Un sindicalista de la UGTT que se dice independiente, señalaba que "la población de las regiones del sur y del interior, siguen estando muy deprimidas, no ven ninguna mejoría y sus jóvenes siguen desesperados por lo que no se puede descartar que en cualquier momento exploten nuevos disturbios sociales antes de las elecciones a la asamblea constituyente del próximo 23 de octubre".
“Queremos una revolución, no viejos políticos”, decían a la prensa, ya en los días previos a las elecciones de octubre, unos líderes universitarios. Los periodistas daban como respuesta a este sentimiento la siguiente conclusión: “Saben que las cosas en Túnez nunca se decidieron por el voto. Y que continúa sin ninguna modificación el desempleo, la corrupción y la exclusión social”.
Las enormes acciones de las masas tunecinas demuestran que la vanguardia de los trabajadores y de la juventud obrera no están dispuestos a entregar la gloriosa revolución que iniciaron por el pan, por trabajo y por la independencia nacional, a cambio de votos en las urnas de la burguesía, más aún cuando todos los políticos del régimen asesino de Ben Alí continúan en el poder.
Esto confirma que estaban todas las condiciones para organizar el boicot revolucionario a esa trampa de la burguesía y para unificar las luchas centralizando los organismos de las masas y avanzar al derrocamiento revolucionario del gobierno. Había condiciones para derrotar las trampas del imperialismo, unificando en un sólo combate a los explotados que enfrentaban al consejo militar en Egipto, a las milicias libias que avanzaban hacia Trípoli, a las heroicas masas sirias, a las combativas masas palestinas y a los explotados de toda la región.
El rol de las direcciones traidoras y su llamado a la Asamblea Constituyente
ero toda esa potencialidad revolucionaria debía ser detenida. El imperialismo no puede terminar de controlar la revolución en la región. El desvío parlamentario es parte de las trampas que necesita imponer a las masas revolucionarias del Norte de África y Medio Oriente, para salvar la propiedad privada de los monopolios imperialistas y la burguesía nativa.
Por eso tuvieron que aparecer en toda su dimensión las direcciones colaboracionistas, que con la UGTT y el “Frente 14 de enero” de la izquierda tunecina (que incluía a los ex trotskistas de la LGO –el partido del NPA francés en Túnez- apoyado por todas las corrientes reformistas a nivel internacional), desde marzo impulsaron junto con veintiocho partidos políticos burgueses “opositores”, incluidos los islámicos del Ennahda, un “Consejo para la protección de la revolución” para convocar a una “Asamblea Constituyente”. Asi fue como se impuso -contra las masas que habían logrado desarmar a la policía y avanzar en la creación de sus organismos de autoorganización, democracia directa y armamento-, un gobierno de frente popular. Es decir, un gobierno de colaboración de clases cuyo objetivo es, al decir de Trotsky, engañar, adormecer y desorganizar a la clase obrera y las masas explotadas con ilusiones “parlamentarias”, paralizando la voluntad política del proletariado que a través de las direcciones colaboracionistas es sometido a la burguesía, allanando el terreno para que la reacción y la contrarrevolución levanten cabeza.
Pero eso no fue todo. El PTT (partido fundado en abril por dirigentes de la UGTT), el maoísta PCOT y el “Frente 14 de enero” fueron los que encabezaron la ofensiva de imponer el momentáneo desvío parlamentario a la revolución. Es más, el PTT y el PCOT (al cual el NPA le daba cobertura de “izquierda” llevándolo a su congreso en París y al de los Anticapitalistas del Mediterráneo en Marsella), enviaban delegaciones de sus candidatos hacia las provincias del interior, el corazón de las masas revolucionarias. No lo hacían para unir y centralizar a los organismos que la clase obrera y las masas pusieron en pie para luchar, sino para disolverlos y someterlos a las elecciones fraudulentas.
Corrientes de ex trotskistas, como la IMT de Alan Woods, y la tendencia CCR del NPA (grupo hermano del PTS de Argentina), le decían a las masas que desde sus “comités obreros y populares” envíen a sus delegados a la Asamblea Constituyente. Así aplicaban una política típicamente hilferdinguista de cooptación y subordinación de los organismos de las masas en lucha a las instituciones de la burguesía.
Estas y el resto de las corrientes que dirigen centrales obreras y sindicales en los países imperialistas se negaron a unificar el combate del Magreb con el de la clase obrera y los explotados de Europa que resisten el ataque que los gobiernos descargan sobre sus hombros para hacerles pagar la quiebra de sus estados. Se negaron a organizar la huelga general europea, a boicotear la maquinaria de guerra del imperialismo, y a poner en pie desde las organizaciones obreras brigadas internacionales para ir a combatir del otro lado del Mediterráneo. Es que la clase obrera de los países centrales tiene la llave para que triunfen definitivamente las revoluciones en curso en los países semicoloniales. Por eso para el imperialismo es central el rol que juegan los ex-trotskistas tanto en Europa como en el escenario mismo de la revolución.
Así, con estas acciones y este verdadero cerco, los partidos burgueses, sindicatos y corrientes reformistas montaron el circo de la “Asamblea Constituyente”.
Sin embargo, amplios sectores de las masas seguían desconfiando de estas elecciones. “Votando no comemos”, “Nosotros hicimos la revolución y quieren robárnosla con elecciones”, “los políticos son todos ladrones y corruptos”, comentaban los obreros y explotados tunecinos. Por eso la burguesía tuvo que recurrir al fraude y a la militarización del Túnez profundo, para imponer esta trampa. Pero ese triunfo electoral deben imponerlo en el terreno de la lucha de clases en las calles, fábricas y establecimientos, donde las masas revolucionarias han dado sobrada muestra de su combatividad y heroísmo. La misma prensa burguesa advierte: “Si se continúa dejando a la mayor parte de los tunecinos en una precariedad casi medieval, la explosión social será atómica”. Nada está dicho aún.
