se planteaba que los Congresos de la central se realizarían cada ¡6 años! Esto finalmente fue rechazado por una amplísima mayoría de los dirigentes presentes, quedando finalmente su realización cada… ¡3 años!, cuestión que constituye igualmente un mecanismo totalmente antidemocrático. ¿Cómo una central que se reclama “clasista” va a realizar sus congresos nacionales cada 3 años? Esto significa que durante 3 años los dirigentes no solo no se ven obligados a rendir cuentas a los trabajadores, sino que se aseguran en sus puestos de dirección durante todo ese lapso de tiempo.
¿O acaso la CCT votó otra premisa básica de la democracia obrera que es que los dirigentes deben ser rotativos y revocables en cualquier momento si la base obrera así lo decidiese? Nada de eso. Lamentablemente, la CCT continúa replicando los mismos métodos que utiliza la burocracia de la CUT para quedarse como dirigentes vitalicios de los sindicatos.
Lo mismo en relación al cobro de las cuotas sindicales. En este Congreso de fundación, los dirigentes de la CCT definieron que no inscribirán la misma en la Inspección del Trabajo, sino que han constituido “de hecho” esta nueva central sindical, por lo menos durante este año. Podríamos decir entonces que estamos ante una central que es independiente del estado burgués. Pero lamentablemente esto tampoco es así.
Como ya dijimos, en primer lugar todos los dirigentes que se reunieron en el Congreso de fundación de la CCT debían ser dirigentes de sindicatos legalmente constituidos, es decir, inscriptos en la Inspección del Trabajo y para los cuales rigen las malditas leyes laborales con las que el estado burgués reglamenta hasta la última coma cómo deben organizarse los trabajadores y el funcionamiento de las organizaciones sindicales. En Chile es el Código del Trabajo pinochetista que fuera recientemente “reformado” por el gobierno de la Bachelet, con el apoyo de la burocracia de la CUT.
Junto a esto, el método de financiamiento votado para la CCT es que cada sindicato deberá aportar a la nueva central una parte del dinero que reciben de los trabajadores, ¡pero los dirigentes de estos sindicatos no cobran sus cuotas mensuales a cada trabajador en mano directamente, permitiendo así que los obreros realicen sus aportes al sindicato voluntariamente, sino que se realiza mediante el descuento por planilla por parte de la patronal! Mediante este descuento compulsivo de las cuotas sindicales que es reglamentado por el Código del Trabajo, es la patronal la que les asegura a los dirigentes sindicales el cobro de las cuotas sindicales y no su actuar como dirigentes en relación a la base obrera. Por ejemplo, si el cobro de las cuotas sindicales fuera en mano, todos los trabajadores tendrían la posibilidad de dejarle de pagar a los dirigentes que considera que no representan o defienden sus intereses. Rápidamente las Bárbara Figueroa, los Jaime Gajardo, los Arturo Martínez, los Norberto Díaz y todos los burócratas traidores y rompehuelgas se quedarían sin financiamiento por parte de los trabajadores. Por ello el estado y la patronal son los que garantizan con el descuento compulsivo de las cuotas sindicales mantener a los burócratas traidores, sus agentes al interior del movimiento obrero, enquistados en las direcciones de los sindicatos.
Pero sabiendo esto, los dirigentes de la CCT igualmente aplicaron este método de financiamiento, propio de las burocracias sindicales, y de esta forma, una central que se dice “clasista” quedó sometida al estado burgués y sus leyes antiobreras.
Es que no hay organización clasista posible sin garantizar la más absoluta independencia de las organizaciones obreras con respecto al estado burgués y sin practicar la democracia obrera, para que realmente los que manden sean los trabajadores de base y sus asambleas, planteando que los dirigentes sindicales ganen el salario promedio de un obrero medio, que sus mandatos sean revocables en cualquier momento por decisión de la asamblea, que luego de la finalización de su mandato no puedan ser reelectos y vuelvan a trabajar y terminar con el cobro compulsivo de las cuotas sindicales y que las mismas sean cobradas por los dirigentes y delegados en mano a cada trabajador en las fábricas, minas, puertos, empresas, establecimientos, etc.
