24 de octubre de 2021
Ante el 5° aniversario de su asesinato:
Homenaje a Abu Al Baraa del Comité Ejecutivo del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI
Compañeros, estamos culminando esta jornada en homenaje a Abu Al Baraa.
Luego de ver las imágenes de la enorme actividad que impulsó nuestra corriente en apoyo a la revolución siria, no podemos menos que decir que ello nos llena de orgullo como revolucionarios.
Nuestras corriente dejó sus mártires en una guerra civil donde los trabajadores y el pueblo pobre han enterrado a más de 600.000 de los de ellos, asesinados por Al Assad y Putin, con la cobertura de EEUU y Turquía, con tropas gurkas de los yanquis como las de la Guardia Islámica iraní o las del PKK kurdo. Como si esto fuera poco, la burguesía sunnita, de forma cínica, entregó desde adentro una a una las ciudades rebeldes, tal cual “Caballos de Troya”.
Observando10 años hacia atrás lo enorme que fue la revolución siria, está claro que este es un hito histórico de la lucha de clases del siglo XXI. Fue el punto más avanzado de un proceso revolucionario que golpeó a toda una zona del planeta, como es el Magreb y Medio Oriente, en el año 2011.
Las condiciones para estos levantamientos fueron preparadas por una oleada de luchas obreras y huelgas en Irán en 2009/2010 (que fueron brutalmente reprimidas por el régimen) y por una enorme movilización de los trabajadores de EEUU, el Estado Español, Inglaterra, etc., que impusieron la retirada yanqui de Irak en aquellos años.
La de 2011 fue entonces una de las oleadas revolucionarias que sucedieron a partir del crac mundial del sistema capitalista en el 2008 con el estallido de Wall Street.
La otra cuestión que pudimos ver en distintos videos que se pasaron en este homenaje a nuestro compañero Abu al Baraa, es el combate de una organización internacional como la nuestra, que luchó contra la corriente por romper el cerco a la revolución siria. Esto solo se podía lograr derrotando, ante los ojos de los trabajadores del mundo, a las direcciones que le dijeron a millones de explotados que en el campo de la revolución en Siria estaban los “terroristas” (que no fue más que un enemigo inventado por la CIA y cacareado por la izquierda pro-assadista). Les hicieron creer a los trabajadores del mundo que la revolución era la reacción y la contrarrevolución. Una infamia que pasará a la historia como una de las más grandes traiciones al proletariado internacional.
Estas direcciones actuaron como voceros de generales contrarrevolucionarios de la OTAN y de sus agentes como Al Assad, que fueron utilizados para hacer el “trabajo sucio” de masacrar a los explotados a cuenta de todas las potencias imperialistas.
El perro Bashar junto al imperialismo francés, los yanquis, Turquía y Putin, con el sostén de toda la izquierda reformista del planeta, formaron una “santa alianza” para aplastar la revolución, bajo las banderas de la “lucha contra el terrorismo”, como ya dijimos. Hicieron esto luego de haber inventado al ISIS como cobertura para imponer una masacre tan sangrienta contra los explotados sublevados, que haría sonrojar de vergüenza al mismo Hitler.
En definitiva, pusieron en pie un “frente antiterrorista” entre Macron, Obama-Trump, Putin, todos los partidos stalinistas del mundo y muchos de sus lacayos de los renegados del trotskismo, algunos de los cuales se declararon “neutrales” en plena guerra civil. Esto le liberó las manos a Al Assad para que asesine a su antojo a centenares de miles de obreros y oprimidos en la nación siria.
Desde las Conferencias de Ginebra y Astaná, sostenidas ante los ojos de las masas por partidos social-imperialistas, desechos del stalinismo, “bolivarianos” y neo-trotskistas, lograron fortalecer a todos los regímenes de Medio Oriente para que se rearmen y desde sus entrañas generen nuevos monstruos contrarrevolucionarios como Al Sisi en Egipto o el frente dirigido por Arabia Saudita que masacró a las masas yemeníes sublevadas. Sobre todo, así lograron impedir que la oleada revolucionaria que comenzara en Túnez, Argelia, Sudán, Libia, Bahréin, Irak y luego Irán, desde Siria golpeara al plexo al sionismo. De allí la concentración de fuerzas que hizo el imperialismo en Siria para sostener al fascista Al Assad y que este no cayera a manos de las masas sublevadas.
La derrota a la revolución siria y la contraofensiva impulsada contra ella, acompañó los duros golpes a las masas de todo el Magreb y Medio Oriente como la masacre en Yemen, el golpe militar en Egipto, etc.
