18/03/2013
A propósito de la muerte de Chávez y la cuestión venezolana
La impostura de la “revolución bolivariana”: devaluación, tarifazos y ataque al pueblo
En la república bolivariana se hunde el salario de los trabajadores un 40% en un día, mientras que las ganancias de los banqueros aumentaron un 98% en un año
Con Maduro y Capriles disputando la administración de la “república bolivariana” de los capitalistas y los banqueros… Se sigue pagando al imperialismo los 105.000 millones de dólares de la fraudulenta deuda externa de Venezuela, contraída por Andrés Pérez, Caldera y el régimen infame del Pacto de Punto Fijo
¡Por una Venezuela sin generales, patrones ni banqueros imperialistas!
La muerte de Chávez ha sido seguida y lamentada por toda la prensa burguesa e imperialista a nivel internacional. Es que ha muerto uno de sus hombres claves que vino a contener los enormes procesos revolucionarios de América Latina, que enfrentaron al imperialismo en los primeros 10 años del siglo XXI.
A principios del 2000 hasta el 2005, los procesos revolucionarios de Ecuador, Bolivia, Argentina, Venezuela (que ya venía desde la década del ‘90) ponían en cuestión el dominio imperialista de la región. Los explotados tendían a la lucha por el derrocamiento de los gobiernos y regímenes burgueses.
Fue el FSM, constituido a fines de los ’90 en San Pablo (Brasil), el que centralizó las fuerzas de los desechos del stalinismo, la socialdemocracia y el castrismo primero en América Latina, luego en Europa y Estados Unidos, y ahora expandiéndose a todo el mundo. La legitimidad que le dieron los renegados del trotskismo jugó un rol decisivo para que se asentara esta centralidad de las direcciones reformistas y traidoras del proletariado mundial, para sostener a la burguesía, controlar y desviar los procesos revolucionarios y, como vemos ahora, hacer de escudo del sistema capitalista en bancarrota ante el odio y los procesos revolucionarios de las masas.
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A propósito de las elecciones en Venezuela
La izquierda de renegados del trotskismo siempre a los pies del régimen bolivariano pro imperialista - 11-04-2013 Declaración Comité Redactor de Democracia Obrera de la LOI-CI, adherente de la FLTI
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Desarrollar la Unidad en la Clase, y Votar Nulo… 11-04-2013 Declaración Corriente Socialista Revolucionar - El Topo Obrero
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Grupos socialistas revolucionarios internacionalistas estamos elaborando en común una declaración sobre la cuestión Venezolana y la muerte de Chávez.
Adelantamos aquí las primeras declaraciones realizadas al calor de los acontecimientos por el Topo Obrero y Liga Comunista de los Trabajadores de Venezuela.
- Declaración de la Corriente Socialista Revolucionaria - El Topo Obrero de Venezuela 08-03-2013: "Las tareas presentes y futuras después de la muerte de Chávez"
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- Declaración de la Liga Comunista de los Trabajadores de Venezuela 07-03-2013: “Ha muerto Chávez, un gran dirigente de la burguesía ¡La liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos!”
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Chávez fue uno de los más destacados dirigentes del FSM. Sin ir más lejos, su última obra fue el apoyo a Obama. Con Castro, él anunció a los cuatro vientos que Obama era su candidato en Estados Unidos. Por esa vía llamó al ala izquierda del proletariado norteamericano, cuando ésta ya estaba rompiendo con el mismo Obama, a votarlo.
Es que amplios sectores de la clase obrera inmigrante y el proletariado negro y latino se resistían a hacerlo. Chávez junto a Castro, como veremos luego, han sido uno de los electores fundamentales de Obama.
Esta fue una de sus “gestas antiimperialistas” más destacadas y que más lo ha desenmascarado; una verdadera estafa a la lucha antiimperialista de las masas de Latinoamérica.
Chávez ha contribuido, junto con todos los gobiernos expropiadores de la revolución, a reconstituir las instituciones de dominio del imperialismo en el continente americano heredadas del pasado, como la OEA o el TIAR, que estallaron por los aires con el comienzo de los procesos revolucionarios en América Latina a fines de los ’90.
El UNASUR, el CELAC, los mercados regionales (como el Mercosur, el ALBA, etc.) son instituciones económicas y políticas que centralizan el accionar del imperialismo y la burguesía nativa del subcontinente americano. El “tratado de libre comercio” de Bush de ayer, hoy bajo otros nombres y de forma trágica para las masas, lo han garantizado las burguesías nativas, con ellas como socios menores del saqueo y la entrega al imperialismo de las naciones oprimidas de América Latina.
Hay que correr el velo de tanto engaño y mentira a las masas. En Venezuela en los ’90 fueron masacrados más de 2000 obreros hambrientos en el levantamiento de las masas del “Caracazo” en lucha contra el FMI. Hasta el día de hoy Venezuela no ha hecho más que pagar, mantener e inclusive aumentar la deuda externa con la banca imperialista y las transnacionales.
Allí mueren las palabras de un pseudo nacionalismo burgués de manos vacías para las masas, y expropiador de la revolución proletaria.
Las corrientes revisionistas han tirado nuevamente toneladas de veneno sobre la clase obrera mundial, transformando a Chávez en un “prócer” de los explotados y de la lucha antiimperialista; cuando en realidad estamos frente a un cuadro de la burguesía y el imperialismo a nivel mundial, que sufre su pérdida como uno de sus agentes.
Este nacionalismo burgués de palabra, aún mantiene una deuda de 26.000 millones de dólares con las transnacionales y la burguesía a las cuales “expropió” sus empresas pagándoselas dos y hasta tres veces su valor. Chávez deja hipotecado el petróleo y aluminio por 40.000 millones de dólares a las empresas transnacionales y a China, como garantía de pago de la deuda.
¿Chávez antiimperialista? Si lo único que han hecho los banqueros de Wall Street es engordar sus superganancias con la renta petrolera venezolana, compartida con la boliburguesía. Los números no engañan. Los bancos imperialistas ganaron en Venezuela en el año 2010 un 60% más que lo que ganaron en el 2009. En el 2011 sus ganancias se vieron incrementadas en un 70% con respecto al año anterior, y en el 2012 este aumento fue del 98%.
Ahí está la ganancia del imperialismo y sus socios menores de la boliburguesía usufructuando y rapiñando la renta petrolera de la nación, y haciendo negocios comunes en Miami. Obama es el jefe de los negocios… por eso hay que votarlo.
Estos números aparecen en el mismo momento en que también lo hacen los tarifazos, una devaluación del 40%, una carestía de la vida insoportable, y millones de desocupados que se hunden en la miseria, viviendo de limosnas del estado que ni siquiera cubren una mínima parte de la canasta familiar.
Las conquistas de las masas… los planes “milagro”, de alfabetización, no fueron dádivas sino conquistas mínimas, conseguidas como subproducto de grandes combates revolucionarios, que no resuelven ni el hambre ni la miseria de millones de explotados. Pero aún para conseguir esa limosna, la clase obrera tuvo que poner miles de muertos en las calles para derrotar a los distintos gobiernos y regímenes de la burguesía en esa semi-colonia expoliada por el imperialismo que es Venezuela.
Justamente por no tomar el poder la clase obrera, ante los primeros indicios de la crisis mundial y con la profundización del saqueo imperialista, es que las masas profundizan su miseria creciente.
Chávez fue despedido por la mayoría del pueblo venezolano con un inmenso dolor… y ésta es la paradoja, porque cuando esto sucede el tarifazo, la devaluación, la pérdida de salario y la carestía de la vida no hacen más que aumentar.
El chavismo, con y sin Chávez, se prepara –como ya lo hizo- a dar ataques al pueblo tan duros y tan fondomonetaristas como los que aplicaran Andrés Pérez y Caldera en los ’90, bajo las órdenes del FMI.
Capas de la clase obrera ya venían haciendo su experiencia con el gobierno, que poco tenía de “amigo” de los trabajadores y el pueblo: congelando los acuerdos salariales en el Ministerio de Trabajo por 3 ó 4 años, con sicarios atacando violentamente a los luchadores, o directamente con la policía bolivariana reprimiendo salvajemente como lo hizo ayer a los trabajadores de Sidor.
La clase obrera ya había comenzado a hacer la experiencia con el gobierno de Chávez. La muerte de Chávez interrumpe provisoriamente este proceso.
La burguesía se aferró a un funeral sin fin de Chávez, a nombrar a su segundo como presidente interino, cerró filas con las fuerzas armadas a las que le dio la custodia del funeral y, con la burguesía “opositora” bolivariana de Capriles, preparan elecciones en 30 días.
Los explotadores de Venezuela, con un claro instinto de clase, temen a los que lloran la muerte de Chávez… a los trabajadores y al pueblo al que manipulan. Ellos saben que eso es una falsa ilusión. La clase de los capitalistas y el imperialismo distinguen con claridad y temen (ante la muerte de Chávez y ante la crisis política que ello significa para los explotadores), a los trabajadores y al pueblo oprimido que se sublevó en los heroicos combates como el Caracazo, y que derrotara, con luchas en las calles, al golpe militar del 2002 amenazando con dividir al ejército.
Los “de arriba” cierran filas. Alistan sus instituciones. Ellos saben que la crisis económica, el saqueo de los banqueros y el imperialismo, y la rapiña de la “boliburguesía” y de todos los capitalistas de Venezuela les plantea avanzar con ataques a las masas, como lo hiciera el régimen infame del Punto Fijo en los ’90.
Las masas engañadas lloran la muerte de Chávez, y las clases dominantes, revestidas pomposamente de chavistas y bolivarianas, buscan rearmar sus instituciones para atacarlas violentamente.