En contra de la “unidad de los trabajadores” que dice pregonar, la CCT practica la unidad de los dirigentes que mantienen dividida a la base obrera y la convivencia pacífica con las burocracias traidoras
Una de las máximas que plantea la CCT, tal como afirma en su “declaración de principios”, es el de ser “una promotora incansable de la unidad de los trabajadores”. Pero, lamentablemente, esto no es así. Como vimos, su congreso de fundación no apostó realmente por la unidad de las filas obreras en primer lugar ya que del mismo participaron solamente dirigentes sindicales sin ningún tipo de mandato de parte de los trabajadores de base.
La dirección de la CCT se negó a convocar a un verdadero Congreso conformado por delegados de base, votados en asambleas, de las organizaciones que se hacían parte de la puesta en pie de esta nueva central sindical, que definiera democráticamente su conformación y discutiera y votara a mano alzada sus estatutos y principios constitutivos.
Es más, sobraban condiciones para que a un Congreso así pudieran enviar sus delegados decenas de sectores de los más combativos del proletariado que vienen de romper con la burocracia de la CUT, como sucede por ejemplo en el proletariado minero, o que se vienen organizando por fuera de ella desde hace años como se demostró en la lucha contra las AFP, por la educación gratuita, por las demandas de la mujer trabajadora y en decenas de combates de la clase obrera, la juventud rebelde y los campesinos pobres.
La dirección del CIUS y demás organizaciones que hoy conforman la CCT tenían en sus manos la posibilidad de realmente comenzar a hacer realidad la “unidad de los trabajadores”, comenzando también por llamar a este Congreso Obrero, convocando a que los trabajadores no sindicalizados, que son la inmensa mayoría, a los obreros desocupados, los inmigrantes, los temporeros, etc. envíen sus delegados al mismo. En una instancia así rápidamente se podía haber votado un plan de lucha unificado con un pliego único de reclamos para enfrentar al gobierno de Piñera, el régimen y las transnacionales imperialistas.
Pero la dirección de la CCT se negó a esto y lamentablemente primó, como venimos viendo, un Congreso de fundación antidemocrático que de esta forma solo “unió” a un puñado de dirigentes, mientras la base obrera continúa dividida y con sus filas desgarradas.
Prueba de esto, es que en dicho congreso no se discutió ni resolvió un plan de lucha unificado de la CCT, ni una sola medida a ser propuesta para que la hagan suya no sólo los trabajadores de base de todos los sindicatos que hoy la conforman, sino el conjunto del movimiento obrero para pelear contra el ataque del gobierno y por las reivindicaciones que la CCT dice defender en su “plataforma de lucha”. En dicha Plataforma, la CCT levanta justas demandas que son de las más sentidas por la clase obrera y el conjunto desde los explotados. Un plan de lucha para pelear por ellas hubiera despertado el entusiasmo de miles y miles de trabajadores que anhelan enfrentar el ataque de Piñera.
Pero, lamentablemente para la clase obrera, esto no fue objetivo del Congreso de fundación de la CCT, que, como ya demostramos ampliamente, fue una enorme oportunidad perdida porque los dirigentes de los sindicatos que se hicieron presentes allí solo se limitaron a votar en general los documentos propuestos, a repartirse los cargos directivos y a resolver sobre los montos de financiación de esta nueva central sindical. Toda medida para llamar a la clase obrera a luchar brilló por su ausencia.
Pero el nudo central, es que es imposible avanzar en conquistar la “unidad de los trabajadores” sin echar abajo a la burocracia de la CUT y demás burocracias sindicales colaboracionistas que son las garantes de la división de las filas obreras y sostienen al Código del Trabajo pinochetista, “reformado” por la Bachelet, con el cual la burguesía garantiza su férreo control del movimiento obrero, manteniéndolo totalmente atomizado con 2, 3 o más sindicatos minúsculos por fábrica, totalmente estatizados.