En 2013 y 2014, en dos reuniones sucesivas del Foro Social Mundial realizadas en Túnez con la participación de todas las corrientes reformistas y de la izquierda pro-imperialista, junto a “bolivarianos” que venían de entregar la revolución latinoamericana, se marchó por las calles de la capital de ese país al grito de “muera el terrorismo”… ¡Miserables! Para estas direcciones el “terrorismo” eran las masas en lucha, mientras que Al Assad y demás fuerzas contrarrevolucionarias eran las “fuerzas progresivas que lo enfrentaban”.
En toda guerra, incluyendo la guerra civil, la mentira de las clases dominantes se esparce como el fuego sobre la pólvora. Pero que sus voceros en el movimiento de masas se reagrupen para defenderla públicamente, ya es de un cinismo cruel.
Las ciudades de Siria han sido demolidas por bombazos de la aviación rusa, yanqui, etc. Hay 15 millones de refugiados. Eso lo hicieron los estados y las tropas invasoras. El ISIS fue una formación bajo el mando de la OTAN; una fuerza contrarrevolucionaria más, como la Guardia Iraní, de las que fueron enviadas para controlar y aplastar físicamente a las masas revolucionarias que se habían levantado contra Al Assad también en el norte de Siria.
Así el imperialismo tuvo las manos libres para poder concentrar sus fuerzas y aplastar también otra heroica revolución en el año 2014, como fue la protagonizada por las masas de Ucrania, que ponía en cuestión al gobierno de Yanukovich y a su jefe Putin, el asesino de los explotados de Eurasia y el hombre del imperialismo para masacrar como carnicero a la revolución siria.
Esa revolución ucraniana, que se puso de pie en el este al grito de “que vuelva la URSS”, ponía en riesgo la retaguardia de Putin y abría un canal y un camino para contagiar a los trabajadores de la Europa imperialista que venían luchando con 32 huelgas generales en Grecia y que habían ganado las calles en Francia con el método de la huelga general contra el ataque a todas sus conquistas lanzado por el régimen de la V República.
El proletariado ucraniano salió al combate contra el salario miserable de 200 euros. Esa demanda de la clase obrera era la que unificaba a la nación contra el saqueo imperialista.
El stalinismo y las direcciones social-imperialistas de las organizaciones obreras de Maastricht fortalecieron al pacto de Minsk que dejó a Ucrania partida. Es que luego de que las fuerzas pro-yanquis conquistaran la capital Kiev, la burguesía “gran rusa” y del Donbass provocaron la escisión de la nación ucraniana, no sin antes que Putin se haya robado Crimea. De eso se trata la contrarrevolución: de aplastar a las masas e inclusive partir y desguazar las colonias y semicolonias, llevándolas incluso al período previo a la formación de los países.
Está claro entonces, que el imperialismo a partir de su crisis en el 2008 concentró sus fuerzas en Siria y en Ucrania para aplastar los focos más avanzados de la revolución mundial.
Las direcciones traidoras, sin embargo, deshacen todo lo que las masas construyen con sus luchas y las llevan a combates dispersos en decenas de levantamientos revolucionarios que quedan aislados.
Pero no solo esto. La verdad es que hay centenares de direcciones pagas por el imperialismo, sus regímenes y estados, al frente de las organizaciones de masas, planteándoles que la revolución ya no es posible. Afirman que el “socialismo ya no va más ni siquiera en Cuba”, como ha declarado el castrismo a los cuatro vientos, en momentos en que el sistema capitalista mundial se desmorona en una de las peores crisis de su historia. Enormes fuerzas de los renegados del trotskismo sostiene a los así llamados imperialistas “democráticos”, como hicieron “contra Trump” con Sanders y Biden en EEUU. Una falacia. Una mentira infame. Basta ver las guerras y masacres impulsadas por Obama y el latrocinio del imperialismo bajo el mando de Biden hoy, para echar por tierra semejante mentira y engaño ya obsceno del reformismo.
Mientras tanto, renegados del trotskismo y stalinistas afirmaron que en Siria hubo un levantamiento de “pueblos atrasados” y “tribus bárbaras” que lo único que podían conseguir eran “libertades democráticas”.
Allí aplicaron la vieja teoría stalinista de que hay países que aún no están maduros para la revolución socialista. Otro engaño y falacia. Como vemos hoy en Sudán, es la huelga general de centenares de miles de obreros petroleros la que enfrenta decisiva y abiertamente al nuevo golpe militar. Lo que falta en Medio Oriente no es un poderoso y enorme proletariado que ya existe, sino que haya más revolucionarios y menos traidores.
Las direcciones traidoras llaman “atrasadas” a las masas que entraron al combate contra la carestía de la vida, mientras bajo sus pies está el petróleo y la energía con la cual funciona el 80% de la economía del planeta.