Esta verdad hay que decirle a la clase obrera venezolana, latinoamericana y mundial. Hay que prepararse y organizarse para enfrentar el ataque de los capitalistas y el gobierno de la “revolución bolivariana”, que es una verdadera impostura, una caricatura de revolución.
Fueron los deshechos del stalinismo, el castrismo y los renegados del trotskismo los que le dieron legitimidad y autoridad a Chávez para vestirse de antimperialista y engañar a las masas
Está planteada una lucha teórica, programática y organizativa contra el oportunismo y el revisionismo. Éste envenena la consciencia de los trabajadores, haciéndole pasar como amigos a sus enemigos. Sostiene a esa cueva de bandidos del FSM. Les dice a los explotados que los asesinos y súper-esclavistas mandarines del PC chino –que fueron a llorar con Maduro la muerte de Chávez- son aliados de los trabajadores, cuando son los peores esclavistas de los obreros de China, a cuenta de las transnacionales.
El chavismo es un fenómeno nacionalista burgués, cada vez menos nacionalista, de manos vacías, que para regatear su parte de los negocios con el imperialismo, como socio de segunda, debe utilizar al proletariado. Pero, para hacerlo, debe controlarlo férreamente, estatizando todas sus organizaciones.
Así actúan los gobiernos nacionalistas burgueses en los países semicoloniales. Ya la burguesía, desde la revolución obrera de 1848 en Francia, ha comprendido que jamás puede tener al proletariado como aliado movilizado de forma independiente. Lo comprendió ayer en la lucha contra las autocracias, y hoy, en la época imperialista, en el regateo contra el imperialismo.
Es que en los países oprimidos las dos clases fundamentales que chocan y que actúan en el proceso productivo es la clase obrera y el imperialismo, que controla lo central de las finanzas y de las ramas de producción. Las burguesías nacionales gozan de una enorme debilidad como un sector de las clases explotadoras.
La burguesía nativa le teme al proletariado y a sus acciones independientes, puesto que si éste avanza hacia la revolución socialista atacará no sólo los intereses del imperialismo sino también los de la propia burguesía nativa, imbricada y asociada en miles de negocios con el imperialismo internacional.
Los fenómenos nacionalistas burgueses duran poco tiempo. Son efímeros. O se impone la revolución proletaria, o la burguesía nativa, junto al imperialismo, terminará estrangulando al proletariado. Es que para ésta su enemigo mortal es la clase obrera, no el imperialismo.
Este fenómeno “nacionalista” lo vimos con Perón en Argentina y Naser en Egipto, durante y a la salida de la segunda guerra mundial. Las burguesías nativas se aprovechan de la crisis momentánea del imperialismo en su dominio del planeta, o bien, de actuar como expropiadores de la revolución socialista en sus países para negociar la tajada que le corresponde de la superganancia arrancada al movimiento obrero.
A este proceso también lo vimos con Khadafy y con Al Assad en Medio Oriente, que terminaron siendo los más grandes agentes del imperialismo en Libia y Siria. De la misma manera avanza rápidamente a serlo el chavismo en Venezuela, luego de sacarse de encima la revolución proletaria en su país, pero sobre todo en América Latina, donde los procesos revolucionarios de Ecuador, Bolivia, Argentina, Chile fueron desviados y estrangulados por las direcciones traidoras.
No es de extrañar que los que ayer se postraron llorando la muerte de Khadafy, hoy sean algunos de los que lloran la muerte de Chávez.
Si Chávez era socialista, entonces otros fenómenos nacionalistas burgueses como Perón, Cárdenas o Naser fueron casi revoluciones socialistas. Sería un verdadero dislate. Ellos expropiaron (como toda “expropiación” burguesa pagándole a los miembros de su clase) el petróleo, el canal de Suez, los ferrocarriles, etc. Se trataba de burguesías nativas que disputaban su parte de los negocios. Pero, ni bien se definió la redistribución de las zonas de influencia de las potencias imperialistas a la salida de la segunda guerra mundial, todas las burguesías nacionales terminaron disciplinándose al amo, esta vez yanqui.
Y cuando estas burguesías se resistían aun tibiamente: ¡Afuera! Como fue el golpe dado a Perón. Éste huyó en una lancha del Rio de la Plata rápidamente. Perón dejó a las masas desarmadas en la Plaza de Mayo para que las masacren cuando vino el golpe.
Él sabía que si armaba a las masas, éstas no sólo iban a avanzar sobre la propiedad del imperialismo, sino también sobre la de ellos. Por ello, como Allende, prefieren pegarse un tiro antes que armar a las masas cuando vino el golpe de Pinochet… que era su Ministro de Defensa, puesto allí como un “general patriota y nacionalista” por el propio Allende, el PC y Fidel Castro que pregonaba la “vía pacífica al socialismo”.
Si comparamos la charlatanería y demagogia del chavismo con el gobierno nacionalista burgués de Allende, que llegó inclusive a nacionalizar el cobre, Chávez y sus cacatúas de izquierda serían el gobierno nacionalista burgués más de derecha, de manos vacías y tardío de toda la historia de América Latina.
Decir que Chávez es un “burgués bueno”, “que fue el que le dio concesiones a las masas de forma gratuita”, equivale decir que Perón le dio, a mediados de los ’40, la CGT única a los trabajadores argentinos, como también el aguinaldo, las vacaciones, los convenios colectivos de trabajo… esto sería ser un miserable agente de la burguesía. Estas conquistas las consiguieron la clase obrera con sus luchas en 15 años durante los ‘30 conquistando los sindicatos por industria. El peronismo tuvo que concederlas, si quería impedir que avanzara la lucha de la revolución socialista.
Y si Perón ayer y Chávez se han visto obligados a otorgar las más mínimas de las conquistas a las masas fue producto de los heroicos combates de éstas. Éstos lo hicieron y lo hacen a condición de que estas conquistas aparezcan como dádivas graciosas otorgadas por la burguesía. Esto no lo podrían hacer sin el edulcorante con veneno adentro que inoculan en la conciencia de las masas las direcciones traidoras del proletariado, que hacen pasar a los patrones como buena gente y amigos del pueblo.
Afirmamos que esos centenares de miles de explotados, hoy desconsolados por la muerte de Chávez, un líder de la burguesía, no fueron llevados a esa situación ni por el carisma de Chávez, ni porque éste sea un amigo del pueblo. Fueron llevados a esa situación y sometidos a una política de colaboración de clase con la burguesía por el accionar de las organizaciones obreras reformistas y contrarrevolucionarias, como el castrismo (que vistió a Chávez de rojo, con el prestigio de la revolución cubana), los deshechos de los PCs y los renegados del Trotskismo, que lo legitimaron desde el FSM y directamente en el gobierno venezolano.
La fuerza del chavismo no cayó ni del cielo ni del programa “Aló Presidente”. Ni tampoco la de Naser por su oratoria, ni la de Perón por Evita y la base lumpen del peronismo.
Chávez es Chávez porque el castrismo, el stalinismo y los renegados del trotskismo lo presentaron y se lo impusieron a las masas como su gran amigo y aliado. Esa es la verdad.
Los renegados del trotskismo “resucitaron a Lázaro”, es decir al stalinismo, que entregó los estados obreros en el ‘89, y que junto al castrismo – su máximo exponente- lo pusieron a Chávez. De la misma manera legitimaron a los Kirchner, o al gobierno de Morales amigo de Linera y la Totalfina Francesa, para cuidarle los intereses al imperialismo en todo el continente latinoamericano.
La valentía de todos estos “demócratas antiimperialistas” y esta izquierda de cobardes se demostró en el 2009 con el golpe en Honduras, ese intento bolivariano tardío en que el “valiente” Zelaya, hacendado y ricachón, terminó en Costa Rica en calzoncillos a las 4 de la mañana. También se demostró con Chávez abrazándose con el asesino de Uribe, mientras estaba la sangre de los combatientes de la resistencia colombiana aún caliente en territorio ecuatoriano. “Negocios son negocios”, dijeron Chávez, Lula, Kirchner, etc. en ese entonces. Con el barril de petróleo a 120 dólares, hay para todos.
Así, todos terminaron haciendo un “gran TLC” en América Latina, pero esta vez con nuevas máscaras, es decir, TLCs y OEAs con distintas envolturas, como el UNASUR, el CELAC, con Cuba en el ALBA, con la restauración capitalista abierta en la isla ofrecida como regalo y ofrenda a don Obama, con la apertura de ingresos y egresos de bienes y personas en Cuba, para que vengan los gusanos de Miami a recuperar los negocios perdidos junto a los hermanos Castro en La Habana.
Los trotskistas compartimos el sentimiento y el dolor de los explotados, pero no es el nuestro. Ni velamos ni acompañamos a los líderes de la burguesía ni vivos ni muertos. Les decimos la verdad a las masas, por más cruel que ésta sea.
Los trotskistas velamos a nuestros muertos: a los masacrados en el Caracazo, a los obreros y campesinos pobres reprimidos y asesinados por las fuerzas contra-revolucionarias del chavismo. Lamentamos que Chávez no siga vivo, puesto que la clase obrera venezolana y mundial ya comenzaba a hacer su experiencia con ese dirigente de la burguesía, que venía de aplicar e iba a profundizar un ataque a la clase obrera, como ya dijimos, de la misma magnitud o superior como se hará con sus seguidores, inclusive superior a los planes del Fondo Monetario Internacional de ataque a los explotados de Andrés Pérez y Caldera en los ‘90.
Amplios sectores de la clase obrera entraban en lucha por sus demandas más elementales y chocaban ya abiertamente con el gobierno chavista y el régimen bolivariano. Este proceso sigue abierto. Plantear con claridad desde el punto de vista del marxismo de los intereses de la clase obrera una posición frente a esta coyuntura de la situación en Venezuela, es decisiva para rearmar con la estrategia de la revolución socialista al proletariado del continente americano para los combates importantes que ya están en curso y los que vendrán.