Lastimosamente, Ahumada, electo presidente de la CCT, declaró recientemente, el pasado 10/9, en el diario digital el Mostrador, que “no tenemos nada en contra de las centrales que existen” y que la CCT no es una “alternativa a la CUT. Somos una organización que hace sindicalismo de clase”... Estamos ante una verdadera confesión de partes. ¿De qué sirve una central que se dice “clasista” si no es para echar a los traidores agentes de la burguesía del movimiento obrero, única forma de comenzar a “unir a los trabajadores”? Los dichos de Ahumada confirman que la CCT no está al servicio de esto, sino de convivir pacíficamente con la burocracia stalinista de la CUT, en momentos en que se encuentra totalmente desprestigiada ante el movimiento obrero y sobran condiciones para echarla abajo, lo que significa sostenerla para dejarla continuar traicionando impunemente y que esta nueva central avance peligrosamente en transformarse en una nueva frustración para el movimiento obrero.
El Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez y otros apéndices del PC le han impuesto su impronta stalinista a la CCT, con la legitimidad de los renegados del trotskismo de la LIT-CI
Desde el punto de vista de sus formas de organización, esta nueva central sindical, aunque se reclame “clasista”, es semejante a la CUT. La influencia de corrientes stalinistas le ha impregnado un profundo carácter antidemocrático a la fundación de la CCT. Estamos hablando de apéndices camuflados de los “pacos de rojo” del PC como es el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez o dirigentes como Manuel Ahumada.
Es de público conocimiento su ligazón orgánica con el Partido Comunista. Hasta hace algunos años, los mismos dirigentes del Manuel Rodríguez que hoy posan de “clasistas”, eran parte del Comité Central del PC, junto a los Teillier, las Vallejo, etc., mientras ex dirigentes de ellos hoy son asesores del alcalde stalinista Jadue en la Municipalidad de Recoleta de Santiago. Es decir, eran parte de la dirección de ese partido stalinista, sostén fundamental del régimen cívico-militar.
Por su parte, Ahumada, hace años fue dirigente de la propia CUT y en las últimas elecciones municipales del año 2016, fue como candidato a alcalde de San Bernardo por la lista del Partido Igualdad, una “ruptura” del PC y ahora miembro del Frente Amplio.
Por ello nada de lo que ocurrió en el congreso de fundación de la CCT fue casual. Estos dirigentes le impusieron toda su impronta para convertir a esta nueva central en una organización reciclada del stalinismo y así arrebatarle a la clase obrera la posibilidad de construir una herramienta para reagrupar sus fuerzas.
Pero nada de esto podría haberse realizado sin la legitimidad otorgada por corrientes de los renegados del trotskismo. Este rol no lo podía jugar el PTR que durante todo el ascenso revolucionario de 2011-2013 y el gobierno de la Bachelet, como verdaderos escuderos del stalinismo, se dedicó a sostener, usurpando las banderas de la IV Internacional, a los burócratas rompehuelgas de la CUT, acusando de “divisionista” a todo aquel que le “hacía paralelismo a la CUT”, como si hubiera posibilidad de librar alguna lucha seria dentro de esa central estatizada apéndice del régimen pinochetista.
