EEUU es el país con más casos de coronavirus en el mundo: más de medio millón de casos y casi 20 mil muertos. Pero esa cifra aumenta monstruosamente día a día. Los hospitales están colapsados. Médicos y enfermeros trabajan al límite físico y moral, sin insumos ni protección. Miles de ellos están contagiados. Se montan gigantescas carpas en avenidas y parques, con camas y containers refrigerados para los cadáveres. Las morgues no dan abasto y se cavan fosas comunes.
Pero la pandemia golpea más duro que a nadie a la clase obrera, sobre todo, a los obreros que mantienen Estados Unidos funcionando.
Trump no declara la cuarentena total y obligatoria para no parar la producción, e inclusive en los Estados donde sí se declaró, millones de obreros son obligados a trabajar sin protección o son despedidos, porque los patrones no quieren pagar los días parados por la cuarentena. ¡Más de 17 millones fueron despedidos solo en las últimas tres semanas y la desocupación ya supera la de los ‘30!
Trump ya dijo que en el mejor de los casos sólo habrá ¡“entre 100 y 240 mil muertos”! y que deben prepararse para las peores semanas.
La pandemia enferma, el capitalismo mata: una pesadilla macabra para la clase obrera norteamericana
Nueva York, el mayor foco del país, es una muestra de cómo en el país más rico del mundo, la fortaleza y ejemplo del capitalismo mundial, la burguesía yanqui deja morir como perros a los trabajadores.
Los burgueses han huido de los barrios céntricos a las mansiones en las afueras. Manhattan en Nueva York, donde está Wall Street, quedó vacío.
En los populosos barrios obreros del Bronx y Queens, el virus causa estragos. Más del 60% de los muertos de todo Nueva York son negros y chicanos -lo más explotado, esclavizado y combativo del proletariado norteamericano-, contra el 27% de los blancos.
Son los que recogen la basura, son la mayoría del personal de enfermería y limpieza, transporte, supermercados, trabajadores informales. Para los negros y los chicanos no hay cuarentena ni barbijos ni nada. Solo el autobús al trabajo y rogar no infectarse ese día.
La mayoría de los muertos son obreros inmigrantes latinos, que no se atienden para no terminar deportados o detenidos en los campos de concentración. Prefieren morir antes que volver al hambre de sus países. Sus familias en Centroamérica dependen de sus remesas para subsistir… y por la cuarentena ya no pueden enviárselas.
Cuando mueren, nadie los reclama y terminan enterrados en las fosas comunes de la Isla Hart frente al Bronx.
Este es el trato infame que les da el “1%” de Wall Street a nuestros hermanos en los Estados Unidos: el yugo del hambre, la peste y la muerte.
La gran burguesía yanqui descarga todo el peso de la crisis económica y la pandemia sobre la clase obrera
La pandemia desnudó toda la putrefacción del capitalismo en bancarrota, que está llevando a la humanidad a la catástrofe. El coronavirus agudizó la crisis de un sistema pestilente que no puede garantizarle siquiera un plato de comida ni una cama en un hospital a sus esclavos.
En el país más rico y poderoso del mundo, el de los superbancos que dirigen la economía mundial; el país con el presupuesto militar más grande del mundo; el que tiene gigantescas corporaciones farmacéuticas y laboratorios de altísima tecnología; el país con el sistema de salud más avanzado y extendido del mundo, en ese país, los obreros no tienen salud gratuita de calidad. Los hospitales estatales y privados son arancelados. Sin un seguro de salud, los obreros norteamericanos tienen que endeudarse de por vida para atenderse o se mueren.
Para la industria farmacéutica, los magnates de la salud privada y las aseguradoras, la pandemia es un negocio fabuloso. ¡El test de coronavirus cuesta USD 3 mil, y el tratamiento, USD 35 mil!
La suerte de los millones sin casa es miserable. Mientras la burguesía tiene los grandes hoteles de lujo de Las Vegas y Miami vacíos, el gobierno pinta una línea amarilla cada 3 m. en el piso de los estacionamientos para que los “homeless” duerman sin contagiarse.
Los súperricos de la burguesía imperialista yanqui tratan a su clase obrera cada vez más como a los millones de esclavos que oprime y subyuga en el mundo colonial y semicolonial.
La clase obrera enfrenta la voracidad asesina de los patrones
Todos los obreros han visto cómo la Reserva Federal norteamericana le dio a los bancos de Wall Street casi US$ 4 billones para cubrir sus pérdidas, mientras a ellos se les obliga a trabajar por la voracidad de las grandes corporaciones.
Pero los obreros no aceptan dócilmente semejante situación. Desde sus lugares de trabajo, los camioneros de Kroger (gran cadena de supermercados), recolectores de basura de Pittsburg, enfermeras de hospitales de Nueva York, en las autopartistas de Detroit, astilleros de Maine, trabajadores de Amazon Nueva York, etc. se organizaron en asambleas y comités de fábrica y empresa e impusieron la huelga.
Sus demandas son cuarentena con 100% del salario y equipos de protección personal, como levantaron 20 mil obreros huelguistas en las maquilas del norte de México, que son una extensión de la industria norteamericana (ver recuadro).
Si estos combates no se generalizan no es por falta de conciencia o combatividad obrera sino por la traición de la burocracia sindical de la AFL-CIO, que los boicotea y los mantiene aislados para que sean derrotados.