Los socialistas revolucionarios estuvimos y estamos en la trinchera de la guerra de clase opuesta a la de Chávez y sus lacayos. Combatimos con las heroicas milicias de Libia contra Khadafy, y hoy en Siria contra el asesino Al-Assad, que terminaron siendo hoy, después de un corto período de verborragia anti-imperialista, los más grandes agentes del imperialismo del Magreb y Medio Oriente.
Por eso nuestra condolencia es con los mártires y los héroes de la revolución en Libia, con las masas masacradas en Siria.
Estamos con la clase obrera y los explotados iraníes, que a cada intento de entrar en combate por el pan, contra la carestía de la vida y contra la brutal desocupación que imponen esos Ayatollahs, sirvientes del imperialismo alemán, sólo reciben y han recibido la más feroz de la represión de las guardias de choque contrarrevolucionarias de Ahmadinejad y el estado iraní, guardias contrarrevolucionarias que también sufre la heroica resistencia de Iraq. ¿Ahmadinejad enfrentado al imperialismo? Una parodia. Con sus fuerzas contrarrevolucionarias y sus partidos en Iraq, éstos constituyen un verdadero grupo de choque contra las masas, que le ha permitido el retiro ordenado a las tropas yanquis de ese país. Por eso el apoyo a Obama por parte de Chávez.
Los Ayatollahs, junto con sus amigos y socios Hezbollah en el Líbano, hoy desde la presidencia de ese país manejan todos los negocios de telecomunicaciones, construcciones, etc. junto a las potencias imperialistas.
Nosotros no aplaudimos ni a los asesinos de los Ayatollahs ni al gobierno iraní. Combatimos y nos reivindicamos continuadores de la heroica revolución iraní que en los ‘80 impuso los shoras, los consejos de obreros y soldados, que son los que realmente derrocaron al Sha Reza Pahlevi, entregando a miles de muertos en su combate y que luego fueran masacrados por Khomeini y sus hordas contrarrevolucionarias.
Por eso los socialistas revolucionarios no aplaudimos ni sostenemos al asesino, apaleador y represor de obreros y campesinos Morales, de Bolivia. Mucho menos a esa lacaya del imperialismo y las transnacionales que es la Kirchner de Argentina, que hoy tiene procesados a más de 6500 luchadores obreros y populares, inclusive de los que hoy lloran la muerte de Chávez.
Los trotskistas nos declaramos enemigos y estamos en la barricada de en frente de Obama, los bolivarianos, los Piñera y Humala del TLC; enfrentamos a esa parodia de “revolución bolivariana”, porque luchamos y combatimos por el triunfo de la revolución socialista internacional… Enfrentados a todos ellos, que con los hermanos Castro han puesto el grito de “nunca más una nueva Cuba en el continente americano”, nosotros combatimos por la expulsión de esa nueva burguesía entreguista cubana, contra la restauración capitalista en la isla, y por el triunfo de la revolución socialista en América Latina y en EEUU. Porque allí, de la mano de la hoy superexplotada clase obrera norteamericana, se consolidará la victoria de todos los explotados del continente americano.
El triste papel de los renegados del trotskismo: a los faldones de la burguesía y llevando ellos las banderas del stalinismo de la pseudo-teoría de la revolución por etapas y del apoyo a los burgueses “progresistas”
La cuestión venezolana ha sido y sigue siendo un verdadero test ácido que separa a reforma de revolución, a los militantes de la IV Internacional, del FSM sostenido por todos los desechos del stalinismo legitimado por los renegados del trotskismo.
Visto las declaraciones del Partido Obrero Socialista de Inglaterra (SWP), los Nuevos Partidos Anticapitalistas (NPA) de Francia y Europa y de toda la izquierda latinoamericana hay una vara que los mide a todos por igual. Todos hablan de un “doble carácter” del chavismo. Esta es una clara política de apoyo a “burgueses progresistas”, heredada y continuadora del stalinismo y su pseudo-teoría de los “campos progresivos”. Los PCs, en aras de la coexistencia pacífica de la URSS con el imperialismo, apoyaban al campo burgués “democrático” contra el “fascista”, a los “nacionalistas” contra el “imperialismo”. Así liquidaban toda lucha de clase contra los explotadores y terminaban sometiendo al proletariado a la burguesía y al imperialismo a nivel mundial.
Los renegados del trotskismo hoy repiten, tal cual cacatúa, esta vieja fórmula que llevó a enormes derrotas y catástrofes al proletariado mundial. Para éstos, por un lado el chavismo sería “progresivo”, “revolucionario y socialista” en la medida en que “sacó a las masas de la pobreza” y tomó “medidas antiimperialistas”. Y por otro lado, afirman que éste no fue hasta el final en la lucha por el socialismo, cuestión que sigue pendiente, y que su movimiento, apoyado en las masas, o empujado por ellas hacia adelante, puede lograrlo.
Apoyaron a las burguesías agrupadas en el UNASUR, el ALBA, el MERCOSUR; acompañaron sus reuniones con la “cumbre de los pueblos”; y ahora terminaron todos sosteniendo a estos mercados regionales dirigidos bajo la batuta de las potencias imperialistas del planeta, que sólo hacen fastuosos negocios con las burguesías latinoamericanas y atacan violentamente a las masas.
Estas posiciones son mencheviques, no sólo de apoyo a “campos progresivos burgueses”. También son continuidad del stalinismo y sus pseudo-teorías como la de la revolución por etapas. Para esta pseudo-teoría la burguesía nativa puede ser un aliado del proletariado para la lucha antiimperialista en una primera etapa, y la lucha por el socialismo vendrá en una segunda etapa. En esa primera etapa se podrían resolver las tareas democrático-revolucionarias de reforma agraria y de ruptura con el imperialismo. Para los renegados del trotskismo, Chávez habría sido, y su movimiento hoy es, un aliado fundamental en esta lucha política contra el imperialismo. Su programa y su política fue un apoyo acérrimo a Chávez en su primera etapa socialista y anti imperialista. Todos los llamaron a votar y a apoyar mil veces.
Los renegados del trotskismo son una nueva hornada de menchevismo y continuidad del stalinismo teórica y programáticamente. En América Latina, los Partidos Comunistas durante décadas enterraron revoluciones (como lo hicieron en todo el mundo semicolonial) buscando “militares patriotas” y “burgueses progresistas” para acordar una lucha antiimperialista común y realizar con ellos en una primera etapa una “revolución democrática”, derrotando al imperialismo. Esto es una verdadera falacia, que ya pagó con enormes derrotas el proletariado mundial.
En este debate se concentra el origen del marxismo revolucionario de la época imperialista que, a partir de las lecciones de la revolución china, generalizó la teoría-programa de la revolución permanente a todo el planeta que plantea que sólo el proletariado en alianza con el campesinado pobre tomando el poder puede resolver las tareas democráticas revolucionarias de los países semi-coloniales y coloniales (romper con el imperialismo y hacer la reforma agraria), y para ello deberá tomar y combinar estas tareas con las socialistas.
En la revolución china de 1927, el stalinismo llevó a Chiang Kai Shek (el Chávez chino) inclusive a los congresos de la III Internacional, siendo éste parte del Kuomintang (el partido nacionalista burgués chino). La tragedia es que los obreros comunistas del PC chino terminaron convertidos en 1927 en un millón de cadáveres utilizados como combustible para las locomotoras de los ferrocarriles por parte del “burgués progresista” Chiang Kai Shek.
El stalinismo del ‘27 en China, rompiendo abiertamente con el marxismo y el bolchevismo, fue el precursor y fue el que escribió el libreto que repite toda la izquierda reformista mundial hoy. Los renegados del trotskismo, devenidos en continuadores del stalinismo, como ala izquierda del Foro Social Mundial, están llorando también la muerte de Chávez.
En la actitud ante el chavismo, hay una divisoria de aguas entre la teoría-programa de la revolución permanente y la pseudo-teoría de la revolución por etapas. Esta última incluye un frente político con Chávez, donde la clase obrera y su ala izquierda deben “presionarlo por izquierda, para luego superarlo”, apoyando sus medidas progresivas y criticando las negativas.
Afirmamos que, como planteaba Trotsky, todo aquel que le entrega el más mínimo apoyo político a un gobierno burgués, aunque sea la uña más pequeña del dedo meñique de su mano, reniega del combate por su derrocamiento revolucionario. El apotegma de los marxistas es, en la lucha contra el imperialismo en un país semicolonial, golpeamos juntos, como en un ataque militar del imperialismo hacemos unidad de acción militar (por ejemplo Malvinas o Iraq) con dios o con el diablo, pero jamás le damos el más mínimo apoyo político ni despertamos la más mínima de las ilusiones en la “bondad” de un gobierno nacionalista burgués. Porque ello significa hacerse responsable del conjunto de su gobierno, que viene no a encabezar el triunfo de la lucha antiimperialista, sino a hacerla abortar.
Afirmamos que sólo la clase obrera, aliada a los campesinos pobres, acaudillando a los explotados de la nación oprimida, puede resolver íntegramente las tareas democrático-revolucionarias de los países oprimidos.
La política ante el chavismo desde el arcoíris de los renegados del marxismo es para llevar a la clase obrera a una política de colaboración de clase. Para cerrar el camino a este a la revolución socialista. Es más, los hermanos Castro, bajo las órdenes del imperialismo, usaron al chavismo y a su “revolución bolivariana” para someter al proletariado a la burguesía, con su consigna “ya no es más posible una Cuba en América Latina, pues ya ni siquiera es posible el “socialismo en Cuba”. Ese fue el grito de guerra del castrismo y el estalinismo, donde los hermanos Castro pusieron todo el peso político de la revolución cubana para garantizar que Venezuela no sea una nueva Cuba. También lo hicieron ayer en Nicaragua, Bolivia, Argentina, etc. Ese fue el rol de la revolución bolivariana, abortar el camino a la revolución socialista en todo el continente americano.