Por ello fueron los ex trotskistas de la LIT-CI los que desde la dirección de la central sindical Conlutas de Brasil, se dedicaron a legitimar el surgimiento de esta nueva central y le permitieron a sus componentes stalinistas posar de “clasistas” frente al movimiento obrero. A través de su grupo en Chile, el MIT, la LIT-CI llevó en octubre del año pasado a dirigentes del CIUS, la organización más importante que conforma hoy la CCT, a participar del congreso de Conlutas en San Pablo y del “Encuentro de la Clase Trabajadora de las Américas”. Este es el rol lamentable que viene jugando la LIT-CI, de legitimar a las direcciones que usurpan y le ponen un límite al giro a la izquierda de amplias franjas del movimiento obrero para poder controlarlo, como hicieron también en enero de este año en el encuentro de la Red Sindical Internacional junto a la central sindical Solidaires de Francia, que es dirigida por el NPA, o recientemente en el encuentro de Notas Obreras (Labor Notes) que se realizó en EEUU. En todas estas instancias se reunieron centenares de delegados de sindicatos y organizaciones obreras de todo el mundo que no votaron una sola medida de lucha común para coordinar el combate de la clase obrera a nivel internacional. Es decir, son reuniones internacionales donde los dirigentes se revisten de “internacionalistas” y “combativos” para contener a la vanguardia obrera y luego mantienen divididos a los trabajadores país por país, todo con la bendición de renegados del trotskismo como la LIT-CI y el NPA. En el caso de Chile, esto significó el surgimiento de esta nueva central hablando en nombre del “clasismo” pero para abrazarse al stalinismo.
Una alternativa de hierro: de la mano del stalinismo a consolidar una nueva CUT o luchar por un reagrupamiento verdaderamente clasista al servicio de los trabajadores
Una moción a la base obrera combativa de las organizaciones que componen la CCT y a toda la vanguardia del movimiento obrero
Los trotskistas del POI-CI / FLTI venimos acompañando la experiencia de miles de trabajadores por conquistar y poner en pie una organización que realmente esté al servicio de su combate, en contra de la burocracia de la CUT y demás direcciones traidoras de sus luchas. Como parte de esto, cuando se anunció el proceso de conformación de la CCT hicimos pública, a través de nuestro periódico, una propuesta de estatutos como un aporte dirigido a la dirección del CIUS y de los sindicatos que estaban discutiendo cómo construir la CCT, así como a los trabajadores de todas estas organizaciones.
Es que sabemos el enorme esfuerzo que significa para miles de obreros construir una nueva herramienta de lucha. En Sudáfrica enormes franjas de la clase obrera vienen de romper con el gobierno del CNA y la burocracia de la central sindical COSATU en manos del PC que allí juega el mismo rol de rompehuelgas que en Chile. Ante esto, los obreros del sindicato metalúrgico de Sudáfrica, el NUMSA, se encuentran peleando por forjar una herramienta de lucha contra la burocracia stalinista y su dirección ha llamado a poner en pie un Partido Revolucionario de Trabajadores
Desde la FLTI acompañamos estos procesos de la vanguardia obrera internacional, pero es nuestra obligación plantear con claridad nuestros aportes para que este intento en Chile no sea una nueva frustración amarga para la clase obrera y su aguerrida vanguardia.
Por ello presentamos las siguientes mociones. En el congreso de fundación de la CCT se dieron un año para volver a reunirse. Este creemos que es un tiempo clave para impedir el rumbo impuesto en su congreso de fundación, que de mantenerse llevará a consolidar una nueva CUT. Los obreros del Transantiago, las trabajadoras de los call center, las trabajadores a honorarios del estado y demás sectores que son parte de los sindicatos que conforman la CCT, tienen en sus manos, desde sus asambleas, cambiar este curso impuesto por sus dirigentes. Por eso llamamos a los obreros de base de la CCT a tomar en sus manos este programa y luchar por él, para romper con los actuales estatutos que rigen la CCT, su método de financiación, etc. para así conquistar que está nueva central sindical sea un punto de apoyo para el combate de la clase obrera y los explotados.
También llamamos a pelear por estas mociones a las fracciones luchadoras de los sindicatos que se hicieron presentes en el congreso de fundación y que no quieran repetir la experiencia de montar un conglomerado stalinista que no esté al servicio de la clase obrera.
1) Una central verdaderamente clasista debe tener como principio fundamental la defensa incondicional de la democracia obrera, que es la manera de terminar con las burocracias enquistadas en los sindicatos totalmente estatizados. A la vez, hay que romper toda subordinación de las organizaciones obreras al estado burgués y sus leyes con las que la burguesía reglamenta y somete a un control policiaco a las organizaciones de la clase obrera.
