La vanguardia combativa necesita saber la verdad del por qué se llegó a esta situación. Como un aporte a los obreros concientes que están sacando conclusiones sobre sus combates y los de la clase obrera internacional, van estas reflexiones. La expropiación de los combates revolucionarios en el continente americano No fue la falta de abnegación, ni la falta de predisposición al combate, la que metió a la clase obrera en esta coyuntura electoral. La burguesía conquistó este escenario favorable, con tiros, masacres, represiones, encarcelamientos y una terrible persecución contra la vanguardia combativa. Sin embargo, afirmar esto sería contar el 50% de la historia. Porque en el medio hubo un océano de traiciones y puñaladas por la espalda a los combates revolucionarios de las masas en Argentina y en el resto del continente. La primera traición que le impusieron a la clase obrera argentina fue haber impedido que ésta tome el poder en el 2001, cuando su revolución, como un eslabón de la revolución latinoamericana, junto a los combates de la revolución boliviana en el 2003-2005, la comuna de Oaxaca en el 2006 (México), la lucha de los inmigrantes por sus derechos en los EE.UU. y la entrada a escena de la clase obrera norteamericana contra la guerra de Irak, ponía en cuestión el dominio de la burguesía. En Argentina se subordinaron a las órdenes del comandante Fidel Castro, quien en el 2003 vino a decirle a las masas que había que “apoyar a los Kirchner y volver a trabajar porque el gobierno va a repartir las riquezas”. La misma castrista de la Hebe de Bonafini nos decía que “ya no había un enemigo en la Casa Rosada”. Todos ellos, a quienes los renegados del trotskismo nos presentaban como aliados de los trabajadores y el pueblo pobre, no sólo sostuvieron el ataque del kirchnerismo, sino que son parte de la ofensiva contra la clase obrera. En Cuba, los hermanos Castro van a despedir a más de un millón de trabajadores; mientras que en Argentina, en las cooperativas de la Hebe de Bonifini y los Shocklendar se esclavizan y súper explotan obreros, a los cuales desde hace meses no se les paga el salario. La subordinación al kirchnerismo y a la burguesía agraria Pero eso no es todo. En el 2008, en momentos que el imperialismo y la patronal esclavista en medio del crack de la economía mundial, del derrumbe de las bolsas y quiebras generalizadas de sus bancos, imponían una verdadera “escala móvil de despidos, suspensiones y rebajas salarial”, en Argentina se habría una disputa al interior de la burguesía del frente exportador, entre el gobierno –representando a las transnacionales del MERCOSUR- y la oligarquía agraria que actuaba como un apéndice de la bolsa de Chicago. Una férrea disputa por la millonaria renta agraria. Sin embargo la clase obrera no pudo aprovechar esta crisis en las alturas de la burguesía. Tanto la burocracia de la CGT y la CTA se dividían en su apoyo a las distintas fracciones burguesas. Lo mismo hacían las corrientes de izquierda. El PCR y el MST daban su apoyo a los sojeros. El PO, PTS, MAS, IS, etc., hacían lo propio con el kirchnerismo a través de su política de presionar a las instituciones del régimen burgués. Por esa vía liquidaron todo intento de independencia de clase de los trabajadores para pelear por sus demandas y pesar en la escena política nacional. Las traiciones de la burocracia sindical de la CGT y la CTA Así, llevando a los trabajadores y su vanguardia combativa a los pies de sus propios verdugos, fue como garantizaron que volvieran todos los que echamos con las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de Diciembre de 2001. Para ello contaron con la burocracia sindical, esa policía al interior del movimiento obrero. Y, lamentablemente, con la izquierda reformista que, con su política de sometimiento a los cuerpos orgánicos y estatutos de los sindicatos estatizados y con su política de presión sobre los ministerios, el parlamento, las legislaturas, la justicia, etc., se encargó de llevar a la derrota al sector más combativo de nuestra clase. La burocracia sindical traicionó y entregó cuanto combate de los trabajadores hubo. Defendió los intereses de la patronal a palazos y tiros limpios. Con Moyano (CGT), Yasky (CTA) y demás secuaces, que tienen bajo su mando a más de cien mil pistoleros pagos, impusieron sus paritarias truchas y salarios miserables para los obreros sindicalizados, a quienes hacen trabajar a ritmos infernales de producción. También entregaron a la mayoría de los trabajadores, ese 80% de la fuerza laboral que está por fuera de los sindicatos, a la peor de la esclavitud y la desocupación. ¡Son 4 millones los trabajadores desocupados que viven de la limosna, la mendicidad de las asignaciones universales por hijo y de la explotación negrera de los planes “Argentina Trabaja” de los Kirchner! ¡Son más de 10 millones los obreros contratados, tercerizados y en negro que cumplen tareas en jornadas de 12 y 14 horas, por fuera de todo convenio y con salarios inferiores a los $2.000 por mes! ¡Ofrecen a los trabajadores como mano de obra descartable y protegen las millonarias fortunas de la patronal permitiendo que las fábricas, establecimientos y los talleres de cama caliente se conviertan en campos de mutilaciones y muertes obreras! ¡TRAIDORES! Lamentablemente la izquierda reformista no quiso realmente derrotar a la burocracia, es que sus proclamas sobre “el clasismo” y “el nuevo sindicalismo de base” son para presentarse listas opositoras en las elecciones sindicales. Por eso nunca lucharon por que la vanguardia se centralice, conquiste sus organismos para la lucha política y les dé un escarmiento a los pistoleros que anidan en los sindicatos, lo verdaderos guardianes del régimen del “pacto social” del imperialismo, los Kirchner y la “oposición” gorila. Ya en el 2011, también se negaron a derrotar a la burocracia, cuando en la lucha de la Patagonia Rebelde los obreros petroleros, docentes, obreros de la UOCRA, estudiantes y desocupados ponían en pie sus piquetes (que se habían transformado en verdaderos organismos de frente único para la lucha política) para enfrentar la represión y atacar la propiedad privada de las petroleras imperialistas. Masacres contra los sectores más explotados de la clase obrera Con la clase obrera y su vanguardia impedida de poner en pie sus organismos de autodeterminación y democracia directa para derrotar a la burocracia y romper con el control que el Estado ejerce sobre la clase obrera a través de la estatización extrema de los sindicatos, la patronal y el gobierno concentraron fuerzas y redoblaron su ataque. Las respuestas a los sangrientos ataques del gobierno Sin embargo, a pesar tantas masacres, la vanguardia intentaba ponerse de pie. Pasó en 2010 en Bariloche, donde la juventud, luego de sufrir tres asesinatos, explotó prendiendo fuego el Centro Cívico y las comisarías de la ciudad, como un año después lo hiciera la juventud sublevada en las barriadas de Londres, en Inglaterra. Pasó, también en 2010, frente al asesinato de Mariano Ferreyra, donde la vanguardia obrera impuso masivas movilizaciones, el paro en cientos de fábricas y establecimientos y obligó a que la podrida burocracia de la CTA llamase a una “jornada de lucha nacional”. Pasó, en diciembre pasado, en la batalla del Indoamericano, donde hombres y mujeres ponían en pie los comités de autodefensa, al mismo tiempo que miles y miles de familias más, luego de los asesinatos, reforzaban la toma del predio. Pero, lamentablemente, la política que proclamaron las direcciones reformistas fue presionar a las instituciones estatales, principalmente a la justicia para que fallen a favor de los trabajadores y para que meta preso al asesino Pedraza. Lo hacían en momentos que esa misma justicia mantenía una brutal persecución contra los luchadores obreros y populares y era la encargada de darle las órdenes de intervención a las fuerzas de represión. En la lucha contra los asesinos de Mariano Ferreyra, el PO, abrazado por el PTS, MAS, IS, etc., en aras de presentar pruebas en los tribunales y en que la justicia patronal castigue a los culpables, se negó a que la movilización obrera avance y se organice en un organismo de independencia de clase para barrer con los pistoleros de la Union Ferroviaria y ponerle el pie en el pecho al gobierno kirchnerista. En la lucha del Parque Indoamericano, el PCR y el PO -el partido único del ala izquierda del FSM en Argentina-, se reunieron en la jefatura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires junto a Macri y a Aníbal Fernández (vocero de la Kirchner). Allí acordaron un plan de “empadronamiento” de los “ocupantes”, para que éstos abandonen el predio y sea nuevamente el gobierno y la burguesía quienes retomasen el control del Parque. Los resultados de esta política están a la vista: ni los muertos tuvieron justicia, ni los trabajadores conquistaron su vivienda digna. Con el ataque a las luchas de Santa Cruz y Jujuy, se terminaba de asentar la trampa electoral Ya en el 2011, a pesar de tantos golpes y puñaladas por la espalda, docentes y petroleros de Santa Cruz, y trabajadores ocupados y desocupados de Salta, Jujuy y Tucumán, entraron en escena. En esos focos calientes de la lucha de clases se levantaban demandas necesarias para el conjunto del movimiento obrero (50% de aumento salarial, vivienda digna y basta de saqueo imperialista) atacando la propiedad privada del imperialismo y los patrones esclavistas. Estaba al orden del día organizar una gran lucha nacional. Pero toda la burocracia sindical y las direcciones reformistas lo impidieron. El gobierno y el imperialismo no podían permitir que estos heroicos combates, que enfrentaban al conjunto de los planes de superexplotación y saqueo imperialista sobre los cuales se sustenta esta “Argentina maquila”, avancen y se generalicen a todo el país. Por eso, una vez divididas y aisladas cada una de estas luchas obreras, la burguesía dio la orden de masacrar, perseguir y encarcelar. Metieron preso a Oñate y Acosta, obreros petroleros de Las Heras (Santa Cruz) y procesaron a más de cien docentes. Con su policía mataron a obreros que ocupaban tierras para construir sus viviendas en Jujuy y molieron a golpes y latigazos a trabajadores que hacían lo propio en Tucumán. Al mismo tiempo que mantenían procesados a más de 6.000 luchadores obreros y populares. Así, con más cárcel, masacres, represión y persecución, se llegaba a las elecciones primarias de agosto, donde la clase obrera con una pistola en la sien era obligada a votar por sus propios verdugos. Hoy ya estamos cerca de las elecciones presidenciales de octubre. La izquierda desde la TV les pide a los trabajadores que la voten. Pero nunca los llama a luchar porque dicen que “no hay condiciones” para ello. Eso si, si hay “condiciones” para hacer frente electorales, “meter diputados en el parlamento”, hacer frentes únicos electorales en listas sindicales y para presentarse en las elecciones a centros de estudiantes en la universidad. Sin embargo, a pesar y en contra de todos ellos, sectores de nuestra clase resisten en luchas durísimas al ataque. Los ferroviarios del Sarmiento, los trabajadores de la Línea 60, los obreros de la carne, los obreros de Fate, las obreras/os de Kraft-Terrabusi, y la juventud explotada con su revuelta en Jachal (San Juan), son la avanzada de esta resistencia. Estos combates tienen que triunfar. Para ello, hay que romper con la política cretinamente parlamentaria y sindicalista de la izquierda reformista. Ese será el primer paso para reagruparse y luchar. |