Celia Hart hablaba de “Castro y Chávez”, de “Cuba y Venezuela”, como “astros gemelos”, falsificando una metáfora de Trotsky en relación al fascismo y al stalinismo en los ‘30. Castro y Chávez no eran astros gemelos socialistas, sino, hablando claro, era el castrismo deviniendo en una “boliburguesía”. Pero para ello había que garantizar el estrangulamiento de la revolución proletaria en América Latina.
El programa se los dio Hu Jintao: “socialismo de mercado”, es decir, el sometimiento de la clase obrera al mercado, como lo hacen hoy los hermanos Castro restaurando el capitalismo en Cuba. Ahí está la ya abierta crisis económica en Venezuela. Allí, la inflación, la recesión, la devaluación, el paquetazo contra los trabajadores venezolanos, que hoy son aplicados como ayer lo hacía Caldera o Andrés Pérez en la IV República están a la orden del día. Ahí están los 500.000 obreros despedidos por los Hermanos Castro en Cuba, la apertura del comercio exterior y la vuelta de los gusanos de Miami a hacer grandes negocios con las “burguesía bolivariana cubana”. Ese es el ALBA y el UNASUR que toda la izquierda festeja.
Alan Woods le daba el programa de transición a Chávez para revestirlo bien de rojo.
La LIT ayer decía que había que exigirle y presionar a Chávez para que haga el socialismo, aunque ésta ya da por terminada esa etapa de presionar a Chávez. Lo mismo hacen el SWP inglés o el NPA hoy. El PTS de Argentina recibe premios a sus documentales de la lucha de la clase obrera de los ’70 en La Habana. Le pinta de rojo la ropa sucia a los hermanos Castro.
Sus políticas son veneno contra la consciencia de los obreros. Habría que decirle a todos los renegados del trotskismo y del marxismo, que vayan a ver a un burgués y lo presionen para que éste abra la billetera y le dé plata. ¡Por favor!… No se presiona a la burguesía, se la expropia. Pero, ¡si para conseguir la más mínima de las demandas de la clase obrera, significa heroicos, violentos y durísimos combates de clase!
Los verdaderos combatientes antiimperialistas de Venezuela son los explotados que se insurreccionaron en el Caracazo contra el FMI y que en el ’96/‘97 recuperaron los sindicatos y las organizaciones obreras para la lucha
Plantear que Chávez fue quien encabezó la lucha antiimperialista de las masas venezolanas, que es la expresión directa de estas luchas y que no las terminó de llevar hasta el final, y que para ello necesita la presión de los socialistas y de las masas, es una traición al proletariado. Es embellecer a la burguesía nacional venezolana, que teme mucho más a las masas y a su combate que al imperialismo, del cual es socia y con el cual termina siempre negociando y pactando, contra las masas.
Es encubrir a los asesinos de los obreros. Es decirle al proletariado que hay burgueses “buenos” que vinieron a hacerles concesiones a humildes que no se las pueden conseguir por sí mismos. Es pintar el mundo al revés. Es envenenar la consciencia de las masas. Repetimos, esto es ser un vil traidor.
Esta posición no tiene que ver con la vida, ni con el chavismo, ni fundamentalmente con el marxismo. El chavismo y el nacionalismo burgués es la expropiación de la lucha antiimperialista del proletariado y los explotados de las naciones oprimidas del continente y de la perspectiva de su triunfo.
Hablemos claro. El que enfrentó al imperialismo; el que derrotó a la IV república y al pacto de punto fijo; el que lo demolió desde sus cimientos no fue Chávez ni esa casta de oficiales asesina del ejército venezolano, que masacró a más de 2000 obreros y campesinos del Caracazo en una de las más grandes masacres históricas protagonizada por los explotadores contra los explotados en un combate de masas en 1989.
El Caracazo fue una de las jornadas y luchas antiimperialistas más fenomenales de la clase obrera latinoamericana.
Ésta fue una gesta extraordinaria contra el estrangulamiento que, con las deudas externas y el FMI, le imponía el imperialismo a los pueblos oprimidos de América Latina. Esto es lo que los lacayos de la burguesía no quieren que se diga. Esa es la verdad.
Fue el Caracazo el que dejó herida de muerte a la IV República y a su plan de ataque a las masas. Fue una verdadera semi insurrección de masas que chocó violentamente en durísimos combates de barricadas en las calles contra la soldadesca asesina bajo las órdenes del FMI.
Hoy, cuando vemos en Libia y en Siria cómo se desintegró el ejército y millares de soldados rasos se pasaron al lado del pueblo con sus armas en la mano, y lo comparamos con el Caracazo de ayer y vemos la acción de Chávez en el mismo, podemos ver cómo se desenmascara toda la demagogia obrerista y populista del “socialismo del siglo XXI”. En el Caracazo, Chávez y los asesinos de esa casta de oficiales se cansaron de matar a obreros. Sus generales y coroneles bolivarianos tienen todos las manos manchadas con sangre obrera. Ninguno de la casta de oficiales se pasó con sus armas a luchar con el pueblo insurreccionado.
En el Caracazo, las trincheras de clase estuvieron claras. El engaño del chavismo años después y toda su labor hasta hoy consiste en disolver esas fronteras de clase y enterrar bajo la loza de los cementerios a los explotados que lo combatieron. Chávez vino con su golpe de estado en 1992 cuando ya la marea revolucionaria había pasado, las masas ya habían sido masacradas, y se acentuaba un provisorio reflujo de los explotados.
Quieren que los oprimidos se olviden de sus enemigos y opresores y hacerlos pasar como sus aliados. Ese es el movimiento bolivariano: un puñado de asesinos del pueblo, llevados al poder para engañarlo sobre el hombro de todas las corrientes reformistas y burocracias de las organizaciones obreras del continente americano.
El Caracazo fue una fenomenal semi-insurrección de masas. Para el sindicalismo y el obrerismo, que no haya sido una lucha organizada desde las organizaciones obreras, es decir los sindicatos, no le da a éste un carácter histórico y revolucionario de acción de los explotados. Esta posición ignora, como visión sindicalista, que el inicio de todo proceso revolucionario es, una acción de masas independiente, que enfrenta políticamente al régimen y al gobierno burgués. La misma rompe todo control del estado burgués y de toda sus instituciones y que lo combate abiertamente, y donde los explotados empiezan a distinguir a sus enemigos. Sus participantes fecundan sus ideas y su acción insurreccional en la medida que ellas ven una salida por momentos desesperada para los dolores de su existencia. Ahí está su consciencia elemental que supera los límites inclusive de sus organizaciones a las que debe superar y muchas veces ignorar para entrar al combate.
Como decía Lenin y Marx, toda revolución es una fenomenal acción de masas donde intervienen masas que nunca lo hicieron. Entran al combate “pobres diablos”, que siempre fueron librados a su suerte por las aristocracias y burocracias obreras. Pelean hasta los porteros, al decir de Trotsky. Y allí radica la fuerza de esta lucha política de masas. Es que el proletariado no está solo. Amplios sectores de las masas entran al torrente revolucionario. Lo acompañan millones de explotados en el combate, inclusive clases medias arruinadas se incorporan al torrente de la lucha. El sindicalista no entiende que esto es expresión de fortaleza de la clase obrera, son arrastradas al combate masas desencantadas que en toda su vida han seguido a todas las instituciones burguesas y jamás antes han entrado a la lucha. Entran al combate millones de explotados que no son tenidos en cuenta por los sindicatos y las organizaciones obreras dirigidos por la burocracia, que no agrupan más de un 5 o 10% de la clase obrera.
En Venezuela esto tiene un enorme significado. Allí, en un país monoproductor de petróleo, en los ’90 el barril pasó a valer 8 dólares. El estallido de una lucha política de masas era inminente. Es que la hambruna generalizada se había extendido en toda la población.
El 82% de la población vivía –y sigue viviendo hoy- por debajo de la línea de la pobreza. El 70% de la fuerza de trabajo está en una desocupación crónica. Millones de trabajadores y campesinos hambrientos y semi-analfabetos se agolpan en los cerros de Caracas y las grandes ciudades.
Una primitiva economía informal había dejado, como lo hace hoy, a millones de obreros desocupados librados a su suerte. En el Caracazo fue la central sindical de la CTV la que jugaba todo un rol contrarrevolucionario de dejar separados a los desocupados de la clase obrera ocupada. En esa acción revolucionaria, la CTV estalló por los aires.
El Caracazo, el hambre y los impuestazos son los que unieron las filas obreras. Fue el látigo del capital el que empujó a todos los sectores a una irrupción revolucionaria espontánea.
En esto consiste la lucha política de masas, que el economicista-sindicalista jamás podrá entender. En la lucha política queda atrás la fase de paz social. Los explotados en el medio del crack y la crisis ya no ven que presionando sobre los patrones pueden conseguir más nada. Que hay que golpear al gobierno, al régimen para no morir de hambre. Es un peldaño altísimo en relaciona a la lucha económica y sindical, pero inferior a una insurrección organizada con objetivos y metas claras para arrebatarle al enemigo el poder. Esa es la fortaleza y la debilidad de toda semi-insurrección o revuelta espontánea de masas, y no su masividad el que rompe el aislamiento de la clase obrera, y que en última instancia no logra centralizarlo y encausarlo en una estrategia soviética porque el proletariado no tiene una dirección revolucionaria a su frente capaz de establecer la alianza obrera y campesina o la alianza obrero y popular.
