Myanmar - 12 de abril de 2021
A más de dos meses del sangriento golpe militar…
Continúa la respuesta revolucionaria
de la clase obrera y los explotados
“¿Cómo puede ganar la revolución?”(*)
Desde el Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTIhemos publicado la extensa declaración sobre los acontecimientos revolucionarios que suceden en Myanmar que sacó la corriente Alternativa Socialista Internacional (ISA)*, que se reivindica socialista y provienedel ex movimiento trotskista. Inclusive, dicha declaración tiene un anexo titulado “Cómo llegamos aquí: la historia de Myanmar”, que da cuenta de una visión histórica del brutal saqueo y empobrecimiento al que fue llevado ese país y sus clases explotadas por parte del imperialismo.
Hemos decidido publicar esta declaración puesto que la misma da cuenta, de forma veraz, de los acontecimientos que suceden en Myanmar, que deben ser seguidos con suma atención por los obreros avanzados y las corrientes revolucionarias de todo el mundo.
Un nuevo foco de violentos choques entre revolución y contrarrevolución en ese país impacta a nivel internacional. El futuro inmediato y los intereses de la clase obrera china, de la Península de Indochina y de toda Asia, se juegan en gran medida en los combates de Myanmar, como ayer fuera en Hong Kong.
La nota que ISA desarrolla está basada en un programa desde el punto de vista de la clase obrera y de sus necesidades, e intenta plantear un camino para alcanzar la victoria. “¿Cómo puede ganar la revolución?”, es el título de esta declaración del 11/03 que publicamos más allá de tal o cual diferencia que tenemos, y pese a que algunas no son menores. Pero dicha declaración intenta brindar, y lo logra en gran medida, una perspectiva socialista y revolucionaria de los acontecimientos que se desarrollan a diario y de forma vertiginosa en Myanmar.
Al escribir esta nota donde introducimos a la lectura de la declaración de ISA, una durísima represión no cesa sobre las masas sublevadas en Myanmar. Esta ya se ha cobrado la vida de más de 700 mártires, más de 3.500 detenidos y cientos de desaparecidos.
Los trabajadores, la juventud y elpueblo pobre de Myanmar no han dejado un solo día de enfrentar en las calles el golpemilitar del 1° de febrero. Al día de hoy las masas continúan respondiendo con piquetes, combates de barricadas y paralizando el país con una huelga general revolucionaria que conmueve a esa nación y también a toda la región.
Es evidente el peso decisivo de la clase obrera en los actuales combates, interviniendo con sus propios métodos de lucha como las barricadas, la huelga revolucionaria, los comités de autodefensa, tal cual plantea la declaración de ISA. Esta cuestión pone a la clase obrera como caudillo del levantamiento revolucionario de todas las masas oprimidas que ganan las calles.
La demanda del derecho a la autodeterminación de las etnias oprimidas en Myanmar, como también plantea dicha declaración, es parte de la batalla por que sea la clase obrera la que dirija la lucha nacional y contra los grandes capitalistas, el imperialismo y su casta de oficiales contrarrevolucionaria. La clase obrera debe tomar en sus manos la lucha contra toda opresión de etnias y nacionalidades, que son la forma a través de la cual la burguesía y el imperialismo imponen la superexplotación de amplias capas de la clase obrera y el campesinado pobre, luchas fratricidas y una doble explotación y opresión. Las milicias y el armamento de las masas doblemente explotadas por la gran burguesía birmana, deben pasar a organizarse junto a los comités de huelga de la clase obrera que ya ha entrado a la lucha revolucionaria. Esa es la tarea del momento.
En este sentido, es fundamental como plantea correctamente la declaración de ISA, la pelea contra las direcciones burguesas o pequeño-burguesas de Partidos-Ejército que impusieron desvíos parlamentarios de conciliación de clases, cogobernando junto al partido militar. Este es el caso del ala burguesa pro OTAN de Aung San SuuKyiy su partido Liga Nacional para la Democracia (NLD), que cogobernó con los militares asesinos y que históricamente no resolvieron ni la más mínima de las demandas por las que se levantaron y por las que vuelven a levantarse hoy las masas.
El actual golpe de estado contrarrevolucionario, alentado en las trastiendas por los generales de los “empresarios rojos” de Pekín, busca consolidarse para asentar una maquila que termine de poner definitivamente a los trabajadores de Myanmar en fábricas-cárceles, sin ningún tipo de derecho a organizarse o sindicalizarse, en iguales o peores condiciones que en China.