¡Independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado burgués! ¡Fuera las manos del Ministerio del Trabajo de las organizaciones obreras! ¡Abajo las conciliaciones, los arbitrajes obligatorios y toda legislación que permita la injerencia patronal! ¡Abajo el Código del Trabajo pinochetista y las reformas laborales bacheletistas! ¡Los trabajadores nos organizamos como queremos!
¡Abajo el cobro compulsivo de las cuotas sindicales! Los dirigentes deben cobrar las cuotas en el lugar de trabajo y los trabajadores las pagarán voluntariamente.
¡Por dirigentes y delegados rotativos en los sindicatos, electos en asamblea, revocables por sus bases en cualquier momento, que cobren el salario medio de los obreros que representa y que, cuando terminen sus mandatos, vuelvan a trabajar!
¡Ninguna negociación secreta en las oficinas de la patronal, los ministerios, etc.! ¡Negociaciones públicas, para que la base obrera pueda controlar y decidir en asamblea si acepta o rechaza cualquier oferta! Por comisiones negociadoras de delegados rotativos y revocables electos en asamblea para que la patronal no los pueda comprar.
2) La democratización de las organizaciones obreras sólo será posible si los sindicatos dejan de representar a una ínfima minoría de trabajadores y pasan a ser organismos de las masas explotadas. ¡Hay que refundar al movimiento obrero de abajo hacia arriba con el método de la asamblea y la democracia directa! Y para ello el camino a seguir es el que marcaron con fuego los obreros de la revolución de los ‘70 que pusieron en pie los gloriosos Cordones Industriales, que era la coordinación de los comités de fábrica que agrupaban a todos los trabajadores. Este es el camino incluso para conquistar sindicatos únicos por fábrica, mina, establecimiento, etc. e incluso sindicatos por rama, como lo demostraron los obreros portuarios y su huelga de 2013. Si en el anterior gobierno de Piñera los portuarios agrupados en la Unión Portuaria consiguieron negociar a nivel nacional, fue porque rompieron en la lucha con el Código del Trabajo, forjaron la unidad de los obreros contratados y los eventuales, unificando las filas obreras, atacaron la propiedad y las ganancias de los capitalistas y porque su lucha amenazó con empalmar en una huelga general con los mineros y estudiantes y eso obligó al gobierno a negociar con el sindicato de Mejillones y toda la Unión Portuaria la media hora de colación. Esta experiencia demuestra cómo es la manera de conquistar una “negociación colectiva por rama”, que no será reglamentando normas de funcionamiento de los sindicatos en los marcos legales, sino con la lucha en las calles contra las leyes antiobreras que oprimen al movimiento obrero.
Para los marxistas esta cuestión es fundamental, tal como fue planteado con toda claridad en el Programa de Acción, adoptado en el 3° Congreso de la III Internacional bajo la dirección de Lenin y Trotsky y la Internacional Sindical Roja, que en su punto Nº4 plantea: “Cada fábrica, cada taller debe convertirse en un bastión, una fortaleza de la revolución. La antigua forma de vinculación entre los afiliados y sus sindicatos (delegados de talleres que reciben las cotizaciones, representantes, personas de confianza, etc.) debe ser remplazada por la creación de comités de fábricas. Estos serán elegidos por todos los obreros de la empresa, cualquiera que sea el sindicato a que pertenezcan y las convicciones políticas que profesen. La tarea de los partidarios de la Internacional sindical roja consiste en lograr que todos los obreros de la empresa participen en la elección de su organismo representativo”.
¡Por comités de fábrica donde estén representados todos los sectores de planta, contratados, subcontratados, a honorarios, eventuales, con contrato “de palabra” como es la situación de la mayoría de los obreros inmigrantes y temporeros, etc., cualquiera sea el sindicato al que pertenezcan y las opiniones políticas que practiquen! Esto implica la lucha práctica contra la desocupación, basada en la escala móvil de salarios y horas de trabajo, llamando a poner en pie comités de cesantes. Además es necesaria la puesta en pie de comités de mujeres trabajadoras en todos los sindicatos y organizaciones obreras.