El Caracazo fue una semi-insurrección que no tuvo un partido revolucionario al frente y de ahí su principal limitación puesto que su resultado en lo inmediato, que dejó herido de muerte al régimen del Pacto de Punto fijo, no logró avanzar a poner en pie organismos de doble poder es decir, soviéticos, de toda las masas que ingresaron al combate revolucionario, ni pudo terminar de partir al ejército horizontalmente y transformarse en una insurrección victoriosa. Ello facilitó la expropiación posterior por parte de la burguesía de ese fenomenal e histórico combate de masas que fue el primero y más decisivo combate histórico de las masas latinoamericanas contra el estrangulamiento, el saqueo del imperialismo con la más grande estafa del siglo XX que fueran las deudas externas de los países del continente.
El Caracazo se dio, en el momento en que retrocedía el proletariado mundial y llegaba la noche negra de la restauración capitalista en los ex estados obreros. De allí su carácter “inconsciente”, “fugaz”…. olvidado, pero que pese a ello y pese a todos dejo sin legitimidad al régimen de la entrega y la miseria del pacto de Punto Fijo y selló su muerte. Aunque por estas condiciones internacionales, su resultado se viera en cámara lenta y le diera tiempo a la burguesía para ordenar su salida, sin una crisis revolucionaria en las alturas, que luego el chavismo, como aborto de ese proceso, capitalizó.
El Caracazo fue la acción más grande anti imperialista de masas de la clase obrera venezolana y el chavismo fue su negación. Sus aliados no fueron los generales expropiadores de su combate sino el proceso de revoluciones que posteriormente y ya ingresados al siglo XXI continuaron su labor como los levantamientos revolucionarias anti imperialistas de Ecuador, Bolivia, Argentina, etc. Esta es la verdad y la tarea del marxismo revolucionario que consiste es correr el velo de la trampa y la mentira que las direcciones traidoras del proletariado desparraman sobre los explotados para que estos dejen de confiar en sus fuerzas y se sometan a la manipulación y al engaño, al populismo de manos vacías de las clases explotadoras.
El Caracazo venezolano abrió el periodo histórico de ruptura de la paz social y abrió una fase de guerra civil que aún está latente en las condiciones de Venezuela, en las condiciones latinoamericanas y a nivel mundial. Es que esta vez, desde el 2008 es el capitalismo el que ha recibido “su ‘89” y deja cada vez más al descubierto a ese populismo chavista de manos vacías.
Como decía Trotsky: “La verdad es que la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases cuando esta, al romper los marcos de la legalidad llega a situarse en el plano de un enfrentamiento público en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición. Concebida de esta manera la guerra civil abarca las insurrecciones espontaneas determinadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias, la huelga general revolucionarias, la insurrección por la toma del poder y el periodo de liquidación a las tentativas de levantamiento contrarrevolucionarias”. Justamente lo que el chavismo vino a interrumpir es esa secuencia. Pero esa secuencia es el triunfo de la revolución proletaria. Por ello la revolución bolivariana no es más que su aborto.
El Caracazo tuvo su paradoja, abrió una situación revolucionaria en Venezuela que terminó dándole el poder a Chávez que vino a abortar la emergencia del doble poder soviético, y la ruptura horizontal del ejército. En ello jugó la vida y su propia existencia todas las direcciones traidoras del proletariado mundial, reagrupadas y centralizadas todas en el FSM.
Así definía Trotsky la revolución de febrero, con esta paradoja. Afirmaba: “La burguesía tomó el poder a espaldas del pueblo. No tenía ningún punto de apoyo en las clases trabajadoras. Pero, con el poder consiguió algo así como un punto de apoyo de segunda mano: los mencheviques y los Socialistas Revolucionarios. Elevados a la altura por las masas, otorgaron un voto de confianza a la burguesía. Si examinásemos esta operación desde el punto de vista de la democracia formal, nos encontraremos ante algo parecido a unas elecciones de segundo grado, en las cuales los mencheviques y SR desempeñan el papel técnico de eslabón intermedio, esto es, de compromisarios electorales de los cadetes.”
Estos son los stalinistas, el castrismo, sostenidos y legitimados por los renegados del trotskismo: electores intermedios de Chávez, los Kirchner, los Lula, los Morales y… LOS OBAMA.
Posteriormente, surgió una oleada de lucha de los trabajadores contra el paquetazo de Caldera en el ’97. Con marchas en las calles, paros, huelgas y duras luchas se derrota el plan de Caldera. Del ‘96 al ‘98 la clase obrera recompone sus fuerzas. Queda atrás el reflujo luego de la masacre del Caracazo. La clase obrera latinoamericana comienza luchas ofensivas. Comienza la revolución ecuatoriana. Una oleada de huelgas y luchas sacude a la Argentina. Es el despertar de las masas del subcontinente. El proletariado venezolano recupera comités de fábricas y sus sindicatos, e inicia un auge proletario con durísimas luchas contra la burocracia y la patronal.
Pero las viejas organizaciones recuperadas y las nuevas conquistadas son luego, en el ‘98, estatizadas, puesto que toda la izquierda que se encaramó en esa lucha terminó apoyando a Chávez y le entregó a éste el control de las grandes organizaciones de lucha conquistadas.
La clase obrera venezolana fue la vanguardia, en los ’90, del proletariado latinoamericano con una fenomenal lucha política de masas, que fue el Caracazo, y con un auge proletario en el ‘96/’98 que terminó de demoler al régimen del Pacto del Punto Fijo y sus partidos. Así, la burguesía aterrorizada, fue a buscar a su coronel “nacionalista” y progresista” para engañar a las masas, desviar el ascenso revolucionario y cerrar el paso al avance de la revolución socialista en Venezuela, que se venía abriendo camino en una década de combates.
Del surgimiento del chavismo, expropiando la revolución, a la rendición de Chávez ante el golpe militar del 2002
Toda situación revolucionaria se desarrolla “cuando los de arriba no pueden y los de abajo no quieren”. Pero, al decir de Lenin, la revolución comienza cuando una acción independiente de masas abre el camino a la lucha revolucionaria por el poder. Ese camino se había abierto a inicio de los ‘90 en Venezuela y fueron las direcciones traidoras de las masas a nivel continental e internacional las que pusieron sobre sus hombros al chavismo para que aborte ese proceso.
La burguesía venezolana tiembla hoy frente a un nuevo Caracazo, que sería ofensivo, y no defensivo, por las condiciones internacionales en las que se daría de brutal crisis del sistema capitalista mundial. Por ello todos mandaron condolencias a la muerte de Chávez y rodearon al gobierno de Maduro para que no se abra una crisis política en las alturas, aterrorizados por una intervención de las masas, abroquelaron a las fuerzas armadas bolivarianas y a la oposición burguesa de Capriles, también bolivariana, que usa el mismo librito chiquito de la constitución para estabilizar la situación e impedir toda crisis en el régimen.
Los que se han abroquelado sosteniendo a Chávez le tienen terror y pánico a las masas, que son las que irrumpieron y le pegaron duros golpes, no sólo en el Caracazo. Temen a la actual oleada de luchas obreras contra el ataque que significa la devaluación, la inflación y una carestía insoportable de la vida. Temen que resurja un auge proletario de ofensiva como el del ‘96/’98 que plantee la perspectiva de la huelga general y reunifique las filas de la clase obrera, reabriendo el camino a la revolución socialista.
Las clases dominantes, aun hoy, tienen fresca la derrota que le propinaran las masas a la intentona golpista, como veremos luego, en el 2002, en la que Chávez se rindió de rodillas ante el obispado y cobardemente ante la casta de oficiales del ejército, mientras las masas bajaban de los cerros, cercaban los cuarteles y obligaron a los mismos oficiales ayer chavistas y luego golpistas a reponerlo a este en el poder.
Las fuerzas armadas, como institución fundamental del estado burgués venezolano, y su casta de oficiales jugaron un rol fundamental deviniendo en fuerzas de ocupación bajo el mando del FMI para masacrar al pueblo venezolano en los ’90. Jugaron un papel decisivo en la intentona golpista del 2002 para redistribuir la renta petrolera con una mayor tajada para el imperialismo. Hoy cierran filas alrededor de Maduro, Capriles y la constitución bolivariana, para impedir que una crisis política abra brechas por donde se introduzca nuevamente el movimiento de masas.
Hay una cuestión que unifica a todas las corrientes que van desde pro chavistas hasta los más rrrrrrrrrojos del movimiento marxista. Son enemigos de tener una política para desintegrar la casta de oficiales del ejército burgués proimperialista y para organizar a su base plebeya y de hijos de los explotados junto a los trabajadores y el pueblo.
Toda la envoltura de la “revolución bolivariana” es para edulcorar la feroz dictadura del capital. Las bandas de hombres armados define lo que realmente tiene en común el régimen de Punto de Pacto Fijo y la república bolivariana: el partido militar, la casta de oficiales que ayer como hoy veló y sigue velando por los intereses del conjunto de la burguesía y el imperialismo en Venezuela, más allá de las diferencias específicas, de la forma del régimen y el carácter del gobierno con las que la burguesía domina.
Esta continuidad de las fuerzas armadas en el corazón del régimen venezolano, y la estatización plena de los sindicatos, garantiza un régimen bonapartista con elementos de “sui generis” en la medida en que regatea al imperialismo algunos puntos de la renta petrolera, pero, como ya dijimos, controlando férreamente a las masas.
A propósito de la génesis y la emergencia del Chavismo
De lo que estamos hablando es de la génesis del Chavismo, como expropiador de la revolución. El gobierno de Andrés Pérez había aplicado un paquetazo del FMI, luego de firmar una carta de intención el 28 de febrero de 1989 con el mismo.