Todas estas direcciones son las que inventaron el “frente antiterrorista” para cuidarle los bolsillos y los negocios a las “7 Hermanas” de las petroleras imperialistas como la Shell, la Exxon, la British Petroleum, la Total, la ENI y la Chevron, que son los verdaderos terroristas que desde hace décadas riegan de sangre de las masas y de los pueblos oprimidos las naciones que saquean.
La así llamada “Nueva Izquierda” ha levantado una polvareda que no deja ver los “contornos reales de los edificios” con claridad. El sistema capitalista en putrefacción ha multiplicado sus crisis y bancarrota en el siglo que está transcurriendo.
Los explotados no han dejado de pelear ni un día, ni de abrir aquí o allá situaciones pre-revolucionarias o revolucionarias.
Las masas se sublevan contra una situación que no se aguanta más y lo hacen a pesar y en contra de estas direcciones.
250 millones de migrantes buscan un país donde vivir y trabajar. Zonas enteras del planeta han sido dislocadas de la división mundial del trabajo, mientras el imperialismo y los capitalistas han largado una brutal ofensiva contra la clase obrera a nivel internacional, que amenaza con llevarla a peores condiciones aún que las del siglo XIX, cuando surgía el proletariado moderno.
El sistema 9+9+6 que padece el proletariado chino (jornadas de 12 horas de 9 a 21, 6 días a la semana) ya está instalado en sectores enteros de la clase obrera mundial, entregados por las direcciones traidoras de los sindicatos y demás organizaciones obreras.
Los capitalistas amenazan con arrebatarle todas sus conquistas al proletariado. Es que luego de dos crac mundiales en los últimos 11 años, este sistema putrefacto ya no puede sobrevivir sin un ataque decisivo contra los explotados y sin desarrollar fuerzas destructivas, es decir, para la guerra.
En esta jornada hemos visto videos con imágenes de la intervención de nuestra corriente en enormes levantamientos revolucionarios de masas como Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Sudáfrica, en el corazón del proletariado francés, en los procesos revolucionarios de Medio Oriente. Está claro que nosotros atamos nuestra suerte a la de las masas, y eso nos llena de orgullo. Esta es la diferencia que tenemos con una izquierda traidora y reformista que ató su suerte a la mantención en el poder de los regímenes y gobiernos burgueses, que estuvieron mil y una veces acorralados por las luchas revolucionarias de las masas hambrientas.
Estas direcciones son las que llenaron el campo de batalla de retrocesos y crueles derrotas, imponiendo una pérfida política de colaboración de clases.
Hablemos claro: ellas son los que separaron a las masas sirias del proletariado mundial para que Al Assad y sus jefes las masacren a su antojo.
Las traiciones de estas corrientes son las que están trasformando al siglo XXI en un siglo oscuro de barbarie, hambre y muerte.
Basta ver a la clase obrera norteamericana obligando a Trump a refugiarse en un búnker ubicado 14 pisos bajo tierra de la Casa Blanca, para comprender las enormes ofensivas que aquí y allá protagonizó el proletariado, inclusive en los centros del poder del imperialismo a nivel mundial, como también se hiciera en las calles de París, en insurrecciones y levantamientos en Catalunya y en luchas heroicas del proletariado griego.
No es la clase obrera la que ha faltado a la cita de los combates decisivos; son las direcciones las que la traicionan.
Es que la pregunta de fondo es: ¿por qué estas revoluciones no pueden triunfar? Porque las direcciones traidoras pagadas por el capital lo impiden y desorganizan toda ofensiva revolucionaria de masas. Como plantea el programa de la IV Internacional: las condiciones objetivas están más que maduras para la revolución y solo es la crisis de dirección –es decir, la sobreabundancia de direcciones traidoras-, lo que impide la victoria.
La enorme derrota que significó la entrega de los estados obreros en el ’89 amenaza con transformarse en estratégica. Es que el stalinismo y los renegados del trotskismo se empeñan en afirmar que la época de la revolución socialista ha culminado y que solo se puede convivir pacíficamente con este podrido sistema capitalista, sus gobiernos y regímenes.
Es la traición de la dirección del proletariado la que así amenaza con imponerle una derrota estratégica a la clase obrera mundial en el siglo XXI, cerrándole el camino a la revolución socialista internacional, dividiendo país por país sus sublevaciones y levantamientos, sometiendo al proletariado a la burguesía, alejando cada vez más a las masas de las armas y llevándolas a los pies de mil y una trampas parlamentarias, verdaderos desvíos para que los sables de los generales y el fascismo las aplasten.
Como si fuera poco, el stalinismo, sostenido por sus nuevos epígonos de La Habana que son los renegados del trotskismo del continente americano, encubren el “nuevo ‘89” que es la restauración capitalista que se ha impuesto de forma abierta en Cuba… mientras Wall Street se cae a pedazos, mientras las masas latinoamericanas se sublevan, y mientras el proletariado norteamericano viene de presentarle una durísima batalla a Trump, tal como ayer hizo enfrentando a Obama.
