20/02/2013 Túnez
Una nueva embestida revolucionaria de masas estalla en la cuna de la revolución del Norte de África y Medio Oriente “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”
Los gobiernos de las “primaveras árabes”, esos crápulas que robaron la revolución que las masas protagonizaron regando el suelo con la sangre de cientos y cientos de sus mártires, solo han traído miseria, hambruna, mayor desocupación, padecimientos inauditos, muertes y un superior sometimiento del Túnez semicolonial a las garras de los piratas imperialistas. Pero en Túnez, tanto el gobierno como el régimen, ambos muy inestables, con sus incumplidas frases dulzonas y demagogia de “manos vacías”, se expusieron rápidamente frente a masas revolucionarias que no han visto satisfacer ninguna de sus necesidades. La clase obrera y el pueblo pobre no quieren escuchar más promesas. Y mucho menos están dispuestos a soportar que, como en la época de Ben Alí, les maten a sus dirigentes. Por ello se lanzan a una lucha generalizada. Pues a partir de su propia experiencia los trabajadores están comprendiendo de forma acelerada que ninguna de las demandas de la revolución, como “pan, trabajo, libertad y dignidad nacional”, puede resolverse si la clase obrera no toma el poder en sus manos aplastando al estado de la burguesía. De esta forma, con sus combates, trazan abiertamente un ángulo de 180° grados con la política colaboracionista de la burocracia y de las corrientes de la izquierda reformista que desde todo el mundo dieron apoyo a las instituciones que la burguesía ponía en pie para estrangular la revolución. ¿Qué dirán ahora los NPA, los SWP y los grupos nacionales de ex trotskistas en momento que las masas “musulmanas atrasadas” de Túnez quieren borrar de la faz de la tierra a sus “Asambleas Constituyentes”? Por ahora nada, solo un ensordecedor silencio…
La clase obrera le impuso a la burocracia de la UGTT En este escenario de “creciente inestabilidad”, la burocracia de la UGTT, fiel a mantenerse como el pilar fundamental de sostenimiento del actual régimen burgués tunecino, ha llamado a la patronal a conformar un “gobierno de unidad nacional”, por “lo incontenible de la situación”. Esta política colaboracionista –frentepopulista- es lo único que mantuvo en pie al régimen burgués, asechado en todos sus flancos, desde el 14 de enero del 2011, por las combativas y heroicas masas revolucionarias. Pero el asesinato de este dirigente de la izquierda tunecina, fue la gota que rebalsó el vaso e hizo estallar el odio de las masas, quienes ya no soportan más la cobardía política y el colaboracionismo (de clases) emanado por los burócratas de la UGTT que sostienen al régimen de los capitalistas. Aprovechando las brechas abiertas en las alturas, los explotados salieron masivamente a las calles expresando toda su rabia contra el gobierno y sobrepasaron a todas las direcciones y diques de contención que los mantenían en los marcos de las luchas parciales y de presión sobre la patronal y sus instituciones. Los combates más duros se dieron en la capital, y en ciudades como Zarzis (en la frontera con Libia), Gafsa (principal ciudad minera) y Sidi Bouzid (donde se había inmolado Mohamed Bouazizi). También los hubo en Sfax -donde los salafistas “garantizaban la seguridad” de las calles junto a la policía- y en Siliana. Una grandiosa huelga general revolucionaria de 72 horas sacudió al país de norte a sur y de este a oeste. Los analistas políticos hablaban del inicio de una “segunda revolución”. ¡Y cuánta razón tienen! Por el odio de las masas y el pavor a que éstas se armen asaltando las comisarias y desarmando a la policía, la burguesía desplegó soldados y tanques militares. Francia cercó su embajada, cerró todas sus escuelas y recomendó a los 25.000 franceses radicados en Túnez que no salgan de sus casas. Pues durante los enfrentamientos del miércoles, jueves y viernes, las consignas gritadas por las masas eran muy claras en cual era el objetivo a cumplir: “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”, “¡Ennahda, torturadora del pueblo!” y “¡El pueblo quiere una nueva revolución!”. El viernes, durante el funeral de Chokri Belaid, asistieron 50.000 personas, pero en todo el país se movilizaron cerca de dos millones de manifestantes, en decenas de actos simbólicos. En las afueras del cementerio donde se enterraron los restos de Belaid, hubo durísimos enfrentamientos con la policía. La juventud daba muestra de su audacia y valentía, ocupando el lugar de vanguardia en el combate. Mientras esto sucedía, 20.000 trabajadores y explotados cercaban el Ministerio de Interior y embestían contra las fuerzas del orden. La huelga general convocada por la burocracia de la UGTT -¡luego de no hacerlo en los últimos 34 años!-, era para hacer un luto de forma pacífica, pero las masas le dieron otro contenido y la transformaron en una huelga general política revolucionaria que volvió a poner en cuestión, en el Túnez revolucionario, cuál es la clase que debe gobernar. Justamente, eso fue lo que estuvo planteado durante estas jornadas revolucionarias.