Luego del Caracazo y la represión salvaje vino un reflujo, con las masas acumulando odio y velando a sus muertos. Había sido el ejército el responsable de la masacre. Éste concentraba el odio de las masas.
Por ello, por atacar al ejército y por ubicarlo al mismo como el más grande enemigo de los explotados, no se puso sólo en cuestión el régimen del punto fijo sino también al estado y su casta de oficiales asesina.
Un sector de la casta de oficiales, de la más rancia burguesía, percibió esta cuestión. No solamente había quedado herido de muerte el régimen, sino también apuntado el corazón del estado burgués. Y esa era la pesadilla más grande de la burguesía.
Por eso, el 4 de febrero de 1992, un sector de la casta de oficiales encabezado por Chávez, se adelantó e intentó dar un golpe de estado preventivo, antes de que venga un nuevo embate de las masas. Este intento fue conocido como “el madrugonazo”.
Esta crisis de los de arriba alentó una oleada de protestas, que culmina en mayo de 1996, con el congreso sacándolo también a Andrés Pérez.
El régimen y el gobierno estaban en crisis. Asume Caldera como el último de los gobiernos del régimen del Pacto de Punto Fijo, sostenido por los stalinistas. Caldera ya venía haciendo campaña de que Chávez y “los golpistas” eran los verdaderos amigos del pueblo.
Así se desmoronaba el régimen del Pacto de Punto Fijo, y comenzaban a crearse los mecanismos de la casta de oficiales para salvaguardar al estado, puesto que éste había masacrado a 2000 explotados en 1989.
El gobierno de Caldera tenía un problema. El barril de petróleo estaba entre 30 y 40 dólares a mediados de los ‘90. Tan sólo podía aplicar otro paquetazo, como el de Andrés Pérez. Y lo hizo en el ‘96 con el aumento del precio de la gasolina, liberación de las tarifas de los servicios públicos, aumento generalizado de precios… en fin, un paquetazo clásico del FMI, que derrotó la clase obrera en las calles nuevamente, como ya dijimos, con su oleada de lucha del ‘96/’97.
Describimos esto porque no se puede falsificar y negar los hechos históricos. Esto demuestra como ya dijimos que las masas explotadas venezolanas fueron la vanguardia de nuestro continente en la lucha contra el saqueo de las deudas externas y el FMI de las naciones oprimidas de América Latina. ¡Viva la clase obrera y los explotados de Venezuela! ¡Ellos son los verdaderamente antiimperialistas! Ellos fueron seguidos luego por sus hermanos de Ecuador, de Bolivia y de Argentina, que iniciaron procesos revolucionarios.
Inventar una leyenda del “antiimperialismo chavista” que fue el impulsor y creador de esa lucha en Venezuela y América Latina, es no sólo falsificar la historia sino seguir sometiendo a la clase obrera a sus verdugos, a los impostores, a los que expropiaron la lucha antiimperialista y revolucionaria. Los explotados dejaron 2000 muertos en las calles. Ni uno dejaron los explotadores y esa burguesía chavista.
Los renegados del trotskismo, como el stalinismo, pasarán a la historia como los más grandes falsificadores de la lucha revolucionaria de las masas. Ya son una escuela de falsificadores a propósito del chavismo; como lo fue el stalinismo alrededor de la revolución rusa e internacional.
En el ’98 asume Chávez. La burguesía lo necesita. Es que comenzaba la oleada revolucionaria que en Ecuador derrotaba al gobierno pro-imperialista de Bucaram. El “gemelo” de Chávez, el famoso” Coronel Gutiérrez expropia las grandes marchas obreras y campesinas a Quito con demagogia antiimperialista, cuestión que se terminara al año, con los obreros y campesinos echando al parlamento e inclusive corriendo a palos a los diputados maoístas que lo sostenían.
Chávez llega al poder en Venezuela por el pánico que tenía la burguesía de que se abra un proceso revolucionario como en Ecuador. El imperialismo y la burguesía venezolana aprendieron. Convocaron inmediatamente a una constituyente para parecer ser ellos los que derrotaron a la IV República y al régimen del Pacto del Punto Fijo. Insistimos, para salvar a las fuerzas armadas del odio de las masas es que hicieron su “república bolivariana”. Cambiaron la forma para que siga la esencia del régimen capitalista semicolonial venezolano y quede intacta su banda de hombres armados.
Hay que decir la verdad. Esa constituyente intentó reestablecer el prestigio de todas las instituciones del estado burgués venezolano, cambiando algunas de ellas y sus relaciones en la constitución bolivariana, pero salvando a la casta de oficiales asesina del pueblo venezolano.
En el marxismo no se puede confundir el contenido de la revolución con el contenido de la reacción y de la contrarrevolución. La revolución bolivariana fue el salvataje de las fuerzas armadas asesinas y del estado burgués semicolonial, acorralado por la lucha revolucionaria de las masas.
Sobre ese desvío, sobre esa expropiación, surge la “boliburguesía” que busca apoyarse en el ímpetu de las masas para negociar su parte de la renta petrolera al imperialismo como socio menor, pero a costa de controlarlas férreamente. Buscaba regatear sus negocios sin atacar en lo sustancial los intereses del imperialismo que anunciamos, que con el barril de petróleo a 100$ dólares se pagana toda la deuda externa, cuestión que el FMI no lo podía hacer en los ‘90.
Insistimos, hay que decir la verdad. ¿Cuál fue el resultado de este aborto de la revolución? Que las masas llenaron de sangre y de combate a Venezuela por una década. Podrían haber tomado el poder, resolver sus padecimientos y miserias inauditas, y terminaron recibiendo limosnas de planes milagros, semi alfabetizaciones… y esto fue conseguido no por beneficencia de Chávez sino como subproducto de la lucha revolucionaria de las masas. Venezuela no fue una nueva Cuba, la coexistencia pacífica con el imperialismo por parte del castrismo fue respetada y sostenida por todas las direcciones del proletariado latinoamericano y mundial. Insistimos, ni siquiera las limosnas otorgadas a las masas y que las mantienen a la amplia mayoría en la miseria fue una concesión graciosa de los generales asesinos del ejército venezolano ni de la burguesía anti-obrera de ese país. Ellos dieron algo para no perder todo. Llenar de sangre obrera a Venezuela para conseguir góndolas vacías, tarifazos y niveles de miserias inauditas que hoy aparecen con claridad después de tanta charlatanería chavista y reformista. Esa es la verdad.
Ninguna concesión fue gratuita, ninguna limosna otorgada a las masas que hoy intenta ser pasadas como reformas fue gratuita. Y sino, ¿Por qué no se las dieron los explotadores en el ‘89, en el ‘92, en el ’96 en Venezuela? Ellos sólo daban paquetazos, garrote y muerte.
Y ahora, ya iniciada la crisis mundial y que penetra en Venezuela, ellos, con la boli-burguesía al frente, aplican los mismo planes de hambre y paquetazos que aplaudirían Caldera y Andrés Pérez y que aplaude Capriles (que se da el lujo de hablar de paquetazos rojos) y Obama…que recibe en tiempo y forma -como siempre lo ha hecho- el petróleo venezolano que es procesado en las refinerías yanquis en la costa de Estados Unidos del golfo de México. Esa ruta, y ese fenomenal negocio del imperialismo yanqui en Venezuela, junto a la mantención de las fuerzas armadas del estado burgués es lo que une tal cual una poderosa cadena en la historia a Caldera y Chávez…cadena que sólo cortará el triunfo de la revolución socialista en Venezuela América Latina y fundamentalmente con la clase obrera norteamericana tomando el poder.
La gestación del golpe proimperialista del 2002: con el aumento del petróleo, el imperialismo quiere terminar los regateos de la burguesía nativa venezolana…
Chávez se entrega, y son las masas revolucionarias y la clase obrera las que derrotan al golpe
El “antiimperialismo” de Chávez fue en resumidas cuentas un barril de petróleo a 100 dólares pagarle toda la deuda externa al FMI, salvar los intereses del imperialismo en toda la región con sus “cumbre de las américas”, con el ALBA, con el UNASUR, con el MERCOSUR de las transnacionales, y abasteciendo una parte significativa del petróleo de EEUU, del cual es gran socio comercial y financiero.
El chavismo fue parte así de una oleada de expropiaciones de revoluciones proletarias en América Latina, donde el stalinismo, el castrismo, resucitados por los renegados del trotskismo pusieron sobre sus hombros a las burguesías bolivarianas de Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil, etc. para manipular a las masas y desviar los procesos revolucionarios. Pero en el 2002 hubo una gran crisis en Venezuela, un golpe de estado, es que el barril de petróleo se fue a 120-140 dólares, gracias al “bandolero” Bush, que hacía andar su flota con el petróleo venezolano para invadir Iraq y Afganistán. La burguesía bolivariana ya se estaba llevando gran parte de ese negocio. Otras fracciones de la burguesía y el imperialismo vieron achicarse su parte en el reparto de la renta petrolera. Y no lo iban a permitir.
Una cosa es traerlo a Chávez para parar la revolución con el barril de petróleo a 40 dólares, y otra cosa es con el barril a 140 dólares y con Chávez quedándose con una mayor parte de la tajada. El golpe de estado ya era una “crónica de una muerte anunciada”. Y vino en el 2002.
¿Qué hizo entonces el “valiente comandante” Chávez? Se rindió ante los obispos y los generales. Sin tirar un solo tiro. Como decía Marx de Bolívar: el general de la huida…
Nuevamente las masas bajaron de los cerros. Cercaron los cuarteles. Se comienza a partir la base del ejército. Los soldados rasos comienzan a darse vuelta. El fantasma del Caracazo recorre Venezuela. Las condiciones para vengar a los 2000 obreros masacrados en el Caracazo del ‘89 estaban ahí. Estaba y estuvo a la orden del día destruir esa casta de oficiales asesina, agente del imperialismo…
Chávez se entregaba y las masas lo querían liberar. La burguesía festejaba. En 24 horas, ésta se aterrorizaba por la acción revolucionaria de los explotados.