Hoy, cuando una nueva generación del proletariado entra al combate, solo ve un campo de batalla lleno de escombros, de traiciones, de caminos sin salida. Luego, estas direcciones dicen que la crisis es de las masas y del “atraso en su conciencia”, cuando son ellas las que entregaron sus conquistas y cada uno de sus combates.
Les han hecho creer a las masas que no son poderosas. Eso significó la entrega que hizo el stalinismo de los ex estados obreros en el ’89, deviniendo abiertamente en nueva clase poseedora en esos países y siendo mantenidos por el imperialismo como fuerza contrarrevolucionaria en las organizaciones obreras a nivel mundial.
Es el stalinismo el que impone el 9+9+6 en China y el que abastece de petróleo y gas barato a la Europa imperialista de Maastricht desde Rusia. Ellos son los grandes sostenedores de la economía-mundo capitalista hoy en bancarrota.
La burguesía a nivel internacional preservó a los Partidos Comunistas en Occidente y los dejó a cargo de las grandes centrales sindicales y organizaciones obreras en el mundo, a las que estrangula con mil y una traiciones a sus luchas. Esto no lo podrían hacer sin los renegados del trotskismo, que edulcoran sus traiciones y legitiman por izquierda su ya podrida y pestilente existencia. Los liquidadores de la IV Internacional han abrazado al stalinista Gramsci y descompuesto la conciencia trotskista de miles de revolucionarios en el planeta. Se han reagrupado en La Habana para homenajear al camarada Trotsky junto a militantes y dirigentes del PC cubano, el mismo que recibió con honores a Mercader, el asesino del dirigente de la IV Internacional.
El proletariado entra al combate en el siglo XXI y en el curso del mismo debe sacarse de encima de sus hombros la pesada losa que le dejaran el stalinismo y sus socios, entregando los ex estados obreros.
Compañeros, las leyes de la historia siguen siendo más fuertes que cualquier aparato. A los procesos revolucionarios no los crea ningún “iluminado”, ni ningún partido por más brillante que parezca, ni ninguna dirección por más valiente que sea. Los procesos revolucionarios los hacen las masas porque o luchan, o mueren de hambre.
Motorizados por sus padecimientos inauditos, los explotados comienzan revoluciones identificando a sus enemigos: los gobiernos y regímenes de opresión. Embisten directamente contra la ciudadela del poder. Lo que le falta a las masas para triunfar es una dirección revolucionaria que les marque quiénes son sus aliados, quiénes son sus enemigos, y la crueldad y el cinismo de la burguesía, que utiliza a todos sus agentes para contener los procesos revolucionarios.
Las acciones de los oprimidos son el vapor que pone en marcha la caldera, pero necesita un pistón para que esta funcione.
Lo que necesitan las masas es conocer el camino que conduzca a la victoria. Las direcciones traidoras agentes de la burguesía se han encargado de liquidar en la clase obrera toda continuidad de la experiencia de los procesos revolucionarios anteriores. Obligan al proletariado a emprender nuevos combates partiendo de cero, mientras la burguesía acumula toda la experiencia histórica para derrotar cada proceso revolucionario en curso. De eso se trata el rol de las direcciones traidoras.
Las lecciones de los grandes combates del siglo XIX y XX y de sus derrotas, les han sido escondidas a la nueva generación del proletariado.
A 180° de esto, cuando comienza una revolución, la burguesía sí sabe que la clase obrera y los explotados se dirigen a atacar su propiedad. Sabe que está en cuestión su poder y sus negocios. Aunque la ofensiva de masas comience por la demanda más mínima como el pan, los capitalistas saben que no lo pueden dar, porque necesitan obreros esclavos para aumentar sus ganancias. Y necesitan de un estado y de la feroz represión, junto a los engaños, para mantener el control de la clase que explotan.
Cuando un pueblo oprimido se subleva al grito de “fuera el imperialismo”, los patrones saben que esa demanda en un país semicolonial no se puede concretar sin expropiar a las grandes petroleras y mineras, sin recuperar la tierra, etc., es decir, sin derrotar al imperialismo que es la fracción burguesa que controla la mayoría de la economía de los países oprimidos.
El imperialismo sabe que ni siquiera puede otorgar la libertad y que cada vez necesita más los sables de los generales, guerras y fascismo para contener a sus esclavos.
Ellos saben que no están dispuestos a dar ninguna concesión y por ello acuden a las aristocracias obreras, las burocracias sindicales y los partidos social-imperialistas, a los que compra y corrompe, para que derroten desde adentro la lucha de masas.
¿Qué le faltó a la revolución siria? ¿Heroísmo? Las masas mostraron heroísmo de sobra en esa y en todas las revoluciones.