Esa casta corrupta de sindicalistas millonarios amigos de Demócratas y Republicanos, que ayer apoyó a Bush en la invasión a Irak y hoy permite que se amenace a Venezuela, busca llevar de nuevo a la clase obrera a los pies del Partido Demócrata y su candidato Biden. ¡Traidores!
La nueva estafa de Bernie Sanders, el “socialista” del Partido Demócrata mimado por la izquierda mundial
La gran burguesía imperialista ha cerrado filas contra la clase obrera. Como dijo Trump, Republicanos y Demócratas “trabajan juntos”.
Bernie Sanders, el sionista millonario del partido Demócrata, presentado como “socialista” por la izquierda stalinista y de renegados del trotskismo, hizo su parte del trato y bajó su candidatura para no “interferir en el importante trabajo que hace falta por parte de todos en este momento crucial” y apoyar explícitamente a Biden, tal como hizo en 2016 con la Clinton.
Sanders no es un “socialista”. Es un hombre del Partido Demócrata, defensor a ultranza de la rapiña imperialista de Wall Street en el mundo colonial y semicolonial, disfrazado de “socialista” para engañar a la clase obrera norteamericana y someterla a los carniceros imperialistas yanquis.
Sanders prometía enfrentar al “capitalismo salvaje” con el “sistema de salud universal” (el “Medicare para todos”, extender a más personas el miserable programa federal de salud de Obama), seguros de desempleo, licencias por enfermedad, más subsidios, etc.
Nunca pasaron de ser limosnas de la burguesía más rica del mundo, paliativos a la miseria en plena bancarrota capitalista, caridad de las damas de la plutocracia yanqui. Pero este sistema está quebrado. No solo no dará ninguna limosna sino que necesita quitarle hasta la más mínima conquista a los obreros.
Para resolver semejante crisis es necesario atacar las superganancias y la propiedad del “1%”, los superbancos de Wall Street. Sanders nunca dirá esto porque es un burgués y defiende a su propia clase.
Presentar a Sanders como aliado de la clase obrera norteamericana, tal como hizo la mayoría de la izquierda mundial, es ser un vil agente de la burguesía yanqui en las filas de los trabajadores.
Para enfrentar la pandemia y la catástrofe social, la clase obrera necesita un programa de guerra contra el “1%” de Wall Street
Para defender su propia vida, la clase obrera norteamericana debe entrar en lucha política de masas contra Wall Street y su partidos, para imponer una salida obrera a la crisis: “Down with the 1%!” (¡Abajo el 1%!)
Los obreros queremos una cuarentena garantizada con el 100% del salario, y un salario universal para todos los trabajadores, sean ocupados, desocupados, inmigrantes o informales. ¡Que lo paguen los banqueros! ¡Hay que expropiar a Wall Street!
Higiene y protección para los trabajadores de la salud y todos los que realicen actividades esenciales. ¡Comités de los empleados, médicos y enfermeros para garantizarlo!
Que se garantice salud gratuita y de calidad para todos los trabajadores, expropiando sin pago y bajo control de sus trabajadores a los grandes laboratorios y empresas de salud privada, y a los grandes hoteles, viviendas ociosas de la burguesía y los shoppings para alojar y proteger a los millones que viven en la calle.
Toda empresa que suspenda o despida debe ser expropiada sin pago y bajo control obrero. Las horas de trabajo disponibles se deben repartir entre todas las manos disponibles.
Republicanos y Demócratas, por orden de Wall Street, instauraron una suerte de ley marcial sacando a la Guardia Nacional y todas las policías locales a las calles con el pretexto de “proteger a la población”… ¡Fuera la Guardia Nacional y la policía de las calles! ¡Comités obreros de vigilancia!
Hay que parar la maquinaria de guerra que amenaza a Venezuela y los pueblos oprimidos del mundo. ¡USD 750 mil millones para la salud del pueblo pobre, no para la guerra contra nuestros hermanos de clase en el mundo! ¡Expropiación de los monopolios de la industria militar, como Boeing y Westinghouse!
Los embriones de la organización que necesitan los obreros comienzan a surgir. En cientos de fábricas y establecimientos los obreros empiezan a autoorganizarse, retomando la experiencia de la lucha contra la guerra en Irak, “Occupy Wall Street”, el movimiento por los “$15 la hora”, “Las vidas negras importan”. Hay que generalizar esos comités de fábrica, hospitales, empresas que comenzaron a surgir y coordinarlos por ciudad, estado y a nivel nacional. ¡Fuera la burocracia sindical sirviente de la burguesía imperialista!
Para derrotar a Wall Street es necesaria la más sólida unidad con los trabajadores latinoamericanos, iraquíes y de todo el mundo semicolonial que enfrentan al imperialismo yanqui. ¡Hay que parar la invasión de EEUU a Venezuela! ¡Fuera las tropas yanquis de Siria, Irak y Afganistán! ¡Fuera las bases yanquis de Honduras, Colombia, Perú, Chile y toda América Latina! ¡El enemigo está en casa!
El caso de EEUU demuestra que en el país más rico del mundo, el capitalismo en bancarrota no tiene ninguna solución para la clase obrera. La tarea más urgente, la única salida real para los explotados, es la revolución socialista.
La salud universal de calidad para los trabajadores solo se ha conseguido en Cuba o en la URSS. Hoy la nueva burguesía cubana y gran rusa han restaurado el capitalismo junto al imperialismo y entregado esa conquista. Esto confirma que la alternativa es socialismo o barbarie. ¡Para que la clase obrera viva, el imperialismo debe morir!