Los mismos golpistas estaban aterrorizados de que se cumpliera el mandato del Caracazo y no quedara ni piedra de ese ejército burgués asesino, y que en esa enorme lucha política surgieran los soviets de los trabajadores, los “miserables” de la ciudad y el campo y los soldados. Por eso lo fueron a buscar a Chávez a la curia y lo pusieron de vuelta en el poder.
Qué tragedia… los “marxistas” haciendo pasar por “antiimperialista” al general de la retirada. Para ellos las masas no son nada, cuando fueron las verdaderas protagonistas de la Venezuela rebelada.
Los trotskistas vamos a poner las cosas en su lugar. O se está con el caracazo, con los combates del ‘96-‘98, con la insurrección revolucionaria antigolpista del 2002 para abrir el camino a la revolución obrera y socialista saldando cuentas con los asesinos del pueblo venezolano; o bien se está colgados a los faldones de los generales asesinos revestidos de “antiimperialistas” y “bolivarianos”, sosteniendo los supernegocios de los banqueros imperialistas con la boliburguesía.
Esa “boli izquierda” traidora ya rendirá cuentas ante las masas, cuando la lucha de la clase obrera pare el paquetazo que hoy aplica Maduro y que habría aplicado Chávez, quizás con mayor audacia antiobrera, con devaluación, desabastecimiento, inflación, aumento de la gasolina, y mayor ataque y represión a la clase obrera. Como la que hizo Caldera y Andrés Pérez, reprimiendo y matando obreros y campesinos pobres.
Con el argumento de “el que ataca a las empresas del estado es un traidor a la revolución bolivariana” atacarán a los obreros. Son la burguesía y los generales que masacraron en el Caracazo. Con la crisis económica mundial ahora les toca a todos ser Andrés Pérez y Caldera. Es decir, Chávez, Maduro y Capriles son todos agentes de Obama revestidos bajo el manto de la constitución bolivariana.
Pero el golpe del 2002 no fue “nacional” venezolano. Fue una respuesta contrarrevolucionaria del imperialismo para parar, en un punto, la oleada revolucionaria de las masas del continente americano, que había hecho temblar Argentina desde los cimientos, avanzaba en Bolivia y amenazaba con superar los límites del chavismo en Venezuela y toda América Latina.
La derrota del golpe significó que la burguesía bolivariana fue llamada a lidiar con las masas, junto a otros expropiadores, canallas, laderos del imperialismo, como los Kirchner, los Correa, etc. Ellos, luego de muchas volteretas “antiimperialistas” de palabra y de pequeñas concesiones de limosnas, terminaron esclavizando a la clase obrera latinoamericana y armando mercados regionales para las transnacionales, el imperialismo, las mineras, las petroleras y sus negocios, que harían sonrojar a Bush y a los agentes de los TLC del 2005/2006 (como México, Chile o Perú). Por ello todos están en el UNASUR, en el CELAC, etc.
Chávez tuvo que pagar, alegre y disciplinadamente, su libertad. El abrazo con Uribe, luego de que éste último masacrara en territorio ecuatoriano a la dirección de la FARC, llamando a hacer negocios juntos fue una moneda de pago. Ser el más grande aliado, en el ALBA, para avanzar a la restauración capitalista en Cuba con los hermanos Castro, ha recibido y sigue recibiendo aún el más grande aplauso de sus socios imperialistas.
La clase obrera de Venezuela necesita conquistar un programa revolucionario y un partido trotskista internacionalista que sea la avanzada en el combate por refundar la IV Internacional en el continente americano
Chávez es un gran dirigente de la burguesía. Ha recibido las condolencias del imperialismo norteamericano. Fue un gran elector de Obama junto a Castro. Cuando los obreros inmigrantes y de color no querían votar nuevamente a Obama, ellos se transformaron en los grandes electores de Obama. Se volcaron masivamente para que los obreros decepcionados inmigrantes y de color fueran a votarlo. En el capitolio también tendrá su mausoleo.
Los banqueros de Wall Street, la gran burguesía imperialista y sus socios bolivarianos de Miami necesitan cobrar la deuda externa venezolana y exigen su parte de la renta petrolera. Para ello exigen devaluación y llevarse ellos la mayoría de los dólares. Para el pueblo sólo hay inflación, moneda sin respaldo, tarifazos, etc.
El capitalismo no es una sociedad de beneficencia, y menos cuando el imperialismo está en bancarrota.
Los márgenes para las burguesías nativas de todo el continente latinoamericano se achican. La crisis de Wall Street la debe pagar la clase obrera norteamericana; y los agentes directos del imperialismo de las burguesías nativas están para hacérselas pagar al proletariado de sus países que ellos oprimen.
Si las potencias imperialistas vencedoras del crack económico mundial abierto en el 2008, como Alemania o EEUU, impulsó a imponerles un tratado de sumisión y vasallaje a potencias imperialistas menores como Grecia, Italia, España, etc… ¿qué no les exigirán a sus colonias y semi-colonias?
Ya el reformismo cada vez menos podrá hacer pasar las limosnas como victorias y como conquistas, porque la crisis mundial ya está acá. El paquetazo de Maduro y Capriles que se ha largado y que se prepara contra los explotados de Venezuela, como sobre toda la clase obrera mundial, hará parecer a los gobiernos de Caldera y de Andrés Pérez como los verdaderos astros gemelos de Chávez y toda la izquierda lacaya del imperialismo que sostiene a sus continuadores.
Más temprano que tarde el cerco de las direcciones traidoras y sus estafas al proletariado, serán rotos por las masas. Volverán los 20 de diciembre de Argentina y su grito “¡que se vayan todos!”. Volverá el grito de “¡fuera gringos!” de Bolivia, el de “¡fuera el FMI!” del Caracazo, el de “¡expropiación del cobre y de las transnacionales” de Chile. Volverá la marcha del millón contra la guerra en EEUU y se volverán a levantar cientos de comunas como la de Oaxaca en el México ensangrentado.
Las bases militares de Honduras y Colombia deberán tener la misma suerte que las bases militares del asesino Khadafy y Assad, los socios y amigos de Chávez y los bolivarianos.
Pero en ese momento solamente los trotskistas podremos hablar y mirar a los ojos al proletariado. Las banderas del Caracazo han quedado en las manos de la única teoría y el único programa que lo podrá llevar a la victoria: el de la Cuarta Internacional refundada.
Las tareas democrático-revolucionarias antiimperialistas siguen pendientes y sin solución en Venezuela. La ruptura con el imperialismo debe ser consumada. Solamente la clase obrera, acaudillando a las masas explotadas, lo podrá conquistar.
Con una enorme renta petrolera, los explotados padecen hambre porque la mayoría de ella se la lleva el imperialismo y la burguesía.
No habrá independencia nacional en Venezuela SI NO SE EXPROPIA SIN PAGO Y SE NACIONALIZAN LOS BANCOS BAJO CONTROL OBRERO. POR UN BANCO ESTATAL ÚNICO QUE, JUNTO A LA NACIONALIZACIÓN DEL COMERCIO EXTERIOR, SE SAQUE DE ENCIMA A LOS PARÁSITOS CAPITALISTAS CON SUS COMISIONES, CON SUS SUPERGANANCIAS EN LAS IMPORTACIONES, CON EL ROBO DE LOS DÓLARES DE LA RENTA PETROLERA Y SU CIRCUITO A LA RESERVA FEDERAL DE ESTADOS UNIDOS Y LOS NEGOCIOS DE MIAMI.
Sobran fondos para un fuerte plan de inversiones a las empresas nacionalizadas. Pero para ello, hay que comenzar por no pagar ni un peso de esas expropiaciones (que suman 26.000 millones de dólares) a los que explotaron durante décadas a la clase obrera venezolana.
¡Ni un peso al pago de la deuda externa! ¡Desconocimiento inmediato de los 105.000 millones de dólares de la deuda externa fraudulenta venezolana, contraída por los lacayos del imperialismo del régimen del Pacto del Punto Fijo, pagada puntualmente y aumentada por el saqueo del imperialismo, realizado esta vez con la boliburguesía!
¡Por un plan de obras públicas de construcción de millones de viviendas, para terminar con el mercado negro y las limosnas a los explotados que tienen el oro negro bajo sus pies! ¡Salud y educación públicas, gratuitas y de calidad para todos!
¡Basta de congelamiento salarial, de la carestía de la vida y de inflación! ¡Por la liquidación de toda la cadena de intermediación en la comercialización de los alimentos y bienes de consumo! ¡Comités de abastecimiento y de control de precios!
¡Desconocimiento de todos los contratos petroleros de PDVSA con las petroleras imperialistas! ¡Nacionalización plena del petróleo venezolano bajo control de los trabajadores!
Con el desconocimiento de la fraudulenta deuda externa y con el control obrero de la banca, los explotados podrán resolver el drama de la desocupación y la precarización laboral.
Resolver la desocupación crónica, que ya se eleva a un 21%/22% de la fuerza laboral, es una de las grandes tareas pendientes, junto a la ruptura con el imperialismo, que ni el Pacto del Punto Fijo ni la República Bolivariana pudieron resolver ni resolverán. Sólo un gobierno de la clase obrera, expropiando a la burguesía y el imperialismo, sobre la base de la demolición de este estado burgués semi-colonial, podrá terminar con el flagelo de la desocupación de las masas venezolanas.