La acción decidida de los trabajadores, puso al desnudo el rol colaboracionista de la burocracia y el de los dirigentes de las corrientes reformistas agrupadas en el FORO SOCIAL MUNDIAL Si la clase obrera aún no se ha hecho del poder en todo este tiempo es por exclusiva responsabilidad de la burocracia de la UGTT y de los dirigentes de las corrientes de la izquierda reformista, que como el PCOT tienen una enorme influencia en la vanguardia y en amplios sectores de las masas.Ellos, junto a sus amigos ex trotskistas de Europa, lejos de llamar a los trabajadores a romper con la burguesía y a poner en pie sus propias instituciones de independencia de clase, de autodeterminación, democracia directa y armamento -es decir los organismos de doble poder maduro-; son quienes con su política de colaboración de clases le están dado una sobrevida al régimen capitalista tunecino. Mientras tanto, las corrientes socialimperialistas de la izquierda francesa como el NPA (que en Túnez tiene un grupo que se llama Liga de Izquierda Obrera) y Lutte Ouvriere, que desde sus despachos de Paris sostienen a la burocracia enquistada en los sindicatos tunecinos, no movieron un solo dedo contra la invasión de Francia a Malí, desde donde los piratas imperialistas montaran su cabecera de playa para derrotar militarmente -si es necesario- la revolución en Túnez y toda la región. Tanto el NPA como todos los renegados del trotskismo fueron enemigos de llamar a la clase obrera de Francia y Europa a detener la carnicería humana realizada por las tropas militares de la V Republica. Se han negado a luchar bajo la consigna de “EL ENEMIGO ESTA EN CASA”. Demostrando una vez más ser sirvientes del imperialismo francés. ¡Fuera del movimiento obrero las manos de todas las corrientes socialimperialistas! La clase obrera tiene que darle la espalda y repudiar a todos los lacayos de la burguesía. Como así también a ese Foro Social Mundial que están preparando en Túnez para los próximos días; foro en el que se reagruparan los que apoyaron, sostuvieron y aplicaron la política de “Asambleas Constituyentes” y “Elecciones democráticas”… las trampas con las que la burguesía expropio la revolución. Desde ya que en esa cueva de enfermeros del capitalismo, tendrán un lugar destacado los traidores los que en Siria se refugiaron contra las masas en las barricadas del asesino Al Assad. Las masas revolucionarias deben romper con todas estas organizaciones que las han postrado ante la burguesía y poner a su frente una dirección revolucionaria que le marque el camino a la victoria.