¿Faltó predisposición en la juventud para entrar al combate? Nada más lejano de la realidad. Nosotros tenemos el honor de que nuestros compañeros en Siria hayan sido un núcleo revolucionario que era parte de centenares de miles de jóvenes obreros que querían conquistar el pan y derrotar a Al Assad. Los nuestros son y fueron de la misma sangre de los que regaron Siria en todas sus ciudades y que fueron mil veces traicionados y entregados por una cobarde burguesía sunnita, que hoy impone planes de hambre y de trabajo esclavo igual o peor que Al Assad en las zonas que aún quedan liberadas.
En 10 años de revolución nuestros compañeros han dado y siguen dando una dura batalla al interior de las masas sirias y en todas las revoluciones de Medio Oriente. Abu Al Baraa y los camaradas integrantes de la Brigada León Sedov combatieron abiertamente y les explicaron pacientemente a sus compañeros, que para ganar la guerra había que expropiar a los capitalistas, porque los explotados dan la vida para mejorar sus condiciones de existencia, para conquistar la tierra, para recuperar las viviendas que fueron destruidas por los bombardeos de Putin. Por eso, nuestros camaradas en Siria planteaban que había que disputarle la dirección de la guerra a la burguesía sunnita que, en la trastienda, en las Conferencias de Ginebra y Astana, negociaba con Al Assad y el imperialismo yanqui las condiciones de rendición de las masas sirias. Nosotros dimos una batalla sin cuartel contra la burguesía “opositora”. Es que solo así las grandes masas explotadas podrían dar batallas decisivas, desorganizar a cada paso la retaguardia del fascista Al Assad, impedir la entrega desde adentro de su combate y sobre todo, con la independencia política de los explotadores, conquistar la unidad con la clase obrera mundial.
La tragedia de la clase obrera y la juventud de Siria es que en la retaguardia y en los puestos de control de interposición con las tropas de Al Assad y Putin, millonarios de la farsante burguesía sunnita, verdaderos “señores de la guerra”, hacían negocios con el perro Bashar y explotaban a los trabajadores igual que este. Esta burguesía debía desarmar y desmoralizar a las masas porque sabía que si los explotados derrotaban a Al Assad con sus Comités de Coordinación de obreros, campesinos pobres y soldados y con las armas en la mano, también atacarían su propiedad y sus riquezas amasadas con el hambre del pueblo.
La burguesía sabía esto y se dedicó a separar a las masas de las armas, a hacer ejércitos regulares burgueses y a imponer “pactos de paz” en conferencias internacionales bajo el mando de los yanquis, como ya dijimos, para entregar una a una las zonas liberadas.
La burguesía, tanto de Al Assad como la sunnita, sabía perfectamente que si los Comités de Coordinación de obreros, soldados, estudiantes y campesinos pobres se coordinaban y centralizaban a nivel nacional, surgía un doble poder; el poder de los explotados, de los de abajo, que se había armado. También sabía que, si los obreros, los campesinos y los explotados se habían armado y la burguesía se desarmaba, lo que restaba era tomar el poder.
El imperialismo sabía perfectamente que un triunfo de las masas en Damasco significaba que la ruta de la revolución que había comenzado en Túnez, se abría hacia Jerusalén contra el ocupante sionista
Cuando empieza una revolución, la burguesía da la vida para desarmar a las masas y para que no se expropie ni una sola de sus propiedades, porque sabe que donde se ataca su propiedad, las masas conquistan el pan. Sabe que con las masas autoorganizadas se crean las mejores condiciones para el surgimiento de una dirección revolucionaria que conduzca a la clase obrera y los explotados a la toma del poder.
Compañeros, esta fue la batalla, y lo sigue siendo, de nuestra corriente internacional, la FLTI, en la revolución siria y en todo el Magreb y Medio Oriente. Es el combate que dimos en EEUU, en Francia, en Grecia, siguiendo la ruta de los refugiados sirios, para unir a la clase obrera a uno y otro lado del Mediterráneo.
Compañeros, romper el cerco a las revoluciones, en última instancia, es luchar por poner en pie una dirección revolucionaria que, en una feroz lucha de partidos a nivel internacional, saque a las masas del control del reformismo que a su vez las ata al destino de las burguesías nacionales. Esta es la forma de que los explotados entren con las manos desatadas a estos enormes combates que no dejan de desarrollarse año a año, en el medio de dos enormes cracs del sistema capitalista mundial, el de 2008 y 2019-2020, que hoy no hace más que profundizarse.
Nuestros camaradas de Japón afirman que este siglo XXI es un siglo oscuro. Esto es cierto en la medida en que la lucha de clases está regada de traiciones y crueles derrotas propinadas contra el heroísmo de las masas.