¡Basta de limosnas! ¡Trabajo digno para todos! ¡Un turno más en todas las fábricas! ¡Plan de obras públicas bajo control de los trabajadores!
¡Hay que poner en pie comités de desocupados, organizados desde los sindicatos, comités de fábrica y todas las organizaciones obreras!
La clase obrera venezolana no podrá ni soñar con defender sus conquistas actuales y conseguir nuevas si no toma como una de sus fundamentales demandas resolver la crisis crónica de millones de desocupados, utilizados por la burguesía muchas veces contra los trabajadores, o mantenidos con limosnas que ya ni siquiera alcanzan para sobrevivir, como los “planes milagros”.
¡Hay que unir las filas obreras!
¡Por un congreso nacional de trabajadores ocupados y desocupados de toda Venezuela, con delegados de los comités de desocupados, uno cada cien de todo el movimiento obrero, para levantar un pliego de reclamos único, de trabajo digno para todos, aumento de salario para conquistar un mínimo, vital y móvil de acuerdo a la canasta familiar definida por las organizaciones obreras!
Para avanzar en una nueva ofensiva por sus conquistas, la clase obrera debe coordinar a los que luchan. Debe poner en pie comités y piquetes de huelga y de reclamos.
¡Hay que romper con toda subordinación al ministerio de trabajo y levantar un pliego de demandas únicas de todos los explotados!
¡Por comités de autodefensa contra las bandas de sicarios, carneros y rompehuelgas pagados por los capitalistas, y la guardia nacional represora del gobierno de la boliburguesía!
¡Abajo la casta de oficiales golpista y asesina del pueblo! ¡Por comités de soldados! ¡Plenos derechos de organización para los soldados rasos! ¡Por el cobro de un salario mínimo, vital y móvil mientras dure su servicio militar! ¡Delegados de soldados junto a los sindicatos, las organizaciones obreras y los comités de abastecimiento y control de precios y de las organizaciones de desocupados!
Todas las organizaciones que hablan en nombre de la clase obrera y su lucha deben romper ya con la burguesía. La única y eficaz salida para conquistar la independencia de la clase obrera venezolana es poner en pie el verdadero poder de los explotados, el único que podrá llevar hasta el final la conquista de que Venezuela rompa abiertamente con el imperialismo.
Esto sólo se podrá alcanzar con un gobierno revolucionario de la clase obrera y sus aliados oprimidos del campo y la ciudad, apoyado en las organizaciones de democracia directa y armamento de las masas.
¡Por una república que no sea ni del Punto Fijo ni Bolivariana! ¡Por una Venezuela obrera, socialista, sin generales, capitalistas ni banqueros imperialistas!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Centro y Sud América!
La política continental de la “burguesía bolivariana” ha sido, bajo distintas formas, como el UNASUR y los bloques regionales, mantener el saqueo del imperialismo de las naciones oprimidas de América del Sur, Centroamérica y el Caribe.
¡No al ALBA de las transnacionales y de la restauración capitalista en Cuba! ¡No al ALBA del pacto del chavismo con el régimen fascista asesino de las bases yanquis en Colombia!
¡Abajo el MERCOSUR de las transnacionales y el TLC de los países de Los Andes y México, que esclavizan nuestras naciones al imperialismo!
¡Una sola revolución latinoamericana será la que encabece, derrotando a los estados burgueses, la revolución socialista, que será latinoamericana y mundial, o no será nada!
Los bolivarianos tienen su programa: la unidad con Obama, contra los trabajadores norteamericanos y de los pueblos oprimidos del mundo. El programa de la revolución socialista latinoamericana, centroamericana y del Caribe cuenta con su aliado fundamental para vencer: la clase obrera norteamericana, que ayer se levantara contra la guerra y por los derechos de los inmigrantes. La misma que ayer en Wisconsin llamara a pelear como en Egipto, y que le marcara a la clase obrera latinoamericana y mundial cuáles son las condiciones para la victoria: expropiar a ese 1% de parásitos de Wall Street que condenan al mundo a la miseria y la barbarie. ¡Expropiar a los 600 parásitos que manejan 240 cárteles y transnacionales que controlan el conjunto de la economía mundial!
Contra la revolución bolivariana –una caricatura de revolución-, los combatientes de la IV Internacional luchamos por los estados unidos socialistas de Norte, Centro y Sud América.
Los trotskistas venezolanos y latinoamericanos tienen una responsabilidad en la historia: saldar cuentas con esta escuela de falsificadores que le quieren hacer creer a los trabajadores de ese país que son súbditos de la burguesía, incapaces de liberarse por sus propios medios de la opresión. Hay que decirles la verdad: son los explotados los grandes protagonistas de la lucha antiimperialista, contra todos los capitalistas de Venezuela.
Las direcciones reformistas quieren hacer pasar aún las conquistas como dádivas de los capitalistas, como si no fueran subproducto del heroísmo de las masas y sus luchas fenomenales.
Esa es la izquierda de Obama y Wall Street, donde la boliburguesía tiene las reservas de la renta petrolera (en la banca Morgan y en el Citibank). Hay que terminar con la izquierda de Obama y sus calumnias y mentiras contra las masas.
Hoy más que nunca el grito de guerra es “la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”. El Caracazo vive, la revolución socialista en el continente americano triunfará cuando las masas tengan a su frente a los combatientes de la IV Internacional. Esa es nuestra obligación histórica: ayudar a las masas a sacarse de encima a las direcciones traidoras que son las que, a cada paso, desorganizan su lucha y las someten a su enemigo.
La clase obrera venezolana, latinoamericana y de EEUU, contra el chavismo, tiene deudas que cobrarse: 250.000 masacrados en Colombia, 60.000 en México, Cuba entregada al imperialismo. La clase obrera de los países latinoamericanos, saqueados mil veces más para que funcione ese país de las maquilas y las transnacionales, tenemos muchas deudas que cobrarnos.
Con Obama, el amigo de Chávez y el castrismo, se han expulsado a centenares de miles de inmigrantes de EEUU. Sus hijos han nacido allí, en Norteamérica. Mientras los padres son expulsados, sus hijos han quedado en orfanatos por decenas y decenas de miles. Así trata el imperialismo y Obama a los trabajadores y los inmigrantes.
Por eso nuestro grito de guerra debe ser el de la clase obrera boliviana en su revolución del 2003/2005: “¡Fuera gringos! ¡Aplastemos a las transnacionales! ¡Tratémoslos a ellos como ellos nos tratan a nosotros! ¡Expropiémosles sus bancos y empresas! Ahí veremos si siguen tocando a nuestros hijos.”
La clase obrera norteamericana viviendo con subsidios de comida de 3 dólares por día, con millones de inmigrantes superexplotados, no se merecen al gobierno de ese “Bush tiznado” que es Obama. Éste trata a la clase obrera norteamericana como lo hizo Bush con la clase obrera de Iraq, Afganistán y todos los pueblos que oprimen los carniceros imperialistas yanquis.
La justicia llegará de la mano de la revolución socialista, y no con esa caricatura de revolución bolivariana y sus generales de la huida, como diría Carlos Marx de Simón Bolívar y repetimos hoy los marxistas de los generales bolivarianos.
Expresando la ruptura a la izquierda de la clase obrera del continente americano con los diques de contención impuestos por el FSM y la izquierda reformista, miles de obreros ya no aceptan ni aceptarán que se les expropie su combate. De Alaska a Tierra del Fuego, los explotados tienen a sus hermanos de clase de Venezuela con una de las conciencias de lucha antiimperialista más avanzadas del continente, conquistada en combates antiimperialistas como el Caracazo.
Tenemos en el combate a la clase obrera cubana, que aún no ha sido derrotada y mantiene viva su consciencia antiimperialista. Pese a la postración que le impusieron los hermanos Castro, hará falta aún mucha acción contrarrevolucionaria para sacarla de escena para todo un período. La cuestión está por verse. Todas estas contradicciones se resolverán en los combates de clase del proletariado del continente americano y a nivel internacional.
La experiencia de las masas venezolanas con los expropiadores de su lucha antiimperialista ya está en curso. Los obreros de Bolivia, que ya enfrentan abiertamente al gobierno de Morales, y la izquierda de la clase obrera norteamericana, que padece al gobierno de Obama que encabeza las ofensivas contrarrevolucionarias del capital financiero en el planeta, demuestran que las condiciones para poner en pie la IV internacional y el programa del trotskismo para encontrar un camino a las masas ya empiezan a madurar.
Una oleada de lucha revolucionaria de las masas de este continente del 96/2005, ya conmovieron al mundo, como lo han hecho estos últimos años las masas del Norte de África y Medio Oriente.
La lucha por refundar la IV Internacional, para estas enormes tareas que están por delante, es una cuestión decisiva. Es que ello es imprescindible para avanzar a refundar al trotskismo venezolano. Esto no se hará sobre la base de la teoría-programa del stalinismo y el menchevismo, sino sobre la base de la teoría-programa de la revolución permanente y el Programa de Transición para la revolución socialista.
Alan Woods, ese siniestro liquidador del trotskismo, le entregaba el Programa de Transición a Chávez para revestirlo a éste de socialista. Ese programa hay que recuperarlo, porque es de la clase obrera, de los explotados contra los explotadores.
La clase obrera no tiene la dirección que se merece. Los combates de los explotados necesitan de un partido leninista de combate insurreccionalista en Venezuela. Para ello es imprescindible poner en pie un reagrupamiento internacionalista de las fuerzas sanas del movimiento trotskista internacional y de las organizaciones obreras revolucionarias.
¡Por un comité por la refundación de la IV Internacional!
¡El trotskismo internacionalista debe ponerse de pie en Venezuela y marcar las condiciones de la victoria a la heroica clase obrera de ese país!
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