¡Ha llegado la hora de imponer la ruptura de las organizaciones obreras y de las masas con la burguesía, para preparar la lucha por su derrocamiento revolucionario y la toma del poder por parte de los explotados! ¡Abajo el gobierno y la Asamblea Nacional fraudulenta, de los piratas imperialistas y los continuadores del régimen de Ben Alí! Con todas esas fuerzas revolucionarias centralizadas, actuando como un sólido puño se conquistará un verdadero plan obrero de emergencia que dé salida a la crisis, luchando por: ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero todas las fábricas, bienes, propiedades y bancos del imperialismo y la burguesía cipaya! ¡Abajo todos los tratados políticos, económicos y militares que atan la nación oprimida al imperialismo! ¡Por la nacionalización del comercio exterior! Para conseguir el pan, el trabajo y la libertad nacional: la clase obrera tiene que tomar el poder y la solución a sus problemas en sus manos. ¡Por un gobierno provisional revolucionario de las organizaciones obreras y de las masas en lucha, basado en los organismos de autodeterminación, democracia directa y armamento de los explotados!
Desde Atenas a Jerusalén y desde Madrid a Damasco… Sin duda alguna, en esta misma y única revolución de todo el Norte de África y Medio Oriente, tomar el poder en Túnez será un enorme paso hacia adelante para: golpear y derrotar a los gobiernos que expropiaron la revolución en Libia y Egipto; frenar el genocidio en Siria y que las masas aplasten la dictadura sangrienta del Al Assad; y que Palestina pueda ser liberada mediante la destrucción del estado sionista-fascista de Israel. ¡Por una Federación de Republicas Socialistas del Norte de África y Medio Oriente! Para ello: ¡Hay que poner en pie las milicias obreras y populares en Túnez para unificarlas con las masas armadas en Libia! ¡Así podremos apoyar a las masas de Egipto que combaten por su revolución, y acudir en auxilio de las martirizadas masas de Siria y del pueblo palestino! ¡Así podremos enfrentar y aplastar a cada uno de los soldados franceses que han invadido Mali, para que los explotados expulsen al invasor! En esta pelea, la clase obrera europea tiene una enorme responsabilidad que ponerse al hombre. Es que en su continente está la llave para que triunfen las revoluciones en curso. Caro ha pagado históricamente la clase obrera, por ejemplo la española, el hecho de no combatir codo a codo con los trabajadores y explotados de las semicolonias que oprimían y saqueaban sus países imperialistas. En los años ´30 del siglo XX, en plena Guerra Civil Española, Franco se ganó al ejército de Marruecos para utilizarlo como fuerza de choque contra “La Republica” porque quienes luchaban bajos sus banderas no levantaron como propia la demanda de la independencia de ese país en contra del protectorado español. Hay que impedir que en el siglo XXI esta historia vuelva a repetirse. El proletariado de las grandes metrópolis debe asumir la obligación internacionalista de llevar el fuego de la revolución al corazón de la Europa imperialista. Pasos en ese sentido, están dando los trabajadores de Grecia. Las aguerridas masas han salido al combate con una nueva Huelga General y con multitudinarias movilizaciones en los principales centros políticos del país. Allí hay que aplastar a las bandas fascistas de Amanecer Dorado y prenderles fuegos sus locales como lo hacen los trabajadores de Túnez con los del Enhada. No quieren ser menos los trabajadores del estado español, quienes ya enfrentan nuevamente en las calles los planes de ajustes y tarifazos del gobierno español. En ese país, de forma desesperada, obreros inmigrantes y mujeres trabajadores se han prendido fuego por la desesperación que provoca no tener que comer, similar a lo que hizo el joven Mohamed Bouazizi a fines del 2010 (hecho que destapó el actual proceso revolucionario). Basta. ¡Hay que barrer a la monarquía de los borbones en España! ¡Hay que derrotar los planes de hambre y miseria de los gobiernos de Rajoy en España, Hollande en Francia y de Papoulias en Grecia! ¡Hay que imponerle a la burocracia de los sindicatos la HUELGA GENERAL REVOLUCIONARIA, como hicieron nuestros hermanos de clase en Túnez! ¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo! Julián Juárez |