¡Abajo el fraude de la Asamblea Constituyente!
Esta Asamblea Constituyente es un recurso para cercar desde adentro el proceso revolucionario. Porque disuelve los organismos de doble poder y democracia directa de las masas, creándoles la ilusión de que votando resuelven sus problemas para que dejen de confiar en sus propias fuerzas y se desarmen. Ya lo hicieron en Egipto donde sacaron a las masas de la calle al mes y medio de la caída de Mubarak con las elecciones y el verso de la “democracia”. ¡Lo único “democrático”, es que la clase obrera y las masas explotadas tengan pan, trabajo, el verdadero juicio y castigo a los asesinos de obreros y que puedan liberar al Túnez semicolonial del imperialismo!
Esto no lo hará esta Asamblea Constituyente que dejará intacta la casta de oficiales del ejército y los tratados con el imperialismo. Quedó demostrado en Bolivia donde la “Constituyente” no sólo no le dio ninguna de sus demandas a las masas sino que en ella se dio el pacto entre Evo Morales y la oligarquía de la Media Luna fascista y las transnacionales, que garantizó la continuidad de las superganancias de los monopolios imperialistas, saqueadores de la nación boliviana, y le permitió al conjunto de la patronal asentar un régimen de transición expropiador de la revolución.
Por eso hay que desconocer esa Asamblea Constituyente antidemocrática y fraudulenta, que demuestra que los explotadores y todos los partidos burgueses, son incapaces de darles a las masas explotadas siquiera una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana como institución de la democracia burguesa hasta el final, que sea realmente representativa con la elección de un diputado cada 10.000 habitantes tomando todo el país como una única circunscripción, que disuelva la institución presidencial, el parlamento y la justicia burguesa, y los remplace por una cámara única, con funcionarios revocables en cualquier momento que ganen el sueldo de un obrero, que legisle y ejecute e imparta justicia castigando a los políticos y patrones asesinos con los tribunales obreros y populares.
Pero esta Asamblea Nacional no tendría verdadero poder puesto que si tomara una sola medida que pusiera en riesgo la propiedad y los intereses del imperialismo y de la burguesía, como única manera de conquistar las justas demandas de los explotados de pan, trabajo e independencia nacional, las fuerzas armadas la disolverían a los tiros. Por eso: ¡las armas arrancadas a la policía no se entregan! ¡El camino lo marcan los trabajadores y explotados de Libia! ¡Hay que avanzar en destruir la casta de oficiales del ejército y poner en pie comités de soldados rasos! Solo así, con las masas armadas, se podrá garantizar una Asamblea Nacional democrática hasta el final.
Sin embargo los marxistas afirmamos que una república obrera es un millón de veces más democrática que la más democrática de las democracias burguesas. Porque estas tareas, jamás podrá cumplirlas ninguna fracción de la burguesía nativa. Sólo el proletariado que es la única clase verdaderamente nacional, que no tiene ningún interés que lo ate al imperialismo, elevándose como caudillo de la nación oprimida puede conquistar la ruptura con el imperialismo y expropiar los bancos, las fábricas, las tierras y todas las propiedades de las transnacionales y de la burguesía tunecina. Solamente un gobierno basado en la autoorganización y armamento de las masas en lucha es el único gobierno que puede garantizar que haya pan y trabajo para todos los explotados de Túnez. Solo las masas armadas tomando el poder podrán conquistar la democracia hasta el final. Como plantea Trotsky en “Nota biográfica de Lenin”: “La dictadura del proletariado, dijo Lenin, representaba el nivel de democracia más alto posible para la mayoría trabajadora del pueblo, poniendo en manos de los trabajadores todos los bienes materiales (edificios para las reuniones, imprenta de periódicos, y demás) sin los cuales la “libertad” sigue siendo una ilusión”.
No hicimos esta revolución para no tener pan. Los explotados no vamos a cambiar el pan por un voto.
¡Abajo la Asamblea Constituyente donde 217 señores del poder que nadie conoce van a decidir el destino de Túnez! ¡Por una verdadera Asamblea Nacional Tunecina!
¡Las armas no se entregan y los comités obreros y populares no se disuelven! ¡Sin ellos Ben Alí hizo lo que quiso con nosotros! ¡Sin armas la policía nos reprime! ¡Por comités de soldados rasos!
¡Por tribunales obreros y populares para juzgar y castigar a Ben Alí y a todos los sostuvieron su régimen!
¡Abajo la burocracia de la UGTT! ¡Fuera las direcciones colaboracionistas de las organizaciones de las masas en lucha!
¡Por un congreso nacional de delegados de los comités de fábrica, los comités de desocupados, los comités de soldados rasos y los sindicatos arrancados de las manos de la burocracia para poner en pie el poder de los explotados! ¡Hay que preparar una insurrección triunfante para imponer un gobierno revolucionario de la clase obrera y de las masas en lucha, basado en los organismos de autodeterminación, democracia directa y armamento de los explotados!
Para conquistar el pan, el trabajo y la independencia nacional: ¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero todas las fábricas, bancos y propiedades del imperialismo y la burguesía cipaya!
¡Hay que pelear como en Libia y unir a todos los explotados de la región! ¡Hay que luchar junto a los obreros griegos que pujan por que la revolución entre a Europa, donde se resolverá nuestro combate!
¡Por el triunfo de la revolución obrera y socialista! ¡Por una sola y única revolución a ambos lados del Mediterráneo! ¡Por una Federación de Repúblicas Obreras y Socialistas del Norte de África y Medio Oriente! ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Julián Juarez y Florencia Barcaz |