Pero no es tan solo eso el siglo XXI. También es un siglo lleno del fuego de la revolución y de focos de levantamientos de masas, que son regados por la sangre de la traición.
Como decía Trotsky en sus discusiones en la III Internacional revolucionaria, no está dicho que no se pueda vencer. Cuando se sucedían derrotas parciales, Trotsky afirmaba que la historia es cruel con los explotados, que aquí y allá provoca retrocesos, pero que, como en una obra de teatro, la Historia se presenta ante las masas y les dice: “¿Fracasaste? Pues, vuelve a intentarlo. Si no lo haces, la barbarie y la catástrofe arrastrarán a millones de explotados del planeta”.
El problema aquí es si los revolucionarios vamos a estar a la altura del combate de las masas, de las maniobras y la estrategia de los estados mayores de la burguesía y del accionar de las direcciones traidoras que están altamente centralizadas a nivel internacional.
La cuestión está en qué tanto los marxistas, tanto en el retroceso como en los ascensos, podemos prepararnos y reagrupar fuerzas para crearle a las masas las mejores condiciones para sus futuros combates.
Aquí y allá, algunos imbéciles se han creído y proclaman la extinción de los trotskistas. No se han dado cuenta de que 10 de los nuestros, al decir de Lenin, valen por 10.000 imbéciles. Dejemos que pregonen sus fantasías autocomplacientes. El trotskismo, delimitando sus fuerzas, solo ha logrado profundizar su relación con la clase obrera en la profundidad de las masas. Sabemos replegarnos con ellas para que estas retrocedan lo menos posible, y con ellas estamos preparando nuevas ofensivas y organizando nuevas fuerzas para ir al encuentro de las futuras revoluciones.
En qué medida la vanguardia revolucionaria logre reagrupar sus fuerzas bajo el programa de la revolución socialista internacional, es lo que definirá el futuro del siglo XXI.
Las masas no se han retirado del campo de batalla
La clase obrera norteamericana no está derrotada. Ha sido traicionada. El stalinismo y los sinvergüenzas travestidos de “trotskistas” las han llevado a apoyar a sionistas y estafadores políticos como Sanders, para luego someterla al Partido Demócrata de Biden y los piratas de Wall Street. Han desviado su lucha. La han confundido. Han hecho pasar como sus aliados a sus más grandes enemigos. Con la excusa del frente “anti-Trump”, sometieron a los trabajadores norteamericanos a Wall Street, del cual Trump no es más que una de sus pandillas.
La clase obrera chilena y colombiana aún mantiene sus energías, pero estas han sido llevadas a la vía muerta de trampas electorales y Constituyentes amañadas, que solo sirvieron, como también sucedió en Ecuador y Perú, como rodeos para que se sobrevivan los regímenes semicoloniales y para que surjan nuevos gobiernos totalmente antiobreros y sirvientes del imperialismo, mientras obligan a las masas a tener que empezar de nuevo su combate y en las peores condiciones.
La misma izquierda reformista que sostuvo a Al Assad, que apoyó a la burguesía kurda, que vistió de “progresista” a Putin o que se puso a los pies de los generales burgueses del ESL, es la misma que viajó a La Habana a encubrir la restauración capitalista del PC cubano y a organizar estas enormes traiciones contra el proletariado del continente americano, en momentos en que estalla la “revolución bolivariana” como una verdadera farsa y engaño contra la lucha antiimperialista de las masas de América Latina.
La juventud china venía combatiendo por poner en pie sindicatos independientes (demanda que jamás plantea ninguna corriente reformista del continente americano para la clase obrera cubana).
En este homenaje a Abu Al Baraa escuchaba a los compañeros de Siria, y lo que sucede en China no es nada distinto a las condiciones de trabajo que imponen Al Assad o Al Nusra, con jornadas laborales de 12 horas por un salario de 60 dólares que no alcanzan ni para subsistir una semana al mes.
Este ataque contra la clase obrera, como ya dijimos, se ha generalizado a nivel mundial. Es el grito de guerra de todos los capitalistas en el mundo.
O la clase obrera enfrenta esta ofensiva de la burguesía como hicimos combatiendo en una lucha internacional con huelgas generales mundiales por la jornada laboral de 8 horas y por los mártires de Chicago, o país por país, solo veremos debilitarse nuestra lucha e imponerse una encerrona sin salida.
Por eso le rendimos homenaje a nuestro camarada Abu Al Baraa y a todos los compañeros revolucionarios socialistas de la Brigada León Sedov, que comprendieron que la revolución siria triunfaba como una sola revolución del Magreb y Medio Oriente y junto a la clase obrera de las potencias imperialistas europeas.
Insistimos compañeros, hay que preparar las condiciones para la victoria; hay que preparar a los revolucionarios para las próximas embestidas de las masas.