El imperialismo yanqui y mundial no se ven para nada molestos con esta situación y con estas perspectivas. Ellos se guardan como “recambio democrático” por si el intento de aplastamiento contrarrevolucionario es derrotado por las masas. Es que, tanto en Myanmar, como en la vecina China, Tailandia y toda la Península de Indochina, los gobiernos burgueses esclavistas someten al proletariado a condiciones de miseria inaudita y esclavitud asalariadapara alimentar a las empresas imperialistas que saquean la región, bajo regímenes de terror.
Una victoria de la lucha revolucionaria contra el golpe en Myanmar sería un shock fulminante, de alto impacto, sobre la clase obrera de China, de Tailandia y de toda la región. Sería un llamado a la sublevación de los esclavos.
Esto pondría a las masas de Myanmar inmediatamente a las puertas del triunfo de una insurrección de los explotados, que es la única forma en que este levantamiento revolucionario puede vencer.
Para ello, la destrucción de la casta de oficiales asesina de las Fuerzas Armadas a manos de una milicia obrera y popular, y la puesta en pie de comités de obreros, soldados rasos, estudiantes y de todos los sectores populares oprimidos que hoy entran al combate, son las tareas del momento.
La huelga general revolucionaria de los explotados ya se ha elevado a lucha política de masas. Un proceso insurreccional ha comenzado. Se trata de poner en pie el doble poder que lleve la insurrección a la victoria. Para ello, la necesidad de un partido revolucionario de combate e insurreccionalista se torna decisiva. Pondremos todas nuestras fuerzas al servicio de ello.
En este sentido, publicamos la declaración de ISA que contribuye a abrir este camino y esta perspectiva y desde ya, llamamos a todas las corrientes del socialismo revolucionario a intervenir decisivamente en esta revolución que ha comenzado para llegar a tiempo a colaborar en poner en pie la dirección revolucionaria que el proletariado sublevado de Myanmar y toda Asia se merece.
¿Cómo puede ganar la revolución?
En esta declaración de ISA se define lo central de los acontecimientos, junto al golpe militar contrarrevolucionario, que es que “la clase obrera ocupa un lugar central: la huelga ha sido el arma principal del movimiento y, una vez más, resulta especialmente eficaz”.
Como ya dijimos, en esta nota se describe correctamente el golpe militar y el desarrollo de la huelga general que es protagonizada por un numeroso proletariado de las maquilas imperialistas, que enfrenta a la Junta Militar ya violentamente con duros combates en las calles de toda la nación. En relación a esto, ISA profundiza en la jornada de huelga general del 22 de febrero, cuando “millones de personas se declararon en huelga. No solo en los sectores donde ya se estaban produciendo huelgas, sino en todos los sectores de la economía. Desde minas y fábricas hasta restaurantes y vendedores ambulantes informales. Todo cerró y se mantuvo así todo el día. Cientos de miles de personas salieron a las calles en todas las ciudades y en el campo”.
Asimismo, la declaración en cuestión da cuenta de cómo es la organización sindical del movimiento obrero de la nación: “No hay una larga tradición de sindicatos en Myanmar. Los sindicatos se restablecieron en el movimiento de 1988 contra la junta militar y solo han estado funcionando legalmente desde 2011. La Confederación General de Sindicatos tenía solo 65.000 miembros en 2018 de una población de 54 millones. Hay algunos sindicatos particularmente combativos que han crecido sobre la base de la acción de los trabajadores. Este es el caso, por ejemplo, del sector de la confección, que ha crecido con especial rapidez en los últimos años y en el que los trabajadores han comenzado a reclamar su parte del pastel”.
Junto a esto, ISA llama correctamente a la creación de organismos de autoorganización y autodefensa de la clase obrera y los sectores en lucha: “El poder de las huelgas es importante, pero al mismo tiempo debe ser aprovechado por la organización de comités de huelga y comités de acción regionales. (…) Ahora que la mayoría de la población de Myanmar está buscando cómo deshacerse por completo del régimen militar, será necesario que el movimiento establezca y controle sus propias organizaciones e instrumentos de lucha. El Comité de Huelga General que se creó para la huelga del 22 de febrero fue un comienzo prometedor. (…)Estos comités también son necesarios para organizar la autodefensa contra la represión. Estos comités deben coordinarse a nivel local y nacional, al mismo tiempo que se encargan de gestionar aspectos clave de la vida diaria de los trabajadores y los pobres como la distribución de alimentos, atención médica y otras necesidades urgentes”.