¡Por comités de autodefensa de todas las organizaciones obreras y de lucha de los explotados para defendernos de la represión del estado asesino!
3) No hay posibilidad de unir las filas obreras si no es enfrentando y derrotando a la burocracia de la CUT que continúa aplastando a enormes sectores del movimiento obrero y entregando su salario y sus conquistas a los capitalistas. ¡Abajo la burocracia de la CUT y de demás centrales colaboracionistas! ¡Fuera los continuadores de la Vallejo de las organizaciones estudiantiles! ¡“Los pacos de rojo son los peligrosos”!
4) Para ello, desde todas las organizaciones que son parte de la CCT deben convocar a un Congreso Obrero Nacional de delegados de base votados en las asambleas de todos estos sindicatos y del conjunto del movimiento obrero, junto a delegados del movimiento estudiantil y los campesinos pobres para votar un plan de lucha común con un pliego único de reclamos contra el gobierno de Piñera, el régimen y las transnacionales imperialistas, para derrotar en las calles a la burocracia de la CUT, forjar la alianza obrera y campesina y así reabrir el camino del 2011, con la Huelga General Revolucionaria. Un Plan de Lucha que comience por retomar la lucha por la “renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre” para que haya “educación primero para el hijo del obrero y después para el hijo del burgués”.
¡Fuera el imperialismo! ¡Ruptura inmediata de todos los tratados económicos, políticos y militares que atan a Chile al imperialismo! ¡Abajo los TLC y el TPP! ¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero a todas las transnacionales, los bancos, los puertos, las forestales, las tierras y todas las propiedades de la patronal imperialista y nativa! ¡No al pago de la deuda externa!
Ahí está la plata para garantizar las demandas de salario, trabajo, jubilaciones, salud, educación y vivienda para todos los trabajadores y explotados y conquistar la tierra para el campesino pobre.
¡$700.000 de salario mínimo, vital y móvil, indexado mes a mes según el costo de vida! ¡Trabajo digno para todos imponiendo la reducción de la jornada laboral y el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles para producir!
¡Abajo el subcontrato y el trabajo eventual! ¡Todos a planta permanente bajo contrato indefinido! ¡A igual trabajo, igual salario!
¡Libertad inmediata a todos los presos políticos por luchar! ¡Tribunales obreros y populares para juzgar y castigar a todos los milicos genocidas, y a los asesinos de Rodrigo Cisterna, Juan Pablo Jiménez, Nelson Quichillao y todos nuestros mártires obreros y populares! ¡Basta de represión y persecución a los que luchan!
¡Abajo la Ley Antiterrorista y la Ley de Seguridad Interior del Estado! ¡Disolución de todas las fuerzas represivas del estado y sus servicios de inteligencia!
¡Fuera las bases militares yanquis de Chile, Perú, Colombia y toda América Latina!
5) ¡Hay que retomar las banderas del internacionalismo proletario para pelear junto a la clase obrera mundial contra los mismos enemigos: las transnacionales imperialistas y sus gobiernos y regímenes cipayos!
¡Preparemos un INFIERNO, como hizo la juventud rebelde y los explotados de Hamburgo hace un año, contra el G-20 que se reunirá en Argentina! ¡Hay que unificar una sola lucha continental contra Trump y Wall Street y demás asesinos y saqueadores de los pueblos oprimidos del mundo!
¡Por un combate unificado junto a los trabajadores de Chile, Colombia, Bolivia y África del Sur contra las mineras imperialistas que expolian nuestras naciones y nos condenan a la peor súper-explotación y miseria!
¡Yanquis Go Home!
¡Chile será socialista o será colonia de Wall Street!
Periódico “El Cordonazo”
Vocero del Partido Obrero Internacionalista – Cuarta Internacional (POI-CI)
Adherente a la FLTI