Las direcciones traidoras han roto todo apoyo internacional con las masas en lucha en distintos lugares del planeta.
No nos olvidamos que en los ‘70, cuando todos los países entraban en ofensiva revolucionaria, de Argentina a Chile, de Checoslovaquia al Mayo francés, de EEUU a Tlatelolco, el grito era uno: “¡Yanquis Go Home!”; “¡Fuera de Vietnam!”. Y ello fue a pesar y en contra del stalinismo que hace rato había destrozado el internacionalismo proletario para hacer un pacto infame con el imperialismo “democrático” en Yalta y Potsdam.
No nos cansaremos de decir que hay que recuperar el internacionalismo en todas las organizaciones obreras. Este fue liquidado por la socialdemocracia, por el stalinismo y hoy por una nueva hornada de mencheviques que surgieron liquidando la IV Internacional.
Peleando país por país, la clase obrera ya no puede luchar ni vencer. Eso es lo que venimos a decirles al proletariado mundial y a los trabajadores avanzados para que se unan a nuestro combate por recuperar el internacionalismo militante en las filas del movimiento obrero mundial. De ello dependerá la victoria o derrota del proletariado en el próximo período histórico.
Sabemos que esta lucha hoy es contra la corriente. La liquidación de la IV Internacional ha sido una catástrofe que ha provocado una nueva derrota a la vanguardia del proletariado internacional. Sus banderas han sido ensuciadas por oportunistas, adaptados y traidores.
Ellos están en los partidos “anticapitalistas” de Francia y el Estado Español, renegando abiertamente de la dictadura del proletariado como lo han hecho públicamente. Han entrado a un frente de colaboración de clases con Podemos, siendo cómplices y partícipes del aplastamiento de los Borbones contra el levantamiento de Catalunya y de la entrega de las conquistas del proletariado del Estado Español.
En Grecia sostuvieron a Syriza, los ajustadores de Maastricht contra la clase obrera. Se aliaron a stalinistas contrarrevolucionarias como Mitina y su Partido Comunista Unificado de Rusia (OKP) que luego de llevarle flores a la tumba de Stalin año tras año, marchó con su gente a Ucrania a aplastar a las masas del Donbass y viajó a Damasco a abrazarse con Al Assad.
Desde el PSOL de Brasil fueron a visitar a Sanders, ese multimillonario de Wall Street, para junto con los “socialistas de la reina” del SWP inglés terminar apoyando a Biden “contra Trump”, según decían.
En América Latina llamaron a apoyar y votar partidos burgueses como hicieron con Castillo en Perú y Petro en Colombia, mientras sometieron a las masas chilenas a la trampa infame de la Constituyente, que solo ha fortalecido a Piñera y a la derecha semifascista de Chile. Desde el Parlamento burgués, actúan como la “pata izquierda” del régimen infame semibonapartista en Argentina.
En Sudáfrica han entrado al SRWP, una de las fracciones del stalinismo que levanta el programa de colaboración de clases de la estafa de la así llamada “revolución bolivariana” de los Chávez, Lula, Morales, etc.
Sostienen a los burgueses “democráticos” pro-imperialistas, como hace el SWP inglés en el continente africano.
Estas son algunas de sus tantas traiciones.
De nuestra parte, tenemos el honor de ser una de las pocas corrientes revolucionarias que intervino directamente en una revolución y que luchó denodadamente con todas sus fuerzas para que esta triunfe. Concentramos nuestras fuerzas a nivel internacional en la revolución siria, como hizo la contrarrevolución para aplastarla.
Ayer y hoy entramos en la más dura y difícil de las batallas, que es derrotar a la policía interna que tiene la clase obrera que son las direcciones traidoras, que le atan las manos y no la dejan pelear.
Como ya dijimos, el sistema capitalista no se sobrevive por su fortaleza ni por la fortaleza de sus ejércitos. Este se mantiene de pie porque ha comprado a un sector de su clase enemiga.
La revolución siria es una revolución ensangrentada, es una revolución traicionada. Nuestra suerte estuvo atada a ella.
El camarada Abu al Baraa fue parte de ese camino. Jugó un rol decisivo y central en esa pelea. Juntos sacamos las lecciones que hoy puede tomar en sus manos y compartir como herramienta de combate una nueva generación que ingresa a la resistencia en Siria y a nuevos y enormes combates a nivel internacional.
En la revolución siria hoy pelean los hijos de los revolucionarios de hace 10 años, que tenían 10 años cuando volaban por los bombazos las casas donde vivían o los techos de las escuelas donde estudiaban.
La generación del 2011 y la nueva generación es la que resistió y sabe resistir en los escombros de la guerra en esta revolución traicionada y ensangrentada.