Como ya destacamos en la introducción de esta nota, la declaración de ISA termina planteando la necesidad de unir a los trabajadores de las distintas etnias de la nación, denunciando que: “El régimen militar tiene una larga tradición de violencia contra las minorías. (…) Unir a los trabajadores y oprimidos de la población mayoritaria de Bamar con los Shan, los Karen, los Rakhine, los [descendientes de, NdT] chinos... fortalece el movimiento. Esta unidad requiere respeto y, por tanto, reconocimiento del derecho a la autodeterminación”.
Para comprender los actuales acontecimientos, es fundamental leer el recuadro que acompaña esta declaración, titulado, como ya dijimos, “Cómo llegamos aquí: la historia de Myanmar”, el cual presenta una cronología y una descripción histórica precisa de la dinámica de clases y de la compleja situación en esa nación, especialmente en lo relacionado a las minorías étnicas que son relegadas a vivir como parias en su tierra, careciendo de los más mínimos derechos democráticos, cuando no son expulsadas y condenadas a verdaderos genocidios como el caso de la minoría étnica Royinga.
Nuestro aporte para conquistar las condiciones de la victoria
Queremos aportar a la búsqueda y a la conquista de un programa revolucionario para la victoria del proletariado de Myanmar y toda la región.
Para nosotros es fundamental y decisivo luchar por que la clase obrera sublevada de Myanmar llame a pelear en común y vea su destino ligado al proletariado chino, que enfrentando al gobierno de los “empresarios rojos” de ese país, tiene en sus manos la posibilidad de derrotar el sostén que estos les dan al gobierno contrarrevolucionario de la Junta Militar de Myanmar.
La burguesía “pseudo-democrática” pro-yanqui intenta hacerle creer a las masas que sus enemigos no son las transnacionales imperialistas que saquean Myanmar y toda Asia, sino que el enemigo es China. Esta pérfida política de “contrarrevolución democrática” intenta ponerle una soga en el cuello a la lucha revolucionaria de los obreros de Myanmar y separarlos de la lucha de la clase obrera de toda la región.
Un programa internacionalista y revolucionario para el proletariado de Myanmar, China y toda Asia es fundamental. Esto incluye el llamamiento audaz a la clase obrera japonesa a que vaya en apoyo de sus hermanos de clase oprimidos de la Myanmar sublevada, enfrentando a su propio gobierno imperialista.
Por otra parte, para que triunfe la revolución, están claros los límites que tiene una huelga general revolucionaria que inclusive puede derrotar el golpe militar, pero no puede resolver la cuestión del poder. Por ello, la tarea del momento es la lucha por desarrollar, extender, coordinar y poner en pie el doble poder armado de los obreros, los campesinos pobres, los sectores populares de las etnias doblemente oprimidas y de sus milicias.
El combate por el doble poder es la consecuencia directa de la huelga general revolucionaria que pone a la orden del día la organización de una insurrección victoriosa.
La huelga general, como afirma Trotsky en “Adónde va Francia”, plantea el problema del poder, pone en cuestión qué clase gobierna (si la burguesía o la clase obrera), pero no lo resuelve.
Asimismo, como en toda situación revolucionaria, la pelea es por la base del ejército. La lucha por los comités de soldados y que el armamento de las capas explotadas de las minorías étnicas se ponga al servicio de poner en pie una poderosa milicia obrera y popular, es la tarea decisiva. Desarmar a la policía es un combate inseparable de la puesta en pie de la milicia obrera y de los comités de soldados rasos, capaz de poner en pie un vigoroso doble poder.
En última instancia, lo que corona un programa revolucionario hoy en Myanmar es el combate por el poder obrero y campesino, basado en las organizaciones de masas en lucha.
Una propuesta de la FLTI a los socialistas de Myanmar
Saquemos en común un llamamiento a la sublevación de los obreros chinos esclavizados, a las masas de la Península de Indochina y al proletariado y la juventud de Hong Kong, para extender la lucha revolucionaria de la clase obrera de Myanmar. Llamemos a llenarla de solidaridad y a realizar acciones comunes para que Myanmar sea la chispa revolucionaria que encienda nuevamente toda Asia. Es que una revolución victoriosa en Myanmar solo podrá triunfar y consolidarse en el levantamiento revolucionario de las masas de Asia y toda la clase obrera mundial.
* Título de la declaración sobre los acontecimientos de Myanmar de la corriente Alternativa Socialista Internacional (ISA) del 11/03/21, publicada en la página web de la FLTI
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