Creo que el mejor homenaje que podemos plantearle a nuestro camarada Abu al Baraa es afirmar que nuestra lucha, lejos de terminar, hoy continúa y se profundiza. Se trata de devolverles a las masas revolucionarias las lecciones de la Comuna de París, de la heroica Revolución de Octubre de 1917, etc. Se trata de volver a poner en pie el internacionalismo militante como el de la III Internacional de Trotsky y Lenin y el de la IV Internacional de 1938.
Hoy, homenajeando a nuestros compañeros, le podemos decir a la nueva generación de partisanos que combaten en Siria, que no escuchen a las fuerzas contrarrevolucionarias que los acusan de “terroristas”. Al Assad, Putin, los yanquis, sus tropas terrestres del PKK y las YPG, los clérigos iraníes, ellos son los terroristas que ejercen el más duro y crudo terror contra el pueblo martirizado de Siria.
El Ejército Rojo en la Revolución de Octubre tenía un 30% de sus filas compuesto por obreros musulmanes que hacían los cinco rezos pero que ligados a los bolcheviques se habían sublevado contra el capitalismo, contra los zares, por la tierra, por el pan y por la libertad.
Nosotros somos de esa tradición, porque solo así las masas lograron avanzar en su conciencia socialista, tal como lo planteó Zinoviev en el Congreso de los Pueblos de Oriente, llamando a las masas musulmanas a organizar la Yihad pero contra los capitalistas, el imperialismo inglés y sus ejércitos contrarrevolucionarios.
En este homenaje estamos con la familia de Abu al Baraa, a la que nunca hemos olvidado y mucho menos, abandonado. Están presentes los compañeros que resisten heroicamente en Siria. Todos los días pensamos y luchamos junto a ellos, como con todos nuestros camaradas que están al frente de los combates de hoy.
Nuestro periódico, La Verdad de los Oprimidos, de los socialistas de Siria y Medio Oriente es conocido por la calidad y la honestidad revolucionaria de todos sus corresponsales que están en el frente de batalla y en el exterior.
Nosotros pusimos nuestro grano de arena en la heroica revolución de los explotados de Siria.
Hoy estamos rindiéndole homenaje a un miembro de la dirección del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI, Abu Al Baraa. Él fue uno de los mejores de los nuestros y orgulloso militante de la FLTI.
La lucha por recuperar Aleppo, Raqqa, Deir ez Zor y todas las ciudades de Siria, volverá a plantearse más temprano que tarde. Los frentes de lucha de Sudán, de Yemen, de Argelia, de Túnez y de una heroica resistencia iraní, vuelven a abrirse camino en la historia.
Los engaños y las trampas electorales de la izquierda reformista no le resolvieron ninguna de sus penurias a las masas. Por eso ellas vuelven por lo suyo a la Plaza de la Dignidad en Chile y en el Ecuador rebelde de obreros y campesinos.
Los combates en Sudáfrica y los levantamientos en Suazilandia también están iluminando este “oscuro” siglo XXI.
Mientras tanto, la clase obrera norteamericana, con duros combates de fábrica, ha comenzado a retomar las calles, de donde las sacaron los traidores al socialismo.
Homenajeamos a Abu Al Baraa, un militante de la IV Internacional, un revolucionario socialista internacionalista. Él también es la expresión de todos los luchadores socialistas que dieron su vida en Siria.
Todos ellos son considerados héroes de la revolución en Siria por las masas explotadas, y como “terroristas” por la burguesía asesina de la V República francesa, por Wall Street, el perro Bashar, el sicario Putin y por toda esa izquierda lacaya y rastrera que le cuidan los negocios y riquezas a los capitalistas.
En este homenaje a Abu al Baraa homenajeamos entonces a todos los luchadores de la revolución siria. A los que hoy se reúnen en las casas discutiendo y buscando respuestas de cómo hicieron para sacarles la victoria de las manos y cómo hacemos para triunfar, en momentos en que desde el ESL o Al Nusra, que se dicen “opositores” a Al Assad, surgen generales y oficiales tan represores, hambreadores y asesinos como los de las tropas del perro Bashar, para desarmar a las masas e impedir que estas se hagan del poder.
El camarada Abu al Baraa no habrá muerto en vano. Las lecciones de la heroica revolución siria, que inclusive fueron escritas por él mismo junto al equipo de dirección de la FLTI, ya están en manos de lo mejor de la clase obrera revolucionaria mundial, y siria en particular.
Aquí nadie se ha rendido. La clase obrera nos dará mil y una oportunidades. No se trata de una revolución, sino de todo un período de crisis, guerras y revoluciones que le dará tiempo al marxismo revolucionario de recuperar las limpias banderas de la IV Internacional y de reconstituir el internacionalismo militante en la clase obrera mundial para retomar el camino de la revolución socialista.
Intervención de Carlos Munzer en la Jornada de Homenaje a Abu